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Ecuador, la solidaridad no es confianza
25 abr 2016
Crìtica situaciòn econòmica del pais
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Ecuador, la solidaridad no es confianza.

Este articulo estaba listo para ser publicado con el título “Ecuador económico” días antes del terremoto, ya escribí sobre el terremoto y el futuro que nos espera. Me disculpo con los más sensibles y con los hipócritas por este artículo en este momento tan amargo y delicado para mí pueblo pero considero que la democracia es un camino largo y nuestros gobiernos están lejos de haberla alcanzado.

Por nuestra educación tan lineal acostumbrada a encajonarlo todo en cifras, metas, objetivos, nos olvidamos del desarrollo cultural y del crecimiento de vida, por tal motivo a veces se ha creído que basta un hombre marcado por la lucidez y el coraje para hacernos creer que todo es posible o que no todo está perdido, sin embargo, es el pueblo el que salva al pueblo, son las masas las que nos hacen avanzar cambiando una situación deplorable producida por la crisis económica y el terremoto, la solidaridad y la unión de la gente así lo atestigua.

En Ecuador, los recursos económicos son escasos y con el terremoto las necesidades humanas se vuelven infinitas.

El pueblo ecuatoriano se solidarizó y lo sigue haciendo con los damnificados del terremoto pero la falta de transparencia no solo con los prestamos chinos que involucran millones de barriles de petróleo por 5 o más años, la falta de información veraz y objetiva en el manejo económico crean incertidumbre en la población en general a pesar que el gobierno minimiza la crisis diciendo que solo es un problema menor, el pueblo ya no confía porque las medidas tomadas para recaudar dólares solo alivian el caos. El pueblo sabe que el gobierno necesita dólares para cubrir sueldos, salarios, etc. La gente intuye que lo que se viene para el futuro del país es sombrío por decir lo menos.

El pueblo no está gastando como en años anteriores, cayó la producción, el desempleo aumento, solo en el 2015, 100.000 personas más se pararon y solo se permite sacar 1098 dólares sin pagar impuestos del 5% a la salida de divisas, el consumo en el exterior se hará con tarjetas de crédito de hasta 5.000 dólares.

“No hay confianza, si hubiera confianza nadie sacaría la plata o la tendría en sus casas”, “se necesita una política sana de impuestos y aranceles para que la gente no compre en Colombia o Perú, países que devaluaron sus monedas” Dice Pozo Crespo.

Otros economistas manifiestan “hay que incentivar la inversión privada reconstruyendo la institucionalidad democrática partiendo desde una Asamblea Nacional que legisle para todos, que hayan informes claros y veraces de las cuentas públicas con un sector público más pequeño capaz de sostenerse con los impuestos, además, se requiere un Banco Central independiente y una ley que obligue a tener un superávit fiscal además de un fondo de ahorro con la renta petrolera”

Según el Banco Central, el consumo de los hogares se redujo 2.5% desde fines del 2015 y en lo que va del 2016, la tributación según el SRI (servicio de rentas internas) se frenó un 20%, la morosidad a la banca se incrementó al 7% desde el 3%. La inversión en la construcción se redujo 6.7% en maquinarias y equipos, la demanda interna se contrajo un 4%.

El año pasado el gobierno devolvió 150 millones de dólares por concepto de IVA. La crisis económica ha logrado que el consumo disminuya por lo tanto la recaudación del IVA también disminuye en estos primeros meses del año, por tal motivo se presume que la devolución del IVA para este año también disminuirá en el mismo porcentaje para la tercera edad, exportadores, empresas públicas y sus proveedores.

Las importaciones se desplomaron 11% afecta a la recaudación de impuestos. Los depósitos bancarios se sitúan en un 27% del PIB a marzo de este año con intereses irrisorios, tasas para el microcrédito superiores al 30% y una gran parte de la cartera orientada al consumo, difícil que pueda haber desarrollo.

Futuro incierto por el desequilibrio fiscal del 11% del PIB, desbalance comercial y de cuentas corrientes superior al 2%, perdida de liquidez en el sistema financiero del 3%, uso de las reservas internacionales en la emisión de títulos, valores y en inversión de bonos del Estado, dice el economista Mauricio pozo Crespo.

“La forma como se expresan estos desequilibrios es de un - 3% del PIB para este año, un riesgo país superior a los 1200 puntos, el segundo más alto de la región después del de Venezuela, volumen de inversión extranjera que no llega al 1%, un sector privado falto de liquidez y financiamiento, deterioro en la imagen internacional porque somos un país caro y poco competitivo, crecimiento del subempleo y desempleo.

En el año 2006 (claro que hay variables como en la población, inversión, gasto fiscal, etc.) pero permítanme citar una diferencia, el gasto corriente en el sector publico era de 8.000 millones, en el año 2015 el gasto se situó en 27.500 millones de dólares por sueldos, subsidios, compra de bienes y servicios y por pago de intereses de deuda pública interna y externa.

El gasto del gobierno es de más o menos 2.500 millones de dólares por mes, los últimos impuestos aprobados cigarrillos, colas, cervezas, jugos azucarados no superaran los 500 millones de dólares en el 2017, para este año se espera recaudar 300 millones.

