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Notícies :: educació i societat : immigració : laboral : sexualitats : dones
Mi cuerpo no es mío
27 abr 2019
El cuerpo de la mujer es un lugar público, y así también es el mío. Por mucho que pueda parecer absurdo, mi cuerpo no me pertenece.
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No es solo mío, pertenece al Estado, a Dios, a la familia. Pertenece a la comunidad, a la nación, a entidades colectivas y superiores a mí. Por eso no puedo disponer de él como quiera: hay leyes, normas de conducta moral y religiosa, reglas que sancionan qué puedo hacer y de qué manera, y qué me está prohibido.

Mi cuerpo es, en caso necesario, normalizado, atravesado, tocado, expuesto, menospreciado, juzgado, valorado, violado, ignorado, instrumentalizado.

También mi cuerpo es un campo de batalla. Sobre él se combaten muchas guerras: represivas y de seguridad, económicas, por la grandeza de la nación, contra las migraciones, por la continuación de la raza, de religión y de dominación cultural, de colonización y conquista.

Mi cuerpo es tan solo una pieza de un mosaico de antiguas y consolidadas jerarquías patriarcales que quieren autoconservarse. Mi cuerpo está en la base de una pirámide de poder y la equilibra.

Mi piel, mis órganos y sus funciones, las necesidades de mi cuerpo no son solo mías, tienen un valor colectivo, social, cultural, político. Y si no fuese una mala mujer, una traidora a la nación, una egoísta, lo comprendería. Comprendería que ser madre es una experiencia que importa a la comunidad, a la raza, a la patria y no solo a mí. Entendería que el matrimonio tradicional es el justo núcleo de una sociedad regulada en la que vale la pena vivir, donde los lazos familiares de sangre son la única ligazón. Entendería también el motivo por el que mi cuerpo no puede ser solamente mío.

¿Cuándo pueden hablar las mujeres?
Resulta cómico. Mi cuerpo es un lugar público, pero hay cosas que tienen que ver con él de las que no puedo hablar en público. O al menos, no fácilmente. Y no sin consecuencias.
Hay argumentos que tienen que ver con mi cuerpo que solo puedo afrontar de una manera determinada, de una manera justa.

El sexo, por ejemplo. Mi cuerpo es constantemente sexualizado, pero no puedo hablar libremente de sexo, ni puedo informarme abiertamente sobre el tema, ni existen programas de educación sexual que sean públicos y gratuitos.

Se me consiente hablar de sexo solo en relación con la reproducción. No me está permitido hablar públicamente de placer sexual, de preferencias, de experimentaciones, de homosexualidad, de transexualidad. Porque del sexo yo, una mujer, seré siempre objeto y nunca sujeto. Porque es verdad, el cuerpo de la mujer está híper sexualizado, pero sin embargo el sexo siempre es pecado. Y mostrar demasiada curiosidad por este tema es cosa de putas.

Ni siquiera se me consiente hablar completamente de reproducción. Puedo afrontar el tema, es cierto, pero solo si estoy inmersa en una relación heterosexual, y mejor si estoy encuadrada en la institución matrimonial. Si por el contrario trato de discutir de monogenitoridad o de homogenitoridad, es mejor que me calle. Porque la sociedad no quiere reconocer esas posibilidades ya que la religión no las ha previsto.

Además yo, una mujer, puedo hablar de reproducción solo si voy a llevar hasta el final mi embarazo, porque esto es lo que se espera de mí. De otra manera soy una asesina, una sicaria que resuelve los problemas matando; viviré siempre marcada por el complejo de culpa. Y esta vergüenza será mejor que no se la cuente a nadie.

Hablar de maternidad, por el contrario, me está permitido. Pero únicamente si la reconozco como el horizonte de mi vida, como la única característica que determina cómo soy y que da sentido a mi existencia. Si no es así, si no quiero tener hijos, significa que he traicionado ese instinto ancestral que hay dentro de mí, con el que he nacido.

