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Entrevista :: corrupció i poder
Johan Giesecke, máximo epidemiólogo sueco: "Todos se van a contagiar"
24 mai 2020
9 de Mayo de 2020 / El experto, uno de los más destacados del mundo y arquitecto de la estrategia del país nórdico, cuestiona a quienes dicen que Suecia no está haciendo nada para frenar la pandemia, defiende el camino elegido por el Gobierno y explica por qué las cuarentenas rígidas no sirven.
Las últimas semanas, quizá como nunca antes había ocurrido, periodistas, especialistas y políticos de distintas partes del mundo se han detenido a analizar y a debatir lo que ya es nombrado como “el caso sueco”. El país nórdico ha tomado una serie de medidas ante la pandemia causada por la COVID-19 bastante diferentes a las del resto de los países, mientras sus expertos aseguran que “no importa lo que uno haga, todos se van a contagiar de todas formas”.

En Suecia rige lo que sus autoridades definieron como un “confinamiento suave”, basado, fundamentalmente, en la confianza que existe entre la población y entre esta y el Gobierno y sus instituciones. Por eso, las restricciones son limitadas: se encuentran prohibidas solo las reuniones de más de 50 personas, y aunque las universidades están cerradas, no lo están los jardines de infantes ni las escuelas de los niños. Tampoco están cerrados los restaurantes ni los bares, aunque solo se admiten personas sentadas en las mesas, que deben estar a no menos de dos metros de distancia. Al igual que las fronteras, las peluquerías, los cines, los teatros, los gimnasios y los parques permanecen abiertos.

Uno de los arquitectos de esa estrategia es Johan Giesecke, tal vez la mayor eminencia de Suecia en epidemiología, y una de las más reconocidas del mundo. Entre 1995 y 2005 fue epidemiólogo jefe del país, cargo que ostenta actualmente Anders Tegnell, uno de sus discípulos, que se convirtió en la imagen del controversial caso sueco. Pero Giesecke, que entre 2005 y 2014 fue el primer jefe científico del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, sigue siendo consejero del Gobierno y es, además miembro del Grupo Asesor Estratégico y Técnico para Riesgos Infecciosos (STAG-IH) de la Organización Mundial de la Salud.

Cuando pareciera que la curva de la pandemia se ha estabilizado en la mayoría de los países y el debate se ha enfocado en las estrategias de reapertura, el modelo defendido por Giesecke y el “todos se van a contagiar de todas formas” sueco se han vuelto al centro de las discusiones.

Hasta ahora, el resultado de la cuarentena suave en Suecia ha sido -de acuerdo con las cifras de la Universidad Johns Hopkins- de algo más de 3.000 muertes para una población de 10,2 millones de habitantes, lo que arroja una tasa de mortalidad de 30 personas cada 100.000. Es ostensiblemente mayor a la de Noruega (4) y Dinamarca (9), pero está muy por debajo de países como el Reino Unido (45), España (55) o Bélgica (74), que decretaron confinamientos estrictos. Con todo, explica con calma Giesecke durante una entrevista con Infobae, la comparación de los resultados de cada una de las estrategias recién podrá hacerse de aquí a un año.

—¿Y cuáles cree que van a ser los números de muertos de cada país para entonces?

—Creo que los resultados serán muy parecidos en todos los países. Esta enfermedad se propaga como un incendio, y lo que uno hace no cambia demasiado. Todos se van a contagiar el virus. Todos en el mundo al final. Hasta que haya una vacuna.

—Casi todos los países del mundo impusieron alguna forma de confinamiento estricto, no uno suave como el sueco. ¿Por qué cree que un enfoque tan duro fue elegido por tantos Gobiernos y por qué Suecia no creyó que fuera apropiado?

—Porque no hay evidencia científica para la mayoría de las restricciones que están tomando los países. Creo que para los políticos es importante mostrar fortaleza y acción, y observo que ese es un motivo importante para las cuarentenas estrictas. En Europa sucede que los países se siguen unos a otros. Cuando el país X ve que el país Y hizo algo, dice 'tenemos que hacer lo mismo, tenemos que establecer esa restricción'. Hubo una carrera entre los políticos.

—Pero es cierto que en muchos casos hay epidemiólogos que les recomiendan a los políticos tomar esas medidas. ¿Hay discrepancias entre los expertos en ese punto?

—Sí, y es precisamente porque hay poca ciencia, así que nadie sabe. Hay algunas cosas que sí sabemos científicamente, como que lavarse las manos es bueno. Lo sabemos desde hace 150 años. También sabemos que debemos mantener cierta distancia social, es decir, no acercarnos demasiado a otras personas. ¿Pero el resto? Nadie sabe si cerrar las escuelas va a tener algún efecto. Lo mismo con el cierre de fronteras, o con no permitir que la gente esté al aire libre. Muchos países le han dicho a la población que se quede en sus apartamentos. Es extraño, porque es agradable estar afuera y uno debería hacerlo. La infección se propaga muy poco estando al aire libre. De hecho, el riesgo es mucho menor.

—Suecia está teniendo una alta tasa de mortalidad. Entre las semanas 14 y 16 de 2020, el número de muertes semanales en Estocolmo ha sido más del doble del promedio de los últimos cinco años. ¿Por qué cree que la estrategia elegida es correcta a pesar de este aumento de la mortalidad, que no se ha registrado, por ejemplo, en los otros países nórdicos?

—Si se compara con Dinamarca, Noruega y Finlandia, es cierto, es más alta. Pero si se compara con el Reino Unido, allí tienen más muertes que Suecia y tienen un confinamiento. ¿Es bueno el confinamiento? Bélgica tiene una mayor tasa de mortalidad. También Irlanda. Y todos esos países tienen un confinamiento severo. Entonces, deberían tener menor mortalidad que Suecia, ¿no le parece?

