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Entrevista con Noam Chomsky..Bush ataca fuera y aterroriza dentro
03 ago 2003
Entrevista con Noam Chomsky..Bush ataca fuera y aterroriza dentro
Petróleo y dominio mundial indiscutido. Las razones de una guerra que no se detendrá están a la vista. El reconocido lingüista del Massachusetts Institute of Technology examina también el momento elegido para la guerra: los republicanos en el poder han hecho de la seguridad nacional “el� tema de su acción, porque saben que sin miedo de su propia población no ganarían la próxima elección. Al mismo tiempo, se trata de un núcleo dirigente que quiere “un Estado muy poderoso, enorme, violento, que refuerce la obediencia y la sumisión de la población�


Atilio A. Boron: Si se examinan las recientes políticas de Estados Unidos en relación a Irak, ¿cuál cree que ha sido el verdadero objetivo de esta guerra?

Noam Chomsky: Podemos estar completamente seguros de una cosa: las razones que aducen no son las "verdaderas" razones. Lo sabemos porque aquéllas son internamente contradictorias. Un día Bush y Powell afirman que la "única cuestión" es si Irak se desarma o no. Al día siguiente dicen que no importa el desarme de Irak porque invadirán de todos modos. Poco después dicen que si Saddam y su grupo abandonan Irak entonces el problema estaría resuelto. Y al día siguiente, en la Cumbre de las Azores, cuando lanzaron el ultimátum a las Naciones Unidas, dijeron que aún cuando Saddam y su pandilla salieran de Irak ellos invadirían. Y continuaron de este modo todo el tiempo. Cuando se ofrecen razones contradictorias cada vez que se habla, lo que se está diciendo es: "No crea una palabra de lo que digo". De modo que podemos descartar las llamadas "razones oficiales" de la invasión.

Creo que los verdaderos motivos no son demasiado oscuros o difíciles de comprender. En primer lugar, existe un interés de larga data en esa zona. Esto no explica el momento elegido para la invasión pero definitivamente nos ilumina en relación al interés fundamental que la motiva. Me refiero a que Irak posee las segundas reservas de petróleo del mundo y, en este sentido, controlar el petróleo iraquí y, más aún, establecer bases militares norteamericanas en Irak, situaría a Estados Unidos en una posición aún más fuerte que la actual para dominar el sistema energético internacional. Esto es, por sí mismo, extremadamente importante a los efectos del control mundial, y a ello habría que sumar las ganancias que se derivarían de tal predominio. Probablemente Estados Unidos no intente acceder al petróleo de Irak; tal vez pretenda utilizar para sí mismo los recursos más seguros de las cuencas petrolíferas del Atlántico. Sin embargo, controlar el suministro mundial de petróleo ha sido un principio rector de la política exterior estadunidense desde la Segunda Guerra Mundial, e Irak es particularmente significativo en este aspecto. De modo que éste es el interés de largo plazo. Sin embargo no explica el momento elegido para la invasión.

Si queremos entender el momento, es preciso recordar que en septiembre de 2002 comenzó una masiva campaña de propaganda en favor de la guerra. Antes de esta fecha el régimen de Irak era acerbamente criticado pero no existía un proyecto de fomentar entre la población norteamericana una fiebre belicista. Es por eso que debemos preguntarnos qué más sucedió después de septiembre de 2002. Dos cosas importantes tuvieron lugar. La primera fue la apertura de la campaña para las elecciones legislativas al promediar el mandato presidencial de George W. Bush. Karl Rove –su jefe de campaña– fue muy claro al explicar aquello que debería ser obvio para todo el mundo: que a los republicanos no les sería posible ingresar en la campaña con un programa cuyo foco estuviera concentrado en torno a temas sociales y económicos. La razón era que la administración Bush estaba llevando a cabo políticas perjudiciales para la mayor parte de la población y favorables tan sólo para el estrecho grupo de grandes empresas y los sectores corruptos vinculados al poder. Motivo éste suficiente, pues, para no poder enfrentar al electorado con propuestas de índole económico o social. Tal como Rove lo dijera, si pudiéramos hacer de la seguridad nacional el tema primordial de la campaña entonces seremos capaces de ganar porque la gente –como ustedes saben– se aglutina en torno del poder si se siente atemorizada. Y esta convicción es una verdadera "segunda naturaleza" de la actual dirigencia norteamericana. Esta gente ha conducido el país desde los años ochenta con programas de política doméstica muy anti-populares pero siempre dispuestos a oprimir el botón del pánico de masas una y otra vez. Los ejemplos utilizados varían –las "amenazas" pueden ser Nicaragua, Granada, el crimen, la inseguridad urbana, etcétera–, pero todos apuntan a la inseguridad de la población. Rove también puntualizó que una estrategia similar sería necesaria para la futura elección presidencial.

