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La medicina convencional miente: revisando los postulados de Koch
12 oct 2020
El siguiente artículo, publicado por la revista Discovery Salud, demuestra cómo en la ciencia existen relaciones de poder y cómo la medicina convencional miente sistemáticamente sobre nuestra salud y las enfermedades. Esperemos que esta impecable exposición de Jesús García Blanca sirva para que se caigan muchas vendas de los ojos.


Revisando los postulados de Koch

¿Se puede demostrar que existen virus patógenos?

Meses investigando la existencia del SARS-Cov-2 que dicen causa la Covid-19 y seguimos sin encontrar un solo trabajo que lo demuestre a pesar de que no cesan de aparecer artículos y declaraciones en redes sociales y medios de comunicación – así como en las páginas de fact-cheking patrocinadas por George Soros – asegurando que existe y se secuenció tras ser aislado; y ahora incluso se citan artículos según los cuales se hizo además cumpliendo los llamados Postulados de Koch. Vamos a incorporar nuevas evidencias sobre la falsa pandemia y una perspectiva más amplia y rigurosa sobre los virus, los microbios y su relación con las enfermedades, así como un análisis más detallado sobre los citados postulados, si pueden aplicarse a los virus y si se cumplen en el caso del SARS-Cov-2.

(…) Conocemos bien – y las hemos analizado y explicado – las relaciones de poder que determinan la Ciencia en general y las ciencias biomédicas en particular pero sabemos que, a pesar de todo, hay científicos honestos que trabajan resistiendo las presiones y los intereses de una industria farmacéutica que se ha convertido en una de las más poderosas del mundo.

Es casi innecesario decir que vivimos tiempos oscuros, difíciles y traumáticos pero también que la misma gravedad e intensidad de la situación está llevando a muchas personas a abrir los ojos y a adquirir una mayor conciencia de que las cosas no son como creíamos, como nos habían hecho creer. Y entre esas mentiras nos han hecho creer que los sistemas sanitarios (…) trabajan en beneficio de nuestra salud cuando lo cierto es que constituyen una de las más poderosas herramientas de control de la población como se ha visto claramente y de forma dramática en el caso de la falsa enfermedad pandémica bautizada como Covid-19.

Vamos a proporcionar nuevas evidencias sobre esta falsa pandemia dando una perspectiva más amplia y rigurosa sobre los virus, los microbios y su relación con las enfermedades que, a la luz de los nuevos descubrimientos o de la revisión en profundidad de datos ya publicados, se pueden contemplar de un modo muy diferente a como lo hicieron en su día los llamados “padres de la microbiología”, así como sus sucesores, deslumbrados por las nuevas tecnologías y la biología molecular.

¿Son los virus lo que creíamos?

Jon Ortega (1), biólogo y editor de Cauac Editorial Nativa, integrado en la corriente de la Nueva Biología (2), explica la visión que hoy tienen los expertos de vanguardia sobre los virus:
“Un virus no es un organismo, no es un ser vivo en el sentido que damos normalmente al término. Un virus es una molécula inerte, una cadena de ADN recubierta por una cápsula proteica. Al contrario que cualquier organismo (unicelular o multicelular) no percibe, no responde al entorno. No se mueve, ni actúa, ni se reproduce por sí mismo y carece de fisiología o de metabolismo, así como de cualquier tipo de actividad interna. A diferencia de lo que podemos observar en cualquier célula u organismo, absolutamente nada nos indica en el virus la existencia de un punto de vista subjetivo, ni tampoco de organicidad”

En pocas palabras, la Nueva Biología ha constatado que los virus no son seres vivos. No son microorganismos ni microbios. Son paquetes de información genética que fueron determinados en el origen y evolución de la vida y aun son imprescindibles en múltiples procesos vitales ya que ayudan a mantener en equilibrio tanto el ecosistema planetario como nuestro propio organismo.

Ortega añade: “la información que portan las partículas virales está integrada y forma parte constituyente de los procesos y funciones biológicas fundamentales que hacen posible la vida tal y como la conocemos”. Esto implica que debemos replantearnos la creencia de que hay enfermedades producidas por virus y ver cuál es la verdadera relación entre los virus y las enfermedades e incluso entre los microbios y las enfermedades, empezando por el propio concepto de “enfermedad”, que muchos consideran no como algo negativo en sí mismo sino como la puesta en marcha de varios procesos biológicos que el cuerpo activa cuando se desequilibra y pierde la homeostasis, a fin de recuperarla (algo que por otra parte llevan haciendo todas las medicinas del mundo, excepto la medicina occidental capitalista, desde sus inicios hace miles de años. NdE).

Así pues, siguiendo a Ortega:
“Decir que un virus o un microbio es causante de una enfermedad es una visión simplista. Puede que haya haya desorden interno y una comunidad microbiana esté donde no debe, por ejemplo cuando agua corrompida o microbios ajenos entren en el torrente sanguineo (pero eso sería envenenamiento). En la naturaleza está todo ordenado. Si se produce desorden no es que los microbios sean causantes de enfermedad sino que ,debido a un accidente, un ecosistema bacteriano puede mezclarse con otro dando lugar a esa situación. Los microbios y los virus cumplen un rol pero nuestra comprensión de los procesos de la enfermedad es aún muy superficial para entenderlo correctamente. Las enfermedades infecto-contagiosas son en realidad un proceso colectivo y no algo que salte de persona en persona.” El rol de los microbios y los virus no es causal. “De hecho” – concluye Ortega – “los virus tienen un papel específico en enfermedades infecciosas pero también lo tienen en muchas no infecciosas”.

