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Sobre COVID-19 en las prisiones USA
12 mai 2020
Mientras COVID-19 se propaga por las prisiones, las autoridades utilizan el confinamiento solitario para suprimir y silenciar las protestas
A principios de abril, cuando los informes de muertes por COVID-19 comenzaron a surgir de las prisiones y cárceles de Estados Unidos, Aaron Campell publicó un video desesperado de 20 minutos en Facebook Live usando un teléfono celular de contrabando. El video mostraba a personas enfermas jadeando y tosiendo en el FCI federal de baja seguridad Elkton en Ohio, y una de las pequeñas botellas de jabón que se suponía debía durar dos semanas para cada persona. https://www.youtube.com/watch?v=NTv_YYQkg50&feature=youtu.be

Campbell dijo que tres personas que él conocía habían muerto en la prisión, y que una enfermera de la prisión les dijo que se prepararan para más muertes. Afirmó que a las personas que cumplían los criterios de confinamiento en casa, incluyendo él mismo, se les negaba la liberación. Mirando a la cámara, dijo: "Somos personas. La gente no debería tener que morir así".

"Es posible que no vuelvan a verme", dijo Campbell, contándoles a los miembros de su familia que los amaba y pidiendo a sus televidentes que rezaran por él. Pero, sobre todo, les pidió que compartieran el video. "Podrían tratar de meterme en el hoyo o algo así", dijo. "Pero ustedes hagan lo que tienen que hacer. Corran la voz sobre lo que está pasando a las personas en prisión. Porque esta mierda es seria".

El video se volvió viral. Cuatro días después, el hermano de Campbell, Adrian, escuchó de la familia de otra persona encarcelada que Aaron había sido enviado a confinamiento solitario (el aislamiento prolongado en una celda) como castigo por usar el teléfono de contrabando, donde está encerrado las 23 horas del día sin acceso a los teléfonos de la instalación. Casi un mes después, Adrian dijo en una entrevista que Aaron todavía está en solitario, sin fecha para salir.

En las prisiones, cárceles y centros de detención de ICE en todo el país, las autoridades toman represalias contra los presos encarcelados que expresan sus temores al público, que se niegan a seguir las reglas que los ponen en riesgo o que protestan por las condiciones inseguras; con frecuencia los castigan con el confinamiento solitario. Por lo general, la razón oficial por el castigo es ‘romper las reglas’ que existen para limitar la interacción externa, como poseer un teléfono de contrabando.

Un número creciente de presos parecen estar dispuestos a arriesgarse a represalias porque están legítimamente aterrorizadas por sus vidas. La tasa de infección por coronavirus en las cárceles es casi tres veces mayor que en la población general, y los casos se triplicaron en un período reciente. A medida que la situación empeoró, el gobernador de Ohio Mike DeWine envió a la Guardia Nacional de Ohio a las instalaciones de Campbell el 7 de abril.

El 13 de abril, la ACLU de Ohio y el Centro de Justicia y Política de Ohio presentaron una demanda colectiva, exigiendo el traslado de 837 personas médicamente vulnerables fuera de la prisión, y a principios de mayo, un tribunal federal denegó la solicitud de la Oficina Federal de Prisiones de retrasar la transferencia. Para ese momento, 137 personas habían dado positivo en la instalación y siete habían muerto.

Desesperados por llamar la atención sobre su difícil situación, muchos presos en todo el país están recurriendo a protestas y formas prohibidas de comunicación. ‘Perilous’, un proyecto que rastrea manifestaciones en prisiones estadounidenses y canadienses desde 2010, ha documentado más de 90 protestas durante la crisis del coronavirus.

"Ese teléfono es su salvavidas hacia el exterior", dijo Adrian Campbell. “Los presos comparten el teléfono para contactar a sus novias, enviar mensajes a través de Whatsapp, o llamar a los miembros de la familia, porque es muy costoso usar el teléfono normal. Ese teléfono celular vale como un millón de dólares allí”, dijo. Entonces, cuando Aaron lo usó para tomar el video, estaba en una situación desesperada. Su castigo rápido y severo parece desproporcionado. "Es por eso que sabes que es un castigo por lo que estaba haciendo con el teléfono en lugar de simplemente ser atrapado con el teléfono".

