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Notícies :: pobles i cultures vs poder i estats
Clase obrera e internacionalismo indígena
16 mai 2015
Me parece potencialmente muy beneficiosa la publicación de este texto, ahora que la victoria del movimiento obrero curdo en Kobane, conjuntamente al progresivo derribo de las viejas fronteras coloniales en toda esa región, parecen confirman estas indicaciones del antropólogo Raveli sobre las nuevas tendencias sociales globales, en particular con respeto a la relación entre la lucha de clases y la autodeterminación de los pueblos. A.Andis
Kobane2015.jpg
Clase obrera e internacionalismo indígena. Serie 200/5000; K. Raveli

Lo que os propongo con este texto es una aproximación al tema de las actitudes sociales, en términos de clase, en el marco de procesos de autodeterminación nacional o indígena. A partir de la relación entre los 200 estados oficialmente existentes hoy, y las 5000 naciones existentes del planeta (1).
Por supuesto, damos por entendido que el concepto de clase obrera no se refiere a su concepción vulgar de trabajadores, de 'clase trabajadora', una cuestión ya tratada en otras ocasiones (2).


Por lo tanto, avanzamos estas premisas generales:


El concepto de clase es una categoría elemental que utilizamos para el análisis teórico y político de las contradicciones socio-económicas del capitalismo.
Muchas naciones, la mayoría entre las 5000 existentes, no tienen una economía industrial de tipo metropolitano, con sus sectores de trabajadores fijos, intermitentes, subempleados, sindicalizados, etc. pero sus relaciones económicas y de clase, además de culturales, con el sistema global son progresivas e inevitables, por lo que siempre participan de alguna manera de la relación Capital/trabajo global, característica determinante del desarrollo económico de nuestra época.

Por supuesto, en muchas naciones, sobre todo de África, Amazona y otras regiones que todavía no padecen colonización industrial masiva, no existe esta relación de explotación y alienación directa, bajo la clásica forma intensiva e industrial.
Hasta siguen desarrollándose figuras sociales de recolectores-cazadores, pequeño campesinado, artesanía tradicional, etc. no enmarcables de manera inmediata en el universo obrero mundial, entre todos aquellos que solo, en definitiva, tenemos para vender fuerza trabajo para sobrevivir.
Pero, por los demás factores indicados en el marco de la colonización capitalista global del planeta, se encuentran objetivamente, desde un punto de vista social, político inter-nacional y bioregional, en el mismo lado del movimiento obrero mundial.


Tanto como el capitalismo es un fenómeno mundial orgánico en sus dos formas principales de capitalismo liberista y de estado, así también la clase obrera existe como antagonista general mundial, con intereses globales opuestos a los de la clase oligárquica transnacional: a la explotación del trabajo, a la expropiación del valor creado, a la apropiación por los capitalistas de las riquezas según un modelo mundialmente extendido e integrado. Por eso es CLASE OBRERA MUNDIAL.

Mundial en su oposición global al capital, a pesar de manifestarse materialmente en cada una de sus miles de extensiones nacionales, y en los marcos estatales de los 200 conglomerados plurinacionales actuales.


El capitalismo se organiza política, legal e institucionalmente, para el dominio y control de la humanidad, principalmente a través de estos 200 estados establecidos, casi todos del tipo ESTADO-NACIÓN, más que ESTADO NACIONAL (3).
Las estructuras estatales son la principal herramienta de dominio de las clases capitalistas estatales, nacionales y transnacionales. Por otro lado esta oligarquía global se compone principalmente de tres grandes sectores: los gestores de fondos, los managers de las grandes corporaciones y los grandes propietarios. Con distintas características y definiciones para los capitalismos de estado.

Es decir: tratamos de unos pocos millones de personas que controlan, además de 200 estados, prácticamente todos los organismos inter/supra/estatales y, naturalmente, los principales sistemas mundiales de elaboración y difusión de la información, de desarrollo científico y tecnológico, de formación, etc.
Una minoría propietaria de casi todas las riquezas, mientras que por lo menos un miembro de cada cuatro de esta especie homo sapiens sapiens padece violencia y hambre, casi siempre hasta la muerte.



La clase obrera mundial, a pesar de estar dividida y administrada por 200 estados, tiende al contrario a desarrollarse materialmente, culturalmente, en formas de lucha, organización y alianzas en cada marco natural de sus más de cinco mil extensiones nacionales, que corresponden a cada territorio de relación social bioregional (4).
Sin embargo, debido al poder institucional reinante y a sus formas, resulta todavía enmarcada y controlada oficialmente a nivel estatal. Por ejemplo por sindicatos de servicio capitalista o por diferentes partidos de la vieja izquierda laborista del siglo XX, de clásico corte estatalista, centralista, de nacionalismo institucional estatal.
Todavía existen ideologías pretendidamente anticapitalistas que apoyan las estructuras legales e institucionales históricas del capitalismo.


Cada extensión nacional de la clase obrera mundial, generalmente, está compuesta por sectores muy distintos y de variables relaciones recíprocas. Es decir: existen muchas y diferentes composiciones y relaciones de clase para cada nación o conjunto bioregional.

En los países metropolitanos, desde el punto de vista de la composición de clase, se registraba hasta hace poco una predominancia general del sector trabajador más o menos fijo. Actualmente es la figura del precariado que está emergiendo física y hasta políticamente. En los países más periféricos, prevalece a menudo el desempleo y distintas formas de subempleo.

En otros pueden todavía dominan ciertas figuras fordistas del sector trabajador (es más frecuente en el capitalismo de estado con importante desarrollo industrial), mientras que en muchas regiones del llamado Sur siguen presentes significativos sectores obreros campesinos, además de las propias clases campesinas (del proletariado).
Luego, según estados, naciones y regiones se registra la incidencia de otros importantes sectores de clase, como los trabajadores autónomos, los mingongs chinos, los nanmin japoneses, o distintas formas de subcontratación, de trabajo semi-autónomo y hasta de moderna esclavitud.


Importancia determinante de la composición de cada clase nacional.

Es fundamental reconocer que, y sobre todo como, cada extensión nacional de la clase mundial tiene su propia composición específica, con sus propias contradicciones internas.
Es esto justamente lo que nos interesa analizar en profundidad, cuando nos enfrentamos al concepto de clase desde un punto de vista critico y radical materialista, no ideológico o sociológico. Para que, a través de la praxis de lucha, sea posible activar los necesarios movimientos de alianzas y estrategias de liberación de las enfermedades propietarias, explotadoras, opresoras, individualistas, contaminantes y alienantes actuales.

Por ejemplo, en esa dirección política cada vez más asumida del reparto del trabajo (y empleo, naturalmente) y de la institución general de una renta social de existencia universal.

Por otro lado, es evidente que si la actitud de los a veces muy complejos conjuntos obreros de cada extensión nacional, es decisiva para avanzar en la contradicción estado/nación, es decir que representa una cuestión crucial a resolver para la lucha propiamente nacional (autodeterminación, liberación nacional, soberanía política, desarrollo cultural bioregional específico, etc.), por el otro lo es también por supuesto de cara a la lucha de clases internacional, global.
Es la composición interna de cada clase nacional que determina posibles y necesarias alianzas