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Notícies :: corrupció i poder |
El antifascismo es poco menos que una moda.
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per antimilitarismo |
23 feb 2021
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La falta de análisis, debate y crítica es patente. No se globaliza el problema sino que se trata de atajar sus efectos más palpables (violencia callejera fascista) reproduciendo, en muchos casos, esto mismo (violencia callejera antifascista). |
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Alrededor del antifascismo se crea y recrea una estética pandillera y de escasos contenidos regida por una violencia macarra y estéril. Proliferan grupos, colectivos, plataformas, etc., que tratan de responder a un fenómeno sin analizar sus causas o al menos sin atacar a éstas. Actos a contra o de puro carácter anecdótico como las manis de apoyo a hasel son moneda habitual. Más allá hay que situar la patética imagen del mata-fachas como figura folklórica del movimiento que en demasiados casos copia actitudes y esquemas mentales de sus presuntas víctimas, en una clara tendencia militarista que puede llegar a prevalecer e involucrar a todo el movimiento libertario.
El antifascismo como lucha de distracción, y de adhesion al sistema.
El fijar nuestros esfuerzos en la lucha antifascista a nivel parcial nos aleja ineludiblemente de la centralidad de la lucha anarkista: crear conciencia y autoorganización con valores libertarios. El antifascismo distraería voluntades a una problema concreto fruto de una situación global. Más cuando se cae en dinámicas de represión-acción (difíciles de evitar) que llevan al movimiento a centrar su trabajo en responder a agresiones de grupos fascistas o del aparato represivo del Estado cuando los antifascistas son represaliados.
El antifascismo como colaboración de clase El lema «todos contra el fascismo» puede ejemplarizar una tendencia a la colaboración de clases. La alianza, en plataformas y demás, con fuerzas contra-revolucionarias de la izquierda capitalista es patente en muchos casos. Un lema tan general es asumible desde muchos ángulos, desde la izquierda colaboracionista a la derecha liberal ( no olvidemos que en el caso de podemos y los supremacistas catalanes se han convertido en paladínes antifascistas) pasando por los grupúsculos oportunistas de la cgt y la cnt-cit. La historia vuelve a repetirse con un escenario totalmente distinto al desarrollarse políticas frentistas que implican un reforzamiento del modelo capitalista bajo formas democráticas parlamentaristas. Se vuelve a colaborar con nuestros enemigos de clase socabando nuestros propios valores libertarios para defendernos todos juntos de nuestros enemigos aparentemente más directos y atroces: los fascistas. El resultado es que en lugar de hacer cotidianamente revolución nos hacemos aliados de sus enemigos mas acerrimos los de podemos autoritarios donde los halla y los totalitarios del supremacismo catalan.
El antifascismo es esencia y forma refuerza al Estado.
Desde grupos antifascistas se reclaman medidas estatales y legales que represalien al fascismo, leyes contra los grupos nazis y fachas, mayores medidas policiales, altas penas de prisión, etc. La aplicación de tales medidas difícilmente irían a nuestro favor más bien todo lo contrario. Con ello se refuerza el papel del Estado a nivel represor y se fortalece su poder. No deja de sorprender y alarmar que desde nuestras filas, los"libertarios" infiltrados colaboracionistas den armas a nuestro enemigo más señalado: el Estado. Así como se considere que sus leyes puedan ser nuestra salvaguarda contra quienes son ni más ni menos que sus cómplices: fascistas y antifascistas. |
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