¿Negación de la condición de ‘incubadoras’ o de la condición de ‘madres a la fuerza’?
Decir “cuando no quieras ser incubadora” no es lo mismo que decir “cuando no quieras ser madre a la fuerza”. El contenido de la totalidad del discurso, de sus raíces y de sus implicaciones de clase cambia.
Tenemos, a un lado, la noción de ‘madre a la fuerza’, que refleja toda una indefendible aberración despiadada, antes limitada a los más hombre brutales, hoy negada en muchas formaciones sociales a través del privilegio del aborto. Y a otro lado tenemos la noción de ‘incubadora’, ¿de qué se trata esto? ¿es lo mismo? ¿una mujer embarazada, incluso como madre a la fuerza, es lo mismo que una “incubadora”? Esa imagen, altamente ambigua, remite a un desprecio concreto. Desprecio hoy puesto en valor en los países capitalistas centrales a través su imposición, como prerrogativa criminal, también para las mujeres con dinero y sin escrúpulos, generistas, a través de la prostitución reproductiva
En este caso, se refiere la autora, sin duda, a la negación femenina a la reducción de las mujeres a una condición de incubadoras humanas. Recordemos, hoy las feministas socialistas, anarquistas y comunistas sí se están batiendo el cobre contra esta ignominia, como se vio en su reciente movilización contra la industria de la prostitución reproductiva en una Feria Comercial de la industria del mercado de la producción de niñ@s en Madrid. Pero el Colectivo Aliss, no se refiere a eso...
Atención, porque en la noción de “incubadora” hay una disociación y, a la vez, una reducción, nada inocente, necesaria para un desenlace pro incubacionista de la mujer proletaria.
Mientras una madre a la fuerza es una persona vejada, sometida y explotada, ocurre que una persona reducida a mera incubadora humana, a mera maquina, (conjunto de partes organizadas para ejercer una función[de mercado, en esta formación social]) en realidad está siendo negada como ser humano (tampoco esto está desconectado de la deshumanización apriorística de los embriones humanos; de hecho esto está presupuesto en esta ideología generista, malthusiana, eugenésica, pro cosificadora, capitalista y burguesa, que se nos intenta implantar) . La diferencia entre madre a la fuerza e incubadora es grande, pero el desplazamiento ideológico es, aparentemente, ligero, por poco perceptible, pero examinado de cerca, aunque sea difícil de identificar, resulta contener una diferencia profunda y radical.
Una mujer embarazada jamás es una incubadora, un objeto. Es más, es siempre, y además en un grado superlativo, un sujeto histórico de primer orden. Un sujeto creador, como hemos visto en otros posts, ( http://barcelona.indymedia.org/newswire/display_any/512989/index.php?show_comments#513016 ) que realiza un Trabajo Potenciado a tal punto complejo que desborda la noción de Trabajo Potenciado y arriba a la noción de Trabajo Creador. Arte o Gran Arte, no máquina, no “robot”, palabra esta cuyo significado etimológico es “labrador generado en corral”. No siendo casualidad que el concepto euskaro Otsein, criado, contenga también la raíz OT (corral). Es cierto, por otra parte, que toda esta ideología forjada en el Neolítico, debido a la milenaria inercia cultural de toda la época de la Sociedad de Clases la reproducimos casi sin darnos cuenta.
Es importante ser conscientes de que mientras que, cuando afirmamos que es rechazable la condición de madre a la fuerza, la función de madre en si no es degradada, si negamos la condición de incubadora indirectamente la función de madre si es degradada en esa negación. Y con la degradación de la función es degradado también el sujeto histórico ‘madre’, pero ese sujeto es una de las principales formas del sujeto histórico antropológico mujer, al que supuestamente determinados colectivos defienden, siendo pues una forma específica de misoginia. ¿De dónde sale esta misoginia, con un contenido de autodesprecio tan radical?