Sí, puedo hablar de maternidad, pero exclusivamente de manera positiva. No puedo mostrarme descontenta, alimentar dudas, no puedo decir que sufro o que me canso. No se me permite decir que eso no era lo que esperaba, que si volviera atrás no lo haría.

No puedo exteriorizar estos sentimientos porque no obtendré apoyos, porque las otras mujeres como yo no han encontrado las palabras y el valor para expresarlo, y si hablase estaría sola. Sería una mala madre que no ama a sus propios hijos. Desnaturalizada, contra natura.

La importancia de las palabras
Es importante comprender qué es lo que está permitido o prohibido decir, a quién se concede pensar, los argumentos que podemos afrontar públicamente. Nos da la posibilidad de comprender a dónde hemos llegado. ¿Cuánto camino tenemos por delante?

La patriarcal es la dominación más longeva de la historia, y durante milenios se ha alimentado y reforzado con el silencio de las mujeres. Y es así como ha seguido creciendo. Se ha consolidado, sedimentado y así ha llegado hasta nosotros.

En el arco de la historia, muchas han aceptado pasivamente, sin hablar, su situación de subalternas, perpetuándola así durante siglos. Afortunadamente, ha habido también periodos de ruptura en que las mujeres han tomado la palabra y se han confrontado entre ellas. Han compartido sus propias historias y dado nombre a lo que les importaba, a lo que querían o no querían más. Después se han puesto en marcha.

Todavía hoy la dinámica del silencio existe y es activa. Muchas mujeres no dicen, no cuentan, están calladas, porque hay cosas de las que es mejor no hablar. Porque hay hombres que no quieren que hablen.

Pero para que haya acciones, primero debe haber palabras. Si no tenemos la palabra para describir determinados actos, conceptos, pensamientos, ideas o necesidades, no solo no es posible expresarlos, sino que ni siquiera se pueden comprender realmente.

Por ello es fundamental que las mujeres comiencen a hablar, a poner palabras allí donde hay silencios. Que comiencen a decir lo suyo en voz alta, incluso cuando no está permitido o no es aceptado socialmente.

Si el patriarcado se nutre de silencio, hablemos. Empezando por nuestras relaciones, en la vida cotidiana. Hablemos más y de todo. Hablemos más fuerte.

Carlotta Pedrazzini / Tierra Y Libertad

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Mi cuerpo no es mío
28 abr 2019
Buenas Carlotta:

No estas integrando bien los datos a causa de la alienación que la doctrina del "el El patriarcado" te está causando. Mira Carlotta, para el capital tu no eres rentable, y te conviertes en un verdadero estorbo si te reproduces pues generarías mayores gastos de gestión estatal. Esto quiere decir que el que tu campaña pro abortismo salga adelante significará, - y escribo significará pues es muy probable que dado todo el apoyo internacional neomalthusiano y local progre burgués que está recibiendo finalmente lo impongaís como normalización social -, significara digo en torno a un incremento del 4% del PIB en ganancias de capital y similar reducción de participación del proletariado en el excedente social.

Por esto, Carlotta, lo que está ocurriendo es lo contrario a lo que dices que está ocurriendo, las fuerzas del capital tanto burguesas como de clases medias, incluida la aristocracia obrera, están volcadas a que criminalices la reproducción biológica del proletariado y a las mujeres proletarias que se atreven a tener hijos sin el permiso del capital en funciones, que puede encarnar perfectamente por supuesto que en un familiar, sea una hermana, una madre , un padre o un marido, o en un cuadro de un partido político de "izquierdas", incluso "marxista" que no para de darse golpes en el pecho diciendo que él es "feminista". La historia se produce primero como tragedia y luego como comedia, por eso, ahora que se está repitiendo otra vez suenan a cómicas la masa de majaderias que los neomalthusianos sueltan al proletariado femenino argentino para que vaya al confesionario a confesar sus ganas de abortar a su propio hijo para redimirse en la religión de la culpa neomalthusiana por ser o querer ser madres que se ha inventado la socialdemocracia global en su obsesión genócida contra el proletariado mundial.
Re: Mi cuerpo no es mío
28 abr 2019
Sr ".", precisamente los poderes ultraconservadores y reaccionarios que están resurgiendo en su mundo occidental, sostienen un discurso muy similar al suyo. La única diferencia es que no suelen utilizar términos marxistas como "proletarixs", "alienación", etc.

