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Notícies :: un altre món és aquí : xarxa i llibertat : pobles i cultures vs poder i estats
España solo es un estado. O Estado...
14 oct 2017
Una his­to­ria sos­pe­cho­sa, in vigi­lan­do, de con­quis­tas, impe­rios y abu­sos con un estram­bo­te de cua­ren­ta años de fran­quis­mo (1939−1978) y otros cua­ren­ta de dic­ta­du­ra cons­ti­tu­cio­nal (1978−2018). Blan­quea­da en un refe­rén­dum jus­ti­to. Y por si alguien no lo sabe, Fran­co tam­bién ganó sus dos referéndums: 1947 y 1967. En esto gana a los nue­vos dictadores.
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España es mentira

"Espa­ña fal­sa, de los libros y la edu­ca­ción ofi­cial, nace en Cova­don­ga a pedra­das y mue­re en Cuba a mache­ta­zos, ago­ta­da por peno­sos siglos de vio­len­cia impe­rial (COLONIAL).
En la mani­gua cuba­na fra­ca­sa la Espa­ña de Sagun­to, Numan­cia, Las Navas, Otum­ba, Lepan­to … y cae el mito de una nacio­na­li­dad, que nun­ca exis­tió. Cuyos atri­bu­tos, como escri­bió Malle­da eran: «fan­ta­sía, pere­za, igno­ran­cia y ruti­na». Una Espa­ña que lle­va­ba a Her­nán Cor­tés en la bra­gue­ta y al Cid, bajo la boina".

"Espa­ña ocu­pó Cata­lun­ya en el siglo XVIII. Arra­só ciu­da­des, saqueó pue­blos … Los mer­ce­na­rios bor­bó­ni­cos de Feli­pe V, aca­ba­ron con la vida de miles de resis­ten­tes. Las leyes pro­pias fue­ron supri­mi­das, la len­gua y la cul­tu­ra per­se­gui­da.
Toda una serie de atro­pe­llos, que sue­len seguir a las inva­sio­nes en la His­to­ria. Que se repi­tió, corre­gi­do y aumen­ta­do, en la gue­rra de 1936. Pero recor­dar esto, como hacía el fran­quis­mo, ya no pres­ti­gia a sus auto­res.
Ni a los actua­les pode­res, suce­so­res direc­tos de los auto­res de estas masa­cres his­tó­ri­cas. Que se apro­ve­chan de sus con­ce­cuen­cias. Por eso la alian­za his­pa­nó­fi­la no lo men­cio­na nun­ca. Lo que pasa hoy es con­se­cuen­cia de lo que pasó en Cata­lun­ya en el siglo XVIII. O en Eus­ka­di en el XIX. Y mucho antes en Gali­za, Cana­rias etc."

Las luchas sociales en Catalunya están despertando muchas conciencias. Estos extractos los he sacado de http://papelesdesociedad.info/?Espana-es-mentira.
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Comentaris


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Re: España solo es un estado. O Estado...
14 oct 2017
Las sombras que ocultan lo verdadero

La clase dominante, la casta de turno, necesita que aceptemos que esas sombras son reales, es más, necesita que las defendamos como verdaderas y por medio del consenso – y el voto – las validemos.

Muchas veces nos presentan dos o tres variantes, distintas formas o siluetas, nos plantean que sigamos mirando hacia el fondo de la caverna y que elijamos entre ellas. Siempre encadenados.

Nunca nos plantean que salgamos de la caverna para descubrir por nosotros mismos el mundo real. Conocerlo es el primer paso, cambiarlo de raíz el segundo. Construir herramientas colectivas para lograrlo, la gran tarea pendiente.

(http://contrahegemoniaweb.com.ar/elecciones-cuando-vamos-a-discutir-lo-i/ )

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Re: España solo es un estado. O Estado...
15 oct 2017
Los cavernarios de un lado llaman cavernarios de Covadonga a los del otro.

