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Notícies :: globalització neoliberal
Notas de la pandemia: distanciamiento social
23 abr 2020
Nos imponen una nueva enfermedad y dicen que nos enfrentamos a nuevas y peores circunstancias, aislamiento, confinamiento, separación… pero con una breve mirada atrás...
Distanciamiento social

Nos imponen una nueva enfermedad y dicen que nos enfrentamos a nuevas y peores circunstancias, aislamiento, confinamiento, separación… pero con una breve mirada atrás, podemos reconocer las patologías previas, ya estábamos separados, aislados, encerrados en nuestras individualidades (y así nos quieren). Ni que decir tiene nombrar las anteriores tragedias, los desastres, las muertes y guerras que provoca la reproducción capitalista, solo importa aquello que amenaza a los gestores de la barbarie. Distanciación social, es una palabreja que solamente constata aquello que cada día sustenta y produce la propia economía capitalista. En realidad la ruptura social no es tal y el distanciamiento social no es nuevo atendiendo a las diferentes promociones del "individualismo", que no entiende el capitalismo ni sus productos como una relación social, que se cree al margen del "ser social" o que no alcanza a concretar la dimensión social del individuo. Ahora, el otro es un posible portador o infectado, un microbio, pero hasta hace bien poco podía ser un cliente o un vendedor, un “empleador” o un violador, un chivato o una víctima, uno cualquiera, aquellos ignorados… Son los síntomas que se agudizan dejando secuelas en la “condición humana”. El encierro que reconforta al miedo inquieta a la economía, la curva de la explotación se resiente. La distancia es necesaria, es una de las condiciones que posibilitan la apropiación privada del trabajo social. Es el contexto “habitual” de nuestras vidas, no digo que nos hayamos acostumbrado, solo que el capitalismo se sustenta en la abstracción social, en la cosificación, en la separación; las relaciones sociales entre personas se convierten en relaciones entre cosas, y eso no ha cambiado ni es nuevo. Es una tragedia de dimensión histórica que determina las condiciones reales de nuestra existencia, y la existencia misma de la “sociedad” o mejor dicho de la agregación. ¿Debemos aceptarlas y de que manera, asumirlas, transigir, entender que el mundo no fue creado por Dios sino por el Capital, a su imagen y semejanza? Cuestiones que finalmente determinan el grado de agregación al “mejor de los mundos posibles” y aquí podemos abrir o cerramos la caja de Pandora.

Cuestiones que vienen a discernir la totalidad del mundo o el mundo totalitario; aquellos que dirigen (lo que pueden), ordenan (a su gusto) y se benefician del “orden establecido” apropiándose de la riqueza social, aquellos y aquellas desposeídas que deben vender, si pueden, su tiempo, su fuerza y sus capacidades para su sustento, y sin ánimo exhaustivo, aquellos que poseen y ejercen una categoría considerada necesaria en el proceso de acumulación. Visto así, se podría pensar que bastaría una distribución más equitativa para arreglar el mundo, cosa que la socialdemocracia lleva repitiendo toda la vida, sin haberla alcanzado jamás. Pero el Estado, dicen, puede devenir más totalitario para preservar al Capital, por miedo a la complejidad de la crisis, a lo que la parada económica pueda desencadenar. Pero el capitalismo en su desarrollo histórico aspira a transformar el mundo y todo lo que contiene en Capital, bajo el imperio del “Libre mercado” todo se cosifica en mercancía, el hombre, la mujer, la biosfera, se pueden describir múltiples aspectos no solo como explotación, como apropiación del tiempo, marginados fuera de la reproducción capitalista dentro de ella meros objetos instrumentalizados. Eso invalida la gestión de lo humano, de la comunidad, lo que le atenaza persiste siempre y cuando este insertado en la cadena de valor. No alcanzo imaginar mayor ejercicio totalitario que la apropiación privada de la riqueza social refrendada por la representación discrepante de la “democracia de los propietarios”. Es la pandemia capitalista, la que se sostiene confinando al individuo y exprimiendo a la comunidad, la que trata de naturalizarse aplastando y explotando a la naturaleza, la que pone en riesgo la vida y entra en conflicto con los intereses que aseguran la continuidad y el progreso del individuo y la colectividad.

Desde nuestro aislamiento, desde la conflictividad a la que estamos sometidos, desde las reivindicaciones en las que estamos inmersos… nos posicionamos, dentro de lo posible, más allá, en lo utópico, en lo inmediato, en la defensa de lo que no queremos que nos sea arrebatado, de aquello que queremos, razones sobran no las enumeraré, compartimos aquellas que resisten por pequeñas que sean, las que no se licuan en el disparate reformista.
Por una razón o por otra seguiremos resistiendo a la dominación, porqué no nos han desposeído de la vida, porqué no tenemos dinero (la incapacidad de mantener el sistema de explotación es otro hito de la crisis capitalista) y el imparable progreso se alimenta con empleos de mierda que no dan para vivir, o no tenemos casa y muchos que la tienen la perderán, expulsados porqué el Capital necesita refugio, y nuestro entorno, el espacio en el que habitamos esta amenazado porqué el Estado del Capital es un bulldozer que allana el terreno para la acumulación...
Sin aunarlas, nuestras luchas, nuestras razones, nuestras necesidades.., en un horizonte anticapitalista, difícilmente nos podremos emancipar de la pandemia totalitaria.


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15 de abril del 2020
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