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Manifiesto por un anticapitalismo rojo
09 set 2003
Manifiesto de los anticapitalistas revolucionarios
POR UN ANTICAPITALISMO ROJO
¿Es verdaderamente eso de Larzac el anticapitalismo...?
¿Constituyen verdaderamente esos varios cientos de miles de antiglobalizadores, reunidos, hace unas semanas, en el sur de Francia, bajo la batuta de José Bové, Attac y el resto de organizaciones que abogan por la reforma humanitaria del sistema, un exponente del movimiento destinado a hacer efectivas la destrucción del capitalismo y sus Estados...?
Que hablen por sí solos los hechos...
Para empezar, ¿quién cargó con el grueso de los gastos del encuentro? No es un secreto, ha salido publicado en la prensa: fue «el presidente regional socialista [léase del PSF]» (El País, 11.08.2003).
Para continuar, ¿qué opinión les ha merecido Larzac a los dirigentes de los partidos de la izquierda capitalista, por ejemplo, al actual líder del estalinista PCF, Marie-Georges Buffet; partido que formaba parte destacada, como quien dice hace tan sólo cuatro días, del Gobierno (de Jospin) y, desde él, reprimía a los explotados y organizaba, como el que más, a cuenta de la burguesía, su explotación y su precariedad, la miseria de los sin (sin trabajo, sin vivienda, sin papeles, sin voz..., sin futuro bajo el sistema)? Pues esto ha declarado, sobre lo de Larzac, ese gran “anticapitalista� (!)) que es el líder del PCF estalinista Buffet:

Aquí he reencontrado la ebullición social de los últimos meses de la lucha por una jubilación digna, por una escuela pública o por mantener el estatuto del espectáculo, el combate contra el Gobierno y la patronal, pero también múltiples reflexiones sobre un nuevo modelo de sociedad (ib.).