IBER:

¿Porqué separas Aragón de esa gran Catalunya? ¿Te es incómodo hablar de la raíz de la unión, incluso de la legislación que todavía hoy hay en común?

¿Porqué llamas dictadura constitucional al reinado actual, y no al período de la II república?

¿Qué hacían los mercenarios austríacos, o los reclutados en el levante peninsular en el siglo XVIII?

¿Sostienes que en 1936 la guerra fué contra Catalunya?

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España es mentira
16 oct 2017
España_es_mentira.pdf
España es mentira.pdf (40,49 KiB)
La Espa­ña his­tó­ri­ca, la de los libros de his­to­ria, es un pasa­do… de ros­ca que ya no ven­de. Una his­to­ria sos­pe­cho­sa, in vigi­lan­do, de con­quis­tas, impe­rios y abu­sos con un estrambo­te de cua­ren­ta años de fran­quis­mo (1939−1978) y otros cua­ren­ta de dic­ta­du­ra cons­ti­tu­cio­nal (1978−2018). Blanquea­da en un refe­rén­dum jus­ti­to. Y por si alguien no lo sabe, Fran­co tam­bién ganó sus dos referéndums: 1947 y 1967. En esto gana a los nue­vos dictadores.

Esta Espa­ña fal­sa, de los libros y la edu­ca­ción ofi­cial, nace en Cova­don­ga a pedra­das y mue­re en Cuba a mache­ta­zos, agota­da por peno­sos siglos de vio­len­cia impe­rial. En la mani­gua cuba­na fra­ca­sa la Espa­ña de Sagun­to, Numan­cia, Las Navas, Otum­ba, Lepan­to… y cae el mito de una nacio­na­li­dad, que nun­ca exis­tió. Cuyos atri­bu­tos, como escri­bió Malle­da eran: «fan­ta­sía, pere­za, igno­ran­cia y ruti­na». Una Espa­ña que lle­va­ba a Her­nán Cor­tés en la bra­gue­ta y al Cid, bajo la boina.

La cla­mo­ro­sa infe­rio­ri­dad mili­tar espa­ño­la se hun­de defi­ni­ti­va­men­te en aguas del Caribe, fren­te a los Esta­dos Uni­dos. Cul­mi­na enton­ces la caí­da de un impe­rio de zánga­nos hidal­gos y reyes hol­ga­za­nes. Cuan­do el sue­lo del impe­rio se hun­de, cae sin alter­na­ti­va el pro­yec­to de nación y la idea de Espa­ña, que des­can­sa­ba sobre el expo­lio ultra­ma­rino y la ser­vidum­bre de millo­nes de cam­pe­si­nos. En medio de la gran cri­sis del 98, sur­gi­rá aquel rege­ne­ra­cio­nis­mo de Cáma­ra de Comer­cio, que cul­pa a la oli­gar­quía y al caci­quis­mo de todos los males. Los rege­ne­ra­cio­nis­tas del 98, tra­ta­ron entonces en vano de espa­bi­lar a sus cole­gas. Siguien­do el derro­ta­do camino de ante­ce­so­res como los ilus­tra­dos, los racio­na­lis­tas o los arbi­tris­tas de siglos anteriores.

La bur­gue­sía peri­fé­ri­ca (cata­la­nes, vas­cos) alia­da con los tri­gue­ros de la mese­ta y los acei­tu­nos anda­lu­ces, encuen­tra un res­pi­ro inte­lec­tual en los Cos­ta, Malle­da, Pica­vea, Isern y otros que quie­ren con­vier­ten la derro­ta del impe­rio, en Esta­do hidraú­li­co. Albacea de la cri­sis y subli­ma­ción de la nación que no exis­te o de la raza, que no se ve. Serán los mim­bres nece­sa­rios para edu­car a las cla­ses medias emer­gen­tes, en el patrio­te­ris­mo pre-fas­cis­ta que tan­to apro­ve­chó el 18 de julio, como car­ne de cañón y ban­de­rín de engan­che, para man­te­ner el esta­do de los nego­cios en sus altos dividendos.