El incremento del IVA del 12 al 14%, el cobro del 3% a las utilidades de las empresas, el 0.9% a los patrimonios de más de un millón de dólares y con el día de sueldo a los ingresos mayores de 1.000 dólares mensuales el gobierno espera obtener en todo el año 750 millones es decir, solo son medidas paliativas no estructurales para salir de la recesión económica, política y moral en la que nos encontramos.

El dinero electrónico no pega en la población no solo porque no existe esa cultura de gasto sino por la desconfianza, un poco más de 53.000 personas y 800.000 dólares se han registrado en el Banco Central con este tipo de moneda.

La legitimidad de un gobierno se construye y se destruye según los personajes implicados y, el momento de una economía política legitima también un poder moderno pero el agotamiento de las legitimidades alimentan la angustia por la pérdida de puntos de referencia y uno de esos puntos es el económico, crisis que arrastrábamos mucho antes que se suscite el terremoto.

Una política económica de cero ahorros, enorme inversión pública y gasto corriente, incipiente inversión extranjera, deterioro de la imagen internacional, inestabilidad tributaria, desempleo y subempleo que ronda el 60% de la población económicamente activa, deuda pública que raya el 40% del PIB permitido por la Constitución proyectan una recesión de al menos el -3% del PIB para los años 2016 y 2017 según algunos análisis de organismos crediticios y entidades locales.

El 72% de los ingresos totales del Estado vienen de los impuestos y contribuciones. Las pequeñas empresas no tienen capacidad de negociación y la poca estrategia internacional encadena la producción a más de los costos elevados de las materias primas agravan la poca capacidad productiva de las exportaciones y los procedimientos para mejorar la calidad de la producción.

Nuestras empresas, por otro lado, no solo que no invierten ni controlan sus gasto ni mejoran su eficiencia en los servicios ni en la producción solo innovan bienes, y, a través del gobierno buscan nuevos mercados criticando lo que el Estado no hace, pero, no cuidan al cliente mejorando la calidad de sus productos ni el servicio innovando la capacidad instalada, etc.

En el 2014 el PIB superaba los 110.000 millones de dólares hoy ronda los 94.000 millones entre otras causas porque la economía se ajusta vía decrecimiento lo mismo que el empleo. Un estado excesivamente inflado es un lastre para este tipo de economía y no se trata de eliminar gastos en la salud, educación, inversión, se trata de reducir el despilfarro burocrático, ejemplo: solo en una de las secretarias de economía se gastó en viáticos un millón de dólares por decir algo.

“No se trata de escoger entre gasto corriente o inversión o entre permanentes o no permanentes sino entre gastos útiles o inútiles entre lo que genera valor y lo que no; no es lo mismo aparentar una actividad económica con el despilfarro” manifiesta Pablo Lucio Paredes.
En el año 2012 la deuda pública externa sumaba 10.871,8 millones de dólares y la deuda interna 7.780.5 millones hoy, en el 2016 se sitúa en 21.264,4 y 13.078,6 millones de dólares respectivamente para un total de 34.343 millones de dólares, a esta cantidad hay que sumarle 1.362 millones de dólares que se recibieron los primeros meses del año y 1.500 millones de 2.000 millones entregados por China hace pocos días más 600 millones de la CAF, BID y BM para gastos de emergencia por el terremoto.    

Para el gobierno cualquier cosa es válida con tal de captar recursos para salir del apuro pagando deudas, tapar baches que nos llevan a comprometer más de 74 millones de barriles de petróleo solo con China.

Buscar recursos para salvar al dólar es la desesperación del gobierno del presidente Correa, malgastando el poco capital político que todavía tiene y la fórmula para lograrlo es practicando el concepto de locura, haciendo lo mismo una y otra vez: más impuestos, tarjetas de crédito, amenazando, burlándose y sin escuchar a quien le sugiere que cambie su actitud prepotente para proyectar producción y riqueza, entonces ¿Qué cambio de matriz productiva sin cambio de actitud puede haber?

Faltan dólares para el mantenimiento del Estado, los 15.000 millones de dólares recaudados por impuestos cubrirán intereses de la deuda pública, sueldos, dinero para los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) seguros sociales, bonos solidarios sin considerar los bonos comprados con la reserva por 2.500 millones; las deudas del presupuesto y las del petróleo son grandes mientras el Instituto de Seguridad Social (IESS) consume sus ahorros y la inversión local, hace tiempo que está congelada, la informalidad afecta millones de gentes.

El gobierno le aposto al excesivo gasto público porque supuso que el alto precio del petróleo era eterno y las autoridades que deberían aconsejar al presidente no lo hicieron porque no les importa o porque el presidente les infunde miedo o por el conformismo, mediocridad que hacen gala, yo pienso que es por todas a la vez, como sea, hoy, los atrasos a los pagos con proveedores, GAD, empleados del propio Estado es un asunto inocultable y nos empuja a pensar que estamos en una recesión, contracción, crisis, bache, lo que sea, el asunto es que no hay liquidez y lo peor de todo es, que el gobierno tarde o temprano tendrá que aceptar que su modelo económico está equivocado.

Lamentable, que una revolución termine así y con terremoto incluido.

Raúl Crespo.

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