Respetamos el derecho a la gente a creer en lo que quiera creer, pero no los metemos a todos en una u otra bolsa, no todo el blanco o negro en la viña del Señor, hay diferencias y matices. Hay religiosos progresistas, izquierdistas y del lado de los intereses del pueblo y de los explotados, y hay religiosos de derecha y ultraderecha muy reaccionarios y retrógrados, que aspiran a un Estado fuertemente influenciado por sus creencias, y si es posible, teocrático, en que solo las leyes que existen son las de Dios, pero la que ellos interpretan como verdadera, porque les sirven a sus intereses de secta dogmática, antirrepublicana, antidemocrática, y hasta han sido el sostén ideológico de las dictaduras fascistas, franquistas, latinoamericanas y en su versión protestante, a otros gobiernos autocráticos europeos y de EEUU. Resumiendo, gente santa y gente diabólica, hay en todos lados, independiente de su religión, o de su ateísmo. La cuestión es conservar al Estado libre de la influencia dogmática de sectas y creencias religiosas, dando a su vez, la libertad a la gente de creer lo que quiera creer. Con libertad para hacerlo, siempre y cuando ellos no quieran imponer sus creencias a los demás, pues la libertad de una persona, termina donde comienza la libertad del otro y de la sociedad. Esta libertad en creencias, solo la puede garantizar un Estado Laico, independiente de las fuerzas de tal o cual religión, y que garantice a la gente creer, o no creer en seres sobrenaturales. Quizás son nuestras propias omisiones para con la gente desamparada y desprotegida, la que lleva a crear la necesidad de Dios, para que nos proteja y de aliento por los caminos tortuosos y espinosos de la vida. Y lo creamos a Él, bueno y justo. En un mundo injusto y de mala gente. Claro, que hay mala gente religiosa también, que interpreta a su modo a Dios, o lo usa para sus propios intereses malvados y egoístas. Allí donde el Estado y las políticas sociales fallan, hay religiosos que llenan ese vacío, empleando la caridad…canalizando a su favor las carencias y descontentos, dando cobijo al necesitado y dándole aliento, esperanza, pero no lo hacen desinteresadamente, sino persiguiendo objetivos propios concretos.
Así pues, el Estado, debe cumplir con los desamparados y, debe, estar libre de toda confesión u organización religiosa, debe ser laico, debe a su ves observar que se practique la tolerancia de creencias y de no creencias, y combatir la intolerancia. Y a su vez, garantizar la critica a ellas, y no quemar en la hoguera al disidente, al “hereje” o al “infiel” Libertad de cultos, es también el derecho a criticar cultos. No hay verdades universales sagradas que hay que aceptar y seguir, nadie esta obligado a seguir a pastores ni lideres religiosos. El respeto no implica dejar de criticarlos. El combate ideológico no se da con armas, sino con argumentos sólidos. Solo se debe respetar las leyes nacionales e internacionales, pero ninguna ley divina dada por deidad alguna o grupo religioso. Quizás Uruguay, sea el país mas ateo del mundo, y uno de los primeros en establecer un Estado Laico, separando la religión del Estado. Pero según algunas estadísticas, dicen en concreto que hoy día, existen 20% de ateos y agnósticos. Católicos son 38%, pero solo 5% es practicante. Un 15% de evangelistas, y “un 25% se consideran religiosos, pero no están afiliados a ninguna iglesia en concreto”. Yo agregaría que hay 1 o 2% de judíos. Estas ultimas décadas, en Uruguay, se han afianzado los sectores mas conservadores y ultramontanos en la Iglesia Católica (Opus Dei) y del evangélico pente-y neo pentecostés, etc. Estos han tenido fuerte influencia en gobiernos de derecha e incluso en el gobierno de Tabaré Vázquez, que era ateo, pero que gobierno como si no lo fuera. La influencia de estas tendencias fuertemente conservadores, son el sostén de la ultraderecha de Cabildo Abierto. Es una tendencia regional como la de Brasil, Chile, Bolivia, etc. La influencia, además, en el gobierno y sus reformas legislativas, es notoria, evidente y determinativa. Y es un peligro para la democracia.
Creo que el dogma, tanto religioso, como político, lleva al mundo a una encrucijada sin salida, y hasta puede llevar al exterminio humano en una Tercera Guerra Mundial. Hoy, el dogma religioso y la política, están muy entrelazados, y eso es muy peligroso. El dogma, como verdad infalible, absoluta, como precepto inviolable e indiscutible, son acatados sin discusión ni duda. Del dogma religioso al dogma político, hay poca y ninguna diferencia. Ambas fanatizan, y crean rebaños de seguidores, con poca o nada de capacidad de raciocinio propio. Crea al fanatico, que solo sigue y cumple ordenes, como la oveja al pastor, aunque las conduzcan al matadero. No hay para la duda en un dogma, se acata ciegamente sin discusión, sin debate, sin contradecirlo, no existe la critica. Las supuestas verdades del dogma, se imponen, imperativamente, de arriba, y hay que acatarlas. Y con la enseñanza dogmática, nada es dudable, nada se indaga, es una verdad acabada, petrificada para la eternidad, sempiterna, perpetua, sagrada, revelada desde el cielo.
Los dogmas políticos son similares, antidialécticos, revelados por algún “líder” que el fanatismo de sus acólitos, en su fe ciega, convierte en infalibles. Los dogmas anulan la personalidad humana, afectan la capacidad del cerebro al dejar de pensar por si mismo, y al transformarse en una caja de resonancia de ideas ajenas que se le inculcan, perdiendo el libre albedrio y la iniciativa propia. El dogmatismo da como consecuencia el fanatismo, el sectarismo, y la robotización del humano. Con el dogmatismo la vida se esclerosa, y ya no fluye dialécticamente, se congela y petrifica, no avanza, no se desarrolla, no evoluciona, es involutiva. El resultado es la esclavitud espiritual, intelectual y moral. Y la formación de rebaños de fanáticos que solo siguen al líder religioso o político. En política, siguen ciegamente al politiquero demagogo y manipulador, como los que seguían al flautista de Hamelin. Esta gente, el vulgo, deidifica, diviniza, a ciertos personajes, y así nace el culto a la personalidad. Y la historia esta llena de este tipo de personajes, mediocres la mayoría, que es elevado al pedestal de la fama, titireteros que magnetizan, idiotizan y manipulan a las masas. Y existe mucha gente sin consciencia política, que siente la necesidad de un “conductor” que les indique el camino, pues ni saben caminar en la vida y solo se arrastran. Y haga lo que haga, o no haga el “líder” sus devotos siervos lo aplaudirá. Y le será fiel, y cumplirá cualquiera de sus órdenes, les creerán todo, y pondrán las manos en el fuego por ellos. La humanidad, si quiere sobrevivir, deberá cerrarle el paso al dogmatismo religioso y político.
Sebastian Bestard Molina |