Todo lo anterior quieren hacerlo no sólo para permanecer en sus cargos sino porque quieren institucionalizar, en la esfera doméstica, un programa de gobierno altamente regresivo que les permitiera suprimir todo vestigio de políticas social democratas al estilo New Deal, convirtiendo al país en una sociedad no-democrática y pasiva, controlada casi por completo por un sector capitalista altamente concentrado y poderoso. Esto implicaría, por ejemplo, recortar el presupuesto público en salud, seguridad social, probablemente en educación, etcétera, y, al mismo tiempo, un enorme aumento del poder estatal. Estos grupos dominantes no son conservadores; llevaron al país a contraer un déficit fiscal enorme gracias al mayor aumento en el gasto federal de los últimos 20 años y a los fabulosos recortes impositivos en favor de los ricos, y lo que quieren es precisamente institucionalizar este proyecto. Lo que buscan entonces es un descalabro fiscal que torne imposible continuar financiando los programas sociales. Saben que no pueden enfrentar una elección declarando que quieren destruir dichos programas de ayuda popular, pero sí pueden levantar sus manos con desesperación y decir "¡Qué podemos hacer, si no tenemos dinero!", una vez que se cercioraron de tal cosa por las grandes reducciones impositivas otorgadas a los ricos y el fuerte incremento en los gastos militares (incluyendo a las industrias de "alta tecnología") y en otros programas a favor de las grandes empresas y los ricos. Este es, por lo tanto, el segundo aspecto a tener en cuenta y que tiene que ver con los espectaculares logros de la campaña de propaganda lanzada por el gobierno.



Imágenes del libro You back the attack! We’ll bomb who we want! Remixed war propaganda (¡Ustedes respalden el ataque! ¡Nosotros bombardearemos a quienes queramos! Propaganda de guerra modificada -Seven Stories Press, 2003). Son carteles contra la guerra creados por Micah Ian Wright a partir de los originales hechos para combatir la amenaza fascista en los cuarenta.
Izquierda: "¡Estamos en camino! ¡Queremos ese petróleo! Haz tu trabajo. El petróleo es la munición."
Arriba, el cartel original: "¡Estamos en camino! ¡La naval avanza sobre un mar de petróleo!"


Esta campaña mediática convenció muy rápidamente a la mayor parte de la población que Irak representaba una amenaza inminente para la seguridad de Estados Unidos e incluso que era responsable por los atentados del 11 de septiembre. Es decir, no existe ni un grano de verdad en todo esto, pero por ahora la mayoría de la población cree en estas historias y tales actitudes encuentran correlato en un fuerte compromiso con la guerra, lo cual es bien comprensible. Si la gente cree que hay un enemigo que pretende destruirla y que ya los ha atacado es muy probable que acepte ir a la guerra. En efecto, si usted mira a la prensa de estos días en ellas se describe a los soldados diciendo: "Estamos aquí por venganza, saben, porque volaron el World Trade Center, o porque nos atacarán", o algo parecido. Bien, estas creencias son completamente de Estados Unidos. Quiero decir: nadie en el mundo cree en algo siquiera parecido. No poca gente en Kuwait o Irán odia a Saddam Hussein, pero no le temen, porque saben que son el país más débil de la región. De todos modos, la campaña mediática funcionó brillantemente, aterrorizando a la población hasta hacerle aceptar la guerra pese a que existía mucha oposición ante la opción bélica. Este, entonces, fue el segundo factor que explica el momento elegido para la invasión.

