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Notícies :: corrupció i poder
El antifascismo de hoy en día está luchando contra el pasado."
18 des 2017
El fascismo pertenece al pasado tanto como el estalinismo, y el antifascismo solo tiene valor político como consigna
"La palabra «fascismo» también es una fuente de confusiones. El nazismo nació de las frustraciones de una parte de la pequeña burguesía, y se transformó en un movimiento de masas gracias a una fachada interclasista combinada con una demagogia chillona que prometía arreglarlo todo con la eliminación de los judíos y los marxistas. (...) En 1933 los residuos de la izquierda alemana interpretaron el ascenso de Hitler al poder como la última etapa de la contrarrevolución de 1919-21: el fascismo no aplastó el levantamiento proletario; solo vino a confirmar su derrota. Han pasado sesenta y ocho años desde el fin de la República española, y sesenta y dos desde la caída del tercer Reich. El fascismo pertenece al pasado tanto como el estalinismo, y el antifascismo solo tiene valor político como consigna. En 2007, el antifascismo es un huérfano: en un mundo sin fascismo solo le queda un rol, un papel que interpreta como puede, y con dificultad. (...) El antifascismo es la política del «mal menor», que lo subordina todo a la aniquilación de un enemigo que hace parecer aceptable a todos los otros enemigos, incluso a aquellos que hasta ahora parecían ser los más inaceptables. (...) A principios del siglo XXI, pese a las incertidumbres y problemas sociales, ningún país de Europa se encuentra bloqueado por la coexistencia de una clase obrera organizada percibida como una amenaza, con una burguesía internamente dividida. Fue este callejón sin salida lo que proporcionó a Mussolini y a Hitler la oportunidad de convertirse en jefes de Estado, porque ambos aparecieron para darle una salida a esa situación de parálisis. (...) En el peor de los casos, como en Francia en las elecciones presidenciales de 2002 cuando Le Pen obtuvo más votos que el candidato socialista, el antifascismo actual no es más que consignismo y falsa conciencia. En el mejor, lo que hace es mistificar la indispensable resistencia (por métodos violentos si hace falta) frente a grupos que se especializan en actividades antiproletarias, dirigidas especialmente contra los proletarios más vulnerables, especialmente inmigrantes y trabajadores extranjeros, y que proclaman y practican valores y actitudes opresivas. Si los principios reformistas son tan anticomunistas como los principios reaccionarios, ambos deben ser combatidos por igual. (...) Pero combatirlos implica tratarlos como lo que son. No hay ninguna razón para tratar de equipararse a ellos en ideología, ni para respetar la imagen que han construido de sí mismos. Situémoslos en su verdadera época, nuestra época, no en un imaginario 1932. Enfrentarse a un grupo que se llama o se hace llamar neonazi en 2007 no es combatir a las SA de un hitlerismo renacido, sino que se puede comparar a la lucha contra la Société du 10 Décembre en 1850, contra los Pinkertons en Estados Unidos hace un siglo atrás, contra las bandas de pistoleros organizadas por los reaccionarios burgueses en Buenos Aires en 1919, la Banda Verde de Shanghái 30 en los años 20, los pistoleros de América Latina, los sicarios contratados como rompehuelgas, o cualquiera de las muchas bandas (a veces paramilitares) que nacen cada vez que las clases dominantes se sienten amenazadas, y que actúan paralelas a la policía oficial. Llamarlos «fascistas» es tan pertinente como llamar «estalinista» a todo burócrata sindical. Estos son temas que tenemos que abordar. El antifascismo de hoy en día está luchando contra el pasado."

TROPLOIN

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