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Notícies :: educació i societat : laboral : sexualitats : dones
El problema de la subordinación de las mujeres
09 ago 2017
En la lectura de un texto cuyo autor o autora desconozco y de título “Mujeres Libres (1936-39) Una lectura feminista”, expone que el anarquismo como “movimiento social, destacaría sobre otras ideologías obreristas en su preocupación temprana por “el problema de la subordinación de las mujeres”.
En el proyecto de sociedad futura del anarquismo no tenían cabida el estado y el sistema de producción capitalista “por estar estos basados en relaciones autoritarias y opresoras”, proponiendo un modelo de organización social “no jerárquica, basada en el colectivismo, la autogestión y el espontaneísmo, en la que fuesen compatibles el comunismo y la libertad individual”.

Sin embargo eran conscientes de que además del ámbito laboral, las relaciones de poder, dominación y opresión se reproducían en otros espacios, y por ello proponían como esencial para todo proyecto revolucionario, “una transformación de las relaciones personales” que abarcaría tanto el contexto familiar como la sexualidad.

A raíz de la escisión de la I internacional de Trabajadores, los bakuninistas expulsados rechazaron el “socialismo científico”, defendiendo los principios de autonomía y descentralización, en oposición al autoritarismo marxista.

Mientras que el marxismo consideraba que la emancipación de los trabajadores se alcanzaría mediante la toma del poder político por parte de la clase trabajadora”, los anarquistas propugnaron la supresión del aparato estatal que “tenía su única razón de ser en la protección de los intereses de la clase capitalista”.

Las diferencias entre los distintos procesos de revolución social del marxismo y el anarquismo, desembocó en modos diferentes “de concebir el proceso de emancipación femenina”. Para el marxismo, centrando su análisis de la opresión en el terreno económico, “todas las relaciones de dominación y subordinación tenían su raíz en el sistema de producción”, resolviéndose el problema de la emancipación de las mujeres “tras la revolución que transformaría las estructuras socioeconómicas y, en consecuencia, toda la sociedad”.

Engels “relacionaba el patriarcado con la división de la sociedad en clases y el feminismo marxista, insistió en la posición que ocupaban las mujeres en el sistema de producción y su condición de oprimidas como productoras en el sistema capitalista”.

El determinismo económico marxista fue rechazado por el anarquismo, pues “comprendía la multiplicidad y variedad de relaciones de dominación”, admitiendo que no sería suficiente para la emancipación humana la imprescindible reestructuración económica, propugnando “el cambio social mediante un proceso de transformación cultural y el desarrollo de nuevos modos de relación” que excluyeran la autoridad y la coacción, tomando conciencia de las dimensiones políticas de lo sexual y del papel de la vida familiar, y llevando a considerar aspectos esenciales del proceso de revolución social, la reforma sexual y la emancipación de las mujeres.

Desde la “propuesta de un nuevo orden social y amoroso antiautoritario, heredado del socialismo utópico, el anarquismo contribuyó a la conformación de una conciencia feminista”.

Aparte de grupos específicos y de carácter cultural, el anarquismo español esta compuesto principalmente de un movimiento de sindicalismo revolucionario centrado en la lucha económica entre clases que perseguía la revolución, a través de “la expropiación de la burguesía y la colectivización de medios de producción” que pondría fin a la sociedad de clases.

El papel central de esta lucha recaería en “la sindicación de obreros fabriles quedando relegados a un segundo plano los problemas específicos de las mujeres, cuya especifidad sería ignorada e incluso negada”, quedando desplazada la lucha contra la opresión patriarcal por la lucha anticapitalista.

Esta práctica patriarcal que entraba en contradicción con la emancipación femenina propugnada por el movimiento libertario provocó el surgimiento de la organización de Mujeres Libres, defendiendo la emancipación de la mujer como “condición esencial de la Revolución Social”.

La revolución de los anarquistas planteaba una profunda transformación ideológica y cultural de todos los ámbitos de la vida humana, vinculando el conflicto político-económico con el sexual, que se basaría en dos aspectos principales, el amor libre y el control de la natalidad.