Finalmente, hubo un tercer factor, tal vez más importante que los anteriores. En septiembre de 2002 el gobierno anunció la nueva estrategia de seguridad nacional. Esta no es una medida sin precedentes por sus contenidos, pero sí lo es en tanto que formulación oficial de política de Estado. Lo que allí se anuncia es que Estados Unidos habrá de destruir el sistema de derecho internacional en su totalidad, el fin de la Carta de las Naciones Unidas, y que Estados Unidos llevará a cabo una guerra agresiva –que denominaremos "preventiva"– en cualquier momento y lugar que les parezca oportuno y que gobernaremos al mundo por la fuerza. Además, nos aseguraremos de que no exista desafío alguno a nuestra dominación, porque somos tan abrumadoramente superiores en materia militar que simplemente aniquilaríamos cualquier desafío potencial a nuestra primacía.

Como se pueden imaginar, esta declaración produjo escalofríos en todo el mundo y estremeció a la elite diplomática norteamericana. Es decir, no es que cosas como estas no habían sido escuchadas en el pasado. Pero nunca habían sido formuladas como la política oficial de los Estados Unidos. Sospecho que tendríamos que remontarnos hasta Hitler para encontrar una analogía de esta situación. Ahora bien, cuando alguien propone nuevas reglas y nuevas políticas para el comportamiento internacional tiene que ilustrarlo, tiene que lograr que la gente entienda lo que se quiere decir. Además debe haber lo que un historiador de Harvard denominó una "guerra ejemplar", una guerra modelo, que demuestre que nosotros realmente hacemos aquello que decimos.

Para ello es preciso contar con un blanco o una víctima apropiada, el cual debe reunir varios atributos. En primer lugar, debe ser un objetivo completamente indefenso. Nadie elegiría atacar un blanco capaz de defenderse a sí mismo; esto sería imprudente. Irak cumple este requisito a la perfección, dado que es el país más débil de la región y ha sido devastado por sanciones y se encuentra casi completamente desarmado. Además, Estados Unidos ha escrutado cada pulgada del territorio iraquí mediante satélites, constantes sobrevuelos de vigilancia y, más recientemente, por los vuelos de los U-2. Entonces sí, Irak es extremadamente débil y satisface la primera condición.

En segundo término, debe ser un objetivo importante y valioso. Es decir, carecería de sentido invadir Burundi, por ejemplo; el blanco debe ser un país que, por sus recursos y riquezas, valga la pena controlar. Irak también satisface esta segunda condición. Es el segundo mayor productor de petróleo en el mundo, por lo tanto, es el ejemplo perfecto y un caso ideal para esta "guerra ejemplificadora", cuya intención sería poner al mundo sobre aviso al explicitar concretamente que esto es lo que estamos dispuestos a hacer en cualquier momento que elijamos. Tenemos el poder, y hemos declarado que nuestro objetivo es la dominación por la fuerza y que ningún desafío a nuestro dominio será admitido. Les hemos demostrado qué es aquello que nos proponemos hacer y estamos preparados para el siguiente. Procederemos, entonces, hacia nuestra próxima operación. Ante esta serie de condiciones, la guerra aparece como una muy razonable elección a los efectos de someter algunos principios a prueba.