Por su parte el doctor Alejandro Sousa, explica en el artículo “Virus:mensaje de alarma genéticamente codificados para la comunicación entre individuos” (3) lo siguiente:
“Un virus sería en realidad una secreción de genes celulares exógenos (ECGS) con información de alerta y sería producida por células bajo estrés. Los virus los forman genes de ADN o ARN envueltos en una cápsula proteica y, en algunos casos, en una membrana protectora. Tales recubrimientos les permitirían soportar las condiciones de desplazamiento dentro del organismo o entre diferentes individuos, pudiendo transmitir esa información mediante receptores celulares específicos”.

En cuanto a las llamadas vesículas extracelulares, Sousa explica que son partículas “excretadas después de la entrada de los ECGS en las células” que harían de segundos mensajeros y entre los que se encuentran los exosomas, las “partículas semejantes a virus”, las interleuquinas y otras sustancias que recogen la información de los virus exteriores para transmitirla a las células e informar al sistema inmune a fin de que genere una respuesta humoral y celular, entre otras muchas funciones.

Sousa, consciente de que choca con lo establecido, dice:
“El 99% de los artículos publicados sobre estos ‘microorganismos’ estudian hechos muy específicos de su funcionamiento, tratando de hacer que los resultados se ajusten a la teoría oficial de que los virus ‘secuestran’ una maquinaria celular muy compleja usándola a voluntad para crear nuevas copias de sí mismos”.

También rechaza que los virus se introduzcan en las células eucariotas para multiplicarse y que una vez éstas se llenan de viriones, revienten y mueran. Para él los virus no son sino fragmentos genéticos con información que, entre otras cosas, avisan de potenciales peligros a las células. Son pues “mensajeros” que se replican para distribuir la información y que las células reconocen en el 99% de los casos, dependiendo la respuesta a esa información de su estado de si están o no intoxicadas, tienen o no déficit, están o no alteradas por radiaciones ionizantes, etc. Solo en el caso de que se trate de trozos de ADN o ARN reorganizado de manera sintética o de que se produzca un salto de una especie en otra (algo que no sucede de manera natural según el biólogo Máximo Sandín. NdE), se produciría una reacción de rechazo para eliminarlos, al igual que se expulsa cualquier sustancia tóxica que pueda dañar la célula, utilizando para ello los exosomas a modo de “bolsas de la basura”. Sousa añade que “si un cuerpo con un sistema inmune desequilibrado recibe un mensaje ‘vírico’ responde de forma inadecuada porque el sistema encargado de defendernos y responder a esa ‘información’ está alterado y causa más daño que el propio ‘virus’ como ocurre con las tormentas de citoquinas o las trombosis generalizadas”.

En resumen, los virus no son microbios y en condiciones de equilibrio o salud no causan enfermedades (como afirmaron Claude Bernard y A. Béchamp en el siglo XIX y como afirman todas las medicinas tradicionales y naturales del mundo desde hace siglos. NdE) y no tiene pues sentido que continúen denominándose así, ya que “virus” es un término que deriva del latín y significa “veneno”. Lo apropiado es hablar de “paquetes de información” que se transmiten, de “mensajeros”, como los denominó el biólogo español Máximo Sandin (4).

Igualmente carece de sentido denominar a las partículas o elementos internos de la célula “virus o retrovirus endógenos” o “partículas semejantes a virus”. “Los retrovirus endógenos no son material genético viral que se haya incluido en nuestro genoma -explica al respecto el Dr. Sousa- sino parte integral y vital del mismo y desempeñan funciones muy importantes para los organismos multicelulares”. Y agrega en cuanto a los virus que en realidad son un tipo de ECGS (genes celulares exógenos) que transportan la información de alerta que emiten las células estresadas o intoxicadas. Constituyen pues un mecanismo de intercomunicación celular para que el organismo pueda reaccionar y resolver problemas.
Por lo que a las denominadas “vesículas extracelulares» se refiere serían una especie de «segundos mensajeros» que en nuestro interior adoptan diferentes formas aunque los biólogos convencionales las denominen “micropartículas genéticas” o “partículas similares a virus”.
En definitiva, los virus fueron bautizados así porque se descubrieron en el marco de una búsqueda de “agentes patógenos” mediatizada por la Teoría Microbiana de Louis Pasteur, Robert Koch y otros. Después la Nueva Biología los redimió considerando a los virus colaboradores vitales integrados en los seres vivos pero en lugar de cambiarles el nombre continuó llamándoles así y mantuvo, de forma más absurda aún, el concepto de virus endógeno. ¿O es que no es un contrasentido hablar de “venenos endógenos”? ¿Cómo va a fabricar nuestro cuerpo venenos que puedan dañarnos?
Mantener el término virus carece en suma de sentido, especialmente desde que hace 53 años Lynn Margulis publicara el famoso artículo (5) en el que planteó el origen bacteriano de las células humanas abriendo el camino a una visión simbiótica de bacterias y virus (6) y a una interpretación ecológica de la convivencia en nuestro medio interno entre células y microbios en la que los “mensajeros” juegan un papel fundamental de coordinación, comunicación y modulación de procesos vitales. ¿Cómo se puede pues seguir aceptando la visión belicista que formuló Pasteur hace siglo y medio según la cual nuestra salud depende de continuas guerras entre ejércitos invasores y defensores?