El movimiento neomalthusiano anarquista reinterpretó las teorías malthusianas que propugnaba la abstinencia sexual, creando una ruptura con la defensa y divulgación de la anticoncepción y la maternidad consciente, como formas de autocontrol de la natalidad.

“Uno de los introductores del naomalthusianismo en España fue el pedagogo anarquista Francisco Ferrer i Guardia”, participando en su domicilio en Paría, junto a Emma Goldman en el Congreso Neomalthusiano Internacional en el 1900.

El anarquista Luis Bulffi que dirigía la revista Salud y Fuerza, publicará en 1905 un folleto titulado Huelga de vientres, y será a partir de los años veinte que las ideas neomalthusianas tengan una amplia repercusión, especialmente a traves de revistas como Generación Consciente y Estudios, en el que diversos profesionales recogerán artículos sobre las preocupaciones higiénicas y sanitarias o la preocupación por la eugenesia, así como la reforma sexual, la abolición de la prostitución, la maternidad consciente y contra las enfermedades venéreas.

A diferencia de los reformadores sexuales no libertarios, los anarquistas concebían esta reforma sexual “insertada en un proyecto revolucionario más amplio” que abarcase la transformación de las estructuras socioeconómicas. “Los neomalthusianos anarquistas concibieron el control de la natalidad como forma de resistencia política frente al capital y la guerra”, siendo conscientes de que “el exceso de población obrera favorecía al estado, ocasionaba paro forzoso y abaratamiento de mano de obra, al tiempo que nutría los ejércitos capitalistas”.

“El neomalthusianismo anarquista implicará pues una oposición directa a los discursos poblacionistas y pronatalistas característicos de los régimenes totalitarios como la dictadura de Primo de Rivera en España o la de Mussolini en Italia”

La limitación de nacimientos será pues una forma de resistencia anticapitalista y antimilitarista, pero también feminista, denunciando las nefastas consecuencias de las prácticas abortivas clandestinas.

“Queremos que el individuo (hombre o mujer) sea y quede totalmente libre. Prohibir a cualquiera procrear nos parece tan absurdo y atentatorio a su libertad como absurdo y atentatorio a su libertad sería querer obligarle a procrear. Es padre o madre quien quiere y puede. Es un asunto puramente individual”.

Es a través de la transformación de los modos de relación que los anarquistas conciben el cambio social, considerando a la familia tradicional como “institución contrarrevolucionaria estrechamente ligada con el capitalismo y la propiedad privada y destinada a la reproducción de la ideología dominante” e instrumento de control social, basado en el poder masculino y la esclavitud de las mujeres. “La institución de la familia está basada en la ignorancia de la mujer, en el servilismo y la esclavitud femenina”.

Federica Montseny consideraba que “en las uniones libres la mujer continúa en una posición subordinada con respecto al varón”, proponiendo, “el amor sin convivencia y la desaparición del hogar”.

Una de las fundadoras de Mujeres Libres, Amparo Poch, arremetió contra la doble moral sexual basada en el matrimonio y la prostitución, defendiendo la libertad sexual de las mujeres y su derecho al placer sexual, rechazando el principio de monogamia por estar relacionado estrechamente con el capitalismo y la propiedad privada, preconizando el amor libre.

La sexualidad se concibe factor subversivo que puede convertirse en “un medio de transformación social y contribuir al cambio de las estructuras socioeconómicas al mismo tiempo que la transformación de las relaciones de género”

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Comentaris

Un discurso muy bonito, pero...
09 ago 2017
Buenas Aliss:

"el exceso de población obrera favorecía al estado, ocasionaba paro forzoso y abaratamiento de mano de obra, al tiempo que nutría los ejércitos capitalistas".