—Sí, es cierto. Pero comparaba con los otros países nórdicos, porque Suecia se parece más a Dinamarca o a Noruega.

—En ambos países, tanto en Noruega como en Dinamarca, los epidemiólogos le dijeron al Gobierno que no impusiera un confinamiento. Pero los Gobiernos lo establecieron de todos modos.

—El Gobierno británico anunció inicialmente algo bastante similar a esa meta de conseguir inmunidad colectiva, protegiendo a las personas mayores. Pero luego el Imperial College difundió ciertas proyecciones y la opinión pública empezó a criticar al Gobierno, así que el Reino Unido cambió su plan. ¿Por qué cree que ellos no pudieron mantener su estrategia y Suecia sí?

—No lo sé. El Reino Unido tenía una muy buena estrategia y estábamos contentos en Suecia, porque es bueno tener un hermano mayor siguiendo el mismo camino que uno. Pero después apareció ese reporte del Imperial College. ¿Vieron que el profesor que lo escribió renunció por violar el confinamiento impuesto por él? Lo cierto es que este informe tuvo una influencia muy fuerte sobre el Gobierno británico y, de un día para el otro, dieron un giro de 180 grados.

Giesecke se refiere a que a mediados de marzo pasado, el Imperial College de Londres difundió un estudio en el que analizaba y comparaba las estrategias para luchar contra el coronavirus y establecía una serie de proyecciones con base en ellas. En ese reporte se decía que si el Reino Unido no aplicaba una estrategia de “supresión” del virus, los muertos ascenderían por encima del medio millón. Para el caso de los Estados Unidos, los muertos llegarían a 2,2 millones de personas. Sobre la estrategia de “mitigación” –la llevada adelante por el Gobierno conservador hasta entonces y la defendida por Suecia– el Imperial College proyectaba un cuarto de millón de muertos en el Reino Unido y, fundamentalmente, el colapso del sistema sanitario.

—¿Alguna de esas proyecciones es confiable?

—No. La principal razón es que subestimó la cantidad de personas que está infectada pero no tiene casi síntomas. Ahora estamos descubriendo que casi todos los que se contagian tienen pocos síntomas. Él creía que era el 50%, pero la verdad es que probablemente sea el 98 por ciento.

—¿El 98% no tiene síntomas?

—El 98% no busca atención médica en los hospitales. Algunos pueden estar bastante enfermos. Hay pacientes que están muy enfermos durante semanas. Pero no son registrados por el sistema porque no van al hospital.

—¿Cómo recomendaría cuidar a los vulnerables sin que esto implique encerrarlos en sus casas? ¿Sería justo para ellos el encierro para protegerlos?

—Es una buena manera de protegerlos, pero es muy difícil, porque es un virus muy contagioso. Si vives en un hogar para adultos mayores, solo se necesita que uno de los miembros del personal cometa un pequeño error para que el virus se propague. Es muy difícil mantenerlo afuera.

—¿Usted sugiere que dejemos que la gente joven esté afuera y que los mayores se queden en sus casas?

—Sí, porque se necesita generar la llamada inmunidad de rebaño. Y la mejor manera de lograrlo es que los jóvenes, pero no solo ellos, quiero decir, que las personas de menos de 50 o 60 años se mezclen, y decirle a las personas grandes y con condiciones médicas preexistentes que se queden adentro. Así se puede obtener bastante rápido la inmunidad en el país.

—¿Cómo explicaría, concretamente, el funcionamiento de la inmunidad de rebaño?

—El virus está tratando de infectar a la población, eso es lo que el virus quiere hacer. Si la suficiente cantidad de gente está inmunizada alrededor de alguien con el virus, entonces el virus no puede infectar. Esa es una forma de explicar la inmunidad de rebaño. Pero digamos que el 70% de una población tuvo el virus, y que está inmunizada de alguna manera, eso significa que aún hay un 30% que podría contagiarse. Es decir, que no se puede volver completamente a la normalidad incluso habiendo alcanzado la inmunidad de rebaño. Hay que sostener las restricciones por algún tiempo después de eso.

—Y sobre la vacuna, ¿tiene expectativas de que se pueda lograr este año?

—No, este año no sucederá, quizás el año próximo.

—Detrás de los cierres totales o las cuarentenas estrictas, en algunos países existe la idea de que el virus podría ser completamente eliminado. ¿Esto es posible?

—No creo que un país como Argentina pueda eliminar el virus, porque comparte largas fronteras con Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia. Tiene muchos kilómetros de fronteras. Quizás un país como Nueva Zelanda (una isla) sí podría hacerlo, erradicar el virus por completo. Pero la pregunta es qué hacer después. Tienen que mantener la cuarentena, de manera que todo aquel que visite Nueva Zelanda deba permanecer aislado por dos semanas. Entonces los turistas dejarán de ir, por ejemplo. ¿Cómo se sostiene eso? Deberían chequear a cada persona que llegue, y la verdad es que no pueden hacer eso. Pero para un país como Argentina es directamente imposible porque la gente cruza las fronteras.

—De alguna manera, lo que usted sugiere es que a largo plazo y mientras no aparezca una vacuna, es casi imposible estar seguros.

—Exactamente. No se puede estar seguro.

—Hasta qué punto cree usted que un enfoque como el de Suecia, que hace hincapié en la responsabilidad individual, podría funcionar en países con mayor desigualdad, pobreza y menor cohesión social, como podría ser la Argentina, pero también en otros países de América Latina?

—La gente no es estúpida. Si se le explica qué es lo mejor para ellos y qué es lo mejor para la gente que los rodea, generalmente cumplirán con lo que se les indica. Y tampoco es necesario que todos cumplan con eso, mientras una mayoría siga las recomendaciones de las autoridades. Creo que funcionaría también en Argentina, y de cualquier manera creo que sería mejor que la policía controlando las calles.

