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Anàlisi :: sanitat
El auge del fundamentalismo científico
04 mai 2020
25-05-2015 / Contrariamente a lo que algunos creen, la ciencia no es un órgano impenetrable de hechos establecidos, que deben defenderse a toda costa en nombre de la verdad. Cuando la ciencia se convierte en la forma de ver la vida, en una filosofía de la vida, un marco metafísico para explicar la existencia, ya no se trata de ciencia sino de cientifismo.
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¿Conspiración anti-holística, o realidad?

Una serie de acontecimientos recientes tienen en común un rasgo peculiar.

· La demanda para que el Dr Mehmet Oz (1) fuera apartado de su puesto académico en la Universidad de Columbia.

· El bombo propagandístico del sarampión (2), que desencadenó una avalancha de esfuerzos legislativos por todo el país, destinados a restringir la libertad de elección en cuanto a vacunación.

· La revisión que la F.D.A. decidió llevar a cabo sobre el estatus de las medicinas homeopáticas.(3)

· Y lo más reciente, una extraña serie de artículos aparecidos en prensa, minimizando la importancia de que un restaurante de comida (Chipotle’s)(4) diera pasos para incorporar sus menús libres de organismos genéticamente modificados.

El punto en común de todos estos acontecimientos es que estaban impulsados por elementos extremistas dentro del mundo científico, cuya intención es controlar los relatos de lo que se considera aceptable y de lo que no se considera aceptable, o ciencia “real”. Estos fundamentalistas y agitadores corporativos, que actúan ostensiblemente en nombre de la ciencia, pueden ser equiparados a los fanáticos religiosos que buscan imponer su versión del sagrado dogma científico al público en general, mientras al mismo tiempo prohíben que lo que creen que son nuevas ideas heréticas puedan recibir una audiencia imparcial.

Conflicto de valores

Resulta educativo reflexionar acerca de la compleja y antigua tensión histórica entre ciencia y religión, un fenómeno que yace en el centro de lo que ha venido siendo conocido como nuestras modernas guerras de cultura. Pilladas en el fuego cruzado de esta guerra no santa se encuentran una amplia variedad de terapias holísticas, muchas de las cuales se hallan respaldadas por un montón de evidencia, tanto experimental como experiencial. Sin embargo tienden a ser víctimas habituales de la retórica difamatoria de los detractores extremistas en ambos bandos de la división polarizada.

El ejemplo más comúnmente citado por los historiadores de la ciencia es la opinión de Galileo de que la Tierra gira alrededor del Sol, un hecho que contradecía directamente el dogma de la iglesia de aquellos tiempos. Rápido adelanto del debate contemporáneo sobre los orígenes del universo y la evolución de la vida en nuestro planeta. Ambas partes disputan con igual fervor puntos de vista opuestos, totalmente seguros de sus convicciones, ya sean científicas o religiosas. Muchos creen que sólo cabe una única postura, y que es imposible que coexistan elementos de ambas. Aparentemente no se cree posible que un poder más elevado haya puesto en marcha la evolución del Universo.

A nivel superficial, el conflicto de valores parece colapsarse a lo largo de líneas políticas tendenciosas, sin embargo el ámbito de la salud holística puede dar lugar a extraños asociados. Las terapias holísticas son generalmente acogidas por personas más educadas, con inclinaciones liberales, que desconfían de la Gran Medicina porque el tratamiento médico puede ir acompañado de cantidad de efectos secundarios que hacen peligrar la salud.

En el otro bando, algunos más extremistas han defendido también la medicina holística como símbolo de la auto-determinación, especialmente libertarios que sospechan que la Gran Medicina es una amenaza a sus libertades personales.

Como reflejo de una parecida inusual mezcla, algunos críticos de las vacunas son liberales con orientaciones holísticas, algunos son extremistas que desconfían de la interferencia gubernamental, y no pocos representan a aquellos que han sido testigos de primera mano de los peligros de las vacunas.

También es cierto que los críticos de las vacunas a menudo resultan vapuleados por las élites liberales, que han depositado su fe en lo que perciben como la “ciencia” que supuestamente respalda a las vacunas, en una postura que va en contra de su sospecha generalizada en relación a los motivos de las grandes Farmacéuticas y de la Gran Medicina. En otras palabras, no hay una clara delimitación que separe a los partidarios holísticos de los detractores.

