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Conversando con Dios
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per Raúl Crespo. Correu-e: rcpuma061@yahoo.com (no verificat!) |
28 abr 2016
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La somnolemcia y la culpabilidad impuestas en la cultura occidental por la Iglesia catolica. |
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Conversando con Dios.
Mis conversaciones con Dios, me han hecho ver la poca espiritualidad existente en los políticos, en una gran mayoría del pueblo y en la burguesía.
Análisis que se debate entre la frustración, rebeldía, solidaridad, ecología, surge la necesidad imperiosa de nuevas culturas para nuevos valores en nuevos horizontes.
Las preguntas exigen respuestas, es parte de la vida cotidiana y mucho más cuando conversamos o hablamos de Dios, lo cierto es que a Dios hay que ayudarlo descubriéndonos y describiendo nuestro papel en la vida para contestarnos con la verdad y entendernos mejor ¿quiénes somos realmente en lo más íntimo de nuestro yo?
¿Por qué hay tanto individualismo y tan consolidado? Porque es sostenido por las Iglesias, por eso es difícil de verlo para todos, crece en los troncos de las religiones, entre ellas se disputan los fieles utilizando la misma Biblia. Del odio judaico el más sublime y profundo se pasó al odio creador del ideal que trasmuta los valores y de este odio surgió triunfante el amor, la más sutil y sublime forma de integración pero con el nuevo dominio de la “pureza económica y de la tecnología hecha luz” se persiguen los mismos fines que las conquistas, que las victorias así el egoísmo y la manipulación son otras formas de asesinar a Jesús.
El Vaticano y los imperios colocaron al mundo en la cruz. La santa cruz loca crueldad que frena la transformación de los valores, llevamos siglos predicando lo que no practicamos, “es la desigualdad aceptada por Dios” dice la Iglesia del Vaticano, impresa en algunas encíclicas como la del Papa León XVIII y la de Juan Pablo II que cerro al conservadurismo tradicional a la religión católica para que siga corrupta y politizada desde su creación.
Las religiones y la política son culturas dominantes y conformistas, crearon el conformismo y la culpabilidad, la actualizaron y la sostuvieron con una gran lógica aprovechando la ignorancia de la gente antes y después de la inquisición y del capitalismo hasta consolidarse con las masas presentando al hijo de Dios o a Dios mismo crucificado haciéndolo el juego al poder dominante, diciendo “esto les pasa a los revolucionarios, a los que protestan, a los que no se someten al sistema.
Esta represión mato a Ernesto el Che Guevara y a muchos más que reclamaron una vida más justa, respetuosa a la dignidad de las personas y alegre, es lo que buscaba Jesús, en su paso por la tierra enfrentando al imperio romano.
Jesús crucificado por limpiar nuestros pecados significa conquistar la culpabilidad del pueblo, de aislarlo para seguir dominándolo con esa cultura de 2.000 años de antigüedad para que el Vaticano y las iglesia continúen con el negocio de la vida y la muerte que mal interpreta la fe cristiana con un Dios eterno más allá dela vida.
Jesús no está crucificado y se identifica más con los vivos que con los muertos, se identifica más con los pobres, con los hambrientos, con los desprotegidos, con los damnificados y con los valerosos y se identifica sin compromisos políticos o sociales que estén de espaldas al bien.
Dios es un Dios para los vivos, esta para servir en donde la madre tierra pone destrucción y muerte, tampoco Dios esta con las sectas, politiqueros, falsos curas y pastores o enviados por ese anciano barbudo sentado en una nube que busca continuar con la culpa en la cultura occidental.
Desde los tiempos más antiguos las religiones se propusieron sostener la culpa en la humanidad que adquirió una importancia capital en donde se incluían castigos de crueldad ilimitada no solo en la Inquisición o en las guerras religiosas que duran hasta hoy, y más dantesco es el lavado cerebral que es un manejo sicológico de masas formidable utilizando solo dogmas católicos de una cultura heredada que sigue moldeando nuestra culpa desde la educación por mi culpa, por mi gran culpa y por mi grandísima culpa…
Por supuesto que el sometimiento, el aborregamiento y la somnolencia no solo están en las religiones o desde el Vaticano, la culpa también están en el consumismo, en el sostenimiento de las clases sociales, poder político, espectáculos, información sesgada, están en las relaciones familiares con diferentes valores que generan culpa por lo tanto es la culpabilidad de quien la recibe.