Nueve días después de que Campbell publicara su video, el San Diego Union-Tribune publicó un artículo sobre la respuesta de la cárcel del condado al coronavirus. Una mujer citada en la historia, cuyo hermano está en la cárcel, le proporcionó al periódico una fotografía de tres hombres que alzaban una sábana pintada con las palabras: "No merecemos morir". Poco después de la publicación del artículo, el hermano de la mujer y otro hombre fueron enviados al confinamiento solitario durante cuatro días por "infringir las normas de las instalaciones, incluido el uso indebido de una sábana". Un miembro de la familia de otra persona en una de las siete cárceles del condado dijo que los agentes cortaron la foto antes de distribuir los periódicos a las personas encarceladas: "Censuraban la noticia para que los internos no la vieran".

A principios de abril, VICE publicó un video grabado por un teléfono celular de un hombre en una prisión estatal de California que describe los protocolos para prevenir la propagación del virus. Con su cara borrosa y su nombre oculto, el hombre explicó que las políticas se veían bien "en papel... pero esa no es la realidad aquí". Dijo que una enfermera los visitaba todos los días, pero que la mayoría de los presos temen informar [los síntomas del virus] porque automáticamente los aislaría en el ‘hoyo’. Apuntando con la cámara a los hombres reunidos en la sala a un lado, dijo: "Nos pueden hacer cualquier cosa".

Los funcionarios de la prisión estatal de Solano, en Vacaville, California, acusaron a Ivan Kilgore de ser el denunciante y encerraron toda su unidad tras la publicación del video. Aunque los funcionarios no encontraron un teléfono celular de contrabando cuando allanaron la celda de Kilgore, él ahora enfrenta medidas disciplinarias y la amenaza de ser transferido a la notoria prisión supermax de Pelican Bay. Una petición publicada por los simpatizantes de Kilgore caracteriza la transferencia potencial como una amenaza "para enterrar a Ivan más profundamente en el sistema, esencialmente haciéndolo desaparecer de sus seres queridos y restringirlo para que no sea escuchado". Los autores de la petición señalan: "No es raro que las personas en prisión sean enviadas de prisión a prisión o encerradas en un régimen de aislamiento como método de silenciamiento".

Esta preocupación parece ser especialmente cierta en medio de los altos riesgos de la pandemia actual. Stephen Wilson, recluido en la prisión Fayette en Pensilvania, fue enviado al hoyo durante 30 días después de que los funcionarios interceptaron un mensaje que él envió a través del servicio de mensajería electrónica de la prisión. El mensaje contenía un borrador de una publicación de blog en apoyo a los huelguistas de hambre en la cárcel Rikers Island, de la ciudad de Nueva York, y a sus demandas de protección básica contra el virus. Durante sus primeros cinco días en solitario, según los informes, Wilson no tuvo acceso a regadera, ropa limpia o cobija. Un seguidor que llamó a la instalación dijo que un oficial le dijo que Wilson "moriría en el hoyo". Wilson ahora está en huelga de hambre para exigir su liberación del solitario.

Mendy Forbes se enfrentó a represalias similares cuando fue arrojada en una unidad de segregación administrativa, una forma del confinamiento solitario, después de hablar con KERA News sobre las terribles condiciones en el centro médico federal Carswell en Texas. "No veo por qué ella está siendo castigada por tratar de ayudarse a sí misma y a otras personas", dijo su padre. En la entrevista original, Forbes, quien tiene una condición médica crónica, le dijo a KERA: “Nos hemos quedado sin papel higiénico, nos hemos quedado sin toallas sanitarias. No hemos tenido jabón para nuestros baños. Es una locura. Salimos una vez al día durante diez minutos... Las condiciones son realmente malas para nosotros, todos tenemos mucho miedo y no nos dicen nada".

Las personas se enfrentan al confinamiento solitario en todo el país por protestar contra políticas inseguras. En marzo, un hombre de la Institución Correccional Martín en el estado de Florida fue esposado y puesto en una unidad de vivienda restrictiva mientras esperaba una audiencia disciplinaria por negarse a quitarse una máscara. Los supervisores también prohibieron a los oficiales usar máscaras a principios de abril, según un miembro anónimo del personal del Departamento de Correcciones del estado. Para el 27 de abril, el sistema penitenciario del estado de Florida había contado 126 resultados positivos del examen para determinar COVID-19.