Los próximos blancos
del imperio
Atilio A. Boron: ¿Cuál podría ser el próximo objetivo? Porque de sus palabras infiero que usted no cree que Estados Unidos se detendrá en Irak. ¿O sí?
Noam Chomsky: No, y ellos ya lo han dejado muy en claro. Necesitan algo para la próxima elección presidencial y, por lo tanto, continuarán con sus aventuras bélicas. Durante sus primeros 12 años de gobierno (1980-1992) así ocurrió y así seguirá ocurriendo hasta que logren institucionalizar las políticas domésticas aludidas y disponer de un sistema internacional congruente con sus planes. ¿De modo que cuál es el próximo blanco? Bueno el próximo objetivo elegido debe reunir condiciones similares a las mencionadas. Debe ser suficientemente valioso e indefenso para ser atacado. Existen algunas opciones. Siria es una posibilidad. En ese caso Israel estaría encantado de participar. Si bien Israel es un país pequeño, desde el punto de vista de su poderío es una verdadera base militar off shore de Estados Unidos, de modo que detenta una fuerza militar enorme con cientos de armas nucleares (y posiblemente algún tipo de armas químico-biológicas). Sus fuerzas de aire y tierra son mayores y más avanzadas que las que integran cualquiera de los países que forman parte de la OTAN, y Estados Unidos está por detrás de todo este enorme aparato militar.

Irán es otra opción aunque más difícil porque es un país más complicado para dominar y controlar. Sin embargo, existe una razón para creer que durante uno o dos años han habido esfuerzos encaminados a tratar de desmantelar a Irán, a fracturarlo en grupos internamente irreconciliables. Estas iniciativas han estado en buena medida orquestadas desde las bases norteamericanas en Turquía, desde donde también han partido vuelos de reconocimiento y vigilancia sobre la frontera iraní. De modo que esta es otra posibilidad. La tercera alternativa, que no puede ser considerada a la ligera, es la región andina. Se trata de una zona que posee muchos recursos y que está fuera de control en países como Colombia, Venezuela y probablemente Ecuador. Existen bases militares estadunidenses rodeando toda la región, y las fuerzas de Estados Unidos ya están instaladas allí. El control de Latinoamérica es extremadamente importante, por supuesto, especialmente con los acontecimientos que tienen lugar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil y Bolivia. Está claro que la dominación de Estados Unidos se ve amenazada y esto no puede ser aceptado, en particular en una región tan próxima y crucial debido a la riqueza de sus recursos naturales.


Atilio A. Boron: ¿Cree que toda esta situación en Irak, la invasión y sus secuelas, afectarán de una manera irreparable la estabilidad política de Medio Oriente? ¿Cuáles serían los probables "efectos colaterales" en países caracterizados por la fragilidad de su constitución política, como Arabia Saudita, Siria, Irán? ¿Qué podría suceder con el problema palestino, que continúa siendo crucial en la región?



Izquierda: "Los libros causan pensamientos peligrosos. Por tu propia protección, entrega todos los libros a tu bombero local para que disponga de ellos de manera segura."
Arriba: el cartel original: "Se buscan libros para nuestros hombres en campamento y ‘allá’. Lleva tus regalos a la biblioteca pública"


Noam Chomsky: Lo que sucederá en el mundo árabe es extremadamente difícil de predecir. Es un mundo desorganizado y caótico, en donde existen regímenes altamente autoritarios y brutales. Sabemos cuáles son las actitudes populares que allí predominan. Estados Unidos está muy preocupado con las actitudes que prevalecen en la región y académicos norteamericanos especializados en el Medio Oriente han realizado investigaciones bastante buenas sobre el área y sus resultados fueron dramáticos. Uno de los estudios más recientes, de la Universidad de Maryland, cubrió desde Marruecos hasta el Golfo Pérsico y el Líbano. En esa área una mayoría abrumadora de la población manifestó desear que los líderes religiosos tuviesen un papel más importante en el gobierno. Un porcentaje similar, cercano al 95%, cree que el único interés norteamericano por la región es el acceso a sus reservas de petróleo, el fortalecimiento de Israel y la posibilidad de humillar a los árabes. Estamos ante una opinión casi unánime. Así, de existir alguna voz popular que pudiese surgir en la región, o algún tipo de movimiento democrático, podría convertirse en algo similar a lo conocido en Argelia hace 10 años. No sería necesariamente un gobierno islamista radical sino uno con una corriente islamista más enérgica que la que actualmente existe en muchos países. Esto sería lo último que querría Estados Unidos, de modo que, muy probablemente, toda alternativa de apertura democrática tropezaría inmediatamente con una férrea oposición de la Casa Blanca.