Los postulados de Koch

¿Y qué podemos decir de los famosos Postulados de Koch que tanto están dando que hablar desde que la OMS declaró la Covid-19? Pues en primer lugar que no los formuló él; lo que hizo fue ponerlos en práctica en algunos casos que se hicieron célebres siendo eso lo que probablemente contribuyó a que se le adjudicaran y pasara a la historia como su “creador”. Las ideas básicas que se convertirían posteriormente en los famosos postulados aparecieron en 1840 en la obra De las miasmas y contagios (7) escrita por Jakob Henle que fue precisamente profesor de Koch. Y la enumeración de los pasos a dar la propuso Friedrich Loeffler mucho después -en 1883- en el trabajo Estudio de la importancia de los microorganismos para el desarrollo de la difteria en humanos, palomas y terneros” (8). Así que para hacer justicia deberían denominarse Postulados de Henle-Loeffler.

La formulación de Friedrich Loeffler fue -de forma resumida- la siguiente:

1) Los organismos patógenos deben poder detectarse constantemente en las zonas del cuerpo enfermas.
2) Los organismos que provocan la enfermedad deben poder aislarse y cultivarse.
3) Debe ser posible reproducir la enfermedad experimentalmente con cultivos puros.

Estos postulados sufrirían luego modificaciones quedando redactados de diferentes modos pero pueden resumirse así:

El agente patógeno…
1) Debe encontrarse en todos los afectados por la enfermedad y su distribución en el cuerpo concordar con los órganos afectados (si es un patógeno que afecta a los pulmones debe encontrarse en los pulmones).
2) No debe estar presente en pacientes afectados por otra enfermedad.
3) Ha de poder aislarse en estado puro.
4) Si se cultiva debe ser capaz de reproducir la enfermedad al inocularse en un organismo sano.
5) Debe poder aislarse en el nuevo contagiado.

Obviamente se formularon para apoyar la Teoría Microbiana -según la cual hay microbios que causan enfermedades- mediante “experimentos. Lo grotesco es que no se cumplen todos esos postulados nunca. ¿Y qué hicieron entonces sus defensores? ¿Asumir que la teoría era errónea? En absoluto: la asumieron como cierta a pesar de todo.
Y eso que el primero en comprobar que los postulados no se cumplen siempre fue el propio Koch al ver que un microbio supuestamente patógeno puede encontrarse también en personas sanas. Y posteriormente constataría que era incapaz de reproducir la enfermedad en una persona sana introduciéndole el microbio presuntamente causante. Así lo recogió en sus escritos sobre la tuberculosis salvando el “inconveniente” de forma estratégica: aseverar que puede haber “portadores sanos” de microbios patógenos. Resolvió hábilmente el incumplimiento del postulado creando la nueva figura de lo que ahora se llama “asintomático”.
Sin embargo hubo también problemas con el postulado de la «prueba causal» así que en el décimo Congreso Médico Internacional celebrado en Berlín en 1880 también se suprimió aduciendo lo siguiente al hablar del cólera: “(…) Ya tenemos justificación para afirmar que si solo se cumplen los dos primeros requisitos de la prueba -si se ha demostrado la aparición regular y exclusiva del parásito- eso supone que la conexión causal entre el parásito y la enfermedad está también plenamente probada” (9).
Ha leído bien, primero se diseña un protocolo de experimentación en cuatro pasos y cuando se ve que dos no se cumplen se alega que con postulado y medio quedan probados los restantes. ¡Y estos son los grandes “héroes” que nos salvaron de las epidemias y fundaron la Microbiología! Pero, claro, detrás había toda una industria esperando para comercializar antibióticos.
En una revisión histórica Alfred Evans (10) explica que hubo «numerosos agentes” patógenos más que no cumplían los postulados pero se admitió su patogenicidad solo porque Robert Koch “sentía que estaban fuertemente implicados en la causa de la enfermedad”. Sin comentarios.
Fue entonces cuando el profesor alemán Max Pettenkofer postularía por su parte que los microbios patógenos adquirían mayor virulencia en el suelo. Su tesis la denominó Bodentheorie o Teoría del Terreno (11) pero su autor nunca pudo probarla.
Y el asunto no quedó ahí, el 20 de marzo de 1909 The Lancet publicó en su volumen 180 (número 4.464) una nota titulada Bacteriology tested by Epidemiology (Bacteriología testada por la Epidemiología) (12) en la que se reconocía lo siguiente sobre los postulados de Koch: “Debe saberse que todos esos postulados se cumplen muy raramente por no decir nunca (…) Muchos organismos que se consideran causa de enfermedad se encuentran con frecuencia en personas sanas”.
A lo que añadiría algo importante que definitivamente tira por tierra la Teoría Microbiana: “Cuando un organismo causante de enfermedad se inyecta en un animal provoca con frecuencia una enfermedad que no tiene ningún parecido clínico con la enfermedad original. Cuando un neumococo aislado de un caso típico de neumonía se inyecta en un animal -por ejemplo en un ratón- no provoca neumonía sino una septicemia generalizada; incluso cuando se inyecta directamente en el pulmón. Por tanto no podemos confiar en los Postulados de Koch como prueba decisiva para organismos causantes de enfermedad”.
¿Y entonces por qué la Teoría Microbiana de la enfermedad se mantiene? Pues porque su aceptación ha dado lugar a un gigantesco negocio, así que en lugar de revisar la teoría se cambiaron los postulados, se silenciaron los fracasos y se fabricó una leyenda sobre Pasteur y la Edad de Oro de la Microbiología que ha funcionado hasta hoy.

