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Machismo y antifeminismo
27 ago 2018
Al revés de lo que sucede con el machismo, el antifeminismo es siempre explícito y no puede ser inconsciente o inadvertido para quien lo defiende
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El machismo y el antifeminismo no son exactamente lo mismo. Identificar los matices que los distinguen creo que puede ayudarnos a clarificar algunos debates y a entender algunas cosas que (nos) pasan. Cierto que ambos fenómenos convergen en los mismos sujetos con mucha frecuencia, pero son cosas por lo menos analíticamente diferentes. La mayoría de individuos, grupos, prácticas, costumbres o instituciones que son machistas suelen tener también componentes anti-feministas, pero parece más adecuado reservar el adjetivo antifeminista para calificar a individuos o grupos de tales que se expresan consciente y explícitamente en contra del feminismo como planteamiento político articulado.

A pesar de que a veces se habla de “la ideología machista”, el machismo es más actitudinal que programático; tiene que ver con una actitud vital que incluye desde acciones, conductas y ademanes, hasta aspectos de la personalidad u opiniones no especialmente sistematizadas; conductas y opiniones no sólo sostenidas por hombres, cierto, también en ocasiones son mujeres quienes las ponen en práctica (coincide en esto con el antifeminismo, que también puede ser enarbolado por mujeres). Pero el machismo puede darse en alguien que desconozca completamente la existencia del feminismo y sus planteamientos en favor de la igualdad de género, aunque es verdad que esto –no tener noticia del feminismo– resulta cada vez menos probable. Por supuesto, también puede ejercer de machista alguien que conoce y rebate (o intenta rebatir) los planteamientos feministas, seguramente es lo más habitual. Pero lo chocante es que encontramos machistas bastante evidentes también entre personas, generalmente hombres, que conocen mínimamente el feminismo, algunas de sus aportaciones, de sus análisis… ¡y los aceptan! –o eso dicen.

El colmo de la paradoja: puede haber y hay hombres que ponen en marcha por ejemplo el mecanismo de mansplaining para subrayar la importancia del feminismo de formas profundamente machistas por el paternalismo, la condescendencia o la arrogancia que despliegan (pensaremos que inconscientemente) ante personas, generalmente mujeres, perfectamente conscientes de esa importancia y que conocen bastante más a fondo que el disertador en cuestión los desarrollos teóricos feministas, sus vericuetos, laberintos y complejidades. Esto sucede. Igual que sucede que hay personas, generalmente hombres, que conociendo y aceptando en un plano intelectual general algunos análisis feministas, resultan ser –precisamente desde un punto de vista feminista– unos impresentables en determinados aspectos de la vida privada.

En este punto es crucial la consideración feminista de que “lo personal es político”. El famoso eslogan alude –entre otras cosas– a la coherencia personal entre lo que suscribimos en el plano teórico y la práctica concreta que desplegamos en nuestra cotidianeidad; sería conveniente que estos feministas recién convertidos le dieran una vuelta al asunto. Hay talleres y cursos. En el fondo de este fenómeno, además de una incapacidad de autocrítica notoria, lo que hay es un desconocimiento supino de la profundidad y el alcance del sistema sexo/género en la configuración de las identidades, de lo que somos. Luego retomaré este asunto.

Conocer la existencia del feminismo y mínimamente sus desarrollos teóricos es un prerrequisito para ser antifeminista. Aunque no sea lo más habitual, en pura teoría puede darse el caso de una persona que en sus actitudes y conductas cotidianas no sea especialmente machista y, sin embargo, tenga una postura (intelectual, filosófica, política) netamente antifeminista; por ejemplo, porque desde una defensa de la complementariedad de los sexos no acepte la necesidad de promocionar el valor de la igualdad. Una persona así, generalmente un hombre (antifeminista, pero no brutal o especialmente machista) podría ejercer un machismo de baja intensidad como el de la caballerosidad en el trato hacia quienes el machismo considera el “sexo débil”; es un machismo de menor intensidad, desde luego, que el presente en un asesinato machista o en una violación.

Muchas actitudes masculinas perdonavidas, condescendientes, paternalistas o de defensa enfática y sobreactuada de “las mujeres” podrían encuadrarse aquí. Es evidente que estas actitudes se acercan mucho a las de algunos (supuestamente) pro-feministas (pero realmente) machistas que veíamos más arriba. (¿El machista de izquierdas converge con el antifeminista de derechas?).