—Argentina se encuentra en su séptima semana de cuarentena estricta, y esta política es defendida por expertos locales y por las autoridades basados en la baja cantidad de infectados y muertos -con 45 millones de habitantes, hay menos de 300 muertos y poco más de 5.000 contagiados-. ¿Qué le criticaría a este enfoque?

—El problema de lo que ocurre allí es que no se puede sostener para siempre un cierre de esas características. La gente se levantará y se rebelará si se prolonga por tanto tiempo. Sí puede hacerse en China, por ejemplo, pero China no es exactamente una democracia. No hay ninguna democracia occidental que pueda compararse con China y pueda mantener la cuarentena por siempre. Los Gobiernos deberán dejar a la gente salir, y cuando lo hagan va a haber más gente contagiada y va a haber más gente muerta. Me dicen que son 45 millones de personas… Estimo que podrían tener unas 15 mil muertes antes de que todo esto termine.

—En ese caso, ¿cuál es su recomendación, incluso para países con cuarentenas estrictas, a la hora de relajar las restricciones?

—Hay que relajar una restricción por vez. Hay que empezar por algún lado. Por ejemplo, reabrir las escuelas podría ser el primer paso. Después hay que testear mucho y evaluar la propagación del virus. Si hay más casos o no, si se pueden mantener abiertas las escuelas y pasar a la próxima etapa, por ejemplo, reabrir los restaurantes. Y volver a evaluar, quizás los números no son buenos y entonces hay que volver a cerrar. Y así en cada etapa. Hay que levantar una restricción a la vez, y esto puede tomar meses antes de terminar.

—En relación con América Latina, tenemos casos muy dispares. Brasil, con pocas restricciones y un mal resultado, de un lado, y México, con pocas restricciones y resultados aparentemente mejores, del otro. ¿Cree que pueden intervenir otros factores, además de los modelos de confinamiento, a la hora de analizar los resultados de cada país?

—Sí, es posible. Es posible que diferentes personas sean susceptibles al virus de diferentes maneras. Podrían ser diferencias genéticas. Esa podría ser una explicación. Otra podría ser los patrones de contacto, es decir, cómo la gente se mezcla en cada país. Entonces no es fácil comparar. Pero de nuevo, si el criterio es contar el número de gente muerta en cada país, es necesario esperar un año más. No se puede decir ahora que porque un país tiene menos muertos hizo las cosas bien. Porque cuando comiencen las reaperturas, las muertes van a aumentar.

—Hay mucho debate acerca de la tasa de mortalidad del virus. Usted dijo recién que en Argentina podrían morir 15 mil personas. Pero cerca de 32 mil murieron en 2018 por neumonía e influenza, según estadísticas del Ministerio de Salud. En otros países, en cambio, el coronavirus ya mató más gente que la gripe estacional. ¿Cuál es la verdadera tasa de mortalidad de la COVID-19?

—Yo creo que la tasa de mortalidad de la COVID-19 es bastante similar a la de una temporada de gripe, dudo de que sea muy diferente.

—Usted ha dicho anteriormente que la cuarentena extrema es un riesgo para la democracia. ¿Por qué?

—Porque es una situación en la que los hombres y las mujeres fuertes ven una oportunidad de obtener más poder. Por ejemplo, hoy Hungría tiene un dictador, Viktor Orbán, y pasa en otros países, también en el Reino Unido, por ejemplo, los Gobiernos quieren lograr más poder, y podría también pasar en América Latina. Es una oportunidad para que aquellos que quieren poder, lo consigan. Y yo creo que ese es el mayor riesgo de esta pandemia. Por supuesto que la enfermedad y las muertes son un gran riesgo, pero las consecuencias políticas creo que son peores.

—Sin embargo, quienes hoy se oponen a las cuarentenas y restricciones en todo el mundo no parecen ser grandes defensores de la democracia… Por ejemplo, los grupos de republicanos armados en Estados Unidos, que sostienen que el confinamiento es una mentira que debe terminarse para priorizar la economía.

—Tienes razón, no es tan simple. Y del otro lado, también creo que muchos defensores de la democracia realmente están apoyando las decisiones de sus gobiernos sobre los bloqueos, los cierres y las cuarentenas. La verdad es que no puedo explicar por qué sucede de esta manera, pero realmente me preocupa mucho el futuro, en términos políticos.

fuente: https://www.infobae.com/america/mundo/2020/05/09/johan-giesecke-maximo-e

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Comentaris

Entrevista con Adolfo Talpalar 'No creo que haya mucha ventaja del confinamiento frente a buenas medidas de higiene y distanciamiento social
24 mai 2020
_Adolfo, qué más me puede decir de su biografía a modo de presentación...

_Soy médico, investigador en ciencia y consultor en estrategias medico científicas. En Argentina me dediqué a la anestesiología, cardiología y terapia intensiva en hospitales. Emigré en 1990 e hice el doctorado en neurociencia en parte en Noruega y en parte en Israel mientras que ejercía en neurología y neurofisiología clínicas. Fui docente universitario en ciencias de la salud y en deporte. Me dediqué por un tiempo al estudio experimental de neuroinmunologia y lesiones del sistema nervioso central. Vine a Suecia como posdoctorante al Instituto Karolinska, que provée los expertos que eligen a los premios Nobel de medicina y fisiología. Mis proyectos llevaron a identificar importantes grupos de neuronas que dan origen al patrón de locomoción (marcha), publicando estos hallazgos en prestigiosas revistas científicas como Neuron y Nature. Actualmente soy también entrepreneur y diseño estrategias médico científicas para encontrar soluciones de problemas de salud producidos tanto por enfermedades como por causas medioambientales.

_Cuando comenzaron las conversaciones para decidir lo que pasaría en Suecia a propósito de la pandemia por Coronavirus?

