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Notícies :: amèrica llatina
La bomba etílica.
03 mai 2018
Más poderosa que la bomba atómica, más devastadora que la bomba de neutrones. La bomba etílica es el arma de destrucción masiva que ha causado más muertos en toda la historia de la humanidad
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Más poderosa que la bomba atómica, más devastadora que la bomba de neutrones. La bomba etílica es el arma de destrucción masiva que ha causado más muertos en toda la historia de la humanidad. Es tan eficaz que las propias víctimas son las encargadas de hacerse el harakiri.

En nuestra cultura occidental el alcohol es uno de los productos favoritos de la canasta familiar (aún más en los países del Tercer Mundo) Ante la tristeza, la depresión, la frustración o la soledad es el antídoto recomendado. El alcohol nos excita y tiene el poder de abrir nuestros corazones y sin el nuestra vida cobraría en oportunidades un cariz agrio y dramático. Entonces, podemos ser, representar el papel que deseamos. Si queremos alcanzar la felicidad; tenemos que beber; si queremos comunicarnos, tenemos que beber; si queremos perder el miedo o la timidez, tenemos que beber; si queremos amar y ser amados, tenemos que beber; si queremos olvidar, tenemos que beber, en fin, si queremos ser libres, tenemos que beber. Nuestras relaciones sociales están condicionadas por el efecto de este "mágico brebaje".

Las tiendas y supermercados nos ofrecen una gran variedad de ofertas en vino, cerveza, aguardiente, vodka, ron, tequila o whiskie que colman todos nuestros deseos.

El Ministerio de Sanidad nos advierte sobre los peligros del alcohol: "su abuso es perjudicial para la salud". Pero lo cierto es que les importa un bledo el bienestar de los ciudadanos. Lo que le conviene al gobierno es que se dispare el consumo para aliviar con sus altos impuestos las maltrechas arcas del estado. Si hay daños colaterales, lo sentimos mucho pues, amparados por la democracia, cada individuo es libre de elegir su propio destino. Libre es un decir, porque es tal la manipulación que en realidad vivimos bajo una aberrante dictadura capitalista donde la propaganda es el primer mandamiento.

El beneficio económico de las multinacionales del alcohol es incalculable. Sus acciones en la bolsa nunca se desvalorizan y con diferencia es la mejor inversión en estos tiempos de vacas flacas. El negocio siempre irá viento en popa pues el vicio y el desenfreno crecen, nunca mejor dicho, como la espuma.

Al recorrer los campos y ciudades de América Latina comprobaremos que los sitios más visitados y concurridos son los bares, cantinas y discotecas. Aunque no haya nada que celebrar, siempre están abarrotados. Entre más severa sea la crisis, más se multiplicarán los clientes. Es una fórmula matemática bien conocida: menos por menos da más. Los excluidos, los miserables, los marginados son los primeros en caer pues necesitan beber para evadirse de la cruel realidad. Y no solo beber pues para volar más alto es necesario mezclar el alcohol con la marihuana y las drogas duras.

Las ansias de transformación, los ideales revolucionarios se quedan en pura charlatanería de taberna. Al capitalismo le conviene crear adicciones para someter a los pueblos y manejarlos a su antojo. No cabe duda que la dependencia no es sólo física y material sino también mental y espiritual.

El alcohol despierta todos los fantasmas que llevamos dentro, entonces, el odio se dispara y como no sabemos dónde están los culpables el que paga las consecuencias casi siempre es el más débil, el más cercano, tal vez, la familia; la mujer o los hijos. Las estadísticas nos revelan un elevado número de víctimas causadas directa o indirectamente por alcoholismo. Sin olvidarnos que la tasa de criminalidad crece paralela a su consumo.

Desgraciadamente si se cerraran las fábricas de alcohol en América Latina habría una verdadera revolución pues el síndrome de abstinencia enloquecería a la masa.

Como suele suceder todos los años la cervecería Bavaria de Colombia, y su marca estrella Águila, eligen a las mujeres de cuerpos más despampanantes para sus campañas publicitarias. Los publicistas saben muy bien que la figura femenina es la musa que despierta las más bajas pasiones. Sexo y alcohol están directamente relacionados. « El elixir de la pasión tan sólo cuesta mil pesos la botella » « Porque todo héroe se merece una Pilsen » repite la propaganda a través de la radio y la televisión. Estos amables señores son tan cínicos que se permiten el lujo de patrocinar los eventos culturales y deportivos. ¿A ver quién se atreve a criticarlos? Al final no nos queda otro remedio que darles las gracias pues nos demuestran con creces que son los campeones del altruismo y la solidaridad.