Caben también, claro, las otras combinaciones: no tener noticia del feminismo y no ser particularmente machista; o –por supuesto– conocer bien el feminismo, suscribirlo de pé a pá y no tener actitudes ni opiniones machistas. No hace falta extenderse sobre estas variantes tan poco problemáticas.

He mencionado antes la consideración feminista de que lo personal es político. No es ajeno a todo este embrollo que el feminismo, a diferencia de otros movimientos sociales y políticos, apunta a ‘nuestras vidas y nuestros cuerpos’ de una forma muy directa. Cierto que la cuestión de la coherencia vital no atañe sólo al feminismo: sería muy poco serio declararse decrecentista y tener dos coches o viajar semanalmente en avión; anticapitalista y especular en bolsa; ecologista y usar sólo agua embotellada. Pero durante mucho tiempo se ha fraguado un imaginario según el cual la tarea política tenía que ver con organizar el mundo o, mejor dicho, la parte pública del mundo, y no la vida privada. Ha sido el feminismo el que ha esgrimido eslóganes como el de las compañeras latinoamericanas en los años 80 y 90 exigiendo “democracia en el país y en la casa”. O aquél otro que pedía “obrero, trabaja, no seas patrón en casa”. Ha sido el feminismo el que expresamente ha conectado lo público y lo privado como espacios, ambos, de sustancia política, poniendo de manifiesto que el poder opera también en el ámbito privado.

Este ejercicio de redefinición de lo político ha añadido complejidad al asunto. Según el enfoque feminista, susceptible de análisis político es no sólo aquello que hacemos (que puede y suele ser regulado legalmente) sino también aquello que somos, nuestra identidad y subjetividad (estrechamente vinculado con lo que hacemos pero más difícil de regular en términos legales –aunque el patriarcado se sirve de otros medios para establecer cómo-debemos-ser). Si a esto añadimos el interés trasformador que define al feminismo, se percibe con nitidez la complejidad añadida a la que me he referido: siempre es más fácil dejar de hacer que dejar de ser; también empezar a hacer algo que no habíamos hecho nunca antes es más sencillo que empezar a serlo que nunca habíamos sido: repartir en casa las tareas domésticas (cosa que cada vez hacemos más) es más fácil que dejar de ser un hombre prepotente en el trato con las mujeres. O un baboso en contextos de ligoteo.

Es más fácil hablar a favor del feminismo con superioridad de macho alfa que dejar de ser un macho alfa. Es más fácil, siendo varón, disfrazarse de mujer en carnaval que ser discreto y dar un paso atrás o permanecer calladito en determinadas circunstancias en el espacio público. Es más fácil (y más vistoso) para un hombre de izquierdas heterosexual combatir de boquilla el antifeminismo expreso de la derecha que pararse a percibir (para poder combatir) el propio machismo en el trato con las mujeres o los gays. Es más fácil para algunos hombres dar lecciones de feminismo que pasar a un discreto segundo plano y aceptar que las mujeres sean las protagonistas, no (sólo) por compensar la deuda histórica –digamos– sino porque en un altísimo porcentaje, de feminismo, en general y muy a menudo en particular, ellas saben más. Bastante más, incluso. Y a veces toca callar y aprender. Y no se hunde el mundo.

Al revés de lo que sucede con el machismo, el antifeminismo es siempre explícito y no puede ser inconsciente o inadvertido para el sujeto que lo defiende. Hoy es muy raro encontrar antifeminismo explícito en la izquierda. No siempre fue así: en sus orígenes el feminismo fue descalificado por la izquierda masculina como burgués y destructor de la unidad de clase, por enfrentar a mujeres y hombres de la clase obrera y querer establecer además una alianza antinatura (decían) entre mujeres obreras y burguesas. A este respecto hay que recordar el detalle de que fueron los varones de la clase obrera quienes establecieron un pacto interclasista con los patronos acordando con ellos el salario familiar que sacaría a las obreras de la fábrica y las llevaría al hogar para encargarse de “sus labores”, o sea, de atenderlos a ellos y a su prole a cambio de manutención. Un aspecto de la historia no demasiado conocido ni difundido, estudiado, entre otras, por Heidi Hartmann y Carole Pateman.

