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¿Saben los hombres hacer el amor?
21 ago 2018
Y para los antiabortistas, las palabras de Lidia Falcón Sobre el desencuentro afectivo-sexual entre hombres y mujeres por una socialización desde la óptica patriarcal de la sexualidad masculina, y que es un importante factor que esos antiabortistas "casualmente" olvidan para responsabilizar exclusivamente a las mujeres.
Sobre el desencuentro afectivo -sexual entre hombres y mujeres por una socialización desde la óptica patriarcal de la sexualidad masculina

Mis amigas y confidentes jóvenes me confiesan otra preocupación que las tortura después de la de saberse engañadas por sus parejas. La torpeza que muestran, ya enamorados, en las lides de la sexualidad.

Torpes y egoístas, me dicen. No todos, añaden, pero sí la mayoría. Ellos son tan machotes, lo saben todo, y lo realizan todo rápida y bruscamente, sin tener con su pareja la delicadeza y el juego previo que toda mujer desea. Y eso después de presumir de conquistadores y expertos.

¿Se lo decís?, pregunto a mis interlocutoras, y, poniéndose encendidas me replican, oh no, no se puede decir, les ofendería. ¿Qué es, vergüenza, pudor? “Bueno sí, también, pero es que él ni te escucha ni se fija en ti. Como es muy hombre lo sabe todo”. Y mientras ellas no se atreven a manifestarles su desencanto por no molestarles ellos actúan con total prepotencia y seguridad, sin que les inquiete la aceptación de su pareja.

Pienso en los años heroicos del feminismo, cuando salíamos de las tinieblas franquistas, y organizamos cursillos, encuentros y discusiones sobre sexualidad, ansiosas de aprender lo que la educación nacional-católica nos había hurtado. Eran los tiempos en que clandestinamente se conseguían los libros de Freud, de Melanie Klein, de Alejandra Kollöntai, de Simone de Beauvoir, de Marie Bonaparte, de Willhem Reich, que leíamos y absorbíamos como esponjas.

Las primeras lecciones fueron de anatomía, ya que la mayoría de las mujeres ni siquiera conocían su propio cuerpo. Y fue importante para aquellas generaciones lograr el acercamiento a las otras compañeras, compartir las nociones fundamentales de sexualidad femenina y exigir a sus compañeros de cama la cuota de placer que les pertenecía.

En los prematuros años 60, Eliseo Bayo y yo nos lanzamos a hacer una encuesta sobre el comportamiento sexual de los hombres españoles. Yo había comprado clandestinamente el Informe Kinsey. Aquel trabajo monumental que Kinsey, Pomeroy y Martin, los profesores de la Universidad de Indiana realizaron en los años 50 en Estados Unidos investigando la verdadera conducta de los estadounidenses en el arte de hacer el amor. No lo que dictaba la puritana e hipócrita moral oficial ni lo que presumían los textos pornográficos. Después los trabajos de Johnson y Johnson de investigación práctica con decenas de parejas que a ello se prestaron. Y publicamos unos reportajes que estremecieron a la asustada y pacata sociedad española.

No sé cuántos de mis compatriotas, que no sean profesionales de la investigación sexual, conocen hoy los trabajos de Kinsey y Johnson o la magna obra de Willhem Reich. Ciertamente no todas las participantes del Movimiento los leyeron, pero las que los divulgamos y trabajamos en su estudio y discusión llegamos a varias generaciones de jóvenes que realizaban sus primeras armas en el difícil arte de la sexualidad.

Hoy observo que de los cursillos, talleres, encuentros y debates feministas la sexualidad está excluida. Supongo que hasta el mundo feminista entiende que la liberalidad con que se expresan -tantas veces soez- los escritores, los medios de comunicación, los participantes en los programas televisivos, profesores y políticos, significa que no hay misterio ni secreto que las mujeres y los hombres ignoren sobre tal actividad humana.

Y veo, triste y espantada, que la principal fuente de información sexual para los jóvenes, niños casi, es la pornografía. Difundida hasta la náusea por revistas y películas tiene sobre todo su soporte en Internet.

Ya en aquellos primerizos años, el Partido Feminista llevó adelante una oposición activa a la legalización de la pornografía, que comenzaba a inundar las salas de cine. No podíamos imaginar el vehículo digital. Pero sí sabíamos que la pornografía está basada en el desprecio hacia la mujer. En sus horribles productos, los hombres disfrutan impunemente de cuerpos femeninos para obtener orgasmos rápidos con prácticas agresivas y hasta crueles.