De este modo, Espa­ña se con­vier­te en el suje­to agen­te de una iden­ti­dad que se descom­po­ne antes de defi­nir­se. Pro­vo­cando el naci­mien­to de los inte­lec­tua­les mesetarios del 98, crí­ti­cos con la Espa­ña nacio­nal y enamo­ra­dos de la Castilla nutri­cia. Que adop­ta el rege­ne­ra­cio­nis­mo, con­gé­ni­to y fra­ca­sa­do, atra­ve­san­do el queha­cer públi­co espa­ñol desde Cáno­vas has­ta hoy, pasan­do por las tres dic­ta­du­ras (la de Primo de Rive­ra, la de Fran­co y la de 1978).

La cri­sis es tam­bién apro­ve­cha­da por los pue­blos penin­su­la­res some­ti­dos: Eus­ka­di, Cata­lun­ya, Gali­za… Que han ini­cia­do su pro­pio des­pe­gue nacio­nal, denun­cian­do que Espa­ña como comu­ni­dad his­tó­ri­ca no tie­ne nada en común, con ellos. Como supues­to nacio­nal, a par­tir de aquel Galeuz­ka pre­fi­gu­ra­do des­de fina­les del XIX, lo que iba a ser Espa­ña se resu­me en un fra­ca­so, que sólo se man­tie­ne vam­pi­ri­zan­do la diver­si­dad de las colo­nias inte­rio­res. En el mosai­co de pue­blos joseanto­niano, no hay nada nacio­nal que pue­da lla­mar­se Espa­ña. A pesar de los sub­ven­cio­na­dos esfuer­zos de la historiogra­fía jaco­bi­na. La his­to­ria de los pue­blos «espa­ño­les», por mucho que se intenten fal­sas ecua­cio­nes y sumas impo­si­bles, no pue­de cons­truir una veraz His­to­ria de España.

Debi­do a esto, los con­ti­nuos esfuer­zos de la Espa­ña-esta­do por encon­trar a Espa­ña-nación se con­vier­ten en otros tan­tos zar­pa­zos mili­ta­res san­grien­tos. Como habían sido las gue­rras con­tra Cata­lun­ya del siglo XVIII y fue­ron las del XIX contra los vas­cos. A lo que se aña­de el san­gra­do bru­tal de 1936, con­tra todos. Con Fran­co, Espa­ña se convier­te en un pro­yec­to defi­ni­ti­va­men­te tras­no­cha­do, con el obje­ti­vo de man­te­ner la unidad terri­to­rial del abso­lu­tis­mo bor­bó­ni­co y el patri­mo­nio cul­tu­ral cas­te­llano. Abusivamen­te lla­ma­do «espa­ñol». Como hege­mo­nía nacio­nal, la His­to­ria de Espa­ña no aparece, des­de enton­ces, en el cru­ce de recla­ma­cio­nes de las jóve­nes nacionalidades, que cuar­tean el Esta­do y sus imposiciones.

Si se des­cuen­tan de la His­to­ria de Espa­ña, las his­to­rias de las nacio­nes prohi­bi­das y la cró­ni­ca de su repre­sión, sólo que­da un pára­mo exten­so. Impo­si­ble de lle­nar con una con­tra­dic­to­ria y con­tes­ta­da Cons­ti­tu­ción. Por mucho que sir­vie­ra, en 1978, a una Transi­ción mili­ta­ri­za­da y a unos par­ti­dos pre-corrup­tos. Lo que se lla­ma His­to­ria de Espa­ña, pasó entonces, a ser la suma de las his­to­rias roba­das a otros pue­blos. El día que se juz­guen estos robos, Espa­ña que­da­rá sin datos pro­pios, sin iden­ti­dad, sin carisma, sin liber­tad. Como escri­bió Pica­vea: «Una enfer­me­dad, agra­va­da des­de el siglo XVII». Una men­ti­ra, que se des­mien­te a cada paso.

