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Notícies :: educació i societat
Desprecio al trabajo de las enfermeras
20 oct 2016
Nuestra cultura afecta uno de los trabajos mas pesados y nobles en Ecuador
Enfermeras_ecuatorianas_reclaman_por_una_mejor_valorización.docx
Enfermeras ecuatorianas reclaman por una mejor valorización.docx (17,46 KiB)
Enfermeras ecuatorianas reclaman por una mejor valorización.

La gloria de los médicos y la sumisión de las enfermeras (os) han influenciado a la sociedad hasta cubrirla casi por completo con la indiferencia y menosprecio a las enfermeras cuando la gloria realmente les pertenece a ellas por su trabajo sacrificado y humanista.

Por nuestra cultura de apariencia el menosprecio hacia las enfermeras seguirá por mucho tiempo más. Ningún artículo en su defensa les abrirá las puertas del reconocimiento, tendrán que ser ustedes las que luchen todos los días para erradicar la indiferencia de la sociedad.

Nuestra cultura niega el trabajo pesado de las enfermeras por la santidad de los médicos. Es innegable que las enfermeras trabajan mucho más que el diagnóstico del médico, lamentablemente un gran porcentaje de la población y de los médicos no reconocemos esa labor, simplemente las menospreciamos, ignoramos y esa indiferencia es dolorosa para estas mujeres que realizan el trabajo pesado en los hospitales, clínicas, etc.

Estoy convencido que esta indiferencia hacia el cuerpo de enfermeras no es porque la sociedad sean malos, es por la pobreza mental de nuestra cultura habituada a la discriminación por un instinto básico de ser lo que no se es y aparentar lo que no se tiene, así, hemos vivido de la apariencia, del menosprecio al que consideran menos.

Las nuevas generaciones heredamos estas torpezas, nos adaptamos a las circunstancias desarrollando pésimas conductas que primero se acomodan a nuestro bienestar pero que hieren a los demás “olvidando” que estos hábitos hieren a los más olvidados. Para estas personas es una conducta imperdonable, para las enfermeras lo es porque el menosprecio lleva toda una vida.

Sutil la indiferencia que sostenemos con ellas porque tratamos de esconder no solo el machismo sino el pensamiento colonialista que practicamos; son joyas de nuestra arcaica cultura, poema de estúpidos en cuyas letras se encuentra la indiferencia al que más trabaja, al pobre del pueblo, este menosprecio es un insulto porque no valoramos el conocimiento ni la preparación ni la práctica humanista peor los principios éticos. Valoramos la jactancia, la petulancia y la vanidad vulgar y soez que es insultante.

“Estudiar 4 años para poner una inyección”. Le decía alguien a una estudiante de enfermería, es un ejemplo de una grosera apreciación que menosprecia la preparación, capacidad, conocimiento y experiencia de las enfermeras.
Este penoso y traumático fenómeno de la indiferencia al trabajo del cuerpo de enfermeras tiene que ver con la decadencia de los prestigios morales en una sociedad nada estructurada e ignorante que no practica la lectura y en donde los prestigios no valen nada, así, la sociedad es un tumulto cínico que imita el arreglo de la viveza criolla, es lo que se festeja y se aplaude.

Las enfermeras (os) tendrán que visibilizarse más, es hora que los colegios de enfermeras y la Federación de Enfermeras proyecte una radio, canal de televisión o programas para que comuniquen a la ciudadanía su profesionalismo. La publicidad es la moda del momento y tendrán que utilizarla si lo que pretenden es reconocimiento y justicia. Es hora que sean más ejecutivas y estrategas, los tiempos de ahora, incluso, para el derecho, así lo exigen. Es hora también, que dejen de pensar como enfermeras porque ese pensamiento las divide.

Terminar con el absolutismo de los médicos requiere otro tipo de estrategia también sin reglas en donde la sumisión no es un comportamiento profesional ético. La crítica y los cuestionamientos fundamentados debe ser la reversión de su conducta bajo la cual la mayoría de enfermeras se refugien.

