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Notícies :: corrupció i poder
Annan, Vieira de Mello: decadencia de la ONU
02 set 2003
Para obtener una idea de lo rápida que ha sido la conversión de la ONU a servicio post-venta de la principal potencia del mundo, hay que volver a 1996, cuando Estados Unidos terminó por decidir que el predecesor de Annan como Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, debía irse.
Alexander Cockburn
CounterPunch

"Hay que tener cuidado", dijo el Secretario General de la ONU Kofi Annan a fines de agosto "de no confundir a la ONU con EE.UU". Si el Secretario General hubiera seguido su propio consejo, tal vez su subordinado brasileño, Sergio Vieira de Mello, no hubiera sido destrozado tan sumariamente en Bagdad dos días antes. Como van las cosas, la ONU sigue ansiando el papel de la sierva que EE.UU. necesita desesperadamente en Irak como cobertura política.

Sea cual sea el grupo que envió el camión bomba, decidió que Vieira y su jefe se comportaban de manera tan descarada al llevar a la ONU a actuar de hoja de parra para la ocupación de Irak por EE.UU. que era necesario realizar una acción espectacular para atraer la atención sobre ese proceso. Y el hombre de la ONU, cuidadosamente seleccionado por la Casa Blanca, pagó con su vida.

Para obtener una idea de lo rápida que ha sido la conversión de la ONU a servicio post-venta de la principal potencia del mundo, hay que volver a 1996, cuando Estados Unidos terminó por decidir que el predecesor de Annan como Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, debía irse.

En una agradable prefiguración de la quejumbrosa observación de Annan que hemos citado, Boutros-Ghali declaró a los principales ejecutivos de la política exterior de Clinton: "Por favor permítanme que de vez en cuando difiera públicamente de la política de EE.UU.". Pero, a diferencia de Annan, lo hizo, subrayando el severo contraste de la preocupación occidental por Bosnia, cuyo conflicto describió como "una guerra de los ricos", con la indiferencia ante el genocidio en Ruanda y las horrendas condiciones en todo el tercer mundo. Luego, en abril de 1996, fue demasiado lejos cuando insistió en que se publicaran los resultados de la investigación de la ONU que implicaba a Israel en el asesinato de algunos cientos de civiles que se habían refugiado en un campo de refugiados de Naciones Unidas en Qana en el sur de Líbano.

Con una minoría de uno en el Consejo de Seguridad, EE.UU. insistió en imponer su veto de un segundo período de Boutros-Ghali. James Rubin, antiguo portavoz del Departamento de Estado escribió su epitafio en el Financial Times: Boutros- Ghali era "incapaz de comprender la importancia de la cooperación con la principal potencia del mundo". Fue necesario otro especialista en política exterior de la era Clinton para identificar lo que constituía el atractivo de Annan para Washington. Richard Holbrooke recordó más adelante que en 1995 había un acuerdo de "doble llave", según el cual tanto Boutros-Ghali como el comandante de la OTAN tenían que aprobar en conjunto los bombardeos. Boutros-Ghali había vetado todo bombardeo de los serbios que no fuera el más limitado, por temor de aparecer parcial. Pero cuando Boutros-Ghali estaba de viaje, Annan quedaba a cargo de la llave de la ONU. "Cuando Kofi la usó", declaró Holbrooke a Philip Gourevich del New Yorker, "se convirtió en Secretario General a la espera". Hubo, por cierto, otro terrible servicio rendido por Annan, en el que por deferencia al deseo de EE.UU. de mantener Sarajevo en primer plano, ocultó las advertencias del general canadiense Romeo Dallair de que iban a comenzar atroces matanzas en Ruanda.

Desde luego, incluso en los días más valerosos de la ONU, siempre hubo que reconocer las realidades del poder, pero Secretarios Generales de la ONU como Dag Hammarskjold y U Thant, eran hombres de envergadura. Funcionarios actuales de la ONU como Annan y el difunto Vieira saben perfectamente que sus carreras dependen del patrocinio estadounidense. Vieira fue un burócrata, jamás un político elegido, que jugó un papel decisivo en el establecimiento del sistema de protectorado de la ONU en Kosovo.

Y fue el beneficiario de una complicada e instructiva maniobra, en la que EE.UU. quería librarse del inconveniente José Mauricio Bustani, otro brasileño, de su puesto como director general de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas [OPCW por sus siglas en inglés], la organización que implementa la Convención de Armas Químicas. Bustani no fue un instrumento de EE.UU. sino que insistió en mantener la independencia de su organización, y era admirado en todo el mundo por su energía en el intento de liberar al mundo de armas químicas.

Cuando UNSCOM se retiró de Irak en 1998, comprometida más allá de toda esperanza y plagada de espías, la OPCW pudo continuar verificando la destrucción de armas de destrucción masiva. EE.UU. temía que Bustani podría convencer a Sadam Husein de que firmara la convención de armas químicas y aceptara inspecciones de la organización de Bustani, permitiendo así la posibilidad de cálculos creíbles del arsenal de Irak que podrían presentar inconvenientes para EE.UU. Se informó a Brasil que si apoyaba la destitución de Bustani, sería recompensado con el respaldo de EE.UU. para el ascenso de Vieira al puesto de Alto Comisionado de la ONU de Derechos Humanos, reemplazando a otro objeto de la desaprobación de EE.UU., Mary Robinson.

Vieira fue nombrado, como era de esperar. Luego, anteriormente en este año, el dedo imperial hizo un gesto urgente para que fuera a Washington a que lo inspeccionara Condoleezza Rice. Vieira quedó bien puesto. Desesperada por lograr la cobertura de la ONU en Irak, la Casa Blanca de Bush presionó a Annan para que nombrara a Vieira como Enviado Especial de la ONU en Irak.

Vieira se instaló en Bagdad donde, en cooperación con el procónsul de EE.UU. Paul Bremer, su prioridad fue reunir un Consejo Gobernante títere de iraquíes, al gusto de la Autoridad Provisional de la Coalición. El consejo estaba lleno de defraudadores tristemente célebres como Ahmad Chalabi. Fue formado el 13 de julio. Nueve días más tarde Vieira se presentó en la ONU en Nueva York, proclamando con toda seriedad que "ahora tenemos en cuerpo formal de importantes y distinguidos homólogos iraquíes, con credibilidad y autoridad, con los que podemos planificar el camino adelante. Ahora entramos a una nueva etapa que sucede al vacío de poder que siguió después de la caída del previo régimen".

Aunque no reconoció formalmente al Consejo Gobernante, el Consejo de Seguridad de la ONU elogió con entusiasmo este logro. El Financial Times escribió en un editorial el 19 de agosto; "los amigos de EE.UU., como India, Turquía, Pakistán e incluso Francia, que se opusieron a la guerra, deberían estar listos para ayudar. Pero necesitan cobertura de la ONU". En Bagdad, un día más tarde, llegó la respuesta, mediante un camión bomba. Dos días después, Kofi Annan reflexionó sobre los peligros de confundir a Naciones Unidas y Estados Unidos.

Si lo decía en serio, Annan debería renunciar de inmediato, por ser el que ha hecho más que cualquier otro personaje viviente por identificar a uno con el otro. ¿Pero quién se puede llegar a imaginar que el Waldheim de �frica vaya a ser capaz de algo así?

30 de agosto de 2003

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