Las protestas también han estallado en todo el sistema de detención de inmigrantes, y la respuesta del personal de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha reflejado la respuesta de represalia en las prisiones y cárceles. En San Diego, los detenidos se declararon en huelga de hambre en el centro de detención de Otay Mesa, el cual es operado de forma privada por CoreCivic y a mediados de abril, tenía el mayor número de casos confirmados de cualquier instalación de ICE en el país. "Estás hablando de cien personas que pasan por áreas comunes, usando las mismas instalaciones, teléfonos, mesas y microondas. Nada se limpia después de cada uso", dijo Joyce Noche, directora de la organización Immigrant Defenders. "He escuchado historias sobre personas que no usan equipo seguro para protegerse cuando preparan sus alimentos. Es simplemente ridículo". Noche dijo que su cliente en las instalaciones tenía prohibido hacer llamadas con sus abogados mientras participaba en la huelga de hambre. Cuando finalmente llamó después de más de una semana de silencio, le dijo a Noche: "Rompí mi ayuno para que me dejaran llamarte".

Varios otros huelguistas de hambre en Otay Mesa fueron enviados al confinamiento solitario. Y la organización de derechos humanos Pueblo Sin Fronteras lanzó el audio de una mujer en las instalaciones gritando mientras los agentes disparaban gas pimienta en su celda y en los que la rodeaban. Ella y un grupo de mujeres se habían negado a firmar un contrato que potencialmente absolvería a CoreCivic de la responsabilidad de su salud, a cambio de máscaras. Después de exigir recibir máscaras sin condiciones, por lo menos una mujer, una solicitante de asilo de México, fue puesta en confinamiento solitario. Noche dijo que, basándose en el tiempo de retraso de los informes de ICE, ella estima que ahora hay más de 100 casos positivos en Otay Mesa. "Estas personas son esencialmente condenadas a muerte".

En marzo, más de 300 inmigrantes participaron en una huelga de hambre en el Centro de Detención del Noroeste en Tacoma, Washington, exigiendo que ICE siga los protocolos de salud necesarios. Los participantes fueron aislados en confinamiento solitario, y algunos incluso fueron deportados. Aunque la huelga duró casi un mes, Maru Mora-Villalpando, organizadora del grupo de derechos de los inmigrantes de La Resistencia, dijo al Spokesman Review: "El número de detenidos que participaron en la huelga de hambre en marzo disminuyó rápidamente porque hubo represalias inmediatas".

En el Centro de Procesamiento del Sur de Texas, una instalación de ICE operada por el grupo GEO, 60 trabajadores de cocina y de la limpieza se declararon en huelga después de que los nuevos inmigrantes transferidos a la instalación en marzo no fueron examinados para detectar el virus. Cuando los trabajadores se negaron a regresar a sus celdas hasta que todos fueron liberados, los agentes respondieron con gas pimienta. Nueve de los huelguistas fueron enviados a viviendas restringidas y ahora enfrentan cargos disciplinarios.

La intimidación física y el abuso, así como el confinamiento solitario, son prácticas utilizadas contra personas encarceladas cuando protestan o incluso buscan ayuda médica. En Rikers Island, los oficiales correccionales rociaron con gas pimienta a ocho personas sin previo aviso en marzo después de que pidieron que les tomaran la temperatura en una clínica de la cárcel, lo que se consideraba un desafío a una orden del "encierro". En la cárcel del condado de Broward en Fort Lauderdale, cuando las personas cubrieron sus ventanas o inundaron sus celdas para intentar obtener atención médica, fueron amenazadas con armas Taser.

En la prisión FCI Oakdale en Louisiana, donde se produjeron las primeras muertes en una prisión federal por el coronavirus, los presos fueron esposados y rociados con gas pimienta por protestar cuando los funcionarios devolvieron a personas anteriormente enfermas a la población en general. Y cuando las personas en la cárcel del condado de Oakland en Michigan se quejaron de condiciones inseguras, la instalación amenazó con transferirlas a un edificio que albergaba personas infectadas con coronavirus, según un abogado de la ACLU que los representó en una demanda.