Así pues, ese viejo partido, el PCF —orgullo, en su día, del criminal aparato de Stalin y sostén, en permanencia, del Estado capitalista francés—, aplaude, de buena gana, la reunión de Larzac, llevada a cabo, como vemos, con el dinero de otro gran partido “anticapitalista� (!), el PSF.
¡Terribles e incomprendidos, por tanto, estos “anticapitalistas� de Larzac, que gustan de bailar al son dulzón y pacifista del último cantante de moda, que escala, por momentos, posiciones en el hit-parade de las discográficas, el “temible antisistema� Manu Chao.
«Otro mundo es posible» —explicó al entregado auditorio reformista de Larzac— el “radical� Bové, de cuyo peligro real para el capitalismo levanta acta el hecho de que el Gobierno francés, por cierto, de derechas, decidiera excarcelarlo para que pudiera dirigir tan “revolucionario� evento. «Un mundo que no descanse —añadió el sindicalista francés— sobre la política del dinero, sobre la mercantilización de todas las actividades humanas» (El País, 9.08.2003). ¡Bonita carta a los Reyes Magos! Para entender su verdadero contenido, recomendamos que todos los interesados den una ojeada al programa de ese «sindicato agrario alternativo» que es la Confederación Campesina, liderada por Bové, programa que si ataca al «productivismo de los grandes capitales» es únicamente para defender, bajo la etiqueta engañabobos de «autogestión», la propiedad privada de la pequeña burguesía campesina, basada —¿cómo podría ser de otra manera...?— en la embrutecedora autoexplotación del pequeño campesino, cuando no en la explotación del trabajo asalariado de los proletarios del campo, contratados por éste. Por esto, porque Bové es un pequeñoburgués, que reivindica el caduco capitalismo de antes, el de la pequeña producción, y, en modo alguno, ni por asomo, un anticapitalista que esté dispuesto a acabar con la propiedad privada de los medios de producción —esto es, con todo tipo de propiedad privada, la gestionada por otros y la «autogestionada»—, su lucha no es para destruir el capitalismo y sus Estados —jamás ha dicho ni un sola palabra en este sentido—, sino contra «las multinacionales» y la OMC, a la cual acusa, por ejemplo, —¡acabáramos!— no de ser capitalista, ¡sino de ser «una organización no democrática»!
«El mundo no es una mercancía» —gritaron, de nuevo, poniendo cara de terribles “anticapitalistas� los de Larzac— y, ya ni cortos ni perezosos, lanzados como estaban a la lucha “revolucionaria�, dieron con la forma definitiva para hacer su «Otro mundo posible»; con una acción, verdaderamente demoledora, que, sin ningún género de dudas, no podrá ser respondida por el sistema: ¡ni más ni menos que retar al primer ministro francés Raffarin «a debatir públicamente sobre la OMC»!. Ya nos parece, la verdad, ante amenaza tan mortal para el capitalismo —una campaña por un debate ciudadano, vale decir, democrático burgués y guardando las reglas de juego, entre el gran burgués Raffarin y el pequeñoburgués Bové— ver ondear la bandera blanca en El Elíseo y en el resto de los Estados capitalistas...
¡Desde luego, que estos señores refomistas de la antiglobalización, estos falsos (falsísimos) anticapitalistas, no tienen perdón! Sólo los protectores algodones sociales entre los que, por lo general, aún viven quienes les prestan oído —más cercanos a la pequeñaburguesía universitaria que al proletariado—, les evitan —¿hasta cuándo...?— ser puestos en la picota con tan serviles políticas. Sólo la cretina ignorancia, acerca de la realidad implacable de la lucha de clases en que se resume la historia de la humanidad, en la que se halla sumida tan ciudadana clientela —vivero de los cuadros de la democracia capitalista de mañana— les ahorra ser el hazmerreír entre sus propias gentes.
Resulta que fueron necesarias generaciones enteras de luchas proletarias contra el capitalismo para que la clase explotada, a mediados del siglo XIX, pudiera hacer suya la comprensión científica de que «el modo de producción capitalista se presenta como “un enorme cúmulo de mercancías�», de manera que «la mercancía individual» constituye «la forma elemental» bajo la que se manifiesta el capitalismo (contenido del primer párrafo de El Capital, de Marx)... Resulta que, bajo la dirección, de uno u otro modo, de esta ciencia —incontestada en el seno del movimiento obrero de entonces— el movimiento histórico de la clase oprimida por su emancipación de la explotación asalariada, esto es, por la liberación de la necesidad que la embrutece, al obligarle a vender su fuerza de trabajo como mercancía, resurgiendo de sus cenizas, asaltó, por dos veces (la Comuna de París, de 1871, y la revolución proletaria internacional desatada por el Octubre ruso de 1917), el orden burgués, haciendo temblar al capitalismo en todo el planeta... Y, ahora, vienen estos señoritos reformistas a decirnos que toda esa lucha fue vana, equivocada. “¡Pobrecitos proletarios!�, dan a entender, condescendientes. Lucharon para emancipar a su clase de la miseria y alienación que comporta tener que vender, tanto sí como no en el capitalismo, su fuerza de trabajo como mercancía, sin darse cuenta de que «El mundo no es mercancía», de que «No somos mercancía»... Así pues, dígannos, entonces, señores antiglobalizadores de Larzac, ¿de qué viven ustedes, si no es del trabajo asalariado o a expensas de él, si no es de vender, como mercancía, su fuerza de trabajo, o a expensas de quienes no tienen más remedio que intentar hacerlo? Y, además, si, verdaderamente pretenden que «El mundo no es mercancía», ¿para qué luchar, entonces, si está todo ya resuelto?
¡Y a estas payasadas reformistas hay gentes, como, entre otros, la CGT española y sus aliados estalinistas, pseudoindependentistas, de Endavant!, que tienen el descaro de llamarle «anticapitalismo»!
En realidad, lo de Larzac, no sólo atufa al más rancio reformismo —cambiemos la política capitalista, hagámosla «más democrática y humana», pero no pongamos en cuestión las bases económicas del sistema que dan pie a esa política; para empezar neguemos que este mundo capitalista es precisamente lo que es, a saber, la producción masiva de mercancías, la mercantilización de todo—, sino que también evidencia el altísimo grado de manipulación al que ha llegado el movimiento antiglobalización —él siempre tan “antipartido�, tan “antilíderes�... — a manos de los partidos y sindicatos de la izquierda y extrema izquierda capitalistas...