En contraste con la época de Galileo, en la que la autoridad de la Iglesia era quien tenía la última palabra en materia de “hechos”, en las guerras de la cultura moderna se desmelenan a gritos quienes están al lado de la ciencia y quienes no lo están, como diciendo que la ciencia siempre está al lado de la verdad y todos los demás basan sus opiniones en fuentes de información no fiables y/o supersticiosas. Galileo fue condenado a arresto domiciliario durante los últimos años de su vida, acusado de herejía religiosa. Se tiene la clara sensación de que algunos dentro de la institución científica les gustaría acusar a los críticos de las vacunas y a los partidarios de la medicina holística de herejía científica.

Los foros públicos de internet a menudo están dominados por partisanos escépticos con poca tolerancia hacia los puntos de vista contrarios.

Quienes se auto nombran defensores de la ciencia, por ejemplo, presentan a los críticos de los Organismos Genéticamente Modificados como anti-científicos, sin que importe el hecho de que hay creciente evidencia de que los OGM crean un sinnúmero de problemas ambientales, en la cadena alimentaria y en la salud de la población. Los defensores de la ciencia tienden a salirse con la suya con su retórica partidista, en gran parte porque vivimos en una era altamente científica.

La mayoría de personas que no se han parado a considerar en serio estos temas tienden a asimilar pasivamente el espíritu de la época, que es la creencia de que la ciencia está en lo cierto, en virtud simplemente del hecho de que es ciencia. Lo único que debe hacerse es declarar algo, luego afirmar que hay estudios científicos que lo respaldan, y la mayoría de personas tenderán a creerlo. Es la ventaja que se obtiene al haber dado forma a la opinión cultural general y convencional.

Escepticismo científico basado en la fe

La opinión pública relativa a los tópicos científicos polémicos está profundamente influenciada por unos medios informativos cada vez más superficiales, que fallan en no escarbar en profundidad, y en en vez de eso eligen amplificar las opiniones que sostienen los accionistas corporativos.

Los medios tienden también a repetir las opiniones como loros, patrocinados por aquellos que hacen más ruido. Esos hacedores de ruido representan a menudo minorías pequeñas, pero muy vociferantes. Una de tales minorías es una creciente comunidad de escépticos científicos (5) que se ven a ellos mismos como “los guardianes de la ciencia”, listos a protegerla de las formas imaginarias de blasfemia científica o, tal como los escépticos la llaman, la pseudociencia.

El escepticismo organizado se está rápidamente convirtiendo en una fuerza maligna que se disfraza de ciencia, pero que funciona de manera efectiva y engañosa como policía de pensamiento científico. Su propósito es socavar cualquier amenaza percibida contra lo que creen que es la sola y única forma verdadera de ciencia legítima.

En el proceso de atacar, entre otras cosas, a las terapias holísticas del tipo de la homeopatía, la acupuntura, la fitoterapia, e incluso la nutrición, los escépticos inadvertidamente mancillan la reputación y credibilidad de la propia verdadera ciencia.

Es importante comprender como y porqué hemos llegado a este callejón sin salida. La mayoría de personas desconocen la diferencia entre ciencia, pseudociencia y cientifismo. Incluso los mejor educados, incluyendo a muchos de los propios científicos, no están familiarizados con los temas implicados. La guerra cultural entre ciencia y religión, conocida también como las guerras de la ciencia, es en gran medida una actividad de desinformación. En el fondo es una actividad de desdibujar las líneas que separan el hecho científico de la fe científica.

Como sociedad que ha abandonado sus raíces espirituales, la cultura estadounidense ha tendido en cambio a depositar cada vez más su fe en la ciencia, la tecnología, los fármacos, y en aquello que muchos han denominado el mito del progreso científico.

Reafirmados por nuestra fe colectiva, la ciencia y la tecnología no se detienen, se mueven usualmente en beneficio de intereses corporativos, a menudo sin revisión crítica, sin limitaciones éticas, y a expensas de nuestro medio ambiente y de nuestro bienestar personal. Quienes se atreven a cuestionar la “ciencia” probablemente acaben siendo blanco de mucho escarnio.

