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COVID (cuando el crimen se viste de inocencia).
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per hereje |
15 feb 2022
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En estos tiempos del covid, el lazo que une a los ciudadanos entre sí no es la ley civil, a la que como individuos libres damos consentimiento ; sino la ley de la dictadura sanitaria que, como subditos, hay que obedecer ciegamente. Como exigencia involuntaria de sumision a las corporaciones de la industria medico-farmaceutica-militar y en sus vicarios cientificos-medicos-militares sobre la tierra. Durante los dos años de pandemia del covid, el ideal de las relaciones sociales no estuvo cifrado en la reciprocidad sino en la buena voluntad del personal sanitario y militar y en la obediente sumisión de la poblacion indefensa. Las obligaciones del súbdito quedaron convertidas en unilaterales. No tenía ningún medio a su alcance con que reafirmar los evidentes deberes de los poderes estatales para con él. Al estilo de los escritores clásicos romanos, se consideraba al gobernante como el «padre común de todos». Los medios de comunicacion han sido y aun lo son incansables a la hora de insistir en el deber que tienen los poderes estatales de cuidar de los «miembros más débiles» de la sociedad. Ahora bien -como recalca la realidad que vivimos-, este reconocimiento «esta muy lejos de adscribir a los súbditos... ningún derecho inherente o autónomo con que poder enfrentarse a la dictadura sanitaria. |
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Tenemos que reconocer que una época que —en el reducido período de dos años— ha desarraigado, esclavizado o asesinado millones de seres humanos, debe ser condenada sin más.s. Pero queda algo por hacer : comprender su culpabilidad.
El crimen de la vacunacion ha sido perpetrado en presencia de la asamblea ciudadana, sin que el espíritu se conmoviera ante crímenes tan irresponsables ni se perturbara la serenidad de juicio. . Pero la contemplación de campos de esclavos erigidos bajo la bandera de la
libertad, y de masacres justificadas bajo una capa de filantropía o de devoción al dogma cientifico, es algo que en cierto modo traumatiza la capacidad de juicio. Llegado el momento en que el crimen se viste de inocencia —gracias a una curiosa trasposición propia de nuestra época— es la inocencia la llamada a auto-justificarse.
No se puede justificar el criterio de que al conglomerado cientifico-medico-militar, debamos juzgarlos de forma distinta a los demás
hombres, dando por sentado que no han cometido, ninguna iniquidad. Si hay que presuponer algo, es
precisamente lo contrario, tratándose de quienes durante estos dos años tienen en sus manos el poder, tanto más cuanto mayor ha sido éste instaurando la dictadura sanitaria. La responsabilidad histórica tiene que compensar la falta de responsabilidad legal.
«Sostener públicamente opiniones encontradas o contrapuestas a la pandemia del covid, tal como estaba formulada y fijada por la dictadura sanitaria, constituía ser negacionista; y la causa verdadera de que el negacionismo fuera considerado crimen, estribaba —como lo había expuesto y decretado por la oms — en que el negacionista demostraba arrogancia intelectual al preferir sus propias opiniones a las de quienes estaban especialmente calificados para pronunciarse sobre materias de salud y enfermedad. Ser negacionista y negarse a vacunarse, en consecuencia,
era delito de alta traición, cometido contra el bien comun, y una aberracion contra lel dogma de la oms impuesto por la dictadura sanitaria.
La enfermedad amenaza al individuo, no a la sociedad. : el médico se encuentra muchas
veces desconcertado ante una persona que no padece enfermedad orgánica demostrable (asintomatico). ¿Qué hacer? ¿Debe considerarla «paciente»? ¿Debe «tratarla»? Y en el caso de que deba hacerlo, ¿de qué debe tratarla? En resumen, los médicos han dejado de evitar y siguen sin evitar llegar a la conclusión de que el citado problema cae fuera de la esfera de su conocimiento de expertas y que, en
consecuencia, deberían dejar a la persona sola y sin clasificar, dueña de su propio destino. Esta clase de juicios son en teoría imposibles
por dos supuestos previos referentes a la relación terapéutica. El primero de ellos consiste en creer que la persona que se énfrenta al experto en medicina o teología es un ser indefenso e inferior, para con quien médico y cientifico tienen una «responsabilidad» independiente de su conocimiento y de su habilidades profesionales y de la que no pueden evadirse. . El segundo
consiste en creer que el personal sanitario(cientificos, medicos enfermeros)
no obtienen ningún provecho «egoísta» de su labor para con el paciente o -el "negacionista" que se niega a vacunarse-, y que, si no fuera por su dedicación altruista a la curación o a la salvación del bien comun, se sentirían tranquilos, abandonando a la persona que sufre a su «horrible destino» , Por tales razones, estos terapeutas mesiánicos se sienten en la obligación de hacer algo, aun cuando este algo sea pernicioso para el paciente.
En la medida en que desde la oms crea en el mito de la enfermedad covidiana, la clase medica se ve obligada por la lógica intrínseca a tal concepción a tratar con bien intencionada voluntad terapéutica a quienes sufren tal enfermedad, aun cuando sus «pacientes» no puedan evitar experimentar el tratamiento como una forma de persecución.
La organizacion (OMS) articula sus métodos opresivos en términos terapéuticos. El cientifico salva el bien comun y salva la integridad de la ciencia como dogma. El medico cae en la iatrogenia y hace mas daño que lo que pretende curar pretendiendo proteger a la sociedad de negacionistas muy peligrosos , tanto los unos como los otros se autonombran epidemiologos, y se interesan por la incidencia de la enfermedad del covid y la cura por la vacunacion ; el primero como diagnosticador determinando a traves del dogma cientifico quien es el infeccioso, pero tambien el medico lleva a la practica la inoculacion de la vacunacion forzosa e involuntaria que en vez de curar lleva a la iatrogenia, finalmente, se le priva de
libertad y a menudo incluso de la vida, aparentemente en su propio beneficio. |
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