Los postulados de Koch y los virus

En 1937 Thomas Rivers -del Instituto Rockefeller para la Investigación Médica de Nueva York (EEUU)- reconoció en un breve artículo publicado en Journal of Bacteriology (13) que los Postulados de Koch no se cumplen en enfermedades virales y propuso para ellos dos condiciones: que haya un virus específico habitualmente asociado a una enfermedad y demostrar que ese virus no está en el enfermo accidentalmente sino que causa la enfermedad que se investiga. Sin embargo postularía que no es obligatorio que el virus esté en todos los enfermos, que existen portadores asintomáticos y que para achacar a un virus una enfermedad no es necesario aislarlo y cultivarlo. Es decir, pulverizó los anteriores postulados.
Obviamente hubo que reformularlos, sobre todo para adaptar los nuevos postulados a las recientes tecnologías moleculares que estaban convirtiendo la Virología en una ciencia poco menos que virtual. Y quien lo hizo fue el doctor Robert Huebner que en un artículo publicado en 1957 con el título The Virologist´s Dilemma (El dilema de los virólogos) (14) haría énfasis en que “el mero aislamiento de un agente viral que tenga una relación temporal con un proceso de enfermedad aporta muy poca evidencia a la hora de establecer la causalidad”. Y es que los avances tecnológicos habían transformado “el aislamiento de nuevos virus humanos y animales de una hazaña tecnológica de alto nivel a un suceso exasperantemente común”. Solo que la tecnología dio lugar a todo tipo de errores de interpretación por lo que Huebner propuso una Receta -unos nuevos postulados, vamos- con las condiciones mínimamente exigibles para admitir que la causa de una enfermedad es realmente un virus:
1. Debe tratarse de una entidad “real».
2. Debe poder aislarse repetidamente de muestras humanas y demostrar que no es un contaminante procedente de los animales experimentales, células o medios empleados para su cultivo.
3. El cuerpo debe generar anticuerpos como respuesta a su presencia.
4. Debe poderse caracterizar su singularidad tras ser comparado con otros agentes patógenos.
5. Debe estar asociado siempre a una entidad clínica bien definida.
6. En los humanos a los que se les inocule -en estudios «doble ciego»- deben aparecer los síntomas clínicos esperados.
7. Deben hacerse estudios epidemiológicos para identificar patrones de infección y enfermedad.

