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Notícies :: criminalització i repressió |
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Amparo a la impunidad, desamparo a las víctimas
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per Naiz |
30 jul 2018
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Con cuatro votos particulares, el Tribunal Constitucional ha anulado el grueso de la Ley navarra de reparación de las víctimas de la violencia policial y de extrema derecha, alegando que invade competencias del Poder Judicial y que persigue «fijar la verdad de lo ocurrido». Este fallo llega días después de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez, tras negociar con el PNV, anunciara la retirada del recurso ante el mismo tribunal contra la Ley vasca de Víctimas de Abusos Policiales a cambio de que desapareciera de la misma todo afán de identificar a los autores de esas violencias de derechos humanos, que no reproduzca el «relato del conflicto» y establezca que los abusos policiales son «hechos aislados».
Aunque en apariencia sean contradictorias, ambos hechos surgen de una misma política que modifica por la puerta de atrás la voluntad expresada por mayorías parlamentarias en Gasteiz o Iruñea e impone posiciones absolutamente minoritarias en la sociedad vasca. Por otra parte, responden a un mismo discurso, el de vencedores y vencidos, como clave, nada más y nada menos, que de la normalización. Y además, permite el desamparo, en mayor o menor medida, de las víctimas de la violencia de Estado y ampara la impunidad estatal de las mismas.
Esta resolución del TC resulta obscena e incongruente, y teniendo en cuenta los retos colectivos de este momento político, es totalmente irresponsable. La normalización política exige verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para todas las víctimas, de todas las violencias. Y debe imponerse un principio rector común para este nuevo ciclo del país: «Todas las personas, todos los derechos». Sencillo, aspiracional, inclusivo y potente, ese principio resume el espíritu de un nuevo futuro en el que la crueldad y el desamparo de las víctimas del Estado debe quedar socialmente proscritos. El Estado utilizando la herramienta del TC cree que así demuestra su fortaleza. En realidad, es debilidad, y su relato, embustero. |
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