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Notícies :: globalització neoliberal
Larzac: 200.000 y más, por una Globalización Democrática y contra la OMC
14 ago 2003
Hay que acabar con la OMC. Porque una organización multilateral que tiene como objetivo arrasar los derechos sociales, económicos y medioambientales de los pueblos, que toma acuerdos por los que elementos naturales como el aire, la tierra, el agua e incluso la vida de las personas, plantas y animales, que existieron antes de cualquier propiedad, pasen a ser pro- piedad privada y su existencia esté supeditada al «cálculo frío» del capital privado, es una organización que atenta contra la vida de las personas y el planeta, y no tiene razón de ser.
Eran las siete de la tarde, cuando tras concluir una reunión de coordinación sobre la campaña contra la V cumbre ministerial de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en Cancún, recogimos los bártulos e iniciamos el viaje de regreso a Euskal Herria. Al finalizar la reunión, la gente de la organización nos informa que se han cerrado los accesos a Larzac porque es imposible atender a toda la gente que llega. Habían entrado 200.000 personas y las dificultades se iban acumulando minuto a minuto. A la vuelta, la sorpresa fue el asombroso espectáculo que se dibujaba a ambos lados de la carretera: hileras de coches aparcados en arcenes y huertas a lo largo de más de 10 kilómetros y miles y miles de personas que se negaban a tomar el camino de vuelta sin participar en el encuentro de Larzac.

Un encuentro para «reflexionar, convivir y luchar en común contra la OMC»; un encuentro para recordar la exitosa lucha desarrollada en ese mismo escenario treinta años atrás contra el intento de instalar un campo militar desplazando a los campesinos y campesinas; pero, sobre todo, un encuentro para comprobar el enorme rechazo social a la OMC y a los gobiernos que la sustentan, y alimentar el espíritu de lucha.

La iniciativa partió de la Confédération Paysanne, y en torno a ella se ha agrupado una amplia red de movimientos sociales y políticos que han construido un espacio abierto y plural desde la base común del rechazo a la OMC y a sus políticas. Larzac ha sido la torre de babel de los movimientos. Casi sin temor a equivocarnos, podemos decir que la única ausencia notable ha sido la del sindicato CFDT. El resto, incluso con propuestas muy divergentes entre sí, y aunque no todo el mundo al mismo nivel, estaba presente.

Durante tres días se han cubierto dos tipos de programas para debates y actividades. Uno, el oficial, con debates en torno a la OMC en escenarios simbólicos: Seattle, Porto Alegre, Génova y Cancún; al igual que los dispuestos para las actos culturales: Resistencia, Transgénicos y Larzac. El otro, en espacios autoorganizados por los distintos colectivos: desde la Con- fédération Paysanne hasta Attac, pasando por los 10Solidaires, animando debates, intercambios...

De todo lo habido destacaríamos cuatro aspectos:

­La radicalidad de las críticas y las propuestas. La OMC no ha caído del cielo ni responde a las necesidades de las personas, nos recordaba Lori Wallach de Public Citizen; responde a los intereses de las multinacionales que dictan las reglas de juego, como si fuera «una constitución mundial» (más de 9.000 hojas con normas de obligado cumplimiento) que anula de un plumazo los derechos recogidos en las constituciones de los distintos países para someterlos a las reglas del comercio y en beneficio del interés privado. Pero, como bien apuntó José Bové, son los gobiernos de esos países quienes escriben y aprueban esas reglas en las cumbres y lo hacen con nocturnidad y alevosía: hurtando a los ciudadanos y ciudadanas el derecho a decidir sobre ellas.

Hay que acabar con la OMC. Porque una organización multilateral que tiene como objetivo arrasar los derechos sociales, económicos y medioambientales de los pueblos, que toma acuerdos por los que elementos naturales como el aire, la tierra, el agua e incluso la vida de las personas, plantas y animales, que existieron antes de cualquier propiedad, pasen a ser pro- piedad privada y su existencia esté supeditada al «cálculo frío» del capital privado, es una organización que atenta contra la vida de las personas y el planeta, y no tiene razón de ser.

Pero la lucha contra la OMC no está sólo ante sus cumbres, sino, sobre todo, ante los gobiernos que la integran. Son ellos (sean de izquierdas o de derechas) quienes firman los acuerdos y los que impulsan activamente las políticas neoliberales que, por primera vez en la historia moderna, hacen que los pueblos que producen alimentos padezcan hambre (porque no tienen dinero para alimentarse) y que las generaciones actuales vean que el futuro de sus hijas e hijos no será mejor y más saludable (como ocurría hasta ahora), sino más penoso y precario. A pesar de que disponemos de más recursos que nunca.

Tenemos que luchar y oponernos a la OMC, en fin, porque (lo recordaba José Bové) «las cosas nunca avanzan solas. Sólo la lucha permite lograr los cambios necesarios».

­La militancia y la responsabilidad de la gente. Resultó impresionante ver que en un campo que la sequía había convertido en un factor de riesgo (por incendio) grave, no se produjo ningún incidente. Pero, más sorprendente, fue ver la limpieza en el entorno: ninguna lata, ni botella vacía, ni papel perdido por el suelo. No es un dato anecdótico: también ocurrió en Florencia durante el Foro Social Europeo y es una muestra de las características con las que alumbra esa nueva generación de militantes jóvenes que se incorporan a la lucha contra la globalización neoliberal.

­Respeto a la diversidad. La anécdota más citada en los medios de comunicación en relación a Larzac ha sido la destrucción del stand del PSF de Millau por militantes del colectivo DAL y su reconstrucción por los de la Confédération Paysanne. Que el incidente fuera sólo ese y concluyera ahí es una muestra más que suficiente de ese respeto a la diversidad.

­La necesidad de extender la experiencia de Larzac. Porque en estos acontecimientos, miles y miles de activistas que no pertenecen a colectivo alguno encuentran el espacio para la comunicación y la formación; tanto a través de las conferencias como de encuentros más informales. Y la demanda y el interés es grande. Sólo había que ver con qué estoicismo miles de personas aguantaban unos debates multitudinarios, que a veces duraban más de tres horas, bajo una lona a más de 40º.

Por eso, a medida que nos acercábamos a Euskal Herria, había dos preguntas que nos rondaban en la cabeza: ¿seremos capaces de lograr aquí que la primera semana de setiembre (del 6 al 13) sea una semana de movilizaciones, de acciones diversas, más allá de la manifestación tradicional, contra la OMC y los intereses privados que se ocultan tras ella? Es mucho lo que está en juego en Cancún: se va a impulsar la liberalización total del comercio agroalimentario, se privatizarán los recursos naturales y los servicios públicos; se dará carta blanca para que las inversiones de las multinacionales no tengan que respetar los derechos sociales, laborales o medioambientales vigentes en los diferentes países y, también, a las patentes sobre seres vivos...; o sea, la mercantilización de todos los derechos sociales, económicos, culturales y medioambientales. Por eso hay que movilizarse para impedirlo. La otra pregunta era sobre si seremos capaces, algún día, de poder articular en Euskal Herria espacios como el de Larzac. Y la respuesta no está en el viento. Tenemos claro que todo depende del empeño y esfuerzo que hagamos para conseguirlo.
Mira també:
http://www.monde-solidaire.org/larzac-2003/es/index.html
http://www.monde-solidaire.org
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