El capital crea exceso de población obrera no tanto por la natalidad (que experimenta un descenso por causas estructurales que pasó ya hace mucho de lo ideológicamente óptimo a lo muy inquietante), como por el continuo desarrollo de las fuerzas productivas y aumento de la composición técnica y orgánica del capital, por la concentración, centralización de los capitalistas, por los cambios organizativos en el aparato productivo y la especialización productiva y el auge de la competencia mundial. Y, cuando como aquí y ahora no se debe, ni mucho menos a la nataliudad (pues el capital siempre produce mayor fuerzza de trabajo que la que va a emplear) ¿qué hacemos con la sobrepoblación relativa? Con el argumento que usted pone como bandera de los anarquistas de los años 1930, deberíamos también o detener toda reproducción biológica en todo el mundo, o cerrar las fronteras estatales a los obreros inmigrantes pues favorece al estado, abarata la fuerza de trabajo( aunque en la época actual no nutre los ejércitos robotizados), por lo que ni hay que contener la natalidad ni hay que detener la inmigración, lo que hay que hacer es dignificarlos y hacerlos posibles.

Por otra parte, la reducción de la natalidad, simplemente no reduce la pobreza, pues no es la natalidad la que crea la pobreza sino las relaciones sociales de producción, en cambio su negación si aumenta la dominación del capital, al realizar este mezclas políticas y especializaciones regionales, que le permiten deprimir fraciones del proletariado y sustituirlas por otras, aumentando la explotación y consiguiendo reequilibrarse, al menos hasta ahora. Estaban pues errados los antinatalistas anarquistas de inicios del siglo XX. La natalidad y sus procesos siguen los ciclos de la acumulación, no la mera voluntad personal de las mujeres, por muy cosncientes que sean, como se ha visto en el asunto de la congelación de embriones.

Por la crítica al determinismo económico no pueden olvidarse las determinaciones económicas, tirarlas a la basura y fundar un subjetivismo que está, este si, determinado a estrellarse de frente con la realidad histórica de nuestra época.

En los años 1970 se dió rienda a una supuesta revolución sexual, luego se ha visto que ocultaba precisamente al capital mismo, y que, a su vez, ha sido recuperado para refundar la explotación y la dominación a un plano superior de la contradicción entre el proletariado y la burguesía. Puede ver usted una crítica reciente, limitada, pero que sirve de muestra comparativa para estimar la debilidad del discurso por usted publicado:


"El sexo, más bien, la sociedad hipersexualizada ha cumplido con las reclamaciones de aquella revolución sexual que no queda tan lejana. Y que, si en un principio no podemos negar su carácter liberalizador, sí que podemos poner en duda que esta liberación haya supuesto una liberación para la mujer. La pornografía copa los buscadores de internet y las redes sociales, así como grupos de whatsapp y otras plataformas; la prostitución ha incrementado su número, tanto en cifras económicas como en clientes y prostitutas. Las películas, las series y otras manifestaciones culturales nos muestran a hombres, entiéndase por ello al género, que buscan, casi desesperados, mantener una relación sexual con una mujer. La publicidad, asimismo, nos muestra imágenes similares y aconseja que compren su producto para así incrementar las posibilidades de una relación sexual. Todo ello muestra la necesidad imperiosa o, al menos, así lo parece del género masculino por mantener relaciones sexuales a toda costa y, ciertamente, estas relaciones, echando un vistazo al porno más mainstream, son cuanto menos agresivas. Ahora bien, es necesaria una aclaración, la justificación de esta necesidad por ser biológica o propia del hombre de manera intrínseca queda un poco coja si pensamos en que la mayoría de las prácticas sexuales tienen poco o nada que ver con la reproducción y mucho o bastante con el poder y el control. Del mismo modo, el poder, entendido como dominación y placer por la obtención del mismo, no es ontológicamente natural, más bien todo lo contrario, cultural.

Demasiado sexo
http://nuevarevolucion.es/derechos-demasiado-sexo/

"

Ya ve, el discurso que usted hace o recoge está, además de asimilado por el capital, rebasado por la realidad histórica y su crítica actual en varias dimensiones y planos de las relaciones sociales de producción, propiedad, reproducción y consumo.

Agur
Re: El problema de la subordinación de las mujeres
11 ago 2017
Sr “.”, usted no vivió en 1920 para saber las condiciones estructurales. No es “el argumento que yo pongo como bandera de los anarquistas de los años 1930”, sino lo que han recopilado los investigadores a través de la historiografía documental de la época, y de los testimonios de algunas de las personas que, hasta no hace tanto, aún vivían para contarlo. No es un discurso, son testimonios que su palabrería dialéctica no puede rebatir.

