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LEYES FUNDAMENTALES
13 ago 2003
LEYES FUNDAMENTALES
Las Leyes Fundamentales
de la Estupidez Humana













Introducción

La humanidad se encuentra -y sobre esta afirmación el acuerdo es unánime- en un estado deplorable. No anuncio ninguna novedad, lo sé. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se dará cuenta de que la humanidad siempre ha estado en un estado deplorable. El pesado fardo de desdichas y miserias que los seres humanos debemos soportar, ya sea como individuos o como miembros de la sociedad organizada, es básicamente el resultado de la poca visión de futuro con que fue organizada la vida desde sus comienzos.

Desde Darwin sabemos que compartimos nuestro origen con las especies del reino animal, y somos conscientes de que todas las especies, desde el gusanito [o la gusanita!!] manzanero hasta el elefante africano, tienen que soportar su dosis cotidiana de tribulaciones, temores, frustraciones, penas y adversidades. Los seres humanos, sin embargo, poseemos el privilegio de tener que cargar con un peso añadido: una dosis extra de dificultad cotidiana provocada por un grupo élite de criaturas que, por curioso y contradictorio que pueda parecer, pertenecen a nuestro propio género. Este grupo es mucho más poderoso que la Mafia, más poderoso que cualquier institución industrial-militar o que la Internacional Comunista. Se trata de un grupo no organizado, que no se rige por ninguna ley, que no tiene jefe, ni presidente, ni estatuto y que aún así, cual guiado por una mano invisible, consigue actuar en perfecta sintonía y de tal modo que las actividades de cada uno de sus miembros contribuyen poderosamente a reforzar y ampliar la eficacia de los miembros restantes. La naturaleza, el carácter y el comportamiento de los miembros de este grupo constituyen el tema del texto que sigue.
Es preciso subrayar a este respecto que este ensayo no es ni producto del cinismo ni un ejercicio de derrotismo social -al menos no más de cuanto pueda serlo un libro de microbiología. Las páginas que siguen no son más que el resultado de un esfuerzo constructivo por investigar, conocer y, por tanto, posiblemente neutralizar, una de las más poderosas y oscuras fuerzas que impiden el crecimiento del bienestar y de la felicidad: hablamos de la estupidez humana.

Primera Ley Fundamental

La Primera Ley Fundamental de la Estupidez Humana afirma sin ambigüedad que:
Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

A primera vista la afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno la rotunda veracidad de esta afirmación. Considérese lo que sigue. Por muy alta que sea la estimación cuantitativa que uno haga de la estupidez humana, siempre quedan estúpidos, de un modo repetido y recurrente, debido a que:

a) personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado se revelan después, de repente, inequívoca e irremediablemente estúpidas;

b) día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que aparecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos menos oportunos.

La Primera ley Fundamental impide la atribución de un valor numérico a la fracción de personas estúpidas respecto del total de la población. Cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación. Por ello en las páginas que siguen se designará la cuota de personas estúpidas en el seno de una población con el símbolo ƒ.

Segunda ley Fundamental

Las tendencias culturales de moda en los países occidentales defienden una visión igualitaria de la humanidad. Gusta pensar en la figura del hombre como el producto de una perfecta obra de ingeniería creada por la evolución. La genética y la sociología, sobre todo, se esfuerzan por demostrar, con un impresionante aparato de información científica y complejas formulaciones, que todos los hombres son iguales por naturaleza y que si algunos son más iguales que otros, esto ha de atribuirse a la educación y al ambiente social y no a la Madre Naturaleza.

Se trata de una opinión extendida que yo, personalmente, no comparto. Años de observación y experimentación me han convencido de que los hombres no son iguales, de que algunos son estúpidos y otros no lo son, y de que la diferencia no la determinan fuerzas o factores culturales sinó los intrincados caprichos biogenéticos de la Madre Naturaleza. Uno es estúpido en la misma forma en que tiene el cabello rubio o pertenece a un determinado grupo sanguíneo. En definitiva, uno nace estúpido por designio inescrutable de la Divina Providencia.