Sus otras dos propuestas son intentar prevenir la enfermedad desarrollando una vacuna específica y lograr financiación para lograrlo.
Y es que los avances en Biología Molecular llevaron a los virólogos a utilizar también el término “aislamiento” para una serie de manipulaciones que no responden al significado de la palabra. Es lo que explica que haya hoy virólogos que llamen “aislar” a detectar secuencias genéticas. En 1988 Falkow propuso de hecho unos Postulados Moleculares de Koch (15) y poco más tarde empezó a hablarse ya de “identificación basada en la secuenciación” (16) utilizando técnicas aún más sofisticadas que sin embargo comparten los mismos problemas tradicionales y además generan problemas nuevos. Son los casos de la contaminación de las herramientas de amplificación -como la PCR- y la dificultad para evaluar microorganismos que se supone han sido secuenciados sin haber sido aislados, purificados.
En definitiva, puede decirse que la Receta de Huebner es la más rigurosa y completa así que apliquémosla a los trabajos de investigación de quienes dicen haber aislado “virus patógenos”. ¿Y cuál es su primera exigencia? Demostrar que se trata de un virus real. Y obviamente eso requiere aislarlo y no deducir su existencia mediante observaciones indirectas y suposiciones. ¿Es el caso del SARS-CoV-2? No. Ni de él ni de la mayoría de los virus a los que se achacan enfermedades. Nadie ha demostrado que sean virus reales ni que su material celular sea exclusivo porque no se han aislado. Y es evidente que sin cumplir estas dos primeras condiciones no puede probarse nada. ¿Y el resto? ¿Hay algún virus conocido que cumpla todos los puntos de la Receta de Huebner? No hay constancia de ello.
El conocido virólogo y biólogo alemán Stefan Lanka explica que hace siglo y medio se supuso que las bacterias producían venenos patógenos que causaban enfermedades, una suposición que se mantiene en la actualidad, pero posteriormente se descubrió que cuando las bacterias comienzan a morir lentamente crean pequeñas formas aparentemente sin vida llamadas “esporas” que se pensó que eran tóxicas, una teoría que tuvo que abandonarse al descubrir que las esporas se convierten en bacterias cuando se restauran sus recursos vitales. La introducción del microscopio electrónico condujo al descubrimiento de otras estructuras más pequeñas que las esporas resultantes de la transformación de las bacterias cuando morían de modo repentino. A estas estructuras se las denomino “fagos” o “virus bacterianos” y se pensó que igualmente debía haber virus humanos y animales sin tener en cuenta que los “fagos” o mataban a las bacterias sino todo lo contrario: nuevas bacterias emergen de los fagos y estos solo destruyen a las bacterias cultivadas artificialmente en laboratorio, no a las naturales.
El doctor Lanka explica (17) que los fagos pueden aislarse y su existencia demostrarse rápidamente mediante sencillos procedimientos de laboratorio acompañados de los correspondientes experimentos de control en los que no aparecen fagos al final del procedimiento. “Tras aislar con éxito un fago se procede a su caracterización bioquímica, esencial para identificar el tipo específico de fago (…) Desde la década de los setenta estas pruebas han sido técnicas estándar simples que cada estudiante de Biología aprende en sus primeros semestres”. Y añade: “En casi todos los casos esos resultados se han publicado -y se están publicando- en una sola publicación ya que un fago tiene una estructura muy simple que es muy fácil de analizar (…) De esta manera se demostró la existencia de aproximadamente dos mil tipos diferentes de fagos”. El doctor Lanka concluye diciendo: “Los bacteriófagos, correctamente definidos como mini esporas incompletas y bloques de construcción de la bacteria, han sido científicamente aislados mientras que los supuestos virus patógenos nunca se han observado en los fluidos corporales humanos y animales y nunca se han aislado para posteriormente analizarlos bioquímicamente. Hasta la fecha ninguno de los investigadores involucrados en este tipo de trabajo parece haberse dado cuenta de esto».
Teniendo pues en cuenta todo esto podemos hacernos dos preguntas fundamentales. La primera es: ¿Existen los virus? Y la respuesta que creemos más acertada a la luz de todos estos descubrimientos es que si por virus entendemos lo que se entendió al descubrirlos -es decir, entidades patógenas- tendríamos que decir que no, que no existen. Ahora bien, si la pregunta es si existen estructuras transportadoras de información que forman parte de nuestra biología y cumplen funciones de enorme importancia que sin embargo fueron erróneamente consideradas «virus» -es decir. “venenos”- a las que habría pues que denominar de otro modo… entonces la respuesta es sí: existen.
La segunda pregunta es: ¿Puede ser patógenas esas estructuras, independientemente de cómo las denominemos? Y la respuesta sería, como señala el biólogo Jon Ortega, que se trata de una pregunta simplista porque lo que habría que preguntarse es cuál es exactamente su papel en los procesos biológicos que llamamos “enfermedad” y en qué circunstancia de ruptura del equilibrio ecológico de nuestro medio interno pueden contribuir a desatar reacciones de desequilibrio o de emergencia que la medicina moderna interpreta como “síntomas” o ·”enfermedades”. En definitiva, nos queda mucho por aprender sobre la vida y sus secretos.

Unos breves ejemplos

Los periodistas Torsten Engelbrecht y Konstantin Demeter publicaron el pasado 1 de julio en la web de la Asociación Búlgara de Patología un artículo titulado COVID-19 PCR Test are Scientifically Meaningless (Los test PCR de la COVID-19 carecen de significado científico) (18) y en él explican que preguntaron a cuatro equipos firmantes de artículos relevantes relacionados con el SARS-CoV-2 si habían realizado micrografías del virus purificado. Detallamos las respuestas de sus autores:

Estudio 1. Leo L. M. Poon y Malik Peiris. Emergence of a novel human coronavirus threatening human health. Nature Medicine, March 2020.
Autor que respondió: Malik Peiris.
Fecha: 12 de mayo de 2020.
Respuesta: “La imagen es de un virus brotando de una célula infectada. No es virus purificado”.

Estudio 2. Myung-Guk Han y otros. Identification of Coronavirus Isolated from a Patient in Korea with COVID-19. Osong Public Health and Research Perspectives, February 2020.
Autor que respondió: Myung-Guk Han.
Fecha: 6 de mayo de 2020.
Respuesta: “No pudimos estimar el grado de purificación porque no purificamos y concentramos el virus cultivado en células”.

Estudio 3. Wan Beom Park y otros. Virus Isolation from the First Patient with SARS-CoV-2 in Korea, Journal of Korean Medical Science. 24 de febrero de 2020.
Autor que respondió: Wan Beom Park.
Fecha: 19 de marzo de 2020.
Respuesta: “No obtuvimos una micrografía electrónica mostrando el grado de purificación”.