Durante las últimas cinco décadas hemos padecido un modelo de acumulación de capital, toyotista, feminitario y deudarizador, cuya ideología,orientada a reducir el costo de producción de la fuerza de trabajo, ha difundido en las masas proletarias una ideología antinatalista malthusiana que denigraba a la mujer como madre, y a la población proletaria, llegando a motejarla como plaga. Los reaccionarios a unas las denigran de incubadoras y a otra de plaga. Pero la sorpresa llega cuando encima se dicen “de izquierdas”, por igualitarios.
De estas ideologías burguesas surgió el generismo, que buscab sembrar el desconcierto en el proletariado inventándose una supuesta >”guerra de géneros”, con el objetivo de desviar el epicentro de la contradicción, como estamos viendo intentan hacer hoy con el Islam. Guerras de géneros y de religiones, rollo de identidades a tutiplén, pero lucha de clases no, eso si que no.
Pues bien, en la designación de las madres como incubadoras está implícita una llamada generista a sustituir al femnismo en la era de la robotización, por el transhumanismo,otro invento descomunal, en plan aprendiz de brujo que quiere sacar mucho dinero de sus ensalmos, aunque ello precise reducir a las mujeres proletarias a meras incubadoras. Transhumanismo de los seres humanos en general y de la condición antropológica de mujer, en particular.
Quede claro, de todos modos, que es peor ser incubadora a la fuerza que madre a la fuerza, al ser una vuelta de tuerca más brutal todavía en la cosificación de los seres humanos proletarios. ¿Por qué las generistas no se dan cuenta, o fingen no darse cuenta, de que negar la función de madre es una de las formas principales y más graves de la misoginia?
De Mujer a Incubadora: El cuerpo escindido.
En la relación Capital/Trabajo Proletario, el sujeto asalariado-explotado (por tanto, potencialmente sobrante a la estructura de la propiedad privada aunque radicalmente necesario, a priori, para su reproducción) es disociado, escindido de si mismo. Es decir, su fuerza de trabajo es disociada de su ser integral. Su organismo vivo es considerado máquina, - lo cual ha tenido graves consecuencias en la ciencia médica, por ejemplo, pues una visión del mundo que necesita y tiende a ver al cuerpo humano como una máquina, decanta una paradigma médico en el que el cuerpo humano es una máquina a reparar en lugar de un aspecto de un ser que forma parte de un cuerpo colectivo en movimiento – y su ser integral es escindido entre su materia biológica, soporte de la fuerza de trabajo, productora de valor, y su ser social, también reducido a una mera relación jurídica altamente adaptable a las necesidades de la producción. El resto de esta división/escisión, es un conjunto de partes organizadas para cumplir una función; la producción de valor alienable. En el caso que estamos analizando, según la ideología y praxis burguesa, no una mujer, si una “incubadora”.
La idea de “incubadora” está implícita, pues, en este campo cognitivo del capitalismo avanzado y su ideología burguesa mercantil y maquínica, mecanicista, que nos necesita cyborgs deshumanizados, que es la ideología dominante.
La Sustancia de la Sustancia del Valor: La Vida.
Una de las cuestiones no exploradas por la aristocracia obrera en el siglo XX, en relación con las implicaciones del análisis marxista del valor, ha sido la cuestión de la sustancia de la sustancia del valor. La sustancia del valor es el trabajo, pero la sustancia del trabajo es la vida, y específicamente la vida humana. Esto nos concierne, porque la producción de medios productores de valor, o capital humano, es, puesa eso ha sido reducida, la procreación humana.