Treinta años antes, en Larzac, el PCF estalinista y sus guardaflancos de izquierda —los grupos maoístas y trotsquistas— vieron, en la protesta de 103 familias campesinas contra la ampliación de un campamento militar, la posibilidad de reavivar los rescoldos del movimiento democrático pequeñoburgués de mayo de 1968. Como se sabe, fracasaron, pero, ahora, han vuelto al mismo lugar con el propósito de despertar a ese muerto viviente que es el viejo movimiento reformista, presentándose como “anticapitalistas�.
¿Cómo ha sido esto posible? ¿Cómo es posible que gentes tan claramente pertenecientes al sistema, como son todos esos partidos y sindicatos —declarados defensores de las virtudes de la democracia burguesa, que, al fin y al cabo, es el régimen que reina, en la actualidad, en todas y cada una de las grandes potencias capitalistas— puedan presentarse, una y otra vez, tan impunemente como “anticapitalistas�, sin que los auténticos anticapitalistas les planten cara, sin que les desenmascaren como lo que son, lacayos reformistas de la clase explotadora?
Ya lo sabemos, en su ingenua espontaneidad y vana presunción autodidacta de no aprender nada de nadie, al anticapitalismo actual —activista y “apolítico�— no le gusta mirar atrás; en esto, actúa nefastamente, como si no existiera el pasado, como si el mundo hubiera empezado con él... Por ello, aquellos compañeros anticapitalistas que nos lean —nos referimos aquí a auténticos anticapitalistas y no a antiglobalizadores— deberán excusarnos, una vez más, por nuestra pesada insistencia en sacar a relucir la historia, pero resulta, precisamente, que esto que hoy ocurre —esta, ya descarada, incorporación de la antiglobalización a la política flagrantemente reformista de los partidos estalinistas y sus apéndices; esta llamativa ausencia de protagonismo social del auténtico movimiento anticapitalista—, lo sucedido, en suma, en Larzac, no puede ser entendido si no se remonta la mirada al menos hasta 1991, momento del hundimiento definitivo de ese capitalismo de Estado atrasado —bautizado como «socialista» por la burguesía rusa y mundial, en función, claro está, de sus propios intereses explotadores— que fue la URSS de Stalin. El caso es que aquel desplome de la URSS estalinista y de los Países del Este de Europa, sometidos a Moscú, significó una verdadera catástrofe para los partidos de la izquierda capitalista dedicados a controlar, en el cuadro del respeto a las bases del sistema, la movilización de las masas explotadas. Así, para estalinistas, leninistas, trotsquistas, maoístas y marxistas-leninistas en general, el hundimiento de la URSS de Stalin —a la que todos ellos, sin excepción, de una forma, más o menos declarada, apoyaban y presentaban como «socialista» o, al menos, «obrera»— suponía un golpe mortal a su misma razón de ser. Pero no por ello ninguno de esos partidos iba a abandonar voluntariamente la escena... Al fin y al cabo, no debían su existencia a la conciencia y voluntad de sus actuales dirigentes, sino a los intereses y las condiciones materiales de la anterior y victoriosa contrarrevolución —a cuyo triunfo definitivo habían contribuido tan insustituiblemente, en el plano político, presentando como «socialistas», ¡cuando no como «comunistas»!, a Estados como el de Stalin, donde no sólo seguía reinando la esclavitud asalariada, sino que habían devenido clave, mediante la contrarrevolucionaria política de «coexistencia pacífica con el imperialismo», para el mantenimiento del orden capitalista en todo el planeta—; intereses y condiciones reaccionarias que, en lo esencial, se mantenían en pie, pese al hundimiento de su «modelo revolucionario», la criminal y antiproletaria URSS de Stalin, y que, en último análisis, no podían ser, ni serán, revocadas más que por una nueva revolución.
Así pues, aunque “tocados� y atravesando una aguda crisis que les dejó exangües, estos partidos, cuyos aparatos, cubren, frente a la movilización de masas, el flanco izquierdo del Estado burgués, allá donde ya no puede ejercer su adormecedora influencia electoral sobre los explotados el aparato socialdemócrata de los PS, lejos de desaparecer, se retiraron, para recomponer sus maltrechas fuerzas, a sus cuarteles de invierno. Allí, mientras intentaban elaborar las mil y una justiticaciones, a cada cual más increíble, de por qué el “socialismo� que ellos habían cantado y defendido se había desplomado ante el desarrollo capitalista, y mientras intentaban aferrarse, como un clavo ardiendo, a los últimos y sentenciados “socialismos� (China, Corea del Norte y, por supuesto, la Cuba de Fidel, a cuyo régimen explotador y represor, para el proletariado, reaccionario en la escena internacional —recuérdense, sin ir más lejos, los agasajos de Fidel a Fraga, a Juan Carlos I y al Papa de Roma...—, prestan declarado apoyo las huestes “anticapitalistas� del estalinismo, barnizado de nacionalismo, de Endavant...), se juramentaron, para sí, con vistas a entrar en el próximo movimiento de masas que tuviera lugar, aunque fuera de tapadillo, aunque fuera escondiendo sus fracasadas banderas.
La ocasión se presentó a fines de la década de los 90, cuando eclosionó definitivamente, a la superficie de la sociedad burguesa, ese movimiento de la joven generación proletaria que acusa abiertamente, al capitalismo, como tal, de los padecimientos sociales. Rauda corrió entonces toda esa familia militante reformista de izquierda y extrema izquierda a vestirse los ropajes antiglobalizadores —proclamando la necesidad de humanizar y democratizar el capitalismo— y a ir tomando, paso a paso, bajo mano —amparados en su cohesión, centralización y disciplina reaccionarias; incomparablemente superiores a las contempladas por cualquier ONG—, la dirección efectiva del Foro de Porto Alegre y demás movimientos similares de colaboración crítica con el sistema.
Claro está que, desde el principio, un sector bien definido —el auténtico anticapitalismo— rechazó esos manejos, viendo, en ellos, con toda razón, el intento de esos partidos de vestir al mismo perro con nuevos collares, o lo que es lo mismo, de proseguir su reformismo, pero con el tinte antiglobalizador, incluso “anticapitalista�, adecuado a la ocasión. Es verdad, además, que, desde el principio, desde el mismo Seattle de diciembre de 1999, movimientos verdaderamente anticapitalistas, como el Black Bloc, surgiendo y desarrollándose en los países más avanzados del planeta o los, ya extintos, Resistencia Anticapitalista y Mars-Attack, que, más tarde, en junio de 2001, y marzo de 2002, llegaron a alzar fugazmente la bandera de la destrucción del sistema en Barcelona, organizándose y actuando al margen de todas las fuerzas reformistas, hicieron patente que el anticapitalismo, de veras, era otra cosa, absolutamente inconciliable con todos y cada uno de esos partidos reformistas. Pero no es menos cierto que el culto al apolicismo y a la desorganización con los que —como efecto de la liquidadora labor enmascarada llevada a cabo, por el partido anarquista, a modo de quinta columna, en las propias filas anticapitalistas— cargaba dicho movimiento hacía de ese tierno anticapitalismo, de ese anticapitalismo, de ideología negra (anarquista), víctima fácil, a la postre, de los partidos estalinistas y auxiliares, a los que, por otro lado, precisamente por su falta de politización, no se sentía capaz de afrontar.