Por tanto, ¿cómo podemos liberarnos de esta lealtad ciega a una ciencia que no es realmente ciencia?

Se precisará auto-educación y discernimiento, empezando por examinar la verdadera naturaleza de la propia ciencia. La definición de ciencia, esa disciplina que todos nosotros pensamos que comprendemos, no es tan clara como parece. Ni siquiera los filósofos de la ciencia se ponen de acuerdo sobre la definición de ciencia. Resulta que la ciencia no es tan científica como uno pensaría, fundamentalmente porque se basa en un número de creencias de base muy importantes que, paradójicamente, no son capaces de ser verificadas científicamente.

Paradigmas enfrentados

Pocos negarían que la ciencia médica convencional funciona a partir de un modelo materialista. Supone que el cuerpo físico es la base de toda salud. Toda enfermedad, tanto de cuerpo como de mente, se supone que tiene su origen en el cuerpo físico. La medicina centra sus recursos en el aprendizaje de cómo manipular el cuerpo material como medio para curar la enfermedad.

La sanación holística funciona a partir de un modelo muy diferente. Supone que cuerpo, mente y espíritu son facetas integradas de la persona total. El holismo reconoce, por tanto, que las intervenciones materiales, por sí solas, son insuficientes para sanar cualquier enfermedad. Las vías adicionales de sanación incluyen técnicas que involucran una comprensión de la conciencia humana, de la bioenergía y de otros factores que juegan un papel en el desarrollo y tratamiento de la enfermedad.

Ambos paradigmas utilizan una gran variedad de metodologías científicas. Nadie discute que la medicina convencional sea una ciencia. También es cierto que la acupuntura, la homeopatía, la medicina Ayurveda y la Medicina Tradicional China, por ejemplo, son ciencias por derecho propio. Sin embargo, son ciencias muy diferentes en el sentido de que, al igual que la ciencia médica convencional, aquellas empiezan partiendo de supuestos básicos diferentes, no verificables científicamente.

Puede decirse que la medicina oficial no es una ciencia pura porque debe empezar con propuestas metafísicas. La medicina oficial supone que el cuerpo físico es el fundamento de su forma de ver la vida metafísica (incluso si de boquilla habla del poder de la mente).

En cambio, la medicina holística contempla a la enfermedad como un fenómeno más complejo que implica factores materiales e inmateriales. No es posible demostrar que una filosofía es más cierta que la otra. Sólo se pueden juzgar a través de los resultados que ellas producen. Para mi está claro que cada una tiene sus fortalezas y sus debilidades y que, unidas, forman un sistema de sanación más completo.

Diferenciando a ciencia de cientificismo

¿Por qué pues la medicina oficial manifiesta repetidamente que el suyo es el único enfoque científico viable de la enfermedad y de la sanación? La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en nuestra definición de ciencia.

· La Ciencia es una metodología mediante la cual intentamos comprender el mundo natural. El método científico es un medio para investigar los fenómenos naturales. La ciencia es una herramienta muy práctica para adquirir conocimiento. No es rígida ni inflexible. La ciencia cambia con el curso de la historia. Y creo que la ciencia seguirá cambiando junto con la evolución de la conciencia humana.

· El Cientificismo, por otro lado, es una ideología que presenta muchas similaridades con las formas de creencia fundamentalistas. El común denominador de todas las posturas fundamentalistas es la absoluta certeza de la exactitud de sus afirmaciones. No dejan espacio para disidencias ni diferencias de opinión. Los impulsos fascistas del fundamentalismo científico sirven primero, y ante todo, para limitar la libertad de pensamiento. El cientificismo es un abuso de la autoridad científica que justifica casi todas las afirmaciones que uno desee realizar, todo en nombre de la ciencia. El cientificismo es, de hecho, una anti-ciencia. La corriente principal de la medicina se haría a sí misma un gran favor separándose de todas las influencias cientificistas.

Naturalmente los problemas surgen cuando uno no es capaz de discernir las diferencias entre ciencia y cientificismo. Esa es precisamente la fisura que los escépticos buscan explotar.