Mis discusiones con el pornógrafo más respetado de aquellos tiempos en los medios de comunicación Román Gubern, que pontificaba diariamente sobre la bondad de la pornografía, no evitaron que ya no se haga distinción entre el erotismo y la pornografía, y que los cultos, sabios, modernos y posmodernos especialistas del sexo, tacharan a las feministas de pacatas, ñoñas, reprimidas, dominadas por la moral católica, y otras lindezas semejantes. Alguno supongo que también afirmó que estábamos mal jodidas, como acusaban los estudiantes franceses del 68 a las feministas que comenzaban a plantear sus reivindicaciones. Hasta que éstas sacaron un enorme cartel que colgaron en los balcones de la Universidad de Nanterre que decía “Todas estamos mal jodidas”. Parece que indujo al silencio a más de uno.

Y esto es lo que deberíamos divulgar hoy, cincuenta años más tarde. Las nietas y bisnietas de las “soixante-huitards” siguen estando mal jodidas. Y pueden plantear las mismas quejas que sus antepasadas. Desapego, impaciencia, brusquedad y egoísmo que en tantas ocasiones rigen en los varones la relación de cortejo, seducción y consumación del acto sexual. Con una absoluta indiferencia hacia la sensibilidad, ignorancia o retardo de su compañera.

Los agresores de la Manada, los jovencitos de las últimas violaciones en Málaga, en Vitoria, en Cádiz, explican que la pornografía es su vademecum que les guía desde la absoluta ignorancia adolescente a la realización de las fantasías que abonan las imágenes que se transmiten a velocidad astronómica por las pantallas de ordenadores y de móviles. Imágenes de violaciones, maltrato, exhibición de los cuerpos y de los coitos. Humillación de las mujeres y triunfo machista de los varones.

El desprecio hacia la mujer en estos tiempos está siendo movido por las potentes empresas de pornografía, que tienen el mejor mercado: la rijosidad y la incultura de los jóvenes. Parece que la información sexual que se imparte en las diversas escuelas es incompleta, vergonzante, y destinada sobre todo a evitar embarazos y enfermedades de transmisión sexual. Y nada sobre el complejo proceso de realizar un amor placentero, sofisticado y respetuoso con su compañera.

Si ellas se atrevieran a plantear sus deseos y exigencias, ¿estarían hoy calificadas por sus compañeros de cama como reprimidas y ñoñas o los jóvenes aprenderían a aceptar verse en la imagen que ellas transmiten?

¿Aprenderían a moderar sus impaciencias, a controlar su testosterona y a disfrutar del más refinado placer de ir descubriendo los secretos de la capacidad más misteriosa y placentera del ser humano, que es la sexualidad?

¿A qué ha llevado esa proliferación de imágenes destinadas únicamente a exhibir cuerpos hermosos de mujeres, que son utilizados groseramente por los hombres? A aumentar el consumo de prostitución y de agresiones sexuales. A creer que el placer sexual se puede comprar o alquilar como practican los prostituidores. A entender la sexualidad como violencia y no como sensibilidad, ingenio y habilidad. Si la sexualidad masculina se satisface con cuatro prácticas elementales, ¿para qué detenerse en el cortejo, en las insinuaciones eróticas, en las caricias previas y en los diálogos excitantes? Como algunas especies animales, se va al coito rápidamente y tan contentos.

Pero no todas las especies animales son tan bruscas, en algunas el cortejo lleva muchas horas de exhibición de sus cualidades, de sus características especiales, de sus adornos y belleza. De cantos especiales que embelesan en el ruiseñor, de frotamientos repetitivos y extenuantes en el grillo, del zureo de las palomas, de la exhibición de las plumas del pavo real. Y los juegos de los homínidos, variados e ingeniosos: frotando hojas para hacer ruido y llamar la atención, jugando con ramas, practicando el sexo oral.

Y ahora son los hombres los que imitan a los más rudos y elementales de sus antepasados.

