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Cómo se organizan los anarquistas
24 des 2020
Texto de P.M.P. en Federación Libertaria Argentina, sobre cómo se organizan los anarquistas.
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Asturias, 1934

En la actualidad existen tres grandes corrientes que abordan la cuestión de la organización y que tiene sus raíces en el siglo XIX, pero que fueron profundamente marcados por los acontecimientos del siglo XX.

Podríamos aventurar que la revolución rusa de 1917 fue la que marcó un punto de inflexión en las discusiones y acentuó las posiciones. La Rusia revolucionaria, que supo derribar uno de los regímenes más terribles del planeta y vencer la intervención de las potencias occidentales, se convirtió en la primera experiencia revolucionaria exitosa de alcance mundial, con repercusiones que duraron mas de 70 años.

Pero dicho éxito inicial mutó rápidamente en una filosa espada contra los anarquistas y gran parte del pueblo. Como consecuencia de esto, algunos exiliados rusos que habían podido huir de la represión bolchevique (luego de haber luchado y vencido al ejército blanco en Ucrania) tuvieron la iniciativa de sacar conclusiones de aquella experiencia y proponer un modelo organizativo. En este grupo se encontraban Pedro Archinoff y Nestor Machno, y la propuesta se llamó La Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas (borrador), publicada en 1926. La Plataforma generó un rápido debate e incluso la enemistad de otro grupo de exiliados rusos, entre los que se encontraba Volín (quién también había actuado en Ucrania y había sufrido cárcel en Moscú por los bolcheviques). Uno de los resultados de la discusión fue la respuesta a la Plataforma realizada por muchos referentes del anarquismo mundial, entre los que estaba Malatesta[2], y que encontró un resumen en el escrito de Sebastián Faure conocido como propuesta de Síntesis Anarquista, idea sobre la que ya venía trabajando Volín desde 1918.

Ahora bien, a estos dos modelos organizativos se suma una tercera evaluación sobre el tema.

Generalmente, y sobre todo desde la historiografía académica sobre el anarquismo, se entiende que a fines del siglo XIX la tendencia organizadora triunfa sobre la anti organizadora, es decir que aquellos que veían en un modelo organizativo la posibilidad de una burocratización y una nueva opresión, son derrotados y casi expulsados de la cosmovisión ácrata. Pero si bien es verdad que este sector quedó empequeñecido ante el avance de los organizados, y más especialmente frente al anarcosindicalismo, nunca desapareció y siguió otorgando ideas y acciones al movimiento general. Más recientemente uno de los resultados de ésta última posición se dio en llamar Organización Informal Anarquista, que debate tanto con el plataformismo, como con la idea de síntesis.

¿Cómo se organiza cada tendencia?

Resulta difícil hablar de los modelos organizativos sin hacer referencia a otras ideas que están imbricadas en el debate. Si consideramos que una de las cosas que distinguen a los anarquistas es su intento por achicar la distancia entre la teoría y la práctica, entre el modelo que se busca construir (la anarquía) y el actuar cotidiano, entre el presente y el porvenir, podríamos decir que cada forma de organización busca acercarse a ese ideal deseado. Pero esto es de muy difícil conciliación, ya que el mundo en el que vivimos dista mucho del que se pretende y así aparece la idea de táctica y estrategia como concesión a la realidad. A su vez aparecen en el debate modelos de organización social y económica como el anarco comunismo, el colectivismo o el mutualismo.

Aquí sólo intentamos hablar en forma general de los modelos organizativos, pero podríamos decir que las nociones de táctica y estrategia así como los modelos de organización social, cruzan de diferentes formas y matices a las tres tendencias.

La Plataforma

Como habíamos dicho, el impacto de la revolución rusa, el golpe sufrido a manos de los bolcheviques, fue visto por el grupo de Machno como una deficiencia en la organización de los anarquistas, producto de la dispersión y la falta de unidad en la acción.

La Plataforma, en su Sección Organizacional, introduce varios conceptos que buscan solucionar las deficiencias y que le dan un carácter particular a su forma organizativa, estas son: “unidad táctica y teórica”, y “responsabilidad colectiva.”.

La Plataforma es mucho más que estos conceptos pero podríamos decir que ellos son los que impregnan y otorgan una línea distintiva a toda una tendencia en la actualidad, incluyendo a muchos que no se asumen como plataformistas (ya que tienen diferencias con otras partes del documento).

Por unidad teórica la Plataforma entiende que todos los miembros que componen la Unión General de Anarquistas deben llegar a una teoría común, es decir a una forma de entender las relaciones sociales, el desarrollo de la historia y sobre todo la lucha de clases.