A lo que me refiero es que sus argumentos son tan falsos como usted y todas sus ridículas teorías. Ridículas porque precisamente esos poderes ultraconservadores y "pro-vida", hacen propuestas para que los gobiernos subvencionen a las familias numerosas, pretendiendo incluso modificar los criterios sobre "familia numerosa", queriendo hacerla extensible a las que tienen un solo hijo o hija.

Otra de sus grandes y graves falacias es dar a entender que el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, obliga a las mujeres a abortar siendo completamente falso. Sin embargo su prohibición, sí que obliga a engendrar hijos o hijas no deseadas.

Siguiendo con sus falsedades, en sus anteriores comentarios, usted considera al cigoto como un hijo o hija, como un ser humano completo y con voluntad. Es falso que se criminalice a las mujeres que deciden procrear, sin embargo, usted y su ideología ultraconservadora sí que criminalizan a las mujeres que reclaman el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, comparándolas y equiparándolas a genocidas. y para sustentar teorías tan aberrantes, usted ha llegado a sostener afirmaciones tan absurdas como que el nacimiento de un o una bebé, es el momento de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide.

Usted miente cuando se refiere a “genocidio contra el proletariado mundial” refiriéndose al reclamo del derecho de las mujeres a decidir sobre su embarazo, pues la demanda de ese derecho no se reclama exclusivamente para las mujeres de una clase social concreta, pretendiendo hacernos creer que se trata de una “conspiración” desde arriba, para exterminar a lxs de abajo. Sepa usted que para llevar a cabo ese exterminio, lxs de arriba no necesitan como usted afirma del aborto. Y lo podemos constatar en los campos de refugiados o en los flujos migratorios que intentan cruzar fronteras terrestres o mares y todo ello sin tener en cuenta las guerras que ustedes crean en cualquier parte, las muertes por el sistema de explotación o accidentes de tráfico o múltiples violencias contra personas, animales, medio ambiente, etc… Pero esto a usted le importa muy poco

En usted viene siendo habitual decirnos a las mujeres que "no integramos bien los datos", necesitamos a hombres como usted para que esa "integración de datos" sea correcta. Porque para usted las mujeres somos solo eso, datos que "no estamos bien integrados", y se lo achaca a una supuesta "alienación" causada por la "doctrina" de "el el el el El patriarcado". Como ultraconservador, usted concibe al patriarcado como una "doctrina", sin embargo sus discursos ultracatólicos los concibe y proyecta como “ideología anticapitalista y revolucionaria”. Todo un logro que solo es posible si los "milagros" existieran. Carlota ya se hace la pregunta “¿cuándo pueden hablar las mujeres?”, y a la cuestión del sexo, se le podría sumar la del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, y usted es un ejemplo de ello cuando dice que Carlota “no integra bien los datos”, es decir, usted condiciona la manera de cómo se pueden y se deben “integrar esos datos”, considerándola como un objeto y nunca como sujeto. Ella ya lo anticipa en su texto y usted lo reproduce a la perfección.

Otra de esas falacias que sostiene y que, por ridícula, en pocas ocasiones entra en debate, es la que usted considera como “sexualidad natural” y como su único “método” anticonceptivo, la que llama continencia sexual o castidad, algo que ni con su dialéctica marxista puede encubrir.
Re: Mi cuerpo no es mío
28 abr 2019
Buenas Aliss:

Esta siendo engañada por las fracciones neomalthusianas del capital para realizarles las campañas po abortismo entre las mujeres proletarias, embelleciendo lo que le puedo asegurar que es inexhornable, espeluznante y horrososo. No envie a las mujeres proletarias a esas trampas, y al menos dígales la verdad: La natalidad cae porque las fuerzas del capital presionan de varias formas criminalizando, desprestigiando y ridiculizando la maternidad, para que finalmente una pobre mujer en espiral de debilidad y confusión decida matar el cuerpo de otro, que es su hijo, y así no dé poblemas de necesidad a la sociedad capitalista, le ahorre costes y le permita a determinadas fracciones de capital emplear impunemente el cuerpo humano como materia prima de sus temibles negocios.