En el Complejo Correccional Monroe del estado de Washington, después de descubrir que seis personas encarceladas habían dado positivo por coronavirus, más de 100 hombres protestaron en el patio y dispararon extintores. Los oficiales dispararon balas de goma y gas pimienta a la multitud. Un hombre encarcelado en las instalaciones le dijo a Tomas Keene, un periodista encarcelado que escribe para Crime Report, que "a pesar de que son los oficiales los que transportan el virus, el personal nos mira como si nosotros estuviéramos infectados, como si estuviéramos los intocables". Keene señaló que la sociedad ya "actúa como si ciertas personas fueran peligrosos instigadores de disturbios que necesitan ser secuestrados... Por lo tanto, no es sorprendente que muchos oficiales correccionales lleguen a pensar en los presos como contagiosos, como una amenaza".

Por supuesto, la mayoría de las personas encarceladas que viven en aislamiento como resultado de la pandemia de coronavirus no enfrentan represalias, sino que experimentan cuarentena o segregación médica tras las rejas. Muchas instalaciones no han tomado medidas para distinguir la separación médicamente necesaria del aislamiento solitario punitivo, aunque existen pautas claras para hacerlo. Algunas cárceles están operando bajo el cierre total por períodos prolongados, y otras están poniendo en cuarentena a personas enfermas en celdas de aislamiento, en prisiones estatales tipo supermax, o en unidades anteriormente cerradas con antecedentes de condiciones tortuosas.

Por otro lado, el poner a las personas en confinamiento solitario por levantar sus voces, no es un efecto secundario no intencionado, sino un acto deliberado de silenciamiento y represalia. Durante mucho tiempo, el solitario ha sido una herramienta utilizada por las prisiones y las cárceles para aplastar las protestas y castigar a quienes hablan en público. Esto sucedió en 2017, cuando presos en 17 estados participaran en una huelga organizada por el Incarcerated Workers Organizing Committee (IWOC). Sucedió nuevamente el año siguiente, en represalia por una huelga nacional en protesta a las condiciones laborales en las cárceles, organizada por Jailhouse Lawyers Speak. Y a principios de 2019, cuando las personas en el Centro de Detención Metropolitano federal de Brooklyn sufrieron durante una semana sin calefacción y electricidad en pleno invierno, las autoridades tomaron represalias una vez más contra aquellos que protestaron al ponerlos en aislamiento.

En tiempos normales, las prisiones y cárceles hacen cumplir rutinariamente políticas que silencian a las personas encarceladas y limitan sus comunicaciones con el mundo exterior. Se prohíbe a las personas tras las rejas acceder a Internet, y sus cartas, llamadas telefónicas y comunicaciones electrónicas se controlan constantemente. La mayoría de los sistemas penitenciarios limitan la capacidad de los periodistas para ingresar a las instalaciones o comunicarse con personas encarceladas. De hecho, The Intercept informó recientemente que las prisiones y cárceles en al menos tres estados están utilizando software para marcar mensajes que mencionan el coronavirus. Si bien la compañía de software y los funcionarios correccionales afirman que esto ayudará a identificar a las personas enfermas, los defensores temen que se use para vigilar y censurar cada vez más lo que las personas encarceladas le dicen al mundo.

El confinamiento solitario en los Estados Unidos siempre ha sido esencialmente una medida de control que los sistemas correccionales emplean con poco o nada del debido proceso de ley o supervisión. No es sorprendente, entonces, que en un momento en que la mirada del público está en las prisiones, las prisiones, cárceles y centros de detención, utilizan el solitario para golpear a quienes defienden su propia salud y la vida de quienes los rodean, y para ocultar de la vista pública la amenaza fatal que COVID-19 representa para las personas encarceladas.

Valerie Kiebala y Katie Rose Quandt / Solitary Watch | 5 de mayo, 2020
Traducción: Carolina Saldaña
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https://solitarywatch.org/2020/05/05/as-covid-19-spreads-through-prisons-officials-use-solitary-confinement-to-suppress-and-sil

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