Pero no me malinterpreten: no soy ningún reaccionario que pretenda introducir furtivas discriminaciones de clase o raza. Creo firmemente que la estupidez es una condición repartida de manera totalmente igualitaria e uniforme entre los grupos humanos. Este hecho está expresado científicamente en la Segunda Ley Fundamental que sostiene que:
La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

A este propósito, la Naturaleza parece realmente haberse superado a sí misma. Aunque sigue siendo un misterio la estrategia que sigue para lograrlo, sabemos que la Naturaleza mantiene constante la frecuencia relativa de ciertos fenómenos naturales. Por ejemplo, tanto si los hombres se reproducen en el polo norte como en el ecuador, tanto si las parejas que se unen pertenecen a una sociedad desarrollada o subdesarrollada, tanto si son de piel negra, o roja, o blanca o amarilla, la proporción varón-mujer entre los recién nacidos es siempre constante, con un ligero predominio de los varones. No sabemos de qué manera la Naturaleza obtiene este extraordinario resultado, pero sabemos que para obtenerlo debe operar con números a gran escala. De la misma forma, el porcentaje ƒ de estúpidos es siempre el mismo, independientemente de la dimensión o ubicación del grupo estudiado. Ningún otro tipo de fenómeno objeto de observación ha ofrecido jamás una prueba tan singular del aplastante poder de la Naturaleza.

La prueba de que la educación y el ambiente social no tienen nada que ver con la probabilidad ƒ nos la han proporcionado una serie de experimentos llevados a cabo en muchas universidades del mundo, cuyas poblaciones pueden clasificarse en cuatro grandes grupos: bedeles, empleados, estudiantes y cuerpo docente.

De todos los estudios realizados entre el grupo de los bedeles se halló que una fracción ƒ eran estúpidos. Al detectar que el valor ƒ era más elevado de lo que se esperaba (Primera Ley), se juzgó, de entrada, que el fenómeno se debía a la pobreza de las familias de las que solían provenir los bedeles y, en consecuencia, a la escasa instrucción a la que habían tenido acceso. No obstante, analizando los grupos más elevados se encontró que el mismo porcentaje dominaba también entre empleados y estudiantes. Más impresionantes fueron todavía los resultados obtenidos entre el cuerpo docente. Tanto si se analizaba una universidad grande como una pequeña, como un instituto famoso o uno desconocido, se encontró la misma fracción ƒ de estúpidos entre el grupo de profesores. Fue tal la sorpresa que provocaron los resultados obtenidos que se resolvió extender las investigaciones a un grupo especialmente seleccionado, a una auténtica élite intelectual de la sociedad mundial: los galardonados con el premio Nobel.

El resultado confirmó los poderes supremos de la Naturaleza: una fracción ƒ de los premios Nobel estaba también constituida por estúpidos.

Intervalo Técnico

Llegados a este punto, es necesario aclarar el concepto de estupidez humana y definir la dramatis persona. Los individuos se caracterizan por diferentes grados de propensión a la socialización. Existen individuos para quienes cualquier contacto con otros individuos es una dolorosa necesidad. Estos se ven obligados, literalmente, a soportar a las personas, y las personas se ven obligadas a soportarlos a ellos. En el otro extremo del espectro, se hallan los individuos que no pueden soportar de ningún modo vivir en soledad y están dispuestos a pasar el tiempo en compañía de personas que desprecian antes que estar solos. Entre estos dos extremos existe una gran variedad de situaciones, si bien la mayoría de personas se encuentra más próxima al formato que no puede soportar la soledad que al formato no propenso a las relaciones humanas. Ya Aristóteles divulgó este concepto al escribir que "el hombre es un animal social", y la validez de su afirmación está demostrada por el hecho de que nos movemos en grupos sociales, que existen más personas casadas que solteras, que se malgasta mucho dinero y tiempo en exasperados y aburridos cocktail parties, y que la palabra soledad suele tener connotaciones negativas.