Estudio 4. Na Zhu y otros. A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China 2019. New England Journal of Medicine, February 20, 2020.
Autor que respondió: Wenjie Tan.
Fecha: 18 de marzo de 2020.
Respuesta: “Mostramos una imagen de partículas virales sedimentadas, no purificadas”.

Bueno, pues pasa lo mismo con la inmensa mayoría de los trabajos publicados y ya hemos explicado (…) que la purificación de un virus es requisito indispensable sin el cual todo lo que se haga con el material con el que se trabaja carece de validez científica, como lo establecen (además de la OMS. NdE) numerosos manuales de virología de los que citaremos tres ejemplos:

-El libro Virology of Human Pathogenic Viruses (Virología de virus patógenos humanos) (19) cuyo autor es Wang-Shick Ryu en cuyo capítulo 4 -titulado precisamente Purificación de virus- puede leerse esto: “El aislamiento y la purificación de partículas virales a partir de especímenes (por ejemplo, tejidos o sangre) es esencial para la caracterización de los virus que sean de interés”.

-Las Notas del curso de Bacteriología y Virología de agosto de 2009 del profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa Juan José Ríos (20) indica claramente en su unidad 4 dedicada a la identificación de virus: “Se requiere previamente purificar el virus”.

-La obra Virología Médica de Guadalupe Carballal y José Raúl Oubiña (21) dice en el capítulo 1 -titulado Procedimientos físico-químicos- lo siguiente: “La caracterización de las proteínas virales requiere una previa concentración del virus por alguna técnica; como la precipitación. Asimismo, cuando se requiere aislar y caracterizar una proteína estructural es importante disponer de partículas virales separadas de los componentes celulares”. Y más adelante añade: “El aislamiento de un virus es un requisito esencial para su estudio. La realización y propagación de un virus requiere células vivas ya sean provenientes de animales de experimentación, huevos, embriones o bien células cultivadas in vitro. Luego del aislamiento debe realizarse la identificación. Y posteriormente pueden realizarse la cuantificación y la determinación de sus propiedades biológicas, bioquímicas y serológicas”.

Stefan Lanka: “nunca se han hecho pruebas de control”

¿Y qué es lo que hizo el equipo de Wuhan dirigido por Zhu que afirmó haber secuenciado el SARS-CoV-2? Hemos hablado con el ya mencionado doctor Stefan Lanka que lo ha estudiado en detalle y esto es básicamente lo que sucedió: el equipo chino recogió cuatro muestras de pacientes con una neumonía considerada de “causa desconocida” que habían estado en el mercado de Wuhan y siete muestras de pacientes también con neumonía pero en su caso considerada de “causa conocida” que utilizaron como “grupo de control”. No vamos a entrar en la fiabilidad con la que se establecieron las causas conocidas y desconocidas y nos limitaremos a decir que lo que hicieron fue cultivar las muestras para observar si tenían efectos citopáticos y concluir sin más que si era así la causa, al no ser bacteriana o fúngica, ¡tenía que ser un virus! Es decir, no fue una conclusión sino una suposición.
“Las suposiciones que identifican virus como agentes causantes de enfermedades -escribe Stefan Lanka (22)- son incorrectas y se basan en errores de interpretación fácilmente reconocibles, comprensibles y demostrables. Las causas reales de las enfermedades y de los fenómenos atribuidos a los virus están investigadas, se conocen y se hallan al alcance de cualquiera”. Y añade: “En vez de trabajar con virus los científicos que investigan en laboratorios lo hacen con componentes celulares típicos o tejidos moribundos y creen que esas células y tejidos mueren porque han sido infectados por un virus cuando en realidad mueren envenenados o por inanición debido a las condiciones del ensayo”.
“En sus ensayos -agregaría- los virólogos retiran la solución nutritiva en la que conservan las células y tejidos y los envenenan con antibióticos tóxicos para después exponerlos a sangre, saliva y otros fluidos corporales presuntamente infectados. Creen así que la muerte de las células y los tejidos la provoca un virus pero lo cierto es que acaece por sí misma, sin intervención de material infectado alguno”.
Por eso el doctor Lanka insiste: “La lógica científica indica que deben hacerse necesariamente haciendo pruebas de control para descartar que no haya sido el método mismo el que ha generado los resultados o los haya distorsionado. Es más, en las pruebas de control deberían añadirse a las moribundas células y tejidos bajo investigación sustancias estériles o tejidos sanos de personas y animales y, sin embargo, ¡tales pruebas de control no se han efectuado jamás!”

Construya su propio “virus CG”

El doctor Alejandro Sousa coincide en lo esencial con el doctor Lanka -y otros expertos como el doctor Andrew Kaufman– y nos describiría así lo que a su entender hizo el equipo chino:

“Cogieron muestras de un infectado -posiblemente por un coronavirus cualquiera-, lo cultivaron en células renales Vero de simio y de ahí cogieron los fragmentos que quisieron y los multiplicaron mediante PCR secuenciando luego trozos aleatoriamente. A continuación un programa informático alinearía las’ frases’ y completó los huecos intermedios con minúsculos fragmentos obtenidos en el Genbank ¡y ya tenían un nuevo coronavirus que bautizaron como SARS-CoV-2!” (el Genbank es una base de datos de secuencias genéticas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos).