La dignidad, la equidad en el trato será la nueva libertad que el cuerpo de enfermeras exigirá a la sociedad como factor de responsabilidad para una mejor practica en la salud humana con dos días de descanso a la semana, el horario de 160 horas es extenuante y perjudicial para los pacientes, me decía la presidenta del colegio de médicos de Pichincha. La solidaridad y unión de todas las enfermeras en estos y otros asuntos es importante para el reconocimiento de la sociedad.

El incremento del salario para algo menos de 4.000 enfermeras de base, es un logro que hay que agradecer a este gobierno y a la lucha fuerte, leal, constante de Rosa Santamaría Acurio, docente, con varias especializaciones y actual presidenta del Colegio de Enfermeras de Pichincha; guio la Federación por 20 años. Fue un enorme placer conversar con una curtida, pujante e inteligente luchadora. “Regrese al Colegio de enfermeras de Pichincha, porque considero que mi liderazgo y mi lealtad a las enfermeras será por toda mi vida”. A Jacqueline Bonilla y otras enfermeras cuya gestión sostienen la dignidad de las enfermeras.

La profesora Rosa y la mayoría de enfermeras de Quito y otras partes del país, en el año de 1996 se alzaron, por primera vez en toda la historia del país, reclamando mejores derechos, les fue aplicada la ley de movilización…pero se dieron a conocer. “Hoy, otra vez hemos caído en la sumisión, lo reconozco” concluyo la profesora y enfermera Rosa Santamaría.

Especial reconocimiento para un ser humano muy especial por su dedicación, capacidad, sensibilidad y profesionalismo la enfermera Mariana Mena Jácome, ex directora de la Escuela de Enfermería y actual Sub Decana encargada de la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador. La facultad de medicina más antigua y prestigiosa del país. “No se imagina lo que he tenido que enfrentar con los médicos machistas que no aceptan que una enfermera este en este puesto. Aquí me quedo hasta que el rector me acepte porque atrás mío están las nuevas promociones de enfermeras que ven que es posible acceder a cargos de importancia”. “Mi agradecimiento a los médicos y personal administrativo que me ayudan incluso me guían para que la facultad desde mi responsabilidad este a la altura de las circunstancias. No les puedo fallar”.    

Conseguir reconocimiento erradicando la indiferencia y el menosprecio no será suficiente en esta cultura saturada de prejuicios y complejos. Conseguir el reconocimiento profesional en la práctica de la salud serán las nuevas libertades que en derecho las enfermeras necesitan porque será el contrapeso al totalitarismo practicado por los médicos.

Por supuesto que los médicos no son prestigiosos improvisados ni las enfermeras representan el ascenso de las insignificancias porque estos dos grupos crecieron con el prestigio adquirido con su invalorable trabajo con principios éticos. Son en todos los tiempos referentes sociales muy importantes porque ayudan a la vida misma.

Lamentablemente en el proceso de a poco la sociedad olvido a las enfermeras con su indiferencia; el menosprecio es muy evidente, afecto el prestigio de ellas y su autoridad moral. Esto es gravísimo en la práctica de la salud más que en otras profesiones porque en la salud no se debe aceptar la mediocridad, la negligencia, la manipulación ni la sumisión ni la complicidad de las enfermeras EN LAS MALAS PRACTICAS MEDICAS ya que estas matan gente, por lo tanto, las enfermeras deben buscar su autonomía ética, su libertad ética si desean ser reconocidas profesionalmente.

Nunca faltaran los prestigiosos mediocres de bata blanca, machistas de pacotilla con sus diagnósticos jugando a la adivinanza, con sus palabras ignorantes e inconscientes porque se creen famosos de consultorio en donde esperan adquirir prestigio ignorando que en los hospitales es donde se gana experiencia, conocimiento, humanismo firme no transitorio como el aprendido por las enfermeras con su lealtad de valores; no todas pero si la mayoría de ellas.
   
Raúl Crespo.

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