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Notícies :: dones
Las mujeres en todas las luchas
05 mar 2016
Quienes no han vinculado la opresión de las mujeres con la explotación socioeconómica y la estructura política, con el imperialismo, han propuesto soluciones dentro del mismo sistema imperialista. Estas soluciones han beneficiado a un sector de mujeres de la clase media y han dejado a la inmensa mayoría muy lejos de cualquier posibilidad de liberación. La lucha por la liberación de las mujeres no se puede emprender al margen de la lucha para acabar con el sistema imperialista.
Anuradha Gandhi (Partido Comunista de la India - maoísta)
En Todas las luchas

Sin las mujeres la lucha va por la mitad. Nuestra incorporación efectiva es imprescindible para profundizar en el carácter realmente emancipatorio de cualquier lucha anticapitalista. ¿Por qué? Para empezar, porque el capitalismo necesita de la doble opresión de las mujeres para su supervivencia.

Dicho de otra forma, la opresión de género es un elemento inseparable de la opresión fundamental de clase, por lo que la lucha antipatriarcal debe ser un componente estructural de cualquier proyecto revolucionario que se proponga superar la opresión en todas sus formas. El legado es tan importante como invisibilizado: desde las hilanderas de Lyon en la A.I.T con su grito "Vivir trabajando o morir combatiendo" hasta la comandancia militar actual del PCI(maoísta) encontramos un largo y a menudo silencioso etcétera. En palabras de Clara Zetkin: “Si la revolución no tiene masas de mujeres, las tendrá la contrarrevolución”. Ahora bien, la presencia de mujeres en las luchas no asegura el carácter feminista de un movimiento revolucionario. Y, más allá, tampoco las luchas protagonizadas por mujeres son por definición luchas antipatriarcales. Hemos visto demasiadas veces cómo nuestra incorporación no supone de forma automática un cambio en las relaciones de poder que apuntalan la opresión de género. Las calles y las movilizaciones pueden estar llenas de mujeres dejando intactos los estereotipos, el modelo familiar heteropatriarcal y las normas sociales machistas.

¿Cómo lograr entonces que quienes luchamos seamos también motor de transformación social profunda? Debemos trabajar de forma decidida por la incorporación de las mujeres a las luchas en primera línea con el objetivo de fortalecer la conciencia de clase, pero también como una herramienta de cambio colectivo, de cuestionamiento de las relaciones de poder y la división sexual del trabajo que llegan a reproducirse incluso dentro de esas movilizaciones. Importante en este sentido la experiencia del Partido Comunista de la India, con más de la mitad de dirigentes mujeres. Nada puede quedar intacto: nos tenemos que cuestionar de forma profunda, a cada paso, quiénes somos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos. El objetivo, en palabras de Angela Davis, es que la liberación social vaya de la mano de la liberación de las mentes.

Todas las mujeres

El conflicto fundamental de clase está impregnado de patriarcado y racismo. Los procesos de liberación variarán en función del contexto racial, étnico o cultural. El capitalismo se ceba especialmente con las mujeres de los países de la llamada periferia. El feminismo dominante se ha construido en torno a un patrón imperialista de "mujer, de clase media, blanca, occidental" que ha pretendido marcar a las mujeres que no entran en este patrón una hoja de ruta falsamente universal para la emancipación, basada en un modelo occidental a menudo marcadamente paternalista. En el propio “centro” imperialista, encontraremos a la población gitana y extranjera fuertemente sobrerrepresentadas entre la comunidad presa. Dentro de los CIEs europeos, verdaderas cárceles sin garantías, se dispara la vulneración de derechos de las mujeres reclusas -con consecuencias nefastas en materia de derechos sexuales y reproductivos- y se exacerban de forma impune todas las formas de violencias machistas.

La situación de crisis sistémica, con el exorbitado aumento de la carga de trabajo familiar y de precariedad laboral que supone para las mujeres, las de aquí y las de otros lugares, hace más apremiante aún la necesidad de la lucha anticapitalista y antiimperialista. Los efectos devastadores de la crisis han aumentado de forma insoportable el sufrimiento de toda la clase obrera. La violencia del sistema es a menudo percibida -en el ámbito individual- como fracaso personal e impotencia. En los últimos diez años se han triplicado los diagnósticos de depresión, sobre todo en las mujeres… Las movilizaciones espontáneas y descoordinadas conducen a la desmoralización y al fracaso. Sólo la acción planificada y organizada puede responder a asuntos esencialmente políticos: destruir el poder que nos oprime y construir una sociedad de mujeres y hombres libres. Sabemos que sin cuestionar el marco capitalista sólo se pueden lograr mejoras parciales y que la lucha es el único camino, pero al recorrerlo deberemos, todas y todos, empezar a cuestionarnos quiénes somos, revisar nuestros privilegios y cómo nos relacionamos con el mundo.

La superación de toda opresión de género es una tarea no exclusiva de las mujeres y seguirá siendo una labor urgente en el mundo nuevo que construiremos.

Red Roja 3/3/2016

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