Y así se siguieron los acontecimientos (por una parte, una izquierda y extrema izquierda burguesas recobrando fuerzas al amparo de la antiglobalización, de la que cada vez más directamente movían los hilos, y, por otra, un anticapitalismo, desviado hacia la acción por la acción, a resultas de su incapacidad política, garantizada por la influencia ácrata, de encarar pública y abiertamente ese reformismo) hasta la prueba de fuego que constituyó Génova de 2001, momento crucial en el que el capitalismo, a través de la provocación orquestada por el Estado italiano, primero, asesinando al anticapitalista Carlo Giuliani y, acto seguido, controlando lo que hubiera sido una justa y necesaria respuesta del Black Bloc, en los cauces ciudadanos y pacíficos impuestos por los antiglobalizadores de los Tutte Bianche de Luca Casarini —fuerza de choque, contra el anticapitalismo, organizada por el partido estalinista heredero del viejo PCI, Riffondazione Comunista—, se mostró a sí mismo y mostró a los anticapitalistas del mundo entero que si éstos derrochaban valor y recursos batiéndose contra los destacamentos armados del Estado capitalista, se negaban, a sí mismos, por mor de su deriva negra, ácrata, toda posibilidad real de hacer frente a ese complemento indispensable de los destacamentos armados del Estado burgués, para el caso, la policía burguesa, constituido por los destacamentos políticos reformistas del mismo Estado capitalista.
Fue así, a contrapié y aún tambaleante del golpe recibido en Génova, que el anticapitalismo negro, víctima de su abstencionismo político, se verificó definitivamente incapaz de responder a las exigencias antisistema desprendidas del giro de la situación mundial marcado por los atentados antiimperialistas revolucionarios del 11 de septiembre de 2001. Y, de este modo, de renuncia en renuncia, eludiendo las oportunidades de afrontar abiertamente a los partidos reformistas y rechazando el organizarse, para ello, como un movimiento propio, el anticapitalismo de la acción directa fue derrotado, primero, en toda la línea, por los servicios de orden reformistas, organizados, en colaboración con la policía, por los antiglobalizadores, bajo la dirección de los partidos estalinistas, trotsquistas y maoístas, camuflados en el Foro de Porto Alegre, y, más tarde, subsumido, sin respuesta propia alguna, por la ola pacifista-ciudadana, democrático-burguesa, impulsada por esos mismos partidos con ocasión de la reciente guerra contra Irak.
No es cuestión de opiniones; los hechos son concluyentes. Si ese anticapitalismo que hemos visto hasta nuestros días —de ideología negra, influenciada por el anarquismo— ha tenido la virtud de llevarnos hasta aquí, ha conseguido que resonara, por todo el planeta, el grito antisiistema, no por ello podrá dar un sólo paso más allá en la lucha efectiva contra el capitalismo y sus servidores reformistas. Ésta es la realidad; asúmala todo anticapitalista que mañana no quiera despertarse, de la mano del cultivo de las debilidades del movimiento, en las filas enemigas del sistema que quería combatir: del actual anticapitalismo, del anticapitalismo negro —ya ni hablemos de la antiglobalización— no resultará ningún movimiento revolucionario, ni siquiera la más mínima organización, como tal, fuera y contra de todas las fuerzas del sistema, del propio anticapitalismo.
Con la autoridad que le da haber sido la única fuerza anticapitalista, que, a lo largo de este proceso, ha impulsado siempre, sin condiciones, en todo momento, la unidad, en la lucha para destruir el capitalismo y sus Estados, de todos los anticapitalistas...; con la autoridad que le concede haberse batido siempre, abiertamente y sin reservas, por la organización independiente, propia, y ajena a cualquier partido, del anticapitalismo...; con la autoridad que le presta el haberse convertido, a causa de lo anterior, en el punto de mira común, tanto de los cobardes represiones (expulsiones burocráticas de las asambleas...) y las groseras calumnias («fascistas», «policías», «periodistas», «provocadores», todo vale...) de los partidos reformistas que, enmascarados, manipulan el anticapitalismo, como de la provocación estatal de los medios de intoxicación de masas al servicio del capitalismo (reportaje-basura de Tele 5, información-basura de El Triangle)...; con la autoridad conferida por los hechos de haber sido, en su momento, los únicos anticapitalistas que llamaron, pública y consecuentemente, a combatir el fascismo, sin, por ello, caer en la trampa de apoyar a la democracia capitalista que nos gobierna; de haber osado desafiar la reciente oleada pacifista-ciudadana llamando a formar, y formando efectivamente, en lo que de él dependía, un Bloque Anticapitalista contra la guerra y la paz burguesas, por la transformación de la guerra imperialista de Irak en una guerra de los oprimidos contra el capitalismo, el Movimiento Anticapitalista Revolucionario (MAR) afirma, hoy, que el anticapitalismo actual, el anticapitalismo tal como se le conoce hasta la fecha —ese anticapitalismo negro, influenciado por el anarquismo— ha hecho bancarrota, ha quebrado, ha agotado su potencial de movimiento de la clase explotada en lucha contra la clase explotadora.
Ésta es la certeza que nos guía: el nuevo movimiento anticapitalista del futuro sólo podrá erigirse ya sobre bases revolucionarias —el propio curso imparable que recorre el capitalismo, hacia la crisis económica catastrófica y hacia la nueva guerra imperialista mundial, hará madurar, mejor que nada ni nadie, las condiciones de ello— y sólo puede prepararse ya, desde hoy, reuniendo a los anticapitalistas de vanguardia, de hoy y de mañana, en torno a actitudes y contenidos declaradamente revolucionarios, bien contrarios a las actitudes y contenidos pequeñoburgueses, democrático-radicales, que ahogan el anticapitalismo de nuestros días.
Así, de este modo:

> CONTRA EL “APOLITICISMO�, que acaba haciendo incapaces a los anticapitalistas de desenmascarar y afrontar públicamente a los partidos reformistas..., FORMULACIÓN Y DESARROLLO, POR LOS ANTICAPITALISTAS REVOLUCIONARIOS, DE RESPUESTAS A TODAS Y CADA UNA DE LAS CUESTIONES SOCIALES PLANTEADAS QUE PERMITAN AVANZAR EFECTIVAMENTE EN LA V�A DE LA DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO Y SUS ESTADOS;

> CONTRA EL ACLASISMO, que acaba involucrando a los anticapitalistas en la política reformista de conciliación entre la clase explotadora y la explotada, a través de las trampas de «campañas antifascistas» (que no atacan; bien al contrario, refuerzan la democracia capitalista), «campañas antirrepresivas» (así, en general, y no contra la represión de los anticapitalistas) o «por la libertad de los presos» (como si los anticapitalistas debieran defender a los presos burgueses y reformistas, que los hay y los habrá), o «por la supresión de las cárceles» (como si no hubiera que llenarlas de contrarrevolucionarios el día de mañana).., DEFENSA, EN TODO MOMENTO Y LUGAR, Y HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS, DE LA LUCHA DE CLASES, ESTO ES, DE LA LUCHA DE LA CLASE EXPLOTADA PARA ARREBATAR EL PODER POL�TICO A LA CLASE EXPLOTADORA Y APLASTARLA CON ÉL, DESTRUYENDO, DE RA�Z, TODOS LOS ESTADOS CAPITALISTAS, MEDIANTE SU PROPIO ESTADO REVOLUCIONARIO, HASTA HACER EFECTIVAS LAS CONDICIONES DE LA SOCIEDAD SIN CLASES, COMUNISTA, DE MAÑANA;