No es una broma, es más, les animamos a crear su propio virus virtual. Las instrucciones para “crear tu propio nuevo virus CG similar al SARS-CoV-2 de la OMS” aparecen en un artículo publicado en BDBINC (23). Se llama virus CG por las siglas de Computer Generated o Generado por Ordenador y según se dice en ellas cualquiera puede fabricar un virus nuevo “utilizando programas de ordenador, exactamente como hizo la OMS”. Y añaden: “Por favor, entienda que este ‘virus’ (cadena de ARN) no es real: es CG. ¿Y quién tiene miedo de un virus CG? Desafortunadamente casi todo el mundo cuando cree que es real: la gente tiene miedo de la propaganda de los medios y de lo desconocido”.

Parecerá increíble pero en realidad es lo que explican los doctores Lanka y Sousa: la secuencia del nuevo coronavirus se habría generado partiendo de fragmentos pequeños de ARN proveniente de células muertas que luego se ensamblaron usando un programa informático llamado Alignement. El genoma del SARS-CoV-2 se habría creado, en suma, en un ordenador. No existe realmente. Sería una construcción artificial basada en gran parte en el SARS-CoV anterior. Ello explica además por qué tantos virólogos han llegado a la conclusión de que tiene que haber sido creado en un laboratorio, entendiendo que es un virus natural manipulado para convertirlo en mortal o peligroso cuando de la explicación de Lanka y Sousa lo que se desprende es que son construcciones realizadas mediante programas informáticos que parten de un “virus” anterior que fue igualmente simulado con los mismos programas.

Respuestas a los argumentos oficiales

Vamos a terminar con un repaso de los “argumentos” de quienes defienden -por complicidad o por incapacidad crítica- las tesis oficiales y responder brevemente a lo que plantean.

Afirmación: “El virus se ha aislado: la prueba evidente es que disponemos de su genoma».

FALSO. Dar a conocer algo que se presenta como un “genoma” nuevo no demuestra que exista un nuevo virus. Lo demuestra la publicación completa del trabajo de aislamiento. Solo demostrando haber hecho eso puede tomarse en serio que un nuevo genoma pertenece a un nuevo virus.

Afirmación: “El virus se ha aislado mil veces en numerosos países”.

FALSO. Se trata de detecciones mediante PCR de fragmentos genéticos que, sin haberse probado, se dice que pertenecen al SARS-CoV-2. Y mientras no se demuestre que ha sido aislado su supuesta detección es una entelequia. Veamos a título de ejemplo un pretendido aislamiento anunciado en Colombia recogido por diversos medios a primeros de abril. El Espectador reprodujo una entrevista con la coordinadora del equipo (24) en la que el periodista preguntó ¿Cómo se confirma que se tiene un virus aislado? y ésta respondió que tenían “una sospecha muy alta por los efectos citopáticos”. Y a continuación explicó que habían hecho “una PCR en tiempo real” y además “una prueba de inmunofluorescencia indirecta”. Ante lo que concluyó: “Con ambas pruebas más los cambios morfológicos del cultivo podíamos confirmar que lo que teníamos en ese cultivo era el SARS-CoV-2”. En pocas palabras: no aislaron el virus, lo detectaron en la muestra. Lo que sería válido si realmente el virus se hubiera aislado y su genoma fuera real que es lo que no está demostrado. Y no es más que un ejemplo.

Afirmación: “No es necesario aislar el virus; basta con secuenciar el genoma extraído del cultivo”.

FALSO. Sin el aislamiento no hay prueba alguna que demuestre que un material genético extraído de un cultivo pertenezca a un virus, y menos aún a un virus hasta ahora desconocido.

Afirmación: “Los postulados de Koch se han cumplido”.

Ya hemos dicho que los Postulados de Koch se diseñaron para bacterias, bacilos y otros microbios, no para virus. No se entiende pues por qué en el artículo del equipo chino se aclara que no se cumplieron y menos que haya biólogos que afirman que sí se hizo desmintiéndoles. Y lo que exige la Receta de Huebner no se ha cumplido. El biólogo Ignacio López Goñi dice primero en su blog microBIO (25) que los virus no pueden cumplir esos postulados pero después se contradice afirmando que el SARS-CoV-2 los cumple. De hecho López Goñi admite la influencia de múltiples factores en una enfermedad, admite que hay virus relacionados con enfermedades diferentes y virus diferentes que provocan la misma enfermedad, admite que se habla de “secuencia genómica de consenso”… pero nada de eso le provoca la más mínima duda sobre el dogma de Pasteur llegando a decir incluso que “si un virus no cumple los postulados de Koch lo que hay que cambiar son los postulados”. Sin comentarios.

En definitiva: no está demostrado que el SARS-CoV-2 se haya aislado y por tanto exista y que la secuencia publicada sea real. Y si lo que la Nueva Biología postula es cierto nunca podrá hacerse y hay incluso que poner en duda los escasos aislamientos de virus -fragmentos genéticos que hacen de mensajeros- que científicamente se han admitido. Porque no es que los virus, los exosomas y las partículas celulares sean parecidas o casi idénticas sino que son ¡una misma cosa! No son microbios, seres biológicamente vivos capaces de autorreproducirse e infectar causando enfermedades. Eso es simplemente un mito.