Y nosotros somos culpables por escoger como forma de vida la comodidad tanto en el sufrimiento como en la indolencia; nos hemos convertido en jueces sin estudiar leyes para juzgar olvidando que el pícaro juzga como pícaro. Juzgamos al prójimo con tanta facilidad para no abrirle las puertas de la solidaridad, para no ayudarlos, para no acogerlos, preferimos las excusas alimentadas por nuestra culpa, preferimos vivir de espaldas a la solidaridad que Jesús práctico.
Así se comprende con cuanta facilidad se desarrolla la doble o triple moral en nuestra cultura con la ética de los curas y con la moral de las oligarquías. Verificado el conflicto las dos castas empezaron a envidiarse y a disputarse el dominio desde el nacimiento del capitalismo cuyos valores económicos y políticos de los monopolios industriales, comunicación y comerciales se situaron muy por arriba de la jerarquía eclesiástica, esto origino el odio de los curas y con el tiempo por su impotencia, ese odio se transformó en un odio intelectual siniestro y venenoso.
Esto nos dice la historia que describe que las grandes guerras producidas por grandes venganzas fueron casi siempre religiosas y nada se compara con el ingenio que desarrolla la burocracia del Vaticano para la venganza.
Con el odio encarnizado al pueblo se les dice que solo los pobres, los lisiados, los impotentes son los buenos e irán al cielo porque son los que sufren “solo a ellos pertenecerá la bien a venturanza de Dios, de esas forma terminaron con los principios fundamentales de la igualdad, de la equidad, pusieron a luchar a los pueblos más allá del bien y del mal, comenzó la emancipación de los esclavos morales que ya lleva 20 siglos de historia y que no la podemos apartar porque es la culpabilidad establecida.
Es la culpabilidad que nuestra cultura exige para irte al cielo o al infierno, se nos dice desde niños, después, con más intelecto decimos el infierno está aquí en la tierra, lo paradójico es, que se nos inculca desde niños a creer en Dios y al mismo tiempo se nos enseña a condenar.
Definitivamente la culpabilidad exigida por nuestra cultura impide que vivamos a plenitud con nuestros errores y aciertos respetándonos entre todos para practicar otra forma de justicia que sin duda impulsaría la unidad y la solidaridad como forma de vida.
Frenaría además la violencia religiosa entre católicos y musulmanes que afectan la geopolítica de enormes regiones de la tierra, conflictos que llevan siglos y que nos afectan a todos los que creemos en Dios, no en las religiones.
Si creo en Ala, bien; si creo en Jehová, bien; si creo en Jesús, bien y si para todas estas religiones todos son Dios o no lo son bien, estén o no relacionados con el antiguo testamento de Moisés.
Cada una de estas religiones dice manejar su realidad universal y cada uno de nosotros somos nuestro propio mundo con gustos y percepciones que alimentan la diferenciación, esa la única universalización que hay para vivir la belleza de la vida que Dios nos dio. Dios vive en nuestros corazones, punto.
Raúl Crespo. |
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Re: Conversando con Dios
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per acrata |
29 abr 2016
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Ningún dios existe, ni ha existido. No se porque no parais de creer en el cuento del poder que somete al juego de sus reglas y sus leyes. Las religiones son mentiras, falsificaciones y tergiversiones de la verdad/realidad, para manipular a las masas (opio para el pueblo) de obedecer al poder. Fuego a las iglesias, templos, mezquitas y demás presentaciones de un poder que és responsable para las masacres y guerras entre humanos desde hace muchos siglos! Basta ya de engaños de todas éstas sectas fascistas, sean cristianas, musulmanas, sionistas, satanistas... etc! |