> CONTRA EL “ANTIAUTORITARISMO�, que acaba haciendo de los anticapitalistas prisioneros del pacifismo y de la democracia burguesa..., DEFENSA ABIERTA, POR LOS ANTICAPITALISTAS REVOLUCIONARIOS, DEL V�NCULO INDISOLUBLE EXISTENTE ENTRE LA DESTRUCCIÓN EFECTIVA DEL SISTEMA Y LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA; AFIRMACIÓN, YA HOY, EN ESE CAMINO, DEL AUTORITARISMO ANTICAPITALISTA CONTRA LA BURGUES�A Y SUS SERVIDORES REFORMISTAS;

> CONTRA EL ABSTENCIONISMO ELECTORAL, que acaba sirviendo para que el silencio de los anticapitalistas valide los nuevos Gobiernos burgueses de turno, de derechas o de izquierda —tanto da para el caso—..., CANDIDATURAS ANTICAPITALISTAS PARA DESTRUIR LOS PARLAMENTOS DESDE FUERA Y DESDE DENTRO, IMPULSADAS Y DIRIGIDAS EN CADA CIUDAD POR ASAMBLEAS ANTICAPITALISTAS SOBERANAS Y ABIERTAS A TODO/A COMPAÑERO/A QUE SE DECLARE DISPUESTO/A A COMBATIR POR LA DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO.

> CONTRA LA DESORGANIZACIÓN Y DISPERSIÓN DEL MOVIMIENTO, que acaba transformando al anticapitalismo en víctima propiciatoria de la represión policial del Estado capitalista y de la represión política de los lacayos reformistas de éste..., ORGANIZACIÓN, CENTRALIZACIÓN, DE LOS ANTICAPITALISTAS M�S CONSCIENTES EN UN MOVIMIENTO DE VANGUARDIA REVOLUCIONARIA;

> CONTRA LA MANIPULACIÓN DEL ANTICAPITALISMO, a cargo de los partidos refomistas de izquierda y extrema izquierda del capitalismo, que actuando soterradamente liquidan el movimiento..., IMPULSIÓN, EN TODO MOMENTO, POR LOS ANTICAPITALISTAS REVOLUCIONARIOS, DE LA FORMACIÓN Y COORDINACIÓN, A LA M�XIMA ESCALA POSIBLE, DE ASAMBLEAS ANTICAPITALISTAS DE CADA CIUDAD, ABIERTAS, CON INDEPENDENCIA DE SU IDEOLOG�A, A TODO/A COMPAÑERO/A QUE SE DECLARE DISPUESTO/A A COMBATIR POR LA DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO.

Pero aún no hemos acabado de enunciar nuestro propósito y ya vemos alzarse contra él a los defensores del actual y lamentable estado de cosas en el anticapitalismo, a los defensores de la evidente incapacidad del anticapitalismo actual de hacer frente a los partidos reformistas y sus sindicatos, a los defensores de la dispersión, desorganización e impotencia en las que se consume el movimiento... “Pues vaya con estos señores del MAR... —se exclaman— ¿no resulta que, ahora, quieren un anticapitalismo rojo...?�.