Espa­ña se aver­güen­za, con los del 98, de su pere­za, ruti­na, igno­ran­cia e impe­ria­lis­mo. Y con el fran­quis­mo la españolidad se reti­ra con­fu­sa, de las men­tes y con­cien­cias. La quie­bra se ace­le­ra. Sin Cuba, ni los últi­mos de Filipinas, sin Impe­rio… Espa­ña no es nada. Sal­vo sus pre­to­res fran­quis­tas, que man­dan dis­pa­rar a las tro­pas en las naciones ocu­pa­das. A fina­les de siglo, se ha con­ver­ti­do en un men­di­go lla­man­do a la puer­ta de Euro­pa, que vive de las miga­jas de sus turis­tas. Don­de no la dejan entrar por sus impre­sen­ta­bles señas de iden­ti­dad polí­ti­ca. Y a medi­da que las nue­vas historiografías, de las colo­nias inte­rio­res, encuen­tran la ver­dad his­tó­ri­ca, se resien­te la fal­sa iden­ti­dad espa­ño­la que hacía guar­dia jun­to a los luce­ros. Espa­ña pier­de his­to­ria y se des­com­po­ne vie­ja y malo­lien­te, con la puja de los nue­vos aspi­ran­tes a Esta­do. Y empie­za el siglo XXI, con una ley dic­ta­to­rial insos­te­ni­ble y una nue­va cri­sis, que recuer­da cada vez más al 98.

Porras con­tra votos

Pero tam­bién es cier­to que hay otra Espa­ña. Sen­sa­ta y abo­chor­na­da con su curriculum impe­rial. Una Espa­ña que de ver­dad mere­ce el nom­bre de regeneracionista. Una Espa­ña, sin embar­go, que sigue en el lim­bo de la His­to­ria y la polí­ti­ca. Sin con­se­guir hacer­se oír. Sin pre­sen­cia polí­ti­ca, ni exis­ten­cia social suficiente. Para poder cam­biar las cosas de oficio. Estos espa­ño­les cons­cien­tes nun­ca han logra­do impo­ner su sen­sa­tez, ni su pro­gre­sis­mo, en el impe­rio. Son los otros perde­do­res. Here­de­ros de la línea libe­ral, de los edu­ca­do­res de la libre ense­ñan­za, del movi­mien­to obre­ro y social de los años trein­ta, de los repu­bli­ca­nos que per­die­ron la gue­rra y la post­gue­rra. Han esta­do siem­pre mar­gi­na­dos y arras­tra­dos por los campeado­res. El dra­ma de los espa­ño­les de esta his­to­ria tris­te es que se ven identificados, a la fuer­za, con un pro­yec­to ran­cio y deca­den­te que atra­vie­sa la fal­sa­ria his­to­ria ofi­cial de Espa­ña y mal­vi­ve de la negación de otros proyectos.

Mien­tras que las nacio­nes emer­gen­tes viven su his­to­ria en posi­ti­vo y avan­zan hacia la liber­tad, la fra­ca­sa­da construcción espa­ño­la sigue sien­do la opre­so­ra e impe­ria­lis­ta de antes. Dis­fra­za­da aho­ra con el nue­vo impe­rio de la ley. El dere­cho de con­quis­ta, impues­to por los ocu­pan­tes. Y cuan­do la dere­cha y el neo­fa­lan­gis­mo de cor­ba­ta, quieren blan­quear esta his­to­ria, con argu­men­tos legu­le­yos y anti­de­mo­cra­cia de cuartel, tie­nen que repe­tir la mis­ma his­to­ria de siem­pre: into­le­ran­cia, nega­ción y envío de tropas.