Tanto si uno pertenece al tipo eremita como al mundano, irremediablemente va a tener que tratar con gente, la única diferencia será la frecuencia de las interrelaciones. Podemos afirmar, entonces, que cada uno de nosotros tiene una especie de cuenta corriente con los demás. Es decir, que de cualquier acción, u omisión, entre dos o más personas, cada uno obtiene una ganancia o una pérdida, y al mismo tiempo proporciona una ganancia o una pérdida a algún otro. Las ganancias y las pérdidas están ilustradas oportunamente en el siguiente gráfico y sus conceptos explicados en la Tercera Ley Fundamental.

Y
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H | + I
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|
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------------------- O ------------------- X
- | +
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E | - M
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Tercera Ley Fundamental (Ley de Oro)

La tercera ley Fundamental presupone, aunque no lo enuncie explícitamente, que todos los seres humanos están incluídos en una de estas cuatro categorías fundamentales: los Incautos, los Inteligentes, los Malvados y los Estúpidos. El lector perspicaz comprenderá fácilmente que estas cuatro categorías corresponden a las cuatro áreas H, I, M, E del gráfico.

Pero para aclarar las cosas, pongamos un caso hipotético con un individuo al que llamaremos Ticio como protagonista:

Si Ticio comete una acción y obtiene una pérdida al mismo tiempo que proporciona un beneficio a Cayo, el signo de Ticio recaerá en el campo H: Ticio ha actuado como un incauto. Si Ticio realiza una acción de la que obtiene un beneficio, y al mismo tiempo procura un beneficio también para Cayo, el signo de Ticio recaerá en el área I: Ticio ha actuado inteligentemente. Si Ticio realiza una acción de la que obtiene un beneficio causando un perjuicio a Cayo, el punto de Ticio deberá situarse en el área M: Ticio ha actuado como un malvado. La estupidez corresponde al área E y a todas las posiciones sobre el eje Y por debajo del punto O.

Así pues, la tercera Ley Fundamental aclara explícitamente que:
Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjucio.

A la vista de esta Tercera Ley Fundamental, las personas racionales reaccionan instintivamente con escepticismo e incredulidad, pero si reflexionamos bien, habrá que admitir que nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades sin que ella vaya a ganar absolutamente nada con sus acciones. Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esta absurda criatura hace lo que hace. En realidad, no existe explicación -o mejor dicho- sólo hay una explicación posible: la persona en cuestión es estúpida. Y no sólo esto, desafiando los instintos de supervivencia más básicos, existen personas que, con sus inverosímiles acciones, no sólo causan daños a otras personas, sino también a sí mismas. Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos, los cuales, según nuestro sistema de cálculo, aparecerían en cualquier punto del área E, al a izquierda del eje de la Y.

El Poder de la Estupidez

No resulta difícil comprender de qué manera el poder político, económico o burocrático aumenta el potencial nocivo de una persona estúpida. Pero nos queda aún por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve a una persona estúpìda o, en otras palabras, en qué radica el poder de la estupidez.

Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad. Racionalidad perversa, si se quiere, pero racionalidad al fin y al cabo. El malvado quiere añadir un "más" a su cuenta. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un "más" para sí procurando también un "más" a los demás, deberá obtener su "más" causando un "menos" a su prójimo. Estamos de acuerdo: esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un malvado son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar la oportuna defensa.

Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque:

a) generalmente el ataque nos coge por sorpresa.
b) incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.
El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el malvado es consciente de que es un malvado y el incauto está penosamente inmbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.

Cuarta Ley Fundamental

No hay que asombrarse de que las personas incautas, es decir, las que en nuestro sistema se sitúan en el área H, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sinó una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni las malvadas consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez. Es extremadamente difícil explicar por qué sucede esto. Se puede tan sólo formular la hipótesis de que, a menudo, tanto los inteligentes como los malvados, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar la defensa y segregar inmediatamente cantidades ingentes de adrenalina ante tamaña situación de peligro.