No basta con liarse simplemente en actividades científicas; los escépticos creen que deben salirse de su camino para invalidar, o como gustan decir, “desmontar” (debunk) a todas las fuentes rivales de información y conocimiento.

El distintivo del cientificismo es su necesidad de desacreditar lo que se percibe como una amenaza a su forma de ver la vida.

Esto lo realizan sembrando confusión sobre la naturaleza de la ciencia, de lo que es y lo que no es. El cientificismo hace afirmaciones que suenan científicas pero que no tienen una base real en la ciencia. Los escépticos comprenden el poder de la verdadera ciencia, y se apropian de esa autoridad para adelantar su agenda no científica. Esa agenda apunta fundamentalmente a difamar tres objetivos principales:

· la creencia religiosa
· todas las formas de medicina y sanación holística, y
· aquellos campos de conocimiento que buscan comprender la conciencia humana, tales como la parapsicología, los estudios psíquicos y la espiritualidad.

Por ejemplo, la propaganda científica se utiliza para silenciar las críticas acerca de las vacunas y de los Organismos Genéticamente Modificados -OGM-, como si sus preocupaciones no estuvieran basadas en la ciencia, una idea que es obviamente absurda.

El cientificismo busca también replicar las creencias religiosas en relación a los orígenes del universo, como la de decir que el Big Bang es un hecho científico demostrado. Desde luego, el Big Bang es una teoría, una teoría quizás tan especulativa como cualquier otra teoría de la creación, aunque elaborada de forma muy inteligente. Pero ninguna postura puede ser demostrada a través de una metodología científica, sea la que sea.

El cientificismo intenta incluso refutar la propia creencia religiosa, sobre la base de que no existe prueba científica de ningún dios. Los escépticos parecen haber olvidado que tampoco existen pruebas científicas de que no existe ningún dios. Hay que tener en cuenta que un gran porcentaje de escépticos son ateos que se desahogan con la ilusión de la “certeza” que les aporta su adoración de la ciencia. Dada la creciente oleada de fervor cientificista en las culturas tecnológicamente avanzadas, es fácil ver porqué se ha intensificado la cultura de la guerra (del conflicto).

Las personas con inclinación espiritual están legítimamente preocupados por el imperialismo científico y su general irreverencia por la libertad de pensamiento religioso. Algunos líderes religiosos, incapaces de diferenciar claramente entre ciencia y cientifismo dirigen sus críticas en lo que perciben como una falta de límites adecuados de la ciencia en general.

La ciencia verdadera conoce que su terreno está limitado a las cosas del mundo natural. Los científicos serios comprenden que la religión está fuera de los límites de conocimiento científico. Los auténticos culpables, por tanto, son los escépticos que propagan el cientificismo. Los escépticos fracasan en respetar esos límites y convierten en algo de su incumbencia transgredirlos, en nombre de la ciencia.

Como consecuencia, temas de verdadera preocupación científica, como la distorsión que observamos en el clima, se embrollan en las mentes del público en general, y se mezclan con preocupaciones cientificistas inventadas, como la supuesta falta de seguridad de las medicinas homeópatas, o las denominadas “creencias irracionales” de los ciudadanos, que piden se etiqueten los alimentos que contienen ingredientes de OGM.

Los pacientes de orientación mental holística tienen preocupaciones similares en relación al imperialismo cientificista. Lo mismo hacen los médicos holísticos, quizás incluso más, porque sus actividades plantean una amenaza directa en las mentes de quienes tienen su fe depositada en la autoridad de la medicina materialista oficial.

Estrategias y tácticas deshonestas

Los escépticos son conocidos por recurrir a una variedad de tácticas engañosas, inmorales y malintencionadas a fin de conseguir sus objetivos. Una de esas tácticas es afirmar que la idea que desean desacreditar simplemente no es científica. Si no es científica, siguen argumentando, entonces debe ser descartada. Llevando la lógica un poco más allá, si no es científica entonces es que debe ser pseudocientífica.

La “pseudociencia” no es más que un palabro médico utilizado para silenciar ideas heréticas. Es un término falso, inventado para transmitir el mensaje, “vuestra ciencia no juega con las normas de nuestra ciencia”. Los únicos verdaderamente seudocientíficos son los escépticos, que promocionan ideas no científicas en nombre de la ciencia.