_El tema del coronavirus apareció en las noticias muy temprano en febrero o aún en enero. De ahí en adelante se vino hablando del tema en forma progresiva. Primero se prohibieron reuniones de más de 500 personas y se dieron pocas recomendaciones más allá del lavado de manos, que es esencial. Luego cuando las estadísticas demostraron aumento de incidencia y mortalidad, se prohibieron reuniones de más de 50 personas y se enfatizó el distanciamiento social. Que a nivel interpersonal es de mantener una distancia de entre 1 a 2 metros cuando te reunís con gente con la que no convivís. A nivel público, se prohibió que los restaurantes y bares, etc. admitieran más de 50 personas o que se reunieran a menos distancia que la recomendada. Lo mismo para las colas de supermercado u otros negocios. En Suecia los trámites bancarios hace años se hacen online, tanto pagos como cobrar cosas o usando apps (aplicaciones) con los móviles (celulares). Se recomendó a la gente que todo el que pudiera trabajar en casa que así lo hiciera. A nivel de gimnasios, por ejemplo, se disminuyó el numero de participantes en sesiones grupales a aproximadamente la mitad (cuidando el máximo número de personas y la distancia social). Las escuelas hasta los 16 años nunca se cerraron, pero la educación de mas de 16 años pasó a modo de ‘educación a distancia’. Estos últimos estudian usando la internet y programas de reunión como Zoom, Skype, Microsoft Meeting, y otros. Esto es válido para las universidades, colegios profesionales y capacitación laboral.

_Cual fue el plan de las autoridades suecas con respecto a las medidas necesarias para enfrentar este nuevo virus?

_En Suecia el gobierno no puede recluir en su casa a las personas que no han cometido un delito. Por lo tanto un confinamiento semejante al de Argentina no es posible en el marco legal actual.

La institución que elabora la estrategia para las epidemias y actualmente la pandemia es la Agencia de Salud Pública (Folkhälsomyndigheten), que hoy es liderada por el epidemiólogo Anders Tegnell. Esta agencia es un ente profesional integrado por diversos profesionales, no un ente político que depende del gobierno o de partidos políticos. La estrategia se basa en principios profesionales, NO políticos. La entidad es independiente. Su jefe, Anders Tegnell, es frecuentemente su vocero, no el primer ministro. Según entiendo el plan se basa en 2 axiomas: que no se puede evitar que el virus llegue a todos lados y que por lo tanto no se puede parar el avance de la pandemia sino enlentecer su ritmo. Esto es toda la historia acerca de aplanar la curva de la que tantos hablan. En principio una parte importante de la estrategia es la de enlentecer la progresión de la pandemia en tiempo y espacio sin confinar a los pobladores.

En Suecia hoy si alguien tiene sospecha tener Covid19 llama a un teléfono especial en el que una persona entrenada lo escucha y le recomienda permanecer en casa recluido o concurrir a un centro de salud. Eso se hace de acuerdo a la gravedad aparente del caso. Gente que sufre clínicamente de algo que se parece a una gripe común, o a un Covid19 leve (fiebre, tos, dolor de garganta, falta de olfato/gusto) se le recomienda quedarse en su casa. Si muestra signos de falta de aire u otros problemas que lo hacen paciente de riesgo se lo convoca o se lo traslada a un centro asistencial donde se le hace test de coronavirus tipo 2 y se le da tratamiento adecuado a su situación clínica.

_Cuales son las diferentes posibilidades que existen para neutralizar el avance del virus Covid-19?

_En mi opinión NO SE PUEDE parar el avance de la pandemia. Este es un tema de definición de pandemia. El virus está en todas partes y eventualmente todos vamos a tomar cierto contacto con el virus. Se puede enlentecer más o menos ese contagio con medidas más o menos restrictivas. No creo que haya mucha ventaja del confinamiento frente a buenas medidas de higiene y distanciamiento social. Países como Italia, Bélgica y España han impuesto confinamientos muy restrictivos y han tenido infecciones y mortalidad muy extensas mientras que países como Noruega, Nueva Zelandia y Finlandia con las mismas medidas tuvieron muy baja incidencia de casos y mortalidad. En base a esto no se puede hacer una correlación general entre confinamiento y contagios o mortalidad. Los factores asociados al confinamiento no son INNOCUOS. Llevan a problemas serios de salud física y mental, y destruyen la economía individual y general. En ese sentido no es una medida sostenible a largo plazo. Es usable para contener focos aislados, y países como los últimos han tenido éxito con eso. Pero a precio de no exponerse al coronavirus. Que pasaría con uno o varios rebrotes? No lo sabemos. Eso se sabrá pronto cuando veamos los resultados de levantar las restricciones e inevitablemente comenzar a abrir los países al intercambio de personas de nuevo. Creo que después del levantamiento de los confinamientos la mayoría de los países van a aplicar nuestra estrategia como un paso intermedio al levantamiento total de restricciones a largo plazo.

_Por qué pudiendo inmunizar a una población de forma natural muchos gobiernos, la OMS, medios de comunicación y sectores privados insisten con el asunto de la vacuna?

_No se conoce mucho al virus del Covid19. En base a lo que se sabe de otros coronavirus, se infiere que este va a producir una inmunidad no muy duradera (meses a un año) de duración. Una vacuna podría producir inmunidad sin padecer la enfermedad Covid, y eventualmente producir una inmunidad más duradera.

_¿Qué reflexión hace de las medidas de confinamiento más o menos restrictivo que se tomaron en países como Itala, España. Argentina, etc?