El impe­rio espa­ñol pasó a la His­to­ria. El lega­do de los Reyes Cató­li­cos, el tes­ta­men­to de Isa­bel ha cadu­ca­do. Está en la fase final de su des­apa­ri­ción. Aun­que aho­ra se agarre a la dic­ta­du­ra cons­ti­tu­cio­nal, como últi­mo esla­bón de la débil ideo­lo­gía que justifi­ca­ba su pre­sen­cia en los terri­to­rios ocu­pa­dos. Pero su nacio­na­lis­mo es impresenta­ble. No puede sos­te­ner­se, en el siglo XXI, con des­pres­ti­gia­das haza­ñas bélicas y nece­si­ta otra his­to­ria. Un recam­bio menos triste que la His­to­ria de Espa­ña del padre Maria­na. Las «glo­rias» espa­ño­las de mayor dura­ción: el impe­rio y el franquismo, hace tiem­po que han sido repu­dia­das. Nefas­tas e irre­pe­ti­bles, no sir­ven como pór­ti­co para una his­to­ria nacio­nal, que no exis­te. Y la sali­da dic­ta­to­rial del 78, se agrie­ta y cuartea por los esla­bo­nes mas débiles.

Nadie se atre­ve a reivin­di­car la men­ti­ra san­grien­ta de una His­to­ria de Espa­ña refle­jo de su pro­pia cri­sis, como nación cuar­te­le­ra, sos­te­ni­do con anal­fa­be­tis­mo y atra­so. Rama­la­zo de su impe­rio y de la dic­ta­du­ra per­so­nal más lar­ga de Europa. Rema­ta­da hoy con una monar­quía sin legi­ti­mar y en entre­di­cho. Que no sabe solu­cio­nar sus proble­mas dejan­do votar a los afec­ta­dos. Por eso se esgri­me el incan­sa­ble argu­men­to de la vie­ja ley, del 78. Que en su día blan­queó la suce­sión. Pero hoy se ha vuel­to tan reac­cio­na­ria e inser­vi­ble como las ante­rio­res. Y prohí­be el dere­cho a deci­dir, bajo la cober­tu­ra del Tri­bu­nal cons­ti­tu­cio­nal de los inva­so­res. La Inqui­si­ción cons­ti­tu­cio­nal, con­tra la here­jía política de los que quie­ren votar, según sus nor­mas. No las del derecho de conquista.

Cata­lun­ya está demos­tran­do, a esta Espa­ña, que cuan­do se lle­va a sus últi­mas consecuen­cias una volun­tad polí­ti­ca de inde­pen­den­cia, el impe­rio se tam­ba­lea. Tiemblan los pode­res fác­ti­cos de la ocu­pa­ción, reso­plan los crea­do­res de opinión asala­ria­dos y nadie encuen­tra, en sus leyes dic­ta­to­ria­les, la res­pues­ta ade­cua­da. Es decir, aque­lla que no pase por el envío de tropas.

Cual­quie­ra que sea el resul­ta­do final de esta con­tien­da, la men­ti­ra Espa­ña ha que­da­do toca­da. Una vez mas al descubierto la fala­cia que empe­zó a inven­tar, por el siglo XVI, el padre Maria­na. De cuyas ubres de tra­di­ción, ley y orden han mama­do los historiadores e his­to­rio­gra­fía ofi­cial des­de el fran­quis­mo. Y que sir­ven de base a los polí­ti­cos del sis­te­ma actual.

