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Tercera nota de la pandemia: la mascarada de la sociedad virtual
10 mai 2020
Tercera nota de la pandemia: Encerrados (en las casas) podemos asistir al relato elaborado de la catástrofe repetido por los Media, que retransmite un modelo de gestión de la crisis que supera el formato de la “Monoforma” (Watkins) mediante el uso directo de anuncios y la publicidad.
Encerrados (en las casas) podemos asistir al relato elaborado de la catástrofe repetido por los Media, que retransmite un modelo de gestión de la crisis que supera el formato de la “Monoforma” (Watkins) mediante el uso directo de anuncios y la publicidad. La “Infodemia” según la MIT Technology Review nos enfrenta a una doble paradoja: La misma infraestructura tecnológica que perpetúa la infodemia es creada por compañías de plataformas que se benefician de la difusión de información constante. Y al mismo tiempo y no por casualidad: Los sistemas de alerta de emergencia deben incluir a las compañías de plataformas sociales para que sea posible la transmisión de la información crítica. Hay diferentes maneras de conseguirlo, pero utilizar la infraestructura de publicidad online para garantizar que los usuarios obtengan información local, oportuna y fiable es solo una forma de abordar este desafío. Estos estudios de mercado del “conductismo” informacional pasan por alto las paradojas más relevantes de la comunicación, las que invalidan el fundamento del mensaje y la utilidad de la información, si es que alguna vez la tuvo. No es que la información ya haya sido sustituida en su mayor parte por la propaganda, que nos sea indiferente, es que lo que resta de información en la noticia es emitida paradójicamente, no para provocar una reacción sino como corolario de la impotencia. El material retransmitido no tiene como objeto ninguna intervención excepto la que justifica el comportamiento social del relato dominante. La normalidad del mundo que nos ha tocado vivir, trata la visión de la miseria, la tragedia, la violencia, con la pasiva naturalidad con la que se engrana la siguiente banalidad, se puede pre-sentir la intimidación del mensaje ¡aún podría ser peor!
Que algún espectador impasible se convenza de que aquello que emiten es (un reflejo) la colectividad, y que hablándonos de “conjunto” la modelen emitiendo retazos, no deja de ser una ilusión pasajera y coyuntural, por lo general es bien sabido que comunican aquello que mejor les conviene silenciando todo lo que molesta. De tal manera que la evocación de los Media se adapta y se reelabora, hasta hace un momento dedicada a representar la naturalidad de la sociedad fragmentada, ahora promocionando el “Todos Juntos” con la unidad del sketch publicitario, hora diseminando los nuevos preceptos de la colectividad desmantelada. Y es que toda catástrofe (de la “economía”) requiere una formulación adaptada de la percepción sensible y emocional del mundo, elaborada para in-formar y escoltar al confinado espectador, un relato social acorde con la estructura de dominación.

¡Saltó el Moloc de la chistera! Como no existe una política global para hacer frente al contagio y los políticos locales han desmantelado gran parte de la sanidad pública, cuando no hay medios ni material de protección ni mascarillas y muchas de las que llegan no son apropiadas y provocan contagio (hay más de 1.000 sanitarios aislados por su uso), tampoco test ni fiabilidad y menos aún capacidad de gestión, solo cabe aislar a millones de personas que no padecen la enfermedad y agudizar la crisis en el modelo de gestión. Como no pueden atacar las causas estructurales de la crisis que ha provocado la pandemia, las causas deben señalar al individuo que no se ha confinado convenientemente como el culpable del contagio.
¿Salto cualitativo, pandemia capitalista, plagio de una película? “Confinados”, “Distancia social” “Enmascarados”, resiguen el guión por capítulos de una “sociedad” hi tech al servicio de la clase capitalista y su economía, manifiestamente incapacitada para todo lo demás, ya se sabe sin miedo no se puede gobernar pero también se puede gobernar desde el miedo. El miedo atávico de una clase que igual, a través de las agrupaciones conservadoras, organiza manifestaciones con fusiles de asalto en los estados del sur, que vitorea las soflamas a favor de un golpe de estado de Bolsonaro. “Todos juntos” reza la publicidad, los de la primera línea, las trabajadoras “esenciales”, los trabajadores rurales, los de la “uberización”, las del trabajo reproductivo, los trabajadores inmigrantes, el precariado, los trabajadores y trabajadoras sin papeles, pero los muertos se concentran en los banlieue, en los barrios de los migrantes, con los más pobres, son negros, el job market nos facilita la miserable elección entre morir de hambre o por el coronavirus. Miedo a la muerte un tanto injustificado, The New York Times informa que “diecinueve de los 20 vecindarios con el menor porcentaje de pruebas positivas han estado en códigos postales ricos”.
¿Será suficiente el encierro para satisfacer su miedo? Se puede responder a la pregunta con un no. Esta vez, la función sí está en sintonía con la pre-visión de la “catástrofe social” que se avecina y la amenaza que pueda suponer el futuro inmediato, incorporando al nuevo relato de la comunidad en crisis una buena dosis de represión profiláctica y disciplinaria, de violencia simbólica, incrementado la política del abuso y la violencia policial, la máscara también sirve a la delación y de mordaza para desplegar la sanción (casi 700.000 denuncias solo en España), se ha anotado ya la analogía con la contra insurgencia.

La crisis de la economía capitalista es anterior a la aparición del virus, la aparición del virus es una consecuencia más de los efectos del “ecosistema” capitalista, el virus agrava las crisis existentes con otros medios. Los indicadores económicos ya señalaban una recesión del capital productivo y una profundización de la crisis mundial que tiene que ver con el mercado del petróleo, el sostenimiento del sistema monetario basado en el dólar, el fin del imperio norteamericano y un nuevo orden mundial, las dificultades en la formación y realización de valor y la baja de la tasa de ganancia, la financiarización y la consiguiente formación de capital ficticio sin respaldo y la emisión de dinero que va dirigido al trapicheo de la especulación financiera, que no produce riqueza real pero la concentra en pocas manos. La caída del comercio y la inversión mundiales, el aumento de la deuda privada, la robotización y las dificultades de mantener la explotación del trabajo, estructurando una economía insostenible donde el PIB baja y la deuda que beneficia a las corporaciones crece.
La “expansión cuantitativa” o política de expansión monetaria (emisión sin respaldo) implementada por los bancos centrales, que emplaza a las corporaciones financieras a la recompra de sus propias acciones, expresa la profundidad de la crisis de reproducción en la que se encuentra sumido el capitalismo. Después de la crisis del 2008, la nueva crisis financiera de febrero-marzo de 2020, precedida de otra en el 2019, afecta esta vez a todos los mercados de valores, es de alcance mundial (las cifras son de dominio público). Según los datos del Institute of International Finance (IIF), la deuda global alcanzó los 253 billones (con b) de dólares en 2019, equivalente al 322% del PIB mundial, el Capital es deuda, la más alta que jamás ha existido y sigue creciendo, y ahondando la brecha entre la propaganda y la realidad económico-social. Esto es lo que podemos esperar del progreso.

Ya se sabe que toda crisis, de producción y reproducción, capitalista comporta destrucción y desvalorización de capital, no vamos ha elaborar pronósticos. Según las organizaciones encargadas de cuantificar la tragedia capitalista, 8.500 niños mueren en el mundo cada día de desnutrición, de los 3.300 millones de la población activa, unos 2.000 millones trabajan en la “economía informal”, ¿cómo podrán sobrevivir sin trabajar?, unos 1.600 millones de trabajadores perderán sus empleos o verán reducidos sus salarios. Mientras, el rescate dirigido a reflotar el sistema financiero y su ingeniería, lo que la revista The Economist calificó como “el rescate más grande de la empresa privada en la historia”, el equivalente del PIB japonés, será transferido a las grandes empresas gracias al intervencionismo económico de los Estados. Sería ridículo compararlo con los recursos destinados a la clase trabajadora, bien al contrario la liquidación (impagable) de la deuda supondrá un incremento de la tasa de explotación (trabajo no pagado) y una caída de los salarios vía inflación.

La “clase política” del Estado, escudada tras la mascarada de la democracia representativa, constituye una clase aparte incapaz de gestionar otra cosa que los intereses de la clase capitalista, desvinculada de la vida cotidiana requiere del aparato mediático para el despliegue del monólogo dialógico con el que diseminar el relato de la dominación formal.
Los científicos “orgánicos” son la casta llamada, "agentes dominados de la dominación", emplazada a la altura del relato de la catástrofe, prójimos al complejo político médico sanitario farmacéutico, sirven la coartada del “orden sanitario” que ilustra la gestión, componen la dominación instrumental de la crisis.
La dominación real es un proceso histórico de concentración del poder en manos del Estado del Capital, ejercida mediante la intervención de los diferentes poderes de que dispone a tal efecto en cualidad de monopolio, la violencia, el castigo, la represión, contra aquellos o aquellas que se oponen a su mandato, la administración, que efectúa en beneficio de la acumulación de la clase capitalista, asegurando la desposesión de sus súbditos.
Desposeídos de los medios de vida por el Capital y desposeídos del dominio de la vida por el Estado se abre el paso a la servidumbre. El Estado a fin de cuentas es el Señor ideal de la era moderna que se decía adelgazado por la globalización, pero días de crisis alarman y el Estado es reclamado y convocado de nuevo en el estado de alarma.

Todo lo que es y debe ser la “sociedad”, se despliega día a día en la mascarada de la dominación que trata de mantenernos sometidos bajo la autoridad que nos desposee de dominio, extendiendo la acumulación por desposesión y subyugando la biosfera al imperativo de la mercancía, formulando un relato que extiende y propaga una visión del mundo y la vida colectiva, que trata de naturalizar todo aquello que no nos está permitido y no podemos hacer, porqué eliminaría los privilegios de una clase social (alrededor del 13%) sobre el resto de la “sociedad”: acabar con el hambre y la penuria, la violencia y la guerra, la explotación y la miseria, la humillación y la represión, equilibrarse con la naturaleza, restituir la comunidad humana, sin máscara…


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Primero de mayo del 2020
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