Ahora bien, el análisis objetivo muestra que sin inversiones de capital no puede existir esa producción/procreación, por lo que la teoría de la “disociación del valor” de Roswitha Scholz, no es correcta; la acumulación de capital solo es posible porque una parte del capital reinvertido va hacia la producción de vida/procreación. Y, en concreto, esta inversión está inserta en el salario. (La descomposición del salario familiar precede pues a la descomposición de la familia nuclear en el proletariado). Pero la familia nuclear no es únicamente una de las bases económicas de la sociedad capitalista sino también, en determinada medida, en las mujeres especialmente es una autoproducción (autorreproducción). Por supuesto, sin la familia nuclear y las inversiones que la reproducen es imposible la existencia de la sociedad burguesa, pero esto no está tan claro respecto al proletariado, que en presencia de una periferia del sistema amplia, aún teniendo un campesinado que no ha perdido su autodeterminación reproductiva, y en vías de una amplia robotización del aparato productivo puede reducir, - y reduce – a su mínima expresión posible las inversiones en reproducción del proletariado interno. La causa principal de la negativización de ls familia nuclear es esta, y no los onmipresentes desbarres del generismo.
En cambio, aunque atado esto último a una necesidad relativa, no solo la reproducción del proletariado interno, y así también las mujeres proletarias endógenas, siguen sin ser prescindibles para el capital en el centro capitalista. Esto es así por cuanto el capital sigue necesitando esa producción de vida proletaria como condición de su propia reproducción, aunque la necesita como capital humano altamente cualificado reproducido de la forma más barata posible. Y en vías de integración a la gestión de producción plusvalía (clase media), de manera que, a la vez sigue socavando sus bases de reproducción histórica, no ha logrado alienar totalmente el carácter de autorreproducción que contiene la actividad de la mujer gestante. El concepto “incubadoras” les viene al pelo para preparar el terreno de esa aún más bestial desposesión.
Por estas dos limitaciones, y mientras el capital sigue realizando las inversiones de reproducción biológica de manera indirecta, como tradicionalmente ha hecho, lo hace en medio de otro conjunto de mediaciones y contradicciones que condicionan la totalidad de la actividad reproductiva humana en las regiones capitalistas centrales.
Ya estamos pues ante la fuente original de la imagen que se nos ha propuesto como definitiva por el generismo en la idea del embarazo como “incubación”, y de la mujer embarazada como máquina incubadora. Esta no es otra que la cosificación de una parte de la humanidad, el proletariado, - en este caso en su fracción femenina -, que es el fundamento de la relación salarial. La negación radical de la maternidad, malthusiana e instrumental, y así la disociación de las mujeres proletarias de su propia potencia histórica, aparece brumosa, sin embargo, enrarecida por y mezclada en la misma negación de la mujer proletaria como madre. Esto es, como creadora de vida.
La negación de la Maternidad Proletaria en el Capitalismo Avanzado.
Como de esto, Trabajo Potenciado/Trabajo Simple/Trabajo Creador en la maternidad, ya se ha escrito en el texto en respuesta al Colectivo Aliss ( http://barcelona.indymedia.org/newswire/display_any/512989/index.php?show_comments#513016 ), dejo, por el momento, aquí esta nota, no sin insistir en este punto: El concepto “incubadora” corre contra las propias mujeres, pero corre radicalmente contra las mujeres, y, más en concreto, contra las mujeres proletarias. Por lo que si bien para determinadas fracciones de clase en busca de movilidad social ascendente, instrumentalmente puede resultarle necesario, como negación de la reproductividad del proletariado, lo que sería su función política en la gestión de la explotación, en términos feministas resulta contraproducente y negativo.
No, no estamos jugando, de las luchas teóricas y políticas que se den ahora, saldrán las ideas con las que la siguiente generación proletaria estará armada ante la explotación burguesa y de su bloque social de apoyo, que lo reduce a mero combustible de la acumulación de propiedad privada. Lo que estamos viviendo ahora como proletariado interno, no es lo que no están contando estos muy interesados grupos feministas burgueses, que nos presentan las mujeres como incubadoras por ser reducidas a meras reproductoras, sino las mujeres sobre todo proletarias con su maternidad negada, su autoreproducción expropiada, por no ser rentable a la acumulación de capital, y en viás de subsunción y supercosificación.
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