El sim­ple hecho de impe­dir por la fuer­za que alguien ejer­za el dere­cho a voto, aun­que éste sea con­tra­rio a nues­tros intere­ses, colo­ca a cada uno en su sitio. Espa­ña en el cen­tro del ring, con los guan­tes pues­tos de la into­le­ran­cia de los ven­ce­do­res de espada y arma­du­ra. Cata­lun­ya en el rin­cón de los per­de­do­res, aco­rra­la­dos, pero jus­tos y racio­na­les. Y el res­to de Euro­pa escan­da­li­za­da por la ver­güen­za aje­na, de ver la desigual pelea tele­vi­sa­da, entre las porras y votos. Espa­ña en el sitio, que le asignó el padre Maria­na, en el cen­tro del impe­rio cris­tiano, que siem­pre ha que­ri­do ser. La Espa­ña de Fras­cue­lo y de María, iro­ni­za­da por Macha­do. O el pue­blo de cabre­ros, des­cri­to por Gil de Bied­ma. Que duer­me jun­to al cate­cis­mo y a la espa­da. El balles­te­ro que bus­ca su pre­sa y otea el hori­zon­te, des­de el pára­mo caste­llano, impi­dien­do que nadie se mue­va en sus dominios.

Espa­ña ha aca­ba­do sien­do una men­ti­ra y un fra­ca­so nacio­nal, porque ha sido siem­pre uno de esos Esta­dos que ha basa­do su razón de ser en la nega­ción y ocu­pa­ción de otros pue­blos. Pero el tiem­po ha pasa­do y la sen­si­bi­li­dad cons­cien­te, inclu­so de muchos espa­ño­les, se ha actua­li­za­do. Espa­ña ya no pue­de vivir de su impe­rio. Por mucho que sea el impe­rio de la ley. Tal vez Eus­ka­di o Cata­lun­ya no pue­dan alar­dear de sus éxi­tos polí­ti­cos. Por­que no los tie­nen. Pero sí de sus razo­nes his­tó­ri­cas jus­tas. En cam­bio, Espa­ña no pue­de pre­su­mir de leyes, y seguir vivien­do como si estuviéramos en el impe­rio don­de no se ponía el sol. Esta­mos en un siglo en que las ocu­pa­cio­nes impe­ria­les, las inva­sio­nes territoriales, los des­em­bar­cos de mari­nes en otros paí­ses son odio­sos y fue­ra de la Ley uni­ver­sal. Nadie las defien­de. Nadie las quiere.

Espa­ña ocu­pó Cata­lun­ya en el siglo XVIII. Arra­só ciu­da­des, saqueó pue­blos… Los mer­ce­na­rios bor­bó­ni­cos de Feli­pe V, acaba­ron con la vida de miles de resis­ten­tes. Las leyes pro­pias fue­ron supri­mi­das, la len­gua y la cul­tu­ra per­se­gui­da. Toda una serie de atro­pe­llos, que sue­len seguir a las inva­sio­nes en la His­to­ria. Que se repi­tió, corre­gi­do y aumentado, en la gue­rra de 1936. Pero recor­dar esto, como hacía el fran­quis­mo, ya no pres­ti­gia a sus auto­res. Ni a los actua­les pode­res, suce­so­res direc­tos de los auto­res de estas masa­cres his­tó­ri­cas. Que se apro­ve­chan de sus concecuencias. Por eso la alian­za his­pa­nó­fi­la no lo men­cio­na nun­ca. Lo que pasa hoy es con­se­cuen­cia de lo que pasó en Cata­lun­ya en el siglo XVIII. O en Eus­ka­di en el XIX. Y mucho antes en Gali­za, Cana­rias, etc.

El gobierno espa­ñol ya lo sabe. Y su la ban­da de la porra, segui­rá hablan­do de leyes y man­dan­do a sus mari­nes con­tra los pue­blos opri­mi­dos. Los medios tóxi­cos segui­rán ven­dien­do la dic­ta­du­ra cons­ti­tu­cio­nal «que nos hemos dado», aun­que sólo la hayan vota­do menos del 40% del actual cen­so electoral.

Y si alguien no lo reme­dia, en Noche­bue­na ten­dre­mos que apa­gar el tele­vi­sor. Otro año más. Para no escu­char una vez más hablar de la men­ti­ra España.

Jose­ma­ri Loren­zo Espinosa [1] y [2].

fuente: http://papelesdesociedad.info/?Espana-es-mentira
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