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Anàlisi :: educació i societat
SOYLENT GREEN, o "Hay que saberse morir a tiempo"
27 des 2016
Las residencias de ancianos: un paso adelante hacia el proceso de optimización productiva de la unidad familiar. ¿Para cuando la eutanasia activa del anciano no productivo? Del suave proceso de ir adoptando nuevas ideas productivas.
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En 1973 Richard Fleischer estrenaba su película de ciencia ficción «Soylent Green» (proyectada en España bajo el título «Cuando el destino nos alcance»), en la que nos presentaba un futuro distópico: en el año 2022 la sobrepoblación mundial y el desastre ecológico han desembocado en la escasez absoluta de agua y alimentos. Una pequeña élite, con acceso a lujos como las verduras y la carne, mantiene el férreo control político y económico sobre una mayoría hacinada y sumida en la miseria. En este futuro no tan lejano, los ancianos acuden voluntariamente a centros especializados en los que se les practica la eutanasia activa mientras, 20 minutos antes de morir, pueden disfrutar de hermosas imágenes proyectadas al son de la música. El grado de escasez es tal, que como única fuente alimenticia para la población sólo se dispone de los productos manufacturados por la multinacional Soylent: las galletas Soylent Red, Soylent Yellow y el nuevo producto Soylent Green, supuestamente elaborado a partir del plancton marino. Sin embargo, la realidad es otra, el origen del producto Soylent Green resulta ser ominoso (1).

Han pasado 39 años desde el estreno de «Soylent Green» y de forma inquietantemente premonitoria, la temática que aborda cada vez parece menos ciencia ficción. La sobrepoblación mundial, la miseria absoluta para la mayoría, el control férreo por parte de las élites dominantes y el desastre ecológico, son nuestra realidad. Es de esperar que en pocos años la escasez de agua y alimentos alcance también al «primer mundo». Como último acierto visionario del film, ya sólo quedará que nuestros cuerpos muertos sean procesados en galletas, para alimentar a quienes queden con vida.

Aún no se les practica la eutanasia activa, nos parecería un escándalo (de momento), pero nuestros ancianos ya acuden por su propio pie, o el de sus familiares, a residencias especializadas donde son agrupados para esperar pacientemente la muerte. Ejemplos cotidianos hay en casi todas las familias, pequeñas historias de tristeza y abandono por necesidad: María dio con sus huesos en la residencia de ancianos hace 10 meses, en diciembre cumplió los 95 años. Ya no podía caminar, ni mantenerse en pie, y sus familiares no tenían las fuerzas para levantarla y moverla, ni recursos para permitirse un cuidador en el domicilio. La llevaron un día a la residencia, engañada, porque ella, que a pesar de su edad aún tenía la mente y el genio despiertos, jamás hubiese salido de su casa voluntariamente. Desde entonces, sus sobrinos y sobrinos-nietos, porque ella no tuvo hijos, van a visitarla casi a diario. Durante los primeros meses les suplicaba que la volviesen a llevar a su casa. «Es por tu bien tía, aquí estas mejor cuidada», le decían con cariño. Luego María se rindió, y dejó de pedirlo. «¿Lo ves tía?, si aquí estás mejor que en casa...», «Sí... ya...» les contestaba ella sumisa, con la voz apagada y la mirada en el suelo. Poco a poco la tristeza le fue desmigajando lo que aún le quedaba de mente y consciencia. Aunque ya se ha adaptado a la rutina diaria de la residencia, y los cuidados son correctos, posiblemente no vivirá por mucho tiempo más. Su familia piensa que es mejor así, sus ahorros y pensión sólo le permitirán seguir pagando la mensualidad de la residencia durante 2 años más. Lo mejor para ellos es que María muera antes de ese plazo. Es habitual oír entre sus familiares, que sinceramente la quieren y les apena su situación: «Pobre tía María... pobre tía María... hay que saberse morir a tiempo...». Así y todo es afortunada, puede pagarse una residencia por un tiempo, y hay familiares que la van a visitar.

Su historia, como tantas otras, no hace más que reflejar silenciosamente el grave proceso de desestructuración de la familia (entendida como aquel núcleo de personas organizadas para la supervivencia común). La industrialización ha alcanzado y pisoteado el aspecto más íntimo de la vida de las personas, la relación intrafamiliar. El anciano ya no cumple un papel rentable en la familia industrializada, no resulta productivo y dificulta la capacidad productiva del resto de los miembros de la familia. Se trata de optimizar: es un producto a desechar. Muy atrás quedaron los tiempos en los que uno se moría en su cama, cuando le tocaba, rodeado de los suyos y en paz. Ahora, cuando ya estorbas al ritmo de trabajo de tus familiares, se te extirpa de tu familia y se te lleva a un centro especializado en la vejez y la muerte. Y este dramático secuestro, a fuerza de necesidad, hemos llegado a verlo como algo normal, un mal necesario. La eutanasia activa como opción no, ¡sería una iniquidad! (pensamos todavía), pero si que es una idea muy extendida la de «hay que saberse morir a tiempo». ¿A tiempo de qué? ¿para qué?

Un importante motivo subyace al hecho de que aún no resulte rentable practicar la eutanasia activa a los ancianos: sus enfermedades crónicas requieren de caros tratamientos crónicos, que reportan ingentes beneficios a las multinacionales farmacéuticas. Mas, cuando ya no sea posible sustentar este gasto a causa del progresivo envejecimiento poblacional, veremos si suavemente no surge también y se extiende la idea de «¿para qué vivir así, en estas condiciones?, cuando uno ya no se puede valer por si mismo, lo mejor es quitarse de en medio». Porque los cambios sociales que mejor se implantan no son los impuestos desde arriba, sino aquellos que son lentamente asumidos desde la base, como sin darse cuenta. Tan sólo hay que facilitar las condiciones para que la población se convenza por sí misma de que se trata de la mejor solución, un mal menor necesario.

De ahí a hacer galletas con nuestros restos, sólo quedará un pequeño paso más para llegar a cumplir la profecía de Soylent Green.

REFERENCIAS
(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Cuando_el_destino_nos_alcance

COPYLEFT DEL TEXTO (CC) RECONOCIMIENTO-NO COMERCIAL: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es_ES
COPYLEFT DE LA IMAGEN (CC) DOMINIO PÚBLICO: https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/deed.es_ES

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