Jesús García Blanca

Revista Discovery Salud nº 241, Octubre 2020

Notas

(1) Jon Ortega. El paradigma de la organicidad. Curso Maternidad y Ecología. Jaca. Universidad de Zaragoza, 2009.

(2) Máximo Sandín. Una nueva biología para una nueva sociedad. Política y Sociedad, vol. 39, nº 3, 2002.http://www.somosbacteriasyvirus.com/nuevasociedad.pdf

(3) Alejandro Sousa. Viruses: Genetically encoded alarm messages for communication between individuals. Clinical Microbiology and Infectious Siseases, 5: 1-7. Jun 2020. https://www.oatext.com/viruses-genetically-encoded-alarm-messages-for-co

(4) Máximo Sandín. Lamarck y los mensajeros. Istmo, 1995.

(5) Lynn Margulis. Origin of Eukaryotic Cells. Yale University Press, 1970.

(6) Máximo Sandín. Hacia una nueva biología. Arbor 677 (Tomo CLXXII), CSIC, Madrid.

(7) Jacob Henle. De las Miasmas y Contagios. https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:6482926$5i
(8) Friedrich Loeffler. Untersuchung über die Bedeutung der Mikroorganismen für die Entstehung der Diphtherie beim Menschen, bei der Taube und beim Kalbe. In: Mittheilungen aus dem Kaiserlichen Gesundheitsamte. 1884, S. 424. https://archive.org/details/39002010412584.med.yale.edu/page/n7/mode/1up

(9) Robert Koch. Acerca de la investigación bacteriológica. Negociaciones del X Congreso Médico Internacional, Berlín 1890. Volumen I. Verlag August Hirschwald, Berlín 1891, p. 655. https://edoc.rki.de/bitstream/handle/176904/5173/650-660.pdf?sequence=1&.

(10) Alfred Evans. The Henle-Koch Postulares Revisited. Yale Journal of Biology and Medicine, 49 (2): 175-195, mayo 1976. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2595276/.

(11) Wolfgang Locher. Max von Pettenkofer. Life stations of a genius on the 100th anniversary of his death. International Journal of Hygiene and Environmental Health. 2303, 5-6, 2001. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1438463904700504.

(12) Bacteriology tested by Epidemiology. The Lancet, 173, 4464, 20 march 1909. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0140673600668538.

(13) Thomas Rivers. Viruses and Koch´s Postulates. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC545348/pdf/jbacter00773-000

(14) Robert J. Huebner. The virologist´s dilemma. Annals of the New Academy of Sciences. Vol 67, 8, April 1957. https://nyaspubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1749-6632.195.

(15) Molecular Koch postulates: https://en.wikipedia.org/wiki/Molecular_Koch%27s_postulates.

(16) L. Barth Reller y otros. Detection and Identificación of Microorganisms by Amplification and Sequencing. Clinical Infectious Diseases, 44, 8, April 2007. https://academic.oup.com/cid/article/44/8/1108/298285.

(17) Stefan Lanka. Dismantling the virus theory. Wissenschafftplus Magazin 06/2015.

(18) Torsten Engelbrecht, Konstantin Demeter. COVID19 PCR Test are Scientifically Meaningless. https://bpa-pathology.com/covid19-pcr-tests-are-scientifically-meaningle/
(19) Wang-Shick Ryu. Virology of Human Pathogenic Viruses. Academic Press. https://www.sciencedirect.com/book/9780128008386/molecular-virology-of-h)

(20) Juan José Ríos. Notas del curso de bacteriología y virología. https://es.slideshare.net/themena1/manual-de-bacteriologa-y-virologa

(21) Guadalupe Carballal y otros. Virología médica. Buenos Aires, Editorial Corpus, 2014. https://catedrabiologiamolecularusal.files.wordpress.com/2017/08/virolog.

(22) Stefan Lanka. Viren Entwirren. Das “Masern-Virus” als Beispiel. Wissenschafftplus Magazin 06/2015. S. Lanka. Fehldeutung Virus. Wissenchafftplus Magazin 01/2020.

(23) BDBINC. How to create your own CG “novel virus” just like the WHO´s SARS-CoV-2= its not real. https://notpublicaddress.wordpress.com/2020/08/08/how-to-create-your-own/
(24) Redacción Ciencia. Al aislar el virus en un laboratorio, la UdeA puede evaluar medicamentos para el virus SARS-CoV-2. El Espectador, 7 de abril 2020. https://www.elespectador.com/coronavirus/al-aislar-el-virus-en-un-labora/

(25) Ignacio Lopez Goñi. ¿Cumple el SARS-CoV-2 los Postulados de Koch? MicroBIO, 26 agosto 2020.
Mira també:
https://terraindomita.blackblogs.org/2020/10/09/la-medicina-convencional-miente-revisando-los-postulados-de-koch/

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Sindicat Terrassa