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Notícies :: antifeixisme
El mito racial nórdico en la configuración de la doctrina nacional-socialista alemana
21 jun 2022
La repetición obsesiva de una serie de ideas dentro de una sociedad suele acabar plasmándose en hechos concretos si éstas son aceptadas por un importante porcentaje de su población. La reiteración temporal y la aparición de toda una serie de condiciones circunstanciales pueden llevar a la aplicación de las mismas en su máximo exponencial. Este fenómeno se produjo en Alemania durante el período nacional-socialista, etapa en la cual se dieron los requisitos ideológicos, políticos y socio-económicos necesarios para la puesta en práctica del nacionalismo racista y antisemita germano, larvado a lo largo de generaciones en la cultura del país. Aquí se plasmó la cosmovisión antropológica alemana hasta sus últimas consecuencias. El nacional-socialismo tiene una denominación de origen germánica con unos identificados derechos de autor. Aquí, como si de una obra teatral o de cine se tratara, aparecen unos guionistas (ideólogos nacionalistas, antisemitas y racistas del siglo XIX), una productora (Partido Nacional Socialista del Trabajo Alemán), una realización (Waffen-SS, Wehrmacht, colaboracionistas de los países ocupados), un director (Adolf Hitler), unos actores protagonistas (arios, alemanes/austríacos, nazis) y antagonistas (judíos, eslavos, comunistas, etc.), unos extras (sonderkommandos, einsatzgruppen), un público espectador (mayoría del pueblo alemán/austríaco y nativos de algunos países ocupados), una coreografía hábilmente orquestada (nacionalismo, socialismo étnico, racismo y antisemitismo) y un decorado (2ª Guerra Mundial y campos de exterminio y concentración en Europa) así como una consecuencia final (Holocausto).
El nacional-socialismo supuso, por un lado, un alivio de la grave crisis socio-económica que padeció el país durante la etapa de la República de Weimar y trajo cierta “paz social” y, por otro, condujo a la población teutona al abismo de la miseria moral, cuyos máximos exponentes serían la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. El sobredimensionamiento que los alemanes tenían de si mismos como nación junto, quizás, a unas relaciones afectivas deficientes agravadas por las carencias materiales, hicieron posible este fenómeno. Este es el período más siniestro de la historia alemana en el que se hizo loa de la sangre, la guerra y la muerte.
El Holocausto y la Segunda Guerra Mundial tuvieron sus precedentes ensayados, en el primer caso, durante el genocidio perpetrado contra los herero y los nama en África Sudoccidental (Namibia) en 1904 y, en el segundo, en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que marcó el final de los viejos imperios centroeuropeos y dio origen tanto al comunismo soviético como a los fascismos continentales.
El nacional-socialismo se desarrolló en una triple dimensión: la biológica, donde blanquirrubios de ojos azules y origen nórdico u otros en nombre de esta raza provocaron el exterminio o la esclavización de los denominados “infrahombres”, como los judíos o los gitanos; la nacional/imperial, en la que se buscaba la supremacía militar, política y económica alemana en el continente europeo y la desaparición de pueblos eslavos como el ruso o el polaco; y la ideológica política, donde se persiguió y encerró en campos de concentración a todos los opositores al régimen, como los comunistas, los homosexuales masculinos (Párrafo 175), los socialdemócratas o los Testigos de Jehová. La variante socialista, apenas fue desarrollada más allá de un capitalismo y una visión intervencionista del Estado junto a la nacionalización de la economía, reinterpretándose el marxismo sustituyendo la idea de lucha de clases por la de razas, en la que el judío (identificado con el capital y con el comunismo) sería vencido por el ario (que ejercería el papel del proletariado nacional revolucionario). No obstante, en esta interpretación de la Historia, no se buscaba la igualdad universal si no la supremacía racial nórdica y étnica alemana en un marco imperialista depredador basado en la ley del más fuerte. El internacionalismo solidario de clase basado en el origen y la situación socio-económica es sustituido por un nacionalismo agresivo cuyo vínculo es la sangre y cuya visión maniquea de la vida sustituye el color por el blanco y negro. Por otra parte, el totalitarismo estatal con sus manifestaciones de masas tal que desfiles, su estética colorida, la propaganda masiva, el culto al caudillo y su fuerza interclasista era un elemento común con otros fascismos, como el italiano.
El nacionalsocialismo alemán aparece caracterizado por cuatro discursos hibridados:
I.- Racismo rubio (ario o nórdico).
II.- Nacionalismo étnico alemán (völkisch).
III.- Antisemitismo biologicista.
IV—Socialismo.
Aquí se va a tratar el racismo rubio como factor ideológico fundamental a la hora de conformarse el nacionalsocialismo alemán.