Uno de los errores más comunes es llegar a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto no es más que confundir estupidez por candidez.

A veces hasta se puede caer en la tentación de asociarse con un individuo estúpido con el objeto de utilizarlo en provecho propio. Tal maniobra no puede tener más que efectos desastrosos porque:

a) está basada en la total incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez y
b) da a la persona estúpida la oportunidad de desarrollar sus capacidades aún más allá de lo originalmente supuesto. Uno puede hacerse la ilusión de que está manipulando a una persona estúpida y, hasta cierto punto, puede que incluso lo consiga, pero debido al comportamiento errático del estúpido, no se pueden prever todas sus acciones y reacciones y muy pronto uno se verá arruinado y destruido sin remedio.

Todo esto aparece claramente sintetizado en la Cuarta Ley Fundamental que afirma que:
Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables.

Macroanálisis y Quinta Ley Fundamental

Las consideraciones finales del capítulo precedente nos conducen a un análisis de tipo "macro", según el cual, en lugar del bienestar individual, se toma en consideración el bienestar de la sociedad, definido, en este contexto, como la suma algebraica de las condiciones del bienestar individual. Es esencial para efectuar este análisis una completa comprensión de la Quinta Ley Fundamental. No obstante, es preciso añadir que de las cinco leyes fundamentales, la Quinta es, de largo, las más conocida. Esta ley afirma que:
La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

El corolario de la ley dice así:

El estúpido es más peligroso que el malvado.

La formulación de la ley y el corolario son aún del tipo "micro". Sin embargo, tal como hemos anunciado anteriormente, la ley y su corolario tienen profundas implicaciones de naturaleza "macro". El punto esencial a tener en cuenta es éste: el resultado de la acción de un malvado perfecto representa pura y simplemente una transferencia de riqueza y/o bienestar. Si todos los miembros de una sociedad fuesen malvados perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres. Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar. Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente. La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece. Más aún: en un país en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual a ƒ; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en poder, una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos refuerza, inevitablemente, el poder destructivo de la fracción ƒ y conduce al país a la ruina.

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Mira també:
http://www.liquidcookie.com/gus/html/04oct98.html

Comentaris

No es dialéctico
13 ago 2003
Falla en el salto de lo bilateral a lo mutilateral, falla en la asignación de ser a estar estúpido, la estupidez se pasa, y podrían aportarse múltiples pruebas de ello, la alienación también, los términos valorativos del "beneficio" no quedan claros, y la definición de la estupidez es muy pobre, ¿No serán estúpidos acaso y mejor los que no se ven a sí mismos pues no comprenden sus actos y, a la vez, no ven a los demás como seres reales? Pues como siga el capitalismo con su maquinaria de producción de alienación, de producción de deseos artificiales y de ocultación cultural de los procesos reales, la lucha va a ser grande... pues la estupidez no es un SER sino un ESTAR y las condiciones culturales afectan a la proliferación o disminución de esta cualidad posible en todas las personas.

Así f=Nh +- f=-Nh, resultando que la primera y más grande estupidez es dejar de luchar contra la estupidez en uno mismo, por considerarse uno mismo no estupido. En definitiva, no estar estúpido es una lucha DE TODOS Y CADA UNO.
Re: LEYES FUNDAMENTALES
14 ago 2003
"La gent no neix estupida, neix ignorant.
La gent es fa estupida mitjatçant la educació."
Re: LEYES FUNDAMENTALES
14 ago 2003
Reactualizacion de la teoria nazifascista del tonto util, tan manoseada por los servicios de inteligencia franquista en su intento de autoexplicarse el crecimiento de la militancia clandestina contra el regimen.
Re: LEYES FUNDAMENTALES
14 ago 2003
watson, tu lo flipas. Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino...(ya sé, ya sé, depende de lo que corra el cerdo)
Por cierto, el regimen de Paco ¿tenía servicios de inteligencia? pues que contrasentido
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