Sí, los anticapitalistas revolucionarios, extrayendo las conclusiones que se deriban de la experiencia de lucha de estos últimos años, hemos decidido levantar la única bandera que ha sido capaz de unir a la clase explotada, la bandera roja; la bandera que, desde 1848, con el Manifiesto del Partido Comunista, llegó a ser el distintivo de todo explotado en lucha, pensara como pensara; la bandera de la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores (la I Internacional), fundada y desarrollada por Marx y Engels mientras Bakunin militaba en el Comité Central de la liberal burguesa y pacifista Liga de la Paz y de la Libertad; la bandera de la Comuna de París, de 1871, cuyos autoritarios y heroicos defensores no vacilaron en fusilar, cuando fue necesario, al obispo y otros rehenes burgueses en su poder; la bandera de la Rusia Soviética de Lenin, que, ganándose el apoyo de cuantos anarquistas revolucionarios subsistían entonces en el planeta, sacó a las masas trabajadoras de la guerra imperialista mundial, disolvió el único Parlamento que jamás hayan disuelto los proletarios y centralizando en un solo puño las fuerzas del proletariado revolucionario, creando la III Internacional, extendió cuanto fue posible la llama de la revolución mundial.
¿Cómo comparar esas grandiosas revoluciones —la Comuna de París, la revolución de 1917—, realizadas bajo la bandera roja, y que pusieron en un brete al mundo capitalista, con el movimiento pequeñoburgués campesino, de reparto de la tierra, esto es, basado en la pequeña propiedad privada, de Majno, en Ucrania, o con la insurrección anarquista de Cronstadt, presta a ser sostenida por los generales blancos y el imperialismo mundial, en su empeño reaccionario de derrocar el poder de los soviets de obreros, campesinos y soldados rusos...? ¿Cómo comparar esas revoluciones rojas con esa “revolución anarquista�, en la España de 1936-1937, cuyo líder más popular, BuenaventuraDurruti, después de salvar la existencia a la Generalitat burguesa de Companys, alejando de Barcelona a los proletarios en armas que habían hecho suya la ciudad el 19 de julio de 1936, acabaría muriendo, en aras de «la unidad antifascista», con el PCE y el PSOE, en el frente de Madrid, a las órdenes de los generales de la República burguesa en manos de Stalin? ¿Cómo comparar la bandera roja, tinta en la sangre derramada históricamente por el proletariado, con esa rojinegra, que llegó a encumbrar, en su día, a la CNT-FAI, al Gobierno del “anticapitalista�, dirigente del PSOE, Largo Caballero; con esa bandera del sindicato ácrata que amparó los paseos y llamamientos, por las calles de la Barcelona insurrecta de mayo de 1937, de los ministros anarquistas pidiéndoles a los obreros alzados que entregaran las armas y dieran «besos a los Guardias de Asalto», enviados, mientras tanto, por la República capitalista y el Gobierno socialdemócrata-anarquista y estalinista, para aplastar el levantamiento...?
Por supuesto, llevados de su inexperiencia, pero, sobre todo, de su inseguridad, de su temor a no “quedarse solos�, a perder la compañía de tanta y tantísima gente que hoy, demasiado fácilmente, se declaran “anticapitalistas�, el grueso de los anticapitalistas de hoy, el anticapitalismo negro, puede cerrar los ojos cuanto quiera ante esas realidades históricas, ante esos crímenes contra la clase explotada, cometidos por el partido anarquista y jamás condenados ni por la CNT, ni por la FAI, ni por esa Cruz Negra Anarquista (CNA), empeñada en defender a todos los presos, incluso a los del, abiertamente estalinista, “Partido Comunista de España (reconstituido) —PCE(r)—, incluso a los del brazo armado de estos defensores, a ultranza, de Stalin, los antifascistas, que no anticapitalistas, esto es, partidarios de la democracia burguesa y, por lo tanto, reformistas —armados, pero reformistas, como delata su nombre— Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO). Pero los hechos son testarudos y la realidad actual no es otra, en plena conformidad con las lecciones aportadas por el pasado, que la labor sistemática, concertada y organizada, de toda la constelación de organizaciones que, más allá de sus diferencias internas, conforman el partido ácrata —la CNT y la CNA de forma destacada—, para llevar adelante un movimiento anarquista, y no anticapitalista, para defender a los presos anarquistas o, en todo caso, reformistas, y no anticapitalistas, para oponerse, por todos los medios a su alcance, a cualquier organización propia, como movimiento, del anticapitalismo, a cualquier organización no anarquista.
Es hora, pues, de tomar nota y los anticapitalistas revolucionarios cumplimos con nuestro deber haciéndolo: la bandera negra bajo la que se ha reconocido, hasta hoy, el anticapitalismo, ha cubierto ya su recorrido clasista. Jamás el MAR hizo de ella un problema para la lucha, en común, contra el capitalismo y sus Estados. Tampoco lo hará en el futuro. Estamos dispuestos a luchar juntos, por la destrucción del capitalismo y sus Estados, con cualquier anticapitalista dispuesto seriamente a ello. Pero esa bandera negra pertenece y pertenecerá, cada día más, a lo viejo, al pasado, a un anticapitalismo atado de pies y manos en la lucha contra el sistema en razón de sus prejuicios apolíticos, sectarios, anarquistas. Llegó la hora, por tanto, de alzar la bandera bajo la que se unirá el anticapitalismo de mañana, el anticapitalismo revolucionario, destinado a hundir, para siempre, al sistema, la bandera roja que siempre anunció la futura sociedad sin clases, el comunismo; la bandera roja que siempre guió, en dicha vía, los asaltos revolucionarios de la clase explotada al orden burgués.
A esta magna tarea —preparar el anticapitalismo de mañana; anticiparlo, en lo posible, reuniendo, en un movimiento de vanguardia, a los anticapitalistas que hoy, o mañana, se determinen por la revolución— convocamos a los anticapitalistas más conscientes.
El presente está en manos del capitalismo y sus servidores reformistas, pero ¡el futuro es del anticapitalismo!, ¡¡del anticapitalismo revolucionario!!, ¡¡¡del anticapitalismo rojo!!!