MITO_RACIAL_NÓRDICO_(2).pdf
MITO RACIAL NÓRDICO (2).pdf (2,08 MiB)
La repetición obsesiva de una serie de ideas dentro de una sociedad suele acabar plasmándose en hechos concretos si éstas son aceptadas por un importante porcentaje de su población. La reiteración temporal y la aparición de toda una serie de condiciones circunstanciales pueden llevar a la aplicación de las mismas en su máximo exponencial. Este fenómeno se produjo en Alemania durante el período nacional-socialista, etapa en la cual se dieron los requisitos ideológicos, políticos y socio-económicos necesarios para la puesta en práctica del nacionalismo racista y antisemita germano, larvado a lo largo de generaciones en la cultura del país. Aquí se plasmó la cosmovisión antropológica alemana hasta sus últimas consecuencias. El nacional-socialismo tiene una denominación de origen germánica con unos identificados derechos de autor. Aquí, como si de una obra teatral o de cine se tratara, aparecen unos guionistas (ideólogos nacionalistas, antisemitas y racistas del siglo XIX), una productora (Partido Nacional Socialista del Trabajo Alemán), una realización (Waffen-SS, Wehrmacht, colaboracionistas de los países ocupados), un director (Adolf Hitler), unos actores protagonistas (arios, alemanes/austríacos, nazis) y antagonistas (judíos, eslavos, comunistas, etc.), unos extras (sonderkommandos, einsatzgruppen), un público espectador (mayoría del pueblo alemán/austríaco y nativos de algunos países ocupados), una coreografía hábilmente orquestada (nacionalismo, socialismo étnico, racismo y antisemitismo) y un decorado (2ª Guerra Mundial y campos de exterminio y concentración en Europa) así como una consecuencia final (Holocausto).
El nacional-socialismo supuso, por un lado, un alivio de la grave crisis socio-económica que padeció el país durante la etapa de la República de Weimar y trajo cierta “paz social” y, por otro, condujo a la población teutona al abismo de la miseria moral, cuyos máximos exponentes serían la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. El sobredimensionamiento que los alemanes tenían de si mismos como nación junto, quizás, a unas relaciones afectivas deficientes agravadas por las carencias materiales, hicieron posible este fenómeno. Este es el período más siniestro de la historia alemana en el que se hizo loa de la sangre, la guerra y la muerte.
El Holocausto y la Segunda Guerra Mundial tuvieron sus precedentes ensayados, en el primer caso, durante el genocidio perpetrado contra los herero y los nama en África Sudoccidental (Namibia) en 1904 y, en el segundo, en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que marcó el final de los viejos imperios centroeuropeos y dio origen tanto al comunismo soviético como a los fascismos continentales.
El nacional-socialismo se desarrolló en una triple dimensión: la biológica, donde blanquirrubios de ojos azules y origen nórdico u otros en nombre de esta raza provocaron el exterminio o la esclavización de los denominados “infrahombres”, como los judíos o los gitanos; la nacional/imperial, en la que se buscaba la supremacía militar, política y económica alemana en el continente europeo y la desaparición de pueblos eslavos como el ruso o el polaco; y la ideológica política, donde se persiguió y encerró en campos de concentración a todos los opositores al régimen, como los comunistas, los homosexuales masculinos (Párrafo 175), los socialdemócratas o los Testigos de Jehová. La variante socialista, apenas fue desarrollada más allá de un capitalismo y una visión intervencionista del Estado junto a la nacionalización de la economía, reinterpretándose el marxismo sustituyendo la idea de lucha de clases por la de razas, en la que el judío (identificado con el capital y con el comunismo) sería vencido por el ario (que ejercería el papel del proletariado nacional revolucionario). No obstante, en esta interpretación de la Historia, no se buscaba la igualdad universal si no la supremacía racial nórdica y étnica alemana en un marco imperialista depredador basado en la ley del más fuerte. El internacionalismo solidario de clase basado en el origen y la situación socio-económica es sustituido por un nacionalismo agresivo cuyo vínculo es la sangre y cuya visión maniquea de la vida sustituye el color por el blanco y negro. Por otra parte, el totalitarismo estatal con sus manifestaciones de masas tal que desfiles, su estética colorida, la propaganda masiva, el culto al caudillo y su fuerza interclasista era un elemento común con otros fascismos, como el italiano.
El nacionalsocialismo alemán aparece caracterizado por cuatro discursos hibridados:
I.- Racismo rubio (ario o nórdico).
II.- Nacionalismo étnico alemán (völkisch).
III.- Antisemitismo biologicista.
IV—Socialismo.
Aquí se va a tratar el racismo rubio como factor ideológico fundamental a la hora de conformarse el nacionalsocialismo alemán.

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