Este es, Carlotta y Aliss, el extremo más brutal del uso de humanos por humanos, y no es, lea con atención, el punto de llegada de esta ignominia sino el punto de salida de un trayecto en el que los seres humanos, reducidos a cosas, materia prima y herramientas, primero los más débiles, los que están en el estado de desarrollo como bebes embrionarios, pero luego poco a poco todos los que los neomalthusianos y el capital nazi-fascista consideren sobrantes, son destruidos con toda impunidad en pro de la acumulación de capital.
Re: Mi cuerpo no es mío
02 mai 2019
Puede que a nosotras intenten engañarnos, pero de lo que no cabe ninguna duda es que usted es uno de los que pretenden engañar a quienes le lean.

Usted se inventa la existencia de bebés embrionarios. Es decir, para usted, como ya expliqué antes, los embriones humanos son bebés y no embriones. Por eso necesita inventarse la existencia de bebés embrionarios. Un embrión es una fase del proceso de reproducción. Un bebé es la culminación de ese proceso reproductivo a través del parto y tras un proceso de gestación. Los embriones no son bebés.

Mo es cierto que la natalidad caiga por la fuerza del capital. Usted siempre se olvida de que el mundo no es solo su mundo. La natalidad cae por las fuerzas del capital en su mundo occidental, pero no solo cae por el capital, y de eso usted siempre se olvida porque no le interesa profundizar más allá de sus creencias.

Antaño, cuando la natalidad en su mundo no "decaía" (debería usted de aclarar cual es el número de hijos e hijas que considera "naturales"), el capital seguía existiendo y no corría ningún peligro. Fue precísamente con el neomalthusianismo que la burguesía y las oligarquías temieron quedarse sin carne de cañón para sus guerras y mano de obra para su explotación industrial. Y eso es precisamente lo que usted reclama, una mayor natalidad proletaria, sin importarle la conciencia revolucionaria.

El derecho a la interrupción voluntaria del embarazo es precisamente eso, voluntaria. Y usted considera a las mujeres proletarias como "bobas" que se dejan engañar. Además, le volveré a recordar que ese derecho se reclama para que todas las mujeres puedan decidir por ellas, y no a través de un estado o poder que les impone sus decisiones. No es un reclamo exclusivo para mujeres proletarias, sino para todas las mujeres, lo que desmonta su conspiranoica teoría de "genocidio proletario".

Explíquenos dónde está el negocio en la interrupción voluntaria del embarazo público y gratuito. El negocio que se realiza con los hijos e hijas, parece que no le preocupa tanto, especialmente si son autóctonos y son futuribles explotados o explotadas.

Llamar a cualquiera "nazi-fascista" es un penoso recurso que atenta contra la inteligencia humana. El capital es neoliberal y ultraliberal, y por eso usted desvía la atención hacia los "nazi-fascistas", para así encubrir sus discursos de ideología ultraliberal, en su caso de profundas raíces ultracatólicas.
Re: Mi cuerpo no es mío
02 mai 2019
Buenas Aliss:

Son bebes embrionarios, no materia de procesado industrial o de comercio de tejidos humanos, y en tanto humanos solo pueden pertenecerse a si mismos y no a su madre ni al técnico abortero de turno o a su corporación, quienes no son nadie para venderlos ni vivos ni muertos; la realidad es que están robándoles después de matarlos, como se ve ello auspiciado por ánimo de lucro, pues además están industrializando el proceso en la nueva ola global de eugenesia, mientras los propagandistas de la industria lo llaman eufemisticamente "interrupción del embarazo" o "embriones de laboratorio".