Y aquí quiero matizarle una cuestión. El planteamiento neomalthusiano y el neomalthusianismo anarquista, tampoco eran iguales, pues como le dije, los anarquistas adaptaron esos planteamientos neomalthusianos a sus ideas. La diferencia fundamental, es que el neomalthusianismo se centraba en la reforma sexual, mientras que los anarquistas neomalthusianos, veían en esa reforma el principio del proyecto revolucionario a partir del cambio en las relaciones antiautoritarias en todos los ámbitos, incluyendo el sexual, en el que coincidían con los neomalthusianos, pero estos, no pretendían ninguna revolución, solo la reforma.

Cierto que en principio la reducción de la natalidad no reduce la pobreza, pero el planteamiento del anarquismo malthusiano, como le he repetido en otros comentarios, no se detenía ahí. En lo que sí que estará de acuerdo es que con el descenso de la natalidad de la clase trabajadora, la pobreza afecta a menos bocas. Y como le acabo de explicar, el descenso de la natalidad no era el fin, sino una nueva moral sexual revolucionaria que concibiera otra forma de relaciones sociales, tanto culturales, como sexuales, como de producción, como equitativas. Por tanto sí que contemplaban, con una mayor visión, ese cambio que usted apunta sobre “las relaciones sociales de producción que general la pobreza”.

¿Explíqueme de nuevo cuál es la “negación” que “aumenta la dominación del capital”, la suya tan limitada, o la que proponían los anarquistas malthusianos. Como le he explicado en otro comentario, estas ideas fueron las que principalmente hicieron que el terreno de la revolución fuese fértil.

Si me habla de “realidades históricas” le diré que su “determinismo económico”, ya ha dado sobradas muestras de inutilidad, sin embargo las propuestas del anarquismo malthusiano, contribuyeron eficazmente a que su país viera y viviera una revolución.

Entiendo que usted no quiera pasar otra vez por ser un contrarevolucionario, y que por eso no le interesa que avancemos en ese terreno, ni en ningún otro que respire anarquía.

En 1970 no hubo tal revolución sexual. Lo que hubo fue una explosión generalizada de esperanzas de libertad que no prosperaron. ¿Y por qué…?, pues según dicen, por la transacción pactada por partidos formados por gente de la dictadura, las fuerzas burguesas, las monárquicas, la socialdemocracia y la izquierda. Y en esos pactos se firmó la complicidad con la represión contra la disidencia, así como la ley de punto y final de la dictadura, de manera que no se pudo juzgar a ningún responsable de los crímenes.

No hay tal revolución sexual sin revolución en todos los aspectos. Lo que hubo en aquella época, fue algo que llamaron “destape”. Un simulacro de revolución sexual.

Su aporte nada tiene que ver con una revolución sexual, pues como bien dice, “la prostitución ha incrementado su número…, la pornografía está por todas partes, etc…”

Usted desvirtúa la revolución sexual, se nota que la rechaza… Los anarquistas neomalthusianos planteaban la abolición de la prostitución dentro de esa revolución sexual que iba contra la moral sexual burguesa, que es lo que usted aporta con el texto. Tener más mujeres ejerciendo la prostitución, más canales de pornografía, etc…, ¿para beneficio de quién? Usted habla de una industria del sexo, y pretende confundirla con una revolución sexual. Esas empresas de la industria del sexo, no están en manos de la clase trabajadora, sino de las mismas oligarquías que pactaron la transacción, entre las cuales estaba aquella mujer que usted ponía como ejemplo, “La Pasionaria” y su inseparable Carrillo. Como ya le expliqué en otra ocasión, de ella no tengo suficientes elementos de juicio, pero de Carrillo, me sobran.

Lo que está asimilado por el capital, es su interpretación. Es la estrategia de confusión de masas de la que ha hecho alarde la derecha más reaccionaria.

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