Como digo, los varones de izquierda suelen ser hoy menos antifeministas que machistas, pero (y este es otro aspecto crucial) tenderán casi siempre a no reconocer su machismo. Sin que se trate necesariamente de una decisión consciente, les sale más a cuenta ser machistas sibilinos que antifeministas explícitos (eso es una conquista feminista: a un varón de izquierdas mostrarse explícitamente antifeminista no le sale hoy gratis ni barato, le acarrea multitud de críticas y rechazo de su entorno; y no siempre es fácil llevar eso a cuestas, por muy machomán que pueda ser el sujeto en cuestión). De forma similar, la derecha es muy a menudo machista, pero sobre todo es expresa y característicamente antifeminista (o lo ha sido hasta hace poco: a partir de ahora, el éxito de la movilización feminista va a tener como consecuencia que sea menos habitual la defensa de posiciones explícitamente antifeministas1). También la derecha reniega por lo general de su machismo, como –por cierto– de su clasismo: salvo en casos de fanatismo extremo, el machismo y el clasismo no son actitudes que los sujetos acepten con gusto de sí mismos2.

Respecto al machismo, hay otra cuestión un tanto colateral pero muy relacionada con todo esto: la tendencia (antifeminista, por cierto) que ha venido presentando al feminismo como “lo contrario del machismo”, entendiendo por tal “lo mismo que el machismo pero al revés”, de manera que serían ambos igual de odiosos e indefendibles. Obviamente, esta infundada apreciación (creo que hoy en franco retroceso) simplemente buscaba desacreditar al feminismo, aunque ha tenido que hacerlo, ojo, dando por supuesto que el machismo es sin discusión indefendible. El eslogan feminista de muchos carteles en las manifestaciones del 8M lo veía y lo contestaba con gracia: “ni michismi, ni fiminismi”. Todo el mundo debería saber ya que el feminismo no es machismo al revés, sino lucha organizada y argumentada contra el machismo. El feminismo, más que lo opuesto del machismo es lo que se opone al machismo. Matiz crucial.

‘Feminismo’ es el nombre de un planteamiento político teóricamente muy articulado y elaborado, que denuncia y busca combatir teórica y prácticamente el machismo en todas sus manifestaciones y grados. Pero también tiene y tuvo el feminismo que rebatir –sobre todo en sus inicios– los planteamientos antifeministas que pretenden cuestionarlo y acallarlo. Porque una vez que el feminismo echa a andar, el sistema de poder que llamamos patriarcado pone a trabajar toda su maquinaria de auto-legitimación para desacreditarlo; nótese, sin embargo, que lo hace básicamente por la vía de ridiculizar y deslegitimar a las feministas (que si somos feas y ese tipo de cosas tan sesudas) ya que argumentos le cuesta más encontrar.

En resumen, el feminismo se opone tanto al machismo como al antifeminismo; siempre que hay avance feminista, hay antifeminismo reactivo; machismo lo hay, haya feminismo o no, en todas partes (en la izquierda, en la derecha y en el centro, arriba y abajo, en Oriente y en Occidente, en el Norte y en el Sur, en la población paya y en la gitana, en la autóctona y en la migrante, en la familia tradicional y en la comuna hippy, en el barrio rico y en el barrio pobre, en el independentismo y en el unionismo, en el chalet adosado y en la casa okupada, en las instituciones del Estado y en los movimientos antisistema); los planteamientos expresamente antifeministas son, hoy en día, más difíciles de encontrar en la izquierda que en la derecha; en general, antifeministas hay menos –obviamente– según el feminismo va gozando de mayor éxito social3.

El feminismo, además de cosas más importantes como contribuir a humanizar la vida de todas las personas, se ha caracterizado por haber ideado eslóganes muy potentes, muy imaginativos, llenos de contenido, paradójicos muchas veces, de esos que hacen pensar un rato. A algunos de ellos me he referido ya en las líneas precedentes. Quiero mencionar uno más, para terminar: el que afirma que “no hay nada más parecido a un machista de derechas que un machista de izquierdas”. ¿De verdad todavía hay quien lo ponga en duda? Pues eso parece.

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Notas:

(1) Conviene aquí, sin embargo, distinguir derecha liberal y derecha conservadora. La derecha liberal es mucho menos antifeminista que la conservadora; puede hasta suscribir expresamente alguna versión light del feminismo liberal. En cambio, la derecha conservadora (generalmente vinculada a concepciones religiosas más o menos integristas y/o fundamentalistas) tiene en el antifeminismo explícito una de sus señas de identidad, tal y como se ha podido comprobar desde el minuto cero en las declaraciones con las que el nuevo líder de la derecha española sin complejos ha ido marcado territorio. Aun así, si no estoy equivocada, ha preferido denostar lo que los Obispos y otros agentes ultraconservadores denominan “ideología de género” más que declararse en oposición frontal al feminismo con ese nombre: eso hoy le sale caro hasta a la derecha más recalcitrante.

(2) [Mínimo excursus]: tampoco el racismo, cuando es actitudinal y no programático, suele ser reconocido. Pero en la palabra “racismo” convergen lo que estoy llamando actitudinal y lo programático o doctrinario. La ultraderecha despliega actitudes y afirmaciones (doctrina, programa) racistas, aunque pocas veces dice literalmente “somos racistas” o “defendemos el racismo” (dice otras cosas como “los inmigrantes nos invaden” o “los gitanos no quieren integrarse”, ese tipo de falsedades racistas. Por seguir con la analogía: frente al “clasismo” (que es, insisto, más que un programa una actitud por lo general no reconocida y hasta re/negada) el término “anticomunismo”, en cambio, se referiría principalmente a lo que estoy llamando programático y suele ser expresa y orgullosamente defendido por la derecha.

(3) No sólo eso: a raíz del enorme éxito de las movilizaciones del último 8M, hemos asistido a una considerable proliferación a diestra y siniestra (inconcebible hace bien poco) de personas autoproclamadas feministas. Eso representa un indudable éxito del feminismo a la vez que pone de manifiesto un peligro obvio en el que ahora no voy a entrar. Por lo demás, parece que los pocos aunque ruidosos antifeministas expresos compensan su escaso número con una increíble competición por mostrarse cada cual lo más fanático y extremista posible, en una patética versión del clásico adolescente masculino “a ver quién la tiene más larga”.

Teresa Maldonado - CTXT
Extraído La Haine

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Comentaris

Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
https://es.wikipedia.org/wiki/Misandria
https://es.wikipedia.org/wiki/Hembrismo
https://es.wikipedia.org/wiki/Androfobia
https://es.wikipedia.org/wiki/Sexismo
https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_contra_el_var%C3%B3n
https://es.wikipedia.org/wiki/Los_ni%C3%B1os_son_est%C3%BApidos,_%C2%A1a!
https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_%22Las_mujeres_son_maravillosas%22

https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_dom%C3%A9stica_contra_el_var%C3%
Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
Finales de agosto. Domingo. Articulo de Lidia, escritora, ensayista y lider del Partido Feminista. Domingo, artículo de la Directora del Instituto de la Mujer de Aragon, Natalia. También el domingo, riña de Ana Bernal-Triviño, gran promesa de nueva estrella socialdemócrata feminista de Publico.es y Twiter.com, con la feminista neoliberal Ana Botín, con su consiguiente artículo. Lunes, artículo de la directora del Área de la Mujer del Ayuntamiento de Madrid, Teresa. Y, para completar la tanda, otro de Cinzia, profesora de la New School of Social Research de Nueva York.

Lidia está preocupada porque los hombres no sabemos hacer el amor, Natalia postula que hace falta una educación emocional institucional nueva para los varones, cuando sean niños. Ana se queja de que el feminismo verdadero es el socialdemócrata y no el neoliberal, descalificando a Ana Patricia. Cinzia propone un nuevo reformismo más abarcativo, del 99% frente al irrisorio 1% de feministas neoliberales, para regenerar la socialdemocracia. Y Teresa explaya un mapa sobre los hombres antifeministas y las corrientes ideológicas que los animan, bien conocidas, para ponerlos en vías de de disciplina y control. Todo lo cual es traducido con gran celeridad por la izquierda y la ultraizquierda socialdemócrata mediáticas, de tipo El salto, Diario.es, Público y La Haine. Aliss, así azuzada, está que no para y extiende velas a estos vientos favorables.

¿Qué está ocurriendo aquí? Comienza el curso político. El nuevo gobierno socialdemócrata se ha asentado durante el verano. Los altos cuadros socialdemócratas feministas han registrado durante el verano la nueva situación favorable, y se ven con la iniciativa política en la mano. Recuerdan su victoria movilizadora del 8M, y la ponen en valor, precisamente ante el gobierno socialdemócrata que necesita verse arropado socialmente por esa base militante y social, basada en el movimiento social de mujeres proletarias y de clases medias que van descubriendo el carácter permanente de su proletarización. Ahora toca, pues, arremangarse y vapulear al preocupante el El Patriarcado, para dirigir a esas masas y lanzarlas hacia donde convenga. Como primera demostración de fuerza lluvia de escritos con carácter de pronunciamiento político. Tienen poco tiempo pues las elecciones podrían verse adelantadas. Y cada voto femenino (PSOE 56% de voto femenino) significan no enos de entre 100 y 150 euros, para la estructura que los capta, pero en estas condiciones en que sube la marea podrían significar mucho más.

Hay, sin embargo, un problema. El Gobierno de Rajoi no cayó por la huelga y paro patronal del 8M, sino que eso fue claramente una movilización social de estabilización interna del régimen contra el preocupante y acechante el El Patriarcado, bendecida por los obispos y apoyada por Rajoi y su gobierno, y por Ana Patricia, y comandada por todos estos cuadros socialdemócratas feministas hoy pletóricos. El gobierno cayó unas semanas después de que el gobierno de Italia girara hacia el rechazo al euro y la UE, tras conocerse oportunamente la situación procesal de Rajoi. El PNV no podía sostener con su voto semejante situación procesal contra el unánime rechazo de sus bases, y solo puso una condición para apoyar la moción de censura; que se mantuvieran los presupuestos. La burguesía catalana, aprovechando la oportunidad, apoyó la caída de Rajoi y la socialdemocracia de repuesto, Podemos, ya saciada de empleos (no menos de cinco mil) cerró filas con sus mayores. El líder triunfante es, por supuesto, un macho alfa feministo socialdemócrata. Ese si puede plantar cara seriamente al preocupante el El Patriarcado.

La política de Trump de elevar los tipos de interés obliga al Banco Central Europeo, - a Alemania -, a elevar los tipos de interés en Europa. Se anuncio pues que a partir de septiembre la financiación del BCE al estado español e Italia pasaría a ser la mitad, y en enero, se frenará totalmente. Con el tablero despejado, unas incertidumbres se diluyen pero otras se abren. La papeleta de reducir el déficit y reestructurar la deuda pública del estado español está en la mesa del gobierno socialdemócrata. La ultraizquierda socialdemócrata y la red de socialdemócratas feministas, tienen una función importante en esta opereta; frenar al preocupante el El Patriarcado, montando así una firme base para la victoria electoral de la socialdemocracia hacia 2019. La burguesía catalana, socialdemócrata a machamartillo, y los nacionalistas neoliberales españoles van a presionar por lados opuestos, en lo interno, al gobierno socialdemócrata, mientras en lo externo la presiones para reestructurar la deuda y consolidar la centralización europea van a confrontarse con las presiones para situar en la órbita de la política de reordenación geopolítica anglosajona al estado español.

¿Cómo va a terminar todo esto, además de la elevación de la cuota de explotación a los 25 o 30 millones de proletarios que hay en las naciones ibéricas? No se sabe, pero lo que si se sabe ya, gracias a las aportaciones de Aliss, es que las socialdemócratas Lidia, Natalia, Ana y Teresa ya han elegido posición: Jardinería…

NOTICIAS: Descubierta la diferencia esencial entre “La Derecha” y “La Izquierda”.

https://irteen.net/noticias-descubierta-la-diferencia-esencial-entre-la-/
Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
"Como digo, los varones de izquierda suelen ser hoy menos antifeministas que machistas, pero (y este es otro aspecto crucial) tenderán casi siempre a no reconocer su machismo. Sin que se trate necesariamente de una decisión consciente, les sale más a cuenta ser machistas sibilinos que antifeministas explícitos (eso es una conquista feminista: a un varón de izquierdas mostrarse explícitamente antifeminista no le sale hoy gratis ni barato, le acarrea multitud de críticas y rechazo de su entorno; y no siempre es fácil llevar eso a cuestas..."
Con ese argumento, la autora se retrata como en un safari: el macho ha sido abatido y lo vamos a decapitar para poner su cabeza disecada en el salón, sobre la chimenea.
Imposible para los de cierta edad y mucha experiencia a cuestas no ver lo mucho que se parece esa reflexión-amenaza-velada a las crudas realidades de otros regímenes intolerantes.
Resulta inquietante su parecido con el trato que se dispensaba a los judíos en la España imperial o en la Alemania nazi. O a los republicanos en el régimen franquista. O a los ateos en los regímenes islámicos. O a los disidentes en la URSS de Stalin. Ese 'o estás conmigo o estás contra mí /(y atente a las consecuencias)' es el modelo de todos los formatos de poder autoritarios y totalitarios.

Puedes disentir, criticar o renegar del feminismo triunfante... ¡pero atente a las consecuencias!

Lamentablemente hoy en dia, gran parte de la autodenominada izquierda se ha tragado semejante monstruosidad, pero afortunadamente, cada vez hay más conciencias críticas que se rebelan ante semejante fórmula extorsiva de actuación y pensamiento.

(Esperemos que la penya del IMC BCN haya empezado a comprobar la dinámica perversa que encierra este modelo estalinista-feminista)
Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
El feminisme és una posició interclassista i sexista es miri per on es miri i s'adorni amb el que s'adorni.

Ser anti-feminista no significa ser masclista evidentment, cal ser també anti-masclista.

Hi ha un terme que defineix bé l'oposició als dos: anti-sexista.
Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
Este texto apesta a hembrismo rancio.Cualquiera que sienta una opresion puede combatirla. Desde hace mucho ha habido compas que renunciaron a privilegios y corren riesgos por algo en lo que creen. Basta de vanguardias revolucionarias. La lucha contra el estado el capital o el patriarcado es tarea de todas y nadie es mas ni menos. En una sociedad etica la iniciativa no tiene genero, se trata de sumar y caminar juntas. Es como si ahora digo que la lucha contra el capital es tarea de los mas pobres porque somos quienes mas lo sufrimos: clases medias e hijos de acomodados quedaos en segunda fila y relegad vuestra liberacion a nuestro buen o mal hacer...no te jode. Si no quereis que critiquemos al feminismo limarle todas las mierdas que le sobran.
Re: Machismo y antifeminismo
28 ago 2018
Durante decadas, criticar al estalinismo era denunciado sistemáticamente como 'pensamiento y actitud pequeño burguesa reaccionaria' (en Occidente, porque en la URSS y satelites ibas directo al Gulag, a Siberia, al psiquiatrico o al trullo... y a casi siempre acababas muriendo), cuando el PCE y sus tentáculos dieron el giro a la derecha con Carrillo y sus eurocomunismos, criticar la deriva colaboracionista te costaba automaticamente ser tachado de contra-revolucionario, izquierdista y demagogo... Cuando la CUP, ERC, el PSAN, los de ICV, el PSC y demás depredadores oportunistas se aliaban con los ladrones burgueses corruptos y xenofobos de CIU, te desmarcabas y pasabas de cantar el Segadors con la mano en el pecho, eras un asocial españolista colono invasor que ya te vas a enterar cuando proclamemos la Republica Quetelanee y te enviemos de vuelta a tus tierras extremeñas.

Bueno, pues con esta panda de 'vanguardia politica al servicio de la lucha de sexos' pasa lo mismo. Da igual que hayas combatido el machismo, el sexismo y la dominacion desde que tienes uso de razón. No importa si te declaras (y ademas demuestras con tus actos y tu trayectoria) antimachista, antisexista e igualitario. Bastará con que te declares 'no feminista' para que te marquen con el sanbenito, que te pongan en la picota y te difamen /escarnien/basureen siguiendo otros modelos totalitarios que ya conocimos... para afirmar su poder y para disuadir a otros posibles disidentes. ¿Esto es 'liberatorio', 'digno', 'coherente'? ¿Poner en el mismo saco al machista de la casa okupa que al terrorista de Boka Haram? ¿Equiparar al hippie de la comuna que te envió un dia al carajo con el proxeneta de Rumania? ¿Al padre progresista que se inquieta porque llegas drogada a las 4 de la madrugada con el talibán que viola, lapida y masacra?
Si esto es la 'izquierda' (la de los buenos y las buenas) no quiero ni pensar lo que vendrá después, cuando tengan más poder...
Sindicato Sindicat