_El confinamiento, que ustedes llaman ‘cuarentena’, es una medida muy drástica. Una persona necesita salir, interactuar, trabajar, hacer ejercicio al aire libre. Si es aplicado en corto tiempo puede servir para que los organismos o instituciones prueben el sistema de salud, y todos los factores sanitarios y sociales. Si se prolonga esto puede producir daño físico, psíquico y social en las personas, y produce serios problemas económicos y sociales al país. Un tema crítico aquí es como definir focos y si se puede regionalizar o dividir en zonas de acuerdo a criterios.

_Cuales son las cifras y los porcentajes de infectados y muertos por Coronavirus en Suecia?

_Al día de hoy tenemos crudamente 32.500 confirmados positivos y unas 3.900 víctimas fatales. Esto equivaldría a unos 370 víctimas/millón de habitantes.

_¿Cómo interpretar correctamente las estadísticas con criterios más o menos sensatos en medio de la cantidad de sobreinformación constante que hay sobre este tema y del terror y la paranoia que se generó en buena parte de las poblaciones?

_No es fácil comparar datos. Todo depende de QUÉ tipo de información se recolecta, COMO se cuentan o clasifican los datos, CUANDO se reportan y de cuando es la información, etc. Por ejemplo a QUIEN se hacen tests de coronavirus, a qué grupo de la población representan los casos positivos en cada país. En Suecia sólo se hacen tests a la gente que requiere alguna intervención médica, y por lo tanto representan a la población con Covid moderado a crítico, la cúspide más seria de la pirámide de enfermos potenciales de Covid (los asintomáticos, leves a moderados no son testeados). Noruega o Italia, por ejemplo, hacen tests mas extensos, que envuelven a una población más amplia, cubren más de la base de la pirámide, no sólo la cúspide. Por eso es muy difícil sacar conclusiones de solo comparar estos datos. Lo de la mortalidad es también problemático porque la mayoría de la victimas fatales son gente que ya tiene alguna enfermedad crítica antes de contraer el Covid. Entonces pueden morir de la enfermedad concomitante, de Covid o de una combinación de ambas. Creo que si bien los datos están disponibles para todos, una comparación exacta requiere saber cómo se colectaron los datos y qué representan y esto generalmente es para expertos. Por otro lado, dadas las condiciones de la pandemia, con un virus no conocido y tantos factores inciertos, creo que la evaluación a nivel tiempo va a llevar por lo menos un año.

_Cómo definiría lo que es la salud?

_En un sentido integral, es un estado de bienestar físico, psíquico, de armonía social y de medio ambiente. En ese sentido uno en su situación social y económica individual, no está aislado del resto del país y aún del mundo. El bienestar de uno es tan importante como el del prójimo (de mi familia, vecinos, compatriotas, etc.). Incluso, hoy en día, el bienestar del lejano es parte del MIO.

Fuente: https://ecotropia.noblogs.org/2020/05/4008
Camilla Stoltenberg, máxima epidemióloga de Noruega: “Nuestra cuarentena fue muy relajada, todos podían salir a caminar...
24 mai 2020
Los países nórdicos se transformaron en protagonistas inesperados de la pandemia de coronavirus, que acumula más de 5 millones de personas infectadas y más de 330.000 muertes alrededor del planeta. A pesar de que solo una porción insignificante de esas víctimas corresponde a ese grupo de naciones que ocupan el extremo norte de Europa, en todo el mundo se está siguiendo con atención su respuesta a esta crisis.

En parte es porque son sociedades consideradas por muchos como “modelo”: combinan altos niveles de riqueza, equidad, salud y educación. Pero también se debe a una rareza que se produjo en este contexto inédito. Países con sistemas políticos, económicos y sociales muy similares, respondieron ante el coronavirus de una manera que, desde lejos, pareció muy diferente. Suecia, el más populoso con 10 millones de habitantes, no dictó una cuarentena general. En cambio, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia optaron por implementar distintas formas de confinamiento.

Los resultados fueron contrastantes. Suecia pasó los 32.000 casos positivos y las 3.800 muertes. Noruega, que tiene 5,3 millones de habitantes y que comparte casi toda su frontera terrestre con Suecia, apenas supera los 8.300 casos y los 235 decesos. La mortalidad cada 100.000 habitantes es 37 en uno y cuatro en el otro. En los otros tres países oscila entre tres y diez.

Si se miran los datos a la distancia, la conclusión parece obvia: el abordaje sueco dejó desprotegida a la población y favoreció la multiplicación de los contagios; el noruego, al parecer mucho más estricto, permitió salvar miles de vidas. El presidente argentino, Alberto Fernández, hizo pie en esa presunta grieta y repitió varias veces en las últimas semanas que quería que su país se pareciera a Noruega y no a Suecia en el combate al coronavirus.

No obstante, en una entrevista con Infobae, Camilla Stoltenberg, directora del Instituto de Salud Pública de Noruega, cuestiona a quienes proponen una mirada dicotómica de las cuarentenas, y afirma que las diferencias con Suecia son menos decisivas de lo que parece.

Desde la década del noventa, la médica y epidemióloga ha trabajado en el desarrollo estratégico de infraestructuras clave para la investigación dentro y fuera del país, y la crisis abierta por el coronavirus la encontró como la máxima autoridad en el asesoramiento del gobierno conservador encabezado por la primera ministra Erna Solberg.

La carrera científica de Stoltenberg ha estado enfocada en el estudio del autismo y otros trastornos del desarrollo neurológico, además de en epidemiología perinatal y genética, y ha estudiado las causas de defectos de nacimiento, muerte fetal y muerte infantil, consanguinidad, salud en poblaciones inmigrantes y desigualdad social en materia sanitaria.

—Noruega, como la mayoría de los países europeos, impuso una cuarentena cuando se desató el brote de coronavirus. Suecia, su vecino más cercano, eligió otro camino. ¿Por qué Noruega optó por esta estrategia en lugar de empezar por medidas menos drásticas, como Suecia?