Pero las voces en favor de una democracia secular también serían confrontadas por Estados Unidos. Si pudieran hablar libremente, por ejemplo, sobre la violación de las resoluciones de las Naciones Unidas, esas voces presentarían el caso de Israel que tiene un récord mucho peor que el de Irak en esta materia. Pero, claro está, Israel goza de la protección de Estados Unidos. Esas voces también expresarían su preocupación por la independencia, que Estados Unidos no favorece, de forma tal que cabe esperar que Washington continuará apoyando regímenes opresivos y no-democráticos, a menos que se le puedan dar garantías de que los nuevos gobiernos de la región habrán de ajustarse estrictamente a las prioridades de Washington.

Por otro lado, estos movimientos populares del mundo árabe son tan caóticos que resulta difícil predecirlos –es decir, incluso quienes participan en ellos no saben o no pueden saber qué es exactamente lo que quieren; lo que sí conocemos es el tremendo odio, el antagonismo y el miedo –probablemente como nunca antes– existente en relación a Estados Unidos. El problema israelí-palestino es, por supuesto, el tema central en el mundo árabe. La administración Bush ha sido muy cuidadosa al respecto, y no ha tomado partido por ninguna posición. Sus acciones, sin embargo, socavan las perspectivas de una resolución pacífica del conflicto. Por ejemplo, al financiar nuevos programas de asentamientos de los israelíes en los territorios árabes.

Es por ello que nuestros gobernantes no dicen nada. Casi todo lo que dicen es que "tenemos una visión", algo realmente sin sentido. Mientras tanto, el silencio oficial contrasta con el apoyo efectivo a las posiciones más extremistas dentro de Israel. Por eso lo que la prensa ha señalado como la expresión más significativa de George Bush fue que la colonización de los territorios árabes ocupados continuará hasta que Estados Unidos determine que las condiciones para la paz han sido establecidas, y se pueda avanzar en ese mítico "mapa de ruta" trazado por Washington.

Esta afirmación que fue saludada como "significativa" implica, de hecho, un cambio de política en una dirección cada vez más extremista. Hasta ahora la posición oficial había sido que no debía haber más asentamientos en los territorios árabes. Por supuesto, esta era una postura hipócrita por parte de Estados Unidos, pues mientras que proseguía otorgando apoyo militar, económico y diplomático para sustentar la creación de más asentamientos sostenía una postura oficial retóricamente opuesta. Ahora la política oficial cambió y está a favor de los asentamientos hasta el momento en que Estados Unidos determine unilateralmente que el "proceso de paz" ha progresado lo suficiente, lo que significa, en lo esencial, avalarlos indefinidamente. Tampoco se tomó debida nota de que en el pasado mes de diciembre la administración de Bush modificó, en la Asamblea General de Naciones Unidas, la posición estadunidense en un tema importante. Hasta ese momento la Casa Blanca había siempre avalado las resoluciones del Consejo de Seguridad de 1968 oponiéndose a la anexión de Jerusalén por Israel, y ordenado a las autoridades israelitas poner fin a toda iniciativa encaminada a tomar posesión de Jerusalén del Este y de expandir Jerusalén, que ahora se ha convertido en un área enorme. Oficialmente Estados Unidos siempre se había opuesto a esta expansión, aunque nuevamente de manera hipócrita. Sin embargo, en diciembre último la administración Bush apoyó esta política produciendo un cambio bastante abrupto en relación a su postura anterior, y tan significativo como ninguno que se recuerde en la historia diplomática de Estados Unidos. Es significativo, asimismo, que un cambio de esa envergadura no hubiera sido dado a conocer dentro de Estados Unidos. Sin embargo, pese a pasar casi inadvertido, tal cambio tuvo lugar. En el pasado Estados Unidos vetó los esfuerzos europeos de emplazar monitores internacionales en los territorios ocupados –una iniciativa tendiente a reducir las violentas confrontaciones políticas de la región. Estados Unidos saboteó las reuniones programadas para diciembre de 2001 en Ginebra, cuando se intentaba implementar las convenciones de Ginebra, y mientras las otras partes contratantes se presentaron, Estados Unidos rehusó tomar parte de esa reunión, con lo cual la terminó bloqueando. No sólo saboteó la conferencia sino que declaró que Sharon era un hombre de paz y respaldó sus políticas represivas. Entonces, todo hace presumir que Estados Unidos se moverá hacia una política más dura en torno al tema de los territorios, otorgando a los palestinos a lo sumo alguna clase de estatus formal –y carente de significado– como un "Estado" de la región. Por supuesto, esto será seguramente presentado como un gran logro democrático, el triunfo de la paz y la libertad, y todo lo que usualmente se dice en estos casos. Ellos tienen montada una inmensa operación de relaciones públicas y procurarán presentar la nueva política de esta forma, pero la realidad no parece ser muy alentadora.