Comisión Promotora del MAR: maranticapital ARROBA hotmail.com
http://groups.msn.com/Anticapitalistasrevolucionarios
8 de septiembre de 2003

Comentaris

Re: Manifiesto por un anticapitalismo rojo
09 set 2003
Oye pesaos del MAR porqué no os autodisolveis.
A veces hasta estoy de acuerdo con algunas de las cosas que deciis. El problema es que las deciis vosotros, unos farsantes y mentirosos.
Re: Manifiesto por un anticapitalismo rojo
09 set 2003
Oye pesaos del MAR porqué no os autodisolveis.
A veces hasta estoy de acuerdo con algunas de las cosas que deciis. El problema es que las deciis vosotros, unos farsantes y mentirosos.
quienes son farsantes
09 set 2003
me gustaria saber porque son farsantes y mentirosos si es que hay alguna razon real o solo es tu opinion personal guiada por prejuicios o juicios y no por pruebas reales. y tu porque no te autodisuelves. hasta el gorro de comentarios que no aportan nada al movimiento y solo insultan o dicen acusaciones sin pruebas. todo el que se salga de lo que esta bien se le llama vanguardia, policia, infiltrados, tontos(ver cna en comunicado de salonika, ver mar, ver kab, quiza mars attac aunque no lo recuerdo en fin cualquiera que quiera establecer unos limites minimamente definidos entre lo que es correcto y lo que no segun sus planteamientos es insultado).

pd: en fin prefiero a grupos como el mar que a estructuras megaabiertas como la plataforma contra la guerra, los foros sociales y similares que no se mojan claramente en lo que quieren.
Re: Manifiesto por un anticapitalismo rojo
10 set 2003
Oh no¡ cuando por fin nos libramos de megaledros y compañía ahora vuelven estos plastas de vacaciones. MARcianos.
Re: Manifiesto por un anticapitalismo rojo
10 set 2003
pero si son cristo y los apóstoles! todos somos reaccionarios, reformistas, estalinistas, pequeñoburgeses...eso si, después van dos ocultistas de tele5/el mundo y se les meten en la cocina. A impresentables así hay que preferir? a gente que se cree la avanguardia de las masas y que sólo sabe decir que todo es hacerle el juego al capitalismo? guerra a la guerra y ya no sé decir más? a gente que cree en complots judeomasónicos contra ellos?
estos son maderos, cada dia mas claro. además es divertido ver que no se estaban de tener un local en via layetana
pruebas
10 set 2003
donde estan las pruebas de que sean maderos panda de gilipollas que es muy facil acusar anonimamente. para mi ellos son tan policias como lo puedes ser tu(dispongo de las mismas pruebas). mira payaso los de telecinco estaban metidos de lleno en el espai obert, en el local de las ovejas negras y en practicamente todos los colectivos de barcelona a los que tantearon y si no me crees pregunta por ejemplo a llavor d'anarquia sobre el manu carballal.como siempre no decis toda la verdad que es que los de telecinco estaban metidos hasta la cocina de todos los grupos por lo tanto todos somos impresentables.

en fin sigue llorando y ocultando la verdad, sigue acusando sin pruebas que no das para mas.

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