Le recuerdo, por otro lado, que estoy conminándole a usted a que no engañe a las mujeres y les diga la verdad y las ayude a defender a sus bebes embrionarios en lugar de engañarlas sobre la naturaleza real del acto que les venden como maravillosisimo y megaliberador. No estoy protegiéndola de que la engañen a usted los nazi-fascistas de los laboratorios pues lamentablemente, ya no conservo apenas esperanzas de que usted no trabaje para esa horrible industria directa o indirectamente.

Le aclaro, así mismo, que la natalidad cae en todo el mundo capitalista, a medida en que se desarrolla la renta del planeta y se eleva la composición orgánica media del capital en toda la geografia capitalista, y cae por debajo del nivel de reproducción social en las regiones concretas en que la acumulación es muy intensa. Lo que mueve este proceso no es otro cosa que el hecho de que una parte de la población es empleada como combustible de la acumulación y valorización de capitales para la burguesía y las clases medias capitalistas, ahora por un lado desvalorizados como fuerza de trabajo por realizar el trabajo manual en abarrotamiento de sobreoferta y, por otro, los considerados sobrantes, que son aniquilados de varios formas, una de ellas es el fomento del abortismo. Por supuesto, el grueso de la población explotada y sobrante es, no casualmente, de clase proletaria. Aquí, hay una cuestión de clase como la copa de un pino y no va a ser tan fácil ocultarla. Por cierto, ¿qué va a ocurrir cuando aumente la sobreoferta y se desvalorice aún más la fuerza de trabajo a causa de la automatización robótica del trabajo domestico y del trabajo intelectual mediante aplicaciones de Inteligencia Artificial? Dígales la verdad a las mujeres proletarias, la eutanasia de los sobrantes aumentará si no se le pone freno y no se le puede poner freno si se la valora positivamente como es el caso, mientras los cuerpos que se despanzurran son los de otros/as.

Respecto a su cuento de hadas sobre el neomalthusianismo, resulta que los neomalthusianos, en aquellos años de la primera mitad del siglo XX en que agarraron el timón del capital en la reproduccion biológica del proletariado, al contrario de lo que usted mantiene, sostenían la triade infernal de la Eugenesia, el Malthusianismo y el Darwinismo social, ¿por qué hoy no hay sin embargo resistencia ni oposición a sus reaccionarias pero ahora aggiornadas recetas de "solución" criminal a la pobreza? La mayor responsabilidad aquí la tiene la socialdemocracia y las clases medias que tomaron el poder en la revolución europea, revolución, si, pero no proletaria, revolución de clases medias precisamente contra la revolución proletaria.

En todo caso, hoy, a los bebes embrionarios que se está matando es fundamentalmente a los proletarios, al hijo pobre se lo mata farfullando estupideces sobre la libertad y la equidad o babosadas como que "mi cuerpo es mio" con el mayor de los cinismos y la más profunda desinformación, en el medio del despilfarro y de la superproducción de valores de uso ¿qué tiene esta actitud de izquierdas, de igualdad, de fraternidad, de comunismo, de socialismo, espartaquismo o anarquismo? Nada, es la solución de las fracciones más nazi-fascistas de la alianza de clases burguesa.

Pero el desarrollo de este proceso no para, primero la desempatia se siembra contra los bebes embrionarios por no ser supuestamente más que "información" pero luego los mismos bestias que hacen esa caracterización resulta que consideran al resto de los seres humanos como meros logaritmos, ¿ya sabe usted a dónde nos han traido este tipo de teorias biofuncionalistas burguesas de la materia viva, incluida la humana? Ver sentido en los seres humanos y no mera función no es una aproximación “ultracatolica” sino una recepción perfectamente científica no reduccionista, el problema ya más que grave proviene de haber permitido durante un siglo que quienes ven a los seres humanos como meras colecciones de funciones y no un oceáno de sentido hayan tenido el timón de la dirección del desarrollo de las fuerzas productivas y reproductivas.

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