De la teoría anterior, es decir del diagnostico que surja de la teoría, se deriva una táctica para lograr los objetivos propuestos, y esta táctica también tiene que ser común y única para todos los que compongan la Unión. ¿Pero cómo se logra esta unidad?, aquí es donde aparece el concepto de responsabilidad colectiva que se expresa así: “La Unión será responsable de la actividad política y revolucionaria de cada uno de sus miembros; del mismo modo, cada miembro será responsable de la actividad política y revolucionaria de la Unión como un todo”, esto es, cada miembro que está en la unión debe llevar a la acción la línea decidida por la mayoría.

En la actualidad, la mayoría de los grupos que responden a este modelo aplican esos conceptos organizándose en Frentes de Trabajo, con secretarías que se reproducen en cada frente y que cuidan la unidad táctica y teórica.

La efectividad de este modelo aparece en algunos casos puntuales y de hecho las ideas de eficiencia, acumulación de militantes y compromiso, son elementos importantes en estos ámbitos. La unidad en la acción tiene la ventaja de otorgar una fuerza concentrada sobre determinados acontecimientos. ¿Pero cuál es el costo de esta eficiencia?

Las críticas que han llovido desde Malatesta en adelante (quién se carteó abundantemente con Machno) rondan sobre el carácter autoritario que entraña este modelo. Por un lado la unidad táctica y teórica parece necesitar de organismos que cuiden de ella; las minorías deben acatar a las mayorías y obrar según sus prioridades, a la vez que la responsabilidad colectiva condena abiertamente la idea de responsabilidad individual y las tácticas no decididas por la Unión. La Plataforma parece ser, bajo algunas circunstancias, una herramienta eficiente para ocupar espacios, demostrar fuerza y defender territorios, es decir, una máquina de guerra tradicional que puede confrontar tradicionalmente con otras, pero que resulta contradictoria para revolucionar y revolucionarse, para indagar diversas prácticas simultaneas (tácticas, en su idioma) y para desarrollar la responsabilidad individual, condenada o diluida bajo el deber hacia la decisión de las mayorías. Tal vez el peor resultado de esta tendencia es el asimilarse al funcionamiento de los partidos políticos bajo la consigna de “Poder popular”, y con la generación de una dirigencia que se impone sobre la lógica libertaria.

Organización Informal Anarquista

Opiniones muy distintas son las que inspiran a los anarquistas que se acercan a una idea de organización informal. Para ellos toda organización estable tiende a crear organismos de control, y tarde o temprano a constituir un gobierno sobre sus fieles. Bajo esta opinión captan la esencia de toda institución: perpetuarse y uniformar conductas.

Si la vocación del poder es crear instituciones, la revolución estaría en destruirlas. En estos grupos no caben consignas como “poder popular”, idea cara a los grupos anteriores, ya que el poder no debe ser conquistado sino eliminado y la construcción de un nuevo poder llevaría coaligada la construcción de estructuras de poder y opresión.

Las tácticas en estos grupos, o mejor dicho las acciones, estarían signadas por la lucha contra las instituciones. No serían parte de un plan estratégico sino un accionar espontáneo contra la opresión, que desarrollaría el impulso libre y creador.

En este esquema las acciones individuales tanto como las grupales son valoradas y evaluadas en cada oportunidad, no bajo un aspecto acumulativo de fuerzas sino por las heridas infringidas al poder, pero sobre todo como un ejercicio de aprendizaje liberador en la lucha. En este sentido el Insurreccionalismo es lo que predomina en esta visión, dando preponderancia a la propaganda de las ideas y a los actos que puedan subvertir estructuras.

El núcleo organizativo de esta tendencia es el grupo de afinidad y la individualidad, que se reúnen para realizar actos concretos sin una estrategia global, pero basados en una ética ácrata.

Las críticas más fuertes sobre ésta corriente provienen de la Plataforma que condena expresamente la responsabilidad individual en las acciones por considerarla carente de un plan global, ineficiente y en el peor de los casos que atenta contra el trabajo colectivo.

Lo cierto es que estos grupos poseen flexibilidad a la hora de actuar y sus acciones tienen éxito en el ámbito de la propaganda, pero ¿cómo regulan la ética de sus acciones sin un plano organizativo más estable?

Para muchos la apelación permanente a la insurrección y a la violencia, como también la falta de un proyecto social, podría tornarlos sectarios y correrlos hacia una práctica “anti social” de carácter nihilista “negativa”, alejados de la ética libertaria. Las peores derivaciones de esta visión construyen una moral autojustificatoria que se alimenta con la idea de la destrucción como fin en sí mismo. El resultado no suele ser la destrucción de la autoridad sino la transferencia hacia sus propios actos, que se tornan autoritarios, iluminados y vanguardistas.

La Síntesis

Como dijimos esta idea puede rastrearse en los escritos de Volín a partir de 1918 y podría relacionarse con el anarquismo sin adjetivos que surge en el movimiento español de principios del siglo XX, pero lo cierto es que logra su concreción a partir de Sebastian Faure, en 1926.

