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Anàlisi :: ecologia
Globalización y productividad versus ecología (Diez horas con la globalización)
04 feb 2020
Artículo publicado en INDYMEDIA NL (Independent Media Centre of the Netherlands) en 2004, extraido de mi libro "Diez horas con la globalización"(Google) y que se podria haber escrito hoy.
Extraido de mi libro "Diez horas con la globalización"

En un futuro próximo el proceso global entrará en proceso de consolidación. Ello conllevará que definitivamente las empresas , sean de la nacionalidad que sean, no tendrán el control de los precios. Estos serán fijados por el mercado internacional, lo que implicará que las compañías no podrán repercutir en los precios sus aumentos de costes, porque sí así lo hicieran no venderían. Por ello, no tendrán otra salida , que compensarlos con una mayor productividad. Es decir han de conseguir que la producción crezca a un ritmo más que proporcional respecto a los costes.

Los incrementos de productividad lo están consiguiendo las empresas con la incorporación de innovación, con el factor conocimiento, en los procesos económicos, tanto en el terreno de la producción como en el de los servicios.. El empresario innova, vende más y produce más a unos mejores precios. Esta situación conlleva un aumento de la demanda global de bienes y servicios, un consiguiente aumento de la producción y los servicios , y a un nuevo aumento de la productividad, que a su vez incrementará la demanda nuevamente y así sucesivamente. ¿Hasta donde?. Hasta el cambio o el caos. Parece razonable que hemos de cambiar el modelo de crecimiento actual, basado en un consumismo perverso y un desprecio irresponsable por el medio natural y humano. Necesariamente hemos de plantearnos la necesidad de cuestionar el caduco Sistema Social Piramidal, en crisis y responsable de un delirante aislamiento personal egocéntrico que frena el inevitable proceso de individualización. Asimismo parece razonable que surjan planteamientos relacionados con una posible gobernabilidad planetaria, al menos en los temas más universales. Cada vez es más necesario que comencemos a cuestionar a los valores económicos como únicos y universales. El mercado no puede ser el único sentido de la condición humana. No podemos permitir que se nos siga distrayendo con la orden compulsiva de crear bienes destinados al omnipresente mercado global, hurtándonos cualquier debate trascendente y sumiéndonos en la obsesión compulsiva global insaciable, responsable de una demanda pervertida que roza los límites del absurdo. Millones de ciudadanos adquieren en el mundo innumerables productos, cuando menos de utilidad dudosa. Dentro del contextoa anterior y en primera derivada no parece descabellado pensar que el porvenir nos podría traer el deceso grotesco del planeta Tierra. ¿Por qué?. Porque nadie debe dudar que la influencia espacial de las empresas en el mercado global va a seguir creciendo, el mercado real es aún muy inferior al mercado potencial y ello conllevará la incorporación al mismo ,en un espacio de pocas décadas, de millones de nuevos consumidores obsesivo-compulsivos (chinos, sudamericanos, indios, habitantes de antiguas republicas soviéticas, etc...), que cambiaran sus particulares economías de subsistencia y comportamientos propios de tiempos menesterosos, por unas economías de suficiencia con sus valores perversos incorporados. Todo ello supondrá el crecimiento desmesurado de la producción y los servicios, con las connotaciones negativas que ello conlleva para el medio ambiente. Las innumerables agresiones al medio natural y humano traerán consigo el deterioro del planeta hasta límites insospechados, porque el descontrol actual así lo presagia. La realidad es que en este terreno nadie controla nada, por mucho que intenten los caducos estados-nación convencernos de lo contrario
Cualquier día nos daremos cuenta que el viejo Planeta Tierra, varicoso y engrasado, fétido amanecerá metalúrgico y sangrando como un recto roto.

Algunos piensan que los aumentos de productividad supondrán el incremento de empleo para los nuevos países emergentes y el desempleo para los países tradicionalmente ricos. Que ello supondrá una reducción de la jornada laboral, una bajada de los salarios hasta el punto de que sea mas barato contratar a la gente que invertir en tecnología. En esta línea pasaríamos de una etapa ávida de conocimiento a otra de administración de logros. y ello conllevaría la ralentización de los avances tecnológicos, un cambio de valores, un mayor equilibrio entre renta y ocio y una salida airosa a la torpe ofuscación actual

Los nuevos consumidores no deberán incorporar a su escala de valores nuestro caduco y demencial modelo, y si deberán tener claro que la demanda global pervertida ha de ser sustituida por una demanda racional y sobretodo compatible con el medio natural y humano.

En el terreno político y social quizás los individuos que componemos las diversas sociedades, perfectamente compatibles con la globalización si son significativas y no triviales, deberíamos plantearnos ya el paso del Estado Pirámide a un Estado Inteligente, un Estado Red, con modelos organizativos flexibles que consideren como fundamental la participación y aportación de cada ciudadano, revaloricen y se centren en su figura. En definitiva los Estados en un próximo futuro deberían orientarse más a catalizar las aportaciones de los ciudadanos, que a dirigir anacrónicamente sus vidas. La relación ciudadano-poder político, se debe modificar para que se vuelva creativa por parte del ciudadano. Por medio de la participación, el ciudadano deberá dejar de ser objeto de poder, para convertirse en sujeto del mismo. Al “Estado Inteligente”, al “Estado Red” le correspondería acercarse a las necesidades de los ciudadanos, no con el afán de protegerlos sino con la finalidad de facilitar y fortalecer la participación de los mismos en políticas concretas. La alternativa para el poder será el provocar las condiciones de interactividad adecuadas para conseguir la movilización motivacional de los ciudadanos, aunque para ello tengamos que pasar a un Estado-Virtual.

Independientemente de que nadie sabe lo que nos espera, ni como afectará todo esto a las relaciones humanas, parece que ha llegado es el momento de preguntarse si el incremento exponencial de la información y el conocimiento accesible, unido a una inmensa capacidad de comunicación global, puede llevarnos a una mayor sensibilización ante los problemas comunes.

Oscar Sánchez Fernández de la Vega (google) es autor del libro “Diez Horas con la globalización”(google)

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