—No es tan sencillo como eso. No es cuarentena sí o no. Si se compara la respuesta noruega con la de Francia y otros países, no hemos tenido un confinamiento como el de ellos. Aquí ha sido mucho más relajado. Cualquiera puede salir en cualquier momento, se puede ir a caminar o a correr y las tiendas han estado abiertas todo el tiempo. No se impusieron restricciones respecto de cuándo ir, aunque sí en cuanto a mantener la distancia y al lavado de manos. Pero más allá de eso, las cosas han sido bastante más parecidas a lo habitual. Si bien Suecia eligió otro camino, muchas de las restricciones que estableció no son muy diferentes de las que estamos usando en Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia. Entonces, esas distinciones no son tan claras como se podría creer. No es una cuestión dicotómica.

—Sin embargo, Suecia registró una tasa de letalidad mucho más alta que Noruega. ¿Por qué?

—Sí, en Suecia el desarrollo de la enfermedad fue muy diferente al de los otros países en el sentido de que hubo más muertes. Pero como ocurrió en otros lugares, muchos de los decesos fueron adultos mayores en asilos. Los responsables de la respuesta en Suecia, Anders Tegnell y Johan Giesecke, dijeron que lamentaban no haber podido proteger a los mayores en los asilos. En Noruega la tasa de mortalidad fue mucho más baja, pero tenemos el mismo desafío porque el 90% de los que murieron tenían más de 70 años, y el 60% vivía en asilos. También estamos teniendo dificultades para proteger a quienes viven en esos establecimientos y necesitan un cuidado diario de trabajadores de la salud.

—Pero en el inicio de la crisis ustedes recomendaron al Gobierno una respuesta más activa, ¿cómo lo evalúa hoy?

—Todavía está por verse cuál fue la mejor experiencia, y si los resultados serán tan diferentes o no. Personalmente, creo que fue correcto responder más activamente que en Suecia, porque en Noruega no teníamos la capacidad que ellos tenían en cuidados intensivos. Durante lo que va del brote, Suecia no ha tenido problemas de capacidad en sus hospitales. Nosotros evaluamos que fácilmente podíamos tenerlos, y necesitábamos tiempo para ampliar la capacidad y atender al público que requiriera hospitalización. Pero también para desarrollar otro tipo de respuestas con las que sea más fácil convivir, que provean de mayor libertad a la gente, permitan que la sociedad funcione y que protejan la economía. No es tan fácil como decir que Suecia hizo algo completamente diferente que todos los demás, porque entre los países que decretaron cuarentenas más estrictas o totales, muchos tuvieron tasas de mortalidad muy elevadas. Han tenido problemas como los de Suecia, pero a otra escala. Puede que haya otros factores, que no tienen que ver con la respuesta de cada país, que aún no somos capaces de detallar. Por ejemplo, el número de personas que llegaron al país antes de que se dieran cuenta de que había un gran brote.

—Ha habido mucho debate acerca de esos otros factores posibles. Pueden ser el clima, la genética, las fronteras. ¿Cuáles cree que se deberían considerar como causas reales más allá de las cuarentenas duras o suaves?

—Es muy importante tener la mente abierta, porque hay muchas cosas que no sabemos. Todos esos factores son interesantes y deberían ser explorados en investigaciones científicas. Pero si me preguntan cuál sería mi hipótesis apuntaría tanto a diferencias socioeconómicas como a otros desórdenes, como obesidad o enfermedades cardiovasculares. Esas afecciones subyacentes hacen que las personas sean mucho más vulnerables a sufrir un COVID-19 grave. Eso es definitivamente importante cuando se observa quiénes fueron los más afectados por esta primera ola. En relación a otros factores como quién desarrolla inmunidad, creo que la genética juega un rol sustantivo, pero no lo sabemos aún; es apenas una hipótesis basada en su importancia en otras enfermedades infecciosas. También podríamos mencionar la aglomeración, es decir, cómo vive la gente. Si muchas personas viven en hogares pequeños, eso será muy importante. Tiene que ver con los factores socioeconómicos, como la urbanización, pero no es solo eso.

—Algunas de las medidas que se tomaron en Noruega tuvieron que ver con el ahora muy criticado paper del Imperial College que anticipaba tasas de mortalidad altísimas y recomendaba confinamientos estrictos. ¿Cuál es ahora su opinión personal respecto de esas proyecciones?

—Creo que el paper del Imperial College de marzo fue muy importante para muchos países, incluido Noruega. Definitivamente influyó en el debate que tuvimos. No solo ese paper, sino también uno más popular, “The Hammer and the Dance”, que estuvo inspirado parcialmente en el otro pero tuvo una mayor distribución. Basados en ellos, la mayoría de los gobiernos europeos eligió restricciones duras, hasta el confinamiento total o muy cerca. Es difícil decir si dichas proyecciones fueron equivocadas, aún no podemos saberlo. Hay muchas proyecciones diferentes y es difícil distinguir entre las que plantean escenarios completos, pero tienen datos escasos para derivar sus predicciones, y las que son más apegadas a los datos. Esas proyecciones no son la verdad, sino algo intermedio entre escenarios y posibilidades basadas en datos.

—Recién decía que la cuarentena en Noruega es muy diferente a la de Francia o Italia. Es interesante porque en muchos países que, como Argentina, implementaron cuarentenas estrictas, se toma el ejemplo noruego. Pero parece que no son modelos tan similares. Por ejemplo, ¿tiene sustento la prohibición de dar paseos al aire libre?

—Hay que analizar la situación localmente y con cuidado. Pero creo que hay que tener mejores datos para informar las decisiones que se toman en esos casos. Después habrá un análisis muy riguroso sobre si esas cuarentenas estuvieron parcial o completamente bien, porque algunas se están manteniendo durante mucho tiempo, así que la economía, la sociedad y los individuos sufren enormemente por ellas. Hay que sopesar el riesgo del COVID-19 con los riesgos que representa la cuarentena, y eso es extremadamente complejo. Es difícil para mí decir algo porque no conozco lo suficiente sobre la situación en Argentina, pero hay que tener argumentos muy fuertes para mantener un confinamiento completo en un país por un período muy largo.