Sin embargo, en las definiciones de Faure no aparecen mayores precisiones sobre la forma organizativa, sino que es un intento por conciliar las posiciones anarcosindicalistas, anarco comunistas e individualistas.

Desde los partidarios de la Plataforma se atacó, en un comienzo, las palabras de la Síntesis por esta falta de precisiones y por la mezcla que se intenta hacer. Si bien ésta crítica resulta veraz, la Síntesis finalmente aportó una verdadera forma de organización federativa que impregna gran parte del movimiento anarquista mundial y encuentra su síntesis mayor en la IFA (Internacional de Federaciones Anarquistas).

La idea de la Síntesis pone énfasis en una serie de principios anarquistas que todos conocemos: Libertad, Igualdad y Solidaridad (es decir, lucha contra toda forma de opresión y contra todo sistema jerárquico, bajo el más libre ejercicio); pero relativiza la posibilidad de una táctica y estrategia común permanente a la que tengan que condicionarse los miembros de cada Federación. Esta relativización se expresa en acuerdos que se logran por consenso (las decisiones por mayoría son minimizadas) y a los que están obligados sólo aquellos grupos o individuos que los aprobaron, mientras los otros pueden prescindir y ensayar otros métodos, sin perjuicio de la unidad y de sus inquietudes. Esta posición es fundamental y distintiva, porque reconoce que las mayorías en un congreso no son necesariamente portadoras de la verdad y tampoco pueden obligar a las minorías a subsumirse a su programa. Es el reconocimiento de una realidad compleja, donde cada acción es un ensayo por derribar un mundo opresivo pero sin una directriz reveladora, sino tras la búsqueda de los principios iniciales. La responsabilidad aquí no se basa en un compromiso a una línea (a no ser para aquellos que se comprometieron a una acción), sino en acercarse a aquellos principios, y cuyas formas se van construyendo en un diálogo con los más diversos grupos.

La Síntesis, al no establecer una prioridad táctica, logra albergar experiencias y prioridades disimiles: trabajo cultural, vegetarianismo, anarcofeminismo, formas autogestivas, trabajo sindical, y diferentes formas de lucha.

Pero su organización no es por frentes de trabajo, donde se buscaría alinear tras una posición táctica, sino por medio de grupos de afinidad, que se dan su dinámica y se encuentran con otros en forma federativa. La Federación sería un encuentro de estos grupos para potenciarse en la diversidad, para enriquecerse, cobijarse, y también mostrarse con peso en la sociedad. No es una máquina de guerra tradicional que busca competir con la oferta política existente, sino un laboratorio de experiencias, creaciones y lucha, donde el centro de su vida pasa por los grupos en busca de un encuentro.

Las críticas recibidas por la Síntesis desde los grupos anteriores van desde la posibilidad de burocratización (por los partidarios de la Unión Informal), hasta la inoperancia e ineficacia (por los grupos plataformistas y afines).

Podemos decir que ambos riesgos son reales. En el primer caso una federación tiende a burocratizarse cuando la dinámica de los grupos se resiente y la práctica de algunos mecanismos no surge de la necesidad de ellos, sino que responden a una inercia pasada. Esto podría expresarse en el mantenimiento de secretarías, de congresos y de una actitud asambleísta más que asamblearia.

Por otro lado, la ineficacia resulta un fantasma que recorre esta forma. ¿Cómo medir la operatividad de las prácticas anarquistas?

Para los partidos políticos y las formas tradicionales resulta más evidente, ya que ganar una elección, incidir en un sindicato o lograr una plana en un periódico, aparecen como un mojón en la carrera acumulativa. En la lucha por crear poder sabemos que esos pasos son significativos, pero resulta mucho más difícil si lo que queremos es subvertir el poder, es decir, si lo que queremos es romper los esquemas en los que se basa el poder. La unidad táctica, pegar todos “como un solo puño”, puede resultar eficiente en una acción puntual, pero restablece la autoridad y la perpetúa. La acción individual insurreccional, el carácter indómito libertario, es un elemento irrenunciable, pero sin conexión, sin debate y sin un crecimiento creativo en el ámbito social, sólo puede derivar en el establecimiento del fanatismo autoritario individualista y de manada.

P.M.P. en Federación Libertaria Argentina

[1] Aquí no hacemos mención a la organización sindical, o anarcosindicalismo, que si bien tuvo importantes aportes al debate, consideramos que excede el marco de este artículo y es toda una discusión en sí misma.

[2] Alexander Berkman, Emma Goldman, GP Maximoff, Luigi Fabbri, Camilo Berneri, entre otros, rechazaron las sugerencias de la Plataforma.
Mira també:
https://higiniocarrocera.home.blog/2020/11/17/como-se-organizan-los-anarquistas/

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