Los planes de los “estatistas reaccionarios�
Atilio A. Boron: ¿Cuál ha sido el impacto de la guerra sobre las libertades públicas en Estados Unidos? Hemos escuchado historias muy preocupantes acerca de bibliotecarios que han sido forzados a indicar los nombres de gente que solicita libros considerados como "subversivos"?
Noam Chomsky: Estas cosas están ocurriendo pero pienso que no están específicamente conectadas con la Guerra de Irak. La administración de Bush está integrada no por conservadores sino por estatistas reaccionarios. Ellos quieren un Estado muy poderoso, enorme, violento, que refuerce la obediencia y la sumisión de la población. Existe en ellos un tipo de espíritu cuasi-fascista, como telón de fondo, y por eso han estado tratando de socavar los derechos civiles de muchas maneras. Este es uno de sus objetivos de largo alcance, y tienen que hacerlo rápidamente porque en Estados Unidos existe una tradición de protección muy fuerte de los derechos civiles. La clase de vigilancia que me comenta en relación a las bibliotecas es un paso más en esa dirección. Ellos han reivindicado también el derecho del gobierno a detener a un ciudadano estadounidense sin cargos y mantenerlo detenido indefinidamente. Esto, además, ha sido avalado por la Corte, lo que de por sí es una atrocidad. Pero ahora tienen una nueva propuesta, en ocasiones denominada Patriot Two, un documento de unas 80 páginas generado en el Departamento de Justicia y que alguien tuvo a bien filtrar a la prensa. A raíz de esto se publicaron algunos artículos de profesores de leyes que se sentían ultrajados por el contenido de dicho documento. Esto hasta ahora sólo se encuentra en su fase de planeación, pero a más de uno le agradaría ponerlo en marcha tan secretamente como se pueda. Estas propuestas permitirían al Fiscal General, por ejemplo, privar de la ciudadanía norteamericana a cualquier individuo sospechoso de estar involucrado en actos que de cualquier forma pudieran ser perjudiciales para los intereses de Estados Unidos. Es decir, todo esto va mucho más lejos que cualquier cosa contemplada en cualquier sociedad democrática. Un profesor de leyes de la Universidad de New York ha escrito que esta administración evidentemente intentará eliminar o recortar significativamente los derechos civiles de los ciudadanos, y creo que básicamente está en lo cierto. Esto es congruente con sus políticas de estatistas reaccionarios, que tienen manifestaciones en la vida internacional, la economía, la vida social y también en la vida política.

*Versión extractada de la entrevista transmitida en el programa "Al final de todo", por Radio Del Plata, Buenos Aires, Argentina, 12 de abril de 2003. (Transcripción y traducción al castellano de Jessica L. González. Revisión técnica de Atilio A. Boron, Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales).
Mira també:
http://www.jornada.unam.mx/mas-atilio.html
Sindicat Terrassa