—En cuanto a las razones para tomar medidas tan duras, hay un debate. Algunos creen que la meta es erradicar el virus, pero otros dicen que eso no es posible. ¿Qué era lo que buscaban en Noruega cuando establecieron la cuarentena?

—Teníamos una meta muy clara: disminuir la rápida propagación que tenía el virus en ese momento. No era erradicarlo. No porque no quisiéramos, sino porque eso probablemente no fuera posible y las medidas a tomar tendrían que ser demasiado disruptivas. El objetivo era construir capacidad en el sistema de salud, particularmente en cuidados intensivos. Desarrollar otras medidas, no tan duras, como testeos, aislamiento, rastreo y cuarentenas focalizadas. Construir los sistemas para medir la epidemia, analizar y modelar lo que puede suceder en el futuro. Y saber más acerca de las medidas, para evaluar sus efectos con mayor cuidado. Porque muchos países implementan paquetes en los que todas las medidas están interrelacionadas, entonces no se sabe, por ejemplo, cuál es el efecto de cerrar jardines de infantes y escuelas en comparación con el efecto de lavarse las manos.

—Alrededor de 230 personas murieron de COVID-19 en Noruega y algo más de 8.000 se infectaron. Ahora que el país está reabriendo, ¿es posible mantener esas cifras tan bajas hasta fin de año o es inevitable que crezcan los contagios y las muertes?

—Creemos que habrá más infecciones y más muertes, pero que no necesariamente van a ser muy elevadas. Pensamos que si hay un foco ahora somos capaces de detectarlo en una fase temprana. Pero está por verse si nuestros sistemas de monitoreo son sensibles y si la población es lo suficientemente consciente como para seguir comportándose de una manera en la que se proteja a sí misma aunque ahora pueda tener una vida más normal. Creemos que habrá nuevas olas, pero nuestra intención es mantenerlas pequeñas y locales. Creemos que es posible, pero no estamos seguros, hay mucha incertidumbre.

Noruega, que el 12 de marzo se convirtió en uno de los primeros países europeos en imponer restricciones en la mayor parte de las actividades, comenzó el mes pasado con un paulatino desconfinamiento. Los jardines reabrieron el 20 de abril, las escuelas primarias de primer a cuarto grado, el 27 de abril, y los colegios intermedios y secundarios, el 11 de mayo. Las reuniones privadas, que habían sido reducidas a un máximo de cinco personas, se extendieron a 20, y se habilitaron ciertos encuentros públicos de hasta 50 participantes. Los bares y las piscinas reabrirán el 1 de junio y se espera que la liga profesional de fútbol, los gimnasios y los eventos de hasta 200 personas se reanuden el 16. Los restaurantes sin comida bufet, en cambio, pudieron permanecer abiertos desde el comienzo manteniendo la distancia entre los comensales.

Pero en el caso de las instituciones educativas hubo un leve contrapunto entre el Instituto de Salud Pública y las autoridades políticas. “Nosotros no le recomendamos al gobierno cerrar los jardines y las escuelas. Al menos hasta los grados de primero a séptimo, o de primero a sexto”, remarca Stoltenberg sobre la medida que fue adoptada. “Dicho eso, una vez que decidieron el cierre de todos modos, dijimos que había que mantenerlo hasta que viéramos el efecto de las medidas. Porque también queríamos una reducción del contagio”.

—¿Hay elementos para evaluar los efectos del cierre de escuelas y jardines de infantes?

—Es una de las medidas sobre las que ciertamente necesitamos más información e investigación. Nosotros queríamos estudiar la reapertura de jardines y escuelas con una prueba controlada aleatorizada (un experimento que supone abrir una mitad y dejar a la otra cerrada para luego comparar los resultados), pero no fuimos autorizados a hacerlo. Para ese momento el Gobierno no quiso posponer esa reapertura en la mitad de las escuelas del país, que fue lo que nosotros sugerimos. Nuestra propuesta fue que la mitad de los niños regresen a la escuela y la otra mitad lo haga cuatro semanas después. Tendremos que usar los datos que tengamos, extraídos de registros y de otras fuentes indirectas, con el objetivo de medir y balancear cada una de las medidas. Y creo que habrá diferentes conclusiones en diferentes países, por lo que continuará habiendo grandes discusiones sobre qué medida fue acertada y cuál no. Por ejemplo, en los Estados Unidos y en varios otros países, los modelos mostraron que cerrar las escuelas y los jardines fue una medida extraordinariamente importante a la hora de reducir la transmisión del virus, mientras que nosotros creemos que puede que no haya jugado un rol tan crucial, pero no podemos estar seguros. Tenemos buenos argumentos para pensarlo, pero no podemos confirmarlo. Al menos sí sabemos que los cierres de escuelas y jardines no son tan importantes para los niños, porque muy pocos se enferman gravemente, pero no sabemos cuál es su rol en la propagación de la enfermedad, si pueden o no contagiar a sus abuelos o a sus bisabuelos.

—En una entrevista reciente, usted sugirió que el cierre de las escuelas podría haber tenido consecuencias incluso más negativas que mantenerlas abiertas. ¿Qué quiso decir con esto?