Lidia Falcón/blogs.publico.es/extraído de La Haine

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Comentaris

Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
21 ago 2018
Es impresentable, sesentayochismo que pasa completamente de comprender la gravedad de la situación sexo-reproductiva hacia los 2020s en cuya formación ella misma, y no los franquistas de hace cincuenta años, es ampliamente responsable.

la separación del sexo y la reproducción poniendo la carga de la factura sobre los hombros de los embriones y esto asumido y hecho asumir acríticamente por la socialdemocracia feminista a la mayoría del proletariado y de las clases medias, que preparó así el desembarco de este tipo de fascismo biopolítico hoy en alza propulsado por la prensa reformista profesional que es el generismo, ha convertido las relaciones sexuales en puro consumismo. Pero consumismo determinado por los niveles de renta, puesto que el capital sexual forma renta.

Los desbordes antifemeninos de narcisistas muertos de hambre (las hay también muertas de hambre como se ha visto en el caso de Asia Argento y su afaire de abusos narcisistas contra un joven https://www.elnacional.cat/enblau/es/famosos/asia-argento-acosar-metoo-a ) no provienen de la no educación sexual sino precisamente de la educación sexual socialdemócrata durante medio siglo, que ha demostrado ser aún más nociva que la cristiana, porque además esteriliza a las masas. No se trata de la familia burguesa de hace un siglo, se trata de las relaciones sexo-afectivas narcisistas resultado del sesentaycohismo y su primacia del deseo (industrialmente producido por el capital concentrado y con sus propios subproductos), condicionadas a niveles de renta, de hoy, y su larga estela de miserias capitalistas que se pretende presentar como una liberación supuestamente inconclusa, como en el nivel político, el rollo impresentable de la ruptura democrática, y su coartada sempiterna del "déficit democrático, en lugar de la revolución social, pero en la sexo-reproductividad.

A las feministas sinceras, que no hayan caido en el negocio de la socialdemocracia ni en el fascismo del generismo liberal, les llamo la atención sobre un reciente artículo de Thomas Meyer, del grupo Exit!, que debería servirles como base de estudio para iniciar una autocrítica, también en el caso del paradigma capitalista de "liberación sexual", que es tan productor de miserias como el del machialfismo de señoritos despiadados y niños dorados crueles de clases medias y seudo clases medias, supuestamente no embrutecidos, que le es completamentario:

Entre la ectogénesis y la felicidad de la madre. Sobre la reproducción del género humano en el patriarcado productor de crisis. Por Thomas Meyer
https://irteen.net/entre-la-ectogenesis-y-la-felicidad-de-la-madre-sobre/
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
22 ago 2018
Una lesbíbora plutócrata preguntandose si los hombres saben hacer el amor?
Mejor seria que respondiera ella por qué desde el partido feminista que ella preside y fundó se rechazó expresar solidaridad con las mujeres de Roca durante la larga huelga que las enfrentaba al capitalismo patriarcal so pretexto de que 'eran un partido y no un sindicato'.
Esta señorona da por si sola la medida de la gigantesca estafa del feminismo.
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
24 ago 2018
No mw gustaria imaginarme como debe ser compaetir cualquier tipo de relación con los comentaristas que aquí escriben. Debeis de ser unos sosos de la hostia follando...de verdad que me daria grima compartir espacio en vuestra compañia. Todo lo asociais a lo mismo? Llegais a comprender algo de lo que estais diciendo? Insultar y ridiculizar es vuestro unico argumento? Pensasteis alguna vez que vuestro planteamiento sería una herramienta útil capaz de enriquecer el conocimiento de la humanidad?. Me temo que no!. Al contrario; soli sirve para justificaros y poneros en evidencia.
Tal vez sería mas loable si decidierais exponer vuestros planteamientos argumentandolos en vuestros propios articulos, en vez de machacar los planteamientos de quienes sí tienen algo que decir.
Lidia falcon podrá ser tachada d muchas cisas, pero creo que en este tema dá en el clavo,
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
24 ago 2018
Lo reitero: "Es impresentable, sesentayochismo que pasa completamente de comprender la gravedad de la situación sexo-reproductiva hacia los 2020s en cuya formación ella misma, y no los franquistas de hace cincuenta años, es ampliamente responsable. "

Es responsable entre otras cosas por el caracter o inexistente o sistemáticamente reduccionista de la crítica a las relaciones sexo-reproductivas y sexo-afectivas del capitalismo toyotista, con el énfasis relacional puesto en la competición, tambien en las parejas, que ahora muta a aun peor, hacia la robotización.