En los alrededores de los institutos y universidades de cualquier ciudad colombiana prolifera una gran cantidad de antros, bares y cabarets. Esos son los verdaderos salones de clase donde los estudiantes se dedican a la rumba y a la bohemia. Cualquier pretexto es válido para organizar una parranda y aunque sea lunes el reventón está asegurado. Según Fernando Jaramillo Giraldo, vicepresidente de negocios de Bavaria, “la cerveza es la bebida de la moderación y de la responsabilidad”.

Asunción, la capital del Paraguay, es un gran centro del contrabando. Como puerto libre en cualquier calle uno encuentra las licoreras mejor surtidas de Latinoamérica. Los asunceños se sienten orgullosos pues es un privilegio poder elegir entre los tragos más exóticos y las marcas más famosas del mundo.

En el Perú el lema publicitario de la firma Cristal es: "beba cerveza, saludable por naturaleza" y claro sus seguidores la consumen como si se tratara de agua bendita. El grupo Bakus no cabe de la dicha pues este último año las ventas han batido todos los records.

En Washington, la capital de los Estados Unidos, quien se acerque a primera hora de la mañana a los barrios hispanos o a los guetos negros, será testigo de un espectáculo inolvidable: tirados en las aceras yacen cientos de muertos vivientes eructando la derrota en pleno corazón del imperio. Mientras en New York el panorama es aún más desgarrador pues cientos de espectros alcoholizados o drogados desfilan por las calles en busca del paraíso perdido. Y es que la recesión la económica no perdona ni a las clases privilegiadas.

Hasta los rincones más apartados del planeta, en las profundidades de la selva amazónica, llegan los gigantescos navíos de 40.000 toneladas con su valiosa carga de cerveza, whiskie, vodka y cachaza. El maná bendito desata la histeria colectiva y los pobladores se preparan a la bacanal donde se embucharán tan preciados parabienes etílicos.

Como arma de destrucción masiva el alcohol fue utilizado en la conquista de América para aniquilar a los aborígenes. Millones y millones cayeron abatidos en este genocidio que no tiene parangón en la historia de la humanidad. Sin disparar un solo tiro se aniquilaron grandes imperios y naciones. ¡Para qué mancharse las manos de sangre si las propias víctimas van a autodestruirse!

Convertido el ser humano en una piltrafa, anulada su mente y su conciencia servirán de carne de cañón para los hospitales y funerarias. No interesa prevenir sino que hayan más enfermos, y que esos enfermos agonicen lentamente para sacarle mayor provecho a este drama social. No por casualidad las ONG y las instituciones eclesiásticas justifican sus presupuestos a costa de sus hijos desvalidos.

Chupar, tomar, beber es el deporte favorito de nuestros pueblos. El que ponga mayor número de botellas vacías sobre la mesa, es el campeón, los compadres que apilen la mayor cantidad de canastas de cerveza serán reverenciados. El ambiente opresivo no hace más que incitar a la borrachera y para eternizar este círculo vicioso. Los jóvenes desde temprana edad comienzan empinar el codo siguiendo el ejemplo de sus progenitores. En América Latina la situación de orden público tan masacrante, la creciente delincuencia tiene un catalizador muy claro que es el alcohol.

El bombardeo etílico no se detiene, ni se detendrá jamás. Día tras día va aumentando la macabra cuenta pues millones de inocentes caen como moscas. No conviene que el pueblo se libere del yugo atroz de la opresión y la esclavitud, no conviene que la llamada “escoria social”, el lumpen, el proletariado, los obreros y campesinos se organicen y actúen. Castrada la rebeldía, la masa embrutecida por la continua borrachera no representa ningún peligro para el sistema. Es preferible crear más dependencia, más seres sumisos, despojos humanos fanáticos de las cantinas, casinos y prostíbulos antes que seres lúcidos y conscientes que planteen una respuesta desestabilizadora.


Carlos de Urabá 2018
Mira també:
https://youtu.be/F7GiXtukRVY

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