—Explicaré lo que quise decir. Lo primero, es que es una afirmación que no está basada en evidencia científica. Pero tampoco está basada en evidencia científica la afirmación de quienes aseguran que cerrar las escuelas sí fue una buena decisión. Lo que sabemos, basados en la débil o casi nula evidencia científica, es que es muy difícil que los niños más grandes, entre los grados séptimo u octavo, o incluso más pequeños, mantengan la distancia entre ellos. Es muy difícil controlar lo que hagan, porque ellos anhelan volver a su vida más libre. Y no todos, pero algunos de ellos, que en algunos lugares son una proporción considerable, viven en ciertas circunstancias con padres y familias con los que es muy difícil convivir. Eso sí está bien documentado. Entonces, particularmente cuando las medidas de confinamiento se prolongan en el tiempo, creo que hay algo que tiene que ver con el comportamiento de los niños que es muy difícil de monitorear, y por lo que probablemente sea menos ventajoso para reducir la propagación del virus que estén en la casa a que estén en la escuela, con medidas tomadas para reducir los contagios y con mayor control de su comportamiento.

—El cierre de las escuelas y jardines ha aumentado la carga de las tareas domésticas y de cuidados que recaen mayoritariamente en las mujeres. También hay algunos estudios que muestran que los confinamientos han aumentado los índices de violencia de género en varios países. Noruega es un país bastante igualitario en materia de género, ¿tuvieron en cuenta estas medidas a la hora de definir las restricciones?

—Tenemos muchos reportes en ese sentido. No sabemos cuánta prevalencia tendrán esas problemáticas, pero ciertamente observamos que hay más violencia, y más violencia doméstica, así como también otros problemas de ese tipo en familias con disfunciones. Sobre el tema de si las mujeres tienen una mayor carga de tareas del hogar en general con los niños sin ir a la escuela, de nuevo, mucha gente afirma eso y a mi me preocupa especialmente, pero realmente por el momento no lo tenemos bien documentado cómo para saberlo de forma certera.

—Otro tema muy discutido es el de la inmunidad de rebaño. ¿Alcanzar la inmunidad de rebaño es un objetivo dentro de la estrategia noruega?

—La inmunidad del rebaño no es una meta en Noruega, y de acuerdo con lo que leí de Johan Giesecke tampoco lo fue en Suecia. No creo que ningún país se lo haya propuesto como objetivo. Sí es interesante pensar si podríamos lograr la inmunidad de rebaño porque, eventualmente, si no logramos desarrollar la vacuna, será importante a largo plazo tratar de obtenerla. Todo tipo de inmunidad en la población es importante. Pero incluso aunque no alcancemos la inmunidad del rebaño, que es sustancialmente lo que podría detener la propagación del virus, la inmunidad poblacional que tengamos influenciará la transmisión del virus de forma proporcional, aunque ésta sea de un 10% o un 20 por ciento. La reproducción del virus es proporcional al número de personas que es susceptible a la enfermedad, y es bueno que haya más gente que no sea susceptible. Pero definitivamente no es un objetivo.

—Considerando eso, y que usted dijo anteriormente que el virus no se puede erradicar por completo, ¿no sería deseable el desarrollo de una estrategia en ese sentido? ¿Tienen alguna idea de cuáles son los niveles de inmunidad en Noruega?

—Uno de los motivos por los que no es un objetivo es por el riesgo para quienes padecen enfermedades graves, además de que no sabemos demasiado sobre la inmunidad. Sabemos que la gente obtiene inmunidad después de contraer la enfermedad, pero no sabemos cuán específica es, ni cuánto dura, ni qué tipo de protección desarrolla entre individuos. Nosotros estamos en una buena posición para hacer este tipo de estudios, y ya comenzamos. Entre las primeras 400 personas que testeamos en una prueba piloto realizada dos semanas atrás, apenas unos pocos casos mostraron tener anticuerpos. Menos de 2%, más cerca del 1% más bien, había tenido la infección, y esa es una cifra muy baja. Eso quiere decir que definitivamente no estamos en el camino de obtener la inmunidad de rebaño en Noruega. Pero de nuevo, los test no son por el momento completamente confiables, hay especificidades y diferentes aspectos a tener en cuenta. También serán necesarios estudios de la inmunidad de las células t, que es más duradera y más profunda. Hay muchos detalles a la hora de estudiar la inmunidad que será muy importante considerar en los próximos meses, tanto para las perspectivas de encontrar una vacuna eficiente como para las de obtener la inmunidad de rebaño, y también para la gente que se contagió y quiere saber si puede ocurrirle nuevamente.

—¿Qué recomienda a la hora de evaluar las reaperturas en países que posiblemente tengan mayores índices de desigualdad y menor cohesión social que Noruega?

—Creo que sería muy difícil para mi dar recomendaciones para países que en general están en una situación muy diferente a la de Noruega. Pero creo que mi recomendación principal en esas situaciones es que haya un debate abierto, libre y público para evaluar las consecuencias de las medidas. Yo diría que no sólo hay que enfocarse en la infección, sino que también tiene que ser parte de la discusión el tema de los efectos de las medidas de confinamiento. Hay que avanzar con esos debates y considerar seriamente formas alternativas de lidiar con la enfermedad, para que las consecuencias socioeconómicas no sean tales que las desigualdades se incrementen y haya mayor crisis social, además de proteger la economía. Eso también es muy importante para la Salud, y para la respuesta ante el COVID-19. Por eso creo que la libertad de expresión es muy crucial en este proceso.

—¿Cuándo cree que serán capaces de tener una idea más completa o un balance más acabado de las medidas tomadas y sus resultados en cada país?

—Bueno, lamento decir que creo que durante un tiempo más deberemos lidiar con la incertidumbre.

fuente: https://www.infobae.com/america/mundo/2020/05/23/camilla-stoltenberg-max
Re: Johan Giesecke, máximo epidemiólogo sueco: "Todos se van a contagiar"
26 mai 2020
Buenas Aliss:

Suecia no es un modelo a seguir, no ha hecho falta confinamiento y distaciamiento social porque eso allí es la nueva normalidad desde hace medio siglo.
Sindicato Sindicat