La calidad de estas relaciones es comparable a la de los alimentos, el habitat, el tiempo y la actividad que hemos padecido individual y colectivamente en este medio siglo. Así que no es que asociamos es que no disociamos, Lumpem.

Van cinco décadas con teleseries, peliculas, libros, periodicos, revistas, legislaciones, La Educación, La Literatura, La Escuela, La Universidad, Los Espectáculos, partidos, sindicatos, oenegés, liderazgos sociales, politicas municipales, clinicas legales del abortismo, kits neomalthusianos anticonceptivos, cargados con productos culturales de y bajo hegemonia socialdemocrata y de la izquierda extractiva pequeña, mediana o grande, en suma el conjunto de la socialización y socio-sexualización de las poblaciones jerarquizadas en clases. Desde el tipo de familia y los modelos de relación a los espacios de consumo y ocio modelados de estas formas, y ahora resulta que la causa de que las relaciones sexo-afectivas sean un espacio de competición y consumo narcicista, insoportables y enfocadas hacia la individualización más atomizada, en implosión inercial a camara lenta pero imparable, es del El Patriarcado. Es que el El Patriarcado vale para todo, pero sobre todo para echar balones fuera.

A mi me parece, no sin base, que Lidia tendría que ir haciendo una autocrítica, a partir de una mirada más abarcativa y menos unilateral del asunto que está criticando, masas de personas reducidas a buscar deseo y placer a costa de otros, que aborrecen la afectividad y solidaridad más básicas. Hombres y mujeres.
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
24 ago 2018
Lidia Falcony dando en el clavo... Si. Pero con la punta hacia arriba. Que de eso se trata. De cortar y pegar la propaganda feminazi que ya no lee nadie y que está arruinando proyectos informativos que prometian como 'eldiario.es' y especialmente a 'publico.es'.
Que el feminismo es una plaga que se ensaña con los más debiles, con los hombres decentes, con la hombria de bien y la feminidad es ya una evidencia patética... (porque con los verdaderos fascistas, machistas, patriarcales, oligarcas... NO SE ATREVE, NO LLEGA, NO PUEDE). Como patéticos son los argumentos de Alias AKA 'lumpen', que aparte del corta-pega, se atreve a sugerir miserias sexuales personales de quien disiente de sus opiniones-verdades-incuestionables y de las doctrinas beatificas de la Falcon. (chin-pón)

Vete a... hacer un crucero de placer, bonit*.
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
24 ago 2018
Enhorabuena sr ".", por una vez sus argumentos han superado a sus descalificaciones, algo que hay que agradecerle, todo lo contrario que su otro contertuliano, en el que se destaca, más allá de errores o aciertos, el miedo a que las mujeres se organicen.
Y sí, es cierto que Lidia debería de ser más autocrítica, pero también es cierto que lo que expone es la percepción de su pasada experiencia, comparándola con la situación más actual, y en ello hay más acierto que error.

Déjeme que le recuerde que usted es un habitual de la queja acerca de las fuentes utilizadas y en eso, ya que tanto se queja, también usted debiera de esforzarse para hacer un mínimo de autocrítica. Nos ofrece un link de una publicación de la que sólo hay que ver el resto de artículos para darse cuenta del tipo de "periodismo" que le interesa.

Otra cuestión que también le voy a recordar, es que usted siempre afirma que el patriarcado no existe, que es "fantasmático", una "invención" del feminismo, sin embargo una vez más demuestra su incoherencia interesada, al recomendar un artículo en el que sí que se reconoce la existencia del patriarcado, aunque muy peculiar y reinterpretado para la conveniencia de la tesis del autor.

Los planteamientos de las tesis del texto de Thomas Meyer se ponen en evidencia con solo leer algunos de los párrafos. Disparates como que las feministas burguesas se emancipan con el trabajo precario. Eso sí es una negación de las clases.

Otro disparates es la afirmación de que "carrera y niño" son excluyentes, confundiendo intencionadamente la prioridad con la exclusión. Tampoco debería de sorprendernos leer que quien hace esa afirmación, no concibe la participación del hombre en la crianza y que por ello, el padre no debe de cuestionarse esas prioridades, pues parece ser que para él no nació para hacerlo.