Utilizaré mi propia profesión de médico homeópata como un ejemplo aquí. Los escépticos han sido conocidos por repetir hasta el infinito el mantra de que la homeopatía no es una ciencia porque no existe evidencia científica para apoyarla. Cualquier persona razonable, de mente abierta, descubrirá con rapidez que esto es totalmente falso.

La metodología homeópata es totalmente rigurosa, y existe una creciente montaña de investigación que confirma su actividad biológica y su eficacia. Declarar otra cosa es una falsedad descaradamente no científica. Similares afirmaciones, así como la falta de evidencia en apoyo de muchos tratamientos nutricionales y herbales, carecen también de fundamento. Pero esto no detiene a los escépticos de realizar intencionalmente dichas declaraciones.

Cuando se les recuerda a los escépticos la existencia de numerosos estudios homeópatas, su táctica siguiente es encontrar fallos en la calidad de esos estudios. Escudriñan la investigación buscando el más ligero error, que entonces está magnificado más allá de toda razón. Si se aplicara el mismo ojo crítico hacia la investigación médica convencional, no quedaría nada en pie. Todo el fundamento de la medicina científica se reduciría a cenizas.

Cuando las personas incautas desafían a los escépticos, compartiendo sus historias de éxitos personales que implican tratamiento homeópata, son vituperados por ser cándidos, novatos no científicos, cuyas experiencias constituyen una evidencia inválida en el tribunal de la opinión científica.

Esta quizás sea, para mí, la consecuencia más pérfida del fundamentalismo científico. Ha programado a muchas personas, tanto profesionales como laicas, para creer que sus experiencias personales son “simplemente” anecdóticas, y que no valen para nada. Pero “anecdótico” es realmente tan sólo otra de esas desdeñosas palabrotas médicas. Se utiliza para denigrar la experiencia de primera mano como irremediablemente prejuiciada, como diciendo que nada puede rivalizar con los prístinos estudios de investigación dirigidos por científicos de mentalidad objetiva.

¿De qué otra manera podrían los médicos ignorar los relatos de primera mano de los padres que informan que sus hijos que antes eran normales, han efectuado una regresión a un estado autista al cabo de horas o días de haber sido vacunados?

La ironía es que esos supuestos estudios de investigación imparciales resultan ser los mismos que han sido financiados por intereses corporativos, y cuyos hallazgos son rutinariamente impugnados por los últimos estudios patrocinados también por la Gran Medicina.

El secreto no tan secreto es que los documentos aleatorizados de los controles han sido elevados a un inmerecido estatus superior, en gran parte para servir a la industria farmacéutica. Tales estudios permiten diminutos incrementos de la diferencia estadística para justificar el valor de unos fármacos que, las más de las veces, son totalmente peligrosos. El objetivo es conseguir la aprobación de la FDA. Una vez se han reconocido los efectos secundarios, y el daño ya está hecho, las ganancias monetarias ya han sido maximizadas. El coste de la responsabilidad constituye sólo un pequeño porcentaje en los márgenes de beneficio de la empresa farmacéutica.

Cuando los escépticos están desesperados recurren a la táctica final, que es declarar que la homeopatía no es científica porque no puede ser explicada en términos médicos convencionales. La descarada tontería de tal proposición debería ser claramente evidente. Según ese baremo, toda investigación científica de fenómenos poco comprendidos debería ser detenida. Y un fármaco como la aspirina debería ser sacado del mercado partiendo de la base de que los científicos no saben realmente cómo funciona.

Ventajas del Holismo

Lo que de verdad molesta a la policía del pensamiento médico es que la teoría médica holística trata realmente algo muy importante. Y plantea una amenaza a la soberanía médica, en el sentido de que el holismo ha desarrollado métodos efectivos para tratar con los problemas de mente-cuerpo en formas que la medicina convencional es incapaz de emular.

En virtud de su filosofía materialista, la medicina convencional no tiene habilidad para comprender la conexión mente-cuerpo, y su papel en el desarrollo de la enfermedad. Y su naturaleza dogmática asegura que una gama siempre creciente de métodos holísticos para influir en la psique, la conciencia y la fuerza vital bioenergética siga fuera de los límites de la medicina convencional.

A menos que se cambie ese marco metafísico, la única cosa que a la medicina le queda por hacer es quitarle importancia al papel de la mente en la enfermedad, mientras que simultáneamente impone sus opiniones desfasadas sobre el mundo científico por medio de una variedad de medios desagradables. Eso se traduce en una creciente tendencia en abrazar las tácticas cientificistas fundamentalistas, a fin de mantener su parcela de poder.

Recapitulando, la medicina tecnológica moderna juega un marcado papel en el cuidado de la salud, legítimamente ganado. Se merece ese estatus siempre y cuando reconozca sus propias limitaciones, y respete los papeles que otras formas de medicina y sanación puedan interpretar.

La medicina insignificante busca imponer sus opiniones, pierde su estatus como ciencia y se convierte en ideología. Los medios informativos convencionales, y el público en general, a menudo son confundidos por la desinformación divulgadas en forma de propaganda científica.

Esa propaganda puede ser extendida por médicos inconscientes convencionales, por intereses corporativos, por escépticos declarados, y por profanos confundidos. Los escépticos organizados explotan esta confusión a fin de adelantar su agenda de medicina anti-holística.

Como consecuencia, la mayoría de opiniones de la gente, en relación a la medicina holística, se basan en un espectro de información que va de la mentira deliberada hasta la información confiable.

Un gran montón de discernimiento es necesario para ordenar los hechos de la ficción pero, para quienes hacen el esfuerzo, se puede traducir en recompensas potenciales en términos de salud y bienestar personal.

Referencias:
· http://www.mintpressnews.com/monsanto-launches-smear-campaign-against-do
· http://www.greenmedinfo.com/blog/practical-alternative-measles-hysteria
· http://www.greenmedinfo.com/blog/fda-scrutinizes-homeopathy-urgent-actio
· http://www.anh-usa.org/did-the-media-just-buckle-from-biotech-industry-p

* Larry Malerba, DO, DHt es un homeópata clásico, médico osteópata y educador cuya misión es construir puentes entre la sanación holística, la medicina convencional y la espiritualidad.

Su nuevo libro es Metaphysics & Medicine: Restoring Freedom of Thought to the Art and Science of Healing. También es el autor de Green Medicine: Challenging the Assumptions of Conventional Health Care. El Dr. Malerba es homeópata colegiado, es profesor auxiliar clínico en el New York Medical College, y el antiguo presidente de la Homeopathic Medical Society del estado de New York.

artículo original http://www.greenmedinfo.com/blog/rise-scientific-fundamentalism

notas:
1) El Dr. Mehmet Oz, vicepresidente y profesor de cirugía de la Facultad de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, ha sido el blanco de un ataque de Monsanto por señalar los peligros del Round Up. http://www.mintpressnews.com/monsanto-launches-smear-campaign-against-do
2) http://www.greenmedinfo.com/blog/practical-alternative-measles-hysteria
3) http://www.greenmedinfo.com/blog/fda-scrutinizes-homeopathy-urgent-actio
4) Primer restaurante en 1993, que trabajó con la idea de mostrar que la comida que se servía rápida no tenía porqué ser una experiencia de “comida-rápida”. Utilizando ingredientes crudos de alta calidad, técnicas clásicas de cocina y un diseño interior distintivo, se traían las formas de la cocina sofisticada al mundo de los restaurantes de servicio rápido.
5) Científicos… o simplemente escépticos a secas, puesto que muchas de las organizaciones y de páginas de “escépticos” en Internet carecen de cualquier tipo de credencial científica que los respalde en el tema que se lanzan a desprestigiar. (N. del E.)

fuente: https://quatregatsdelmoianes.wordpress.com/2017/02/22/el-auge-del-fundam

Texto en PDF
https://ecotropia.noblogs.org/files/2020/05/El-auge-del-fundamentalismo-

This work is in the public domain

Comentaris

Re: El auge del fundamentalismo científico
05 mai 2020
Es más sencillo... Despierta y ataca ahora lo demás para qué?

ADELANTE LA INSURRECCION ((A))

https://youtu.be/qfjHK5akD3Q

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