Siguiendo con los despropósitos otra de las personas citadas viene a decir que "la integración de la mujer en el mercado de trabajo no es en absoluto emancipadora". Vaya una novedad. Es evidente que esa incorporación es una forma de sometimiento del capitalismo, pero no más esclavizadora que las que se aceptan sin cuestionar y que atañen a los hombres. Parece que el autor ignora por completo el contexto de explotación capitalista y de sociedad de producción, reproducción y consumo. Y cuando se refiere a "la mujer", se le olvida especificar que se trata de la mujer trabajadora occidental, pues las trabajadoras no occidentales, aunque en su mayoría sigan esclavizadas por el capitalismo, no lo están de la misma manera y sus vidas no tienen el mismo valor.

Para ir concluyendo, el artículo es otro panegírico más de quien no ve más allá de su ombligo. Y esa es la innovadora revolución que usted recomienda.

Otro de los asiduos comentaristas nos habla de "hombres decentes", "hombría de bien"... En vez de argumentos, lo que nos ofrece es un regalo envenenado de moral. Si hay decencia es porque existe una indecencia, y debo de suponer que ese comentarista es quien determina dónde está el límite de cada cual, del bien y del mal. Es decir, es alguien que tiene una profunda creencia en los valores absolutos e inmutables, y en esos mundos las revoluciones no tienen cabida, pues las cosas sólo pueden ser de una manera, están bien o están mal. Son decentes o son indecentes... Y si en vez de adentrarnos más, nos quedamos en el umbral, veremos que él tampoco se "atreve" con "los verdaderos fascistas, machistas, patriarcales, oligarcas..." porque son las manos que le alimentan. Contra quienes sí se atreve, es contra el feminismo, porque eso es "cosa de mujeres".
Re: ¿Saben los hombres hacer el amor?
28 ago 2018
Con la misma razón se podría preguntar si saben hacer el amor las mujeres y llegaríamos a la misma conclusión de que la pregunta es imbécil de por sí.

Para empezar, ¿Acaso hay una manera de hacer el amor? ¿Acaso no es verdad que lo que a ti te escita a mí me puede cortar el rollo y viceversa? ¿Acaso no es verdad que esto cambia hasta según el día y según la(s) persona(s) con las que se tienen relaciones? ¿Con qué baremo la inquisición moralista del feminismo va a determinar si se hace el amor correctamente?

El moralismo feminista necesita una manera de hacer el amor. También en este artículo volvemos a un común denominador del feminismo que es el de tomar prestados el 99% de los conceptos del propio machismo, pero barnizados. Según las feministas, las mujeres estarían “mal folladas”. ¿Hay algo más machista que esto? El feminismo necesita reproducir y mantener vivos los estereotipos que le dan oxigeno.

¿Pero no es también verdad que hay un montón de mujeres que utilizan el sexo como moneda de intercambio (y no me refiero a la prostitución oficial ni al matrimonio que es otra forma de prostitución), que no son capaces de expresar claramente qué les gusta, que viven con vergüenza su propio cuerpo y su sexualidad, que no se atreven a expresar y llevar a cabo sus fantasías, etc? Y exactamente lo mismo es verdad para un montón de hombre. Cada hombre y mujer con su manera de exteriorizar estos mismos fenómenos de maneras ligeramente distintas.

Pero vamos al verdadero núcleo de la cuestión: ¿Qué son los “hombres” y las “mujeres”? ¿Acaso viven libres de sus circunstancias materiales? ¿Acaso viven libres de la determinación material de cada uno según el área del mundo y su clase social?

¿¿Acaso pueden tener una relación sexual satisfactoria los proletarios y proletarias a las que no les coinciden los horarios con sus parejas o compañeros y compañeras, que están reventadas y reventados de trabajar, que les duele el cuerpo y no les supera el agobio económico y la (re)presión y abuso en los centros de trabajo, que no pueden ni saben educar a sus hijos que crecen como extraños delante de sus narices??

Pero para Lidia Falcón y las feministas todo esto no existe. El único problema es que “los hombres” “no saben hacer el amor”. El verdadero triunfo e intención del feminismo es desviar la lucha de clases hacia una lucha de sexos, lucha de sexos en la que quien triunfa irónicamente no es un sexo sino una clase: la clase burguesa y quien sucumbe es otra clase: la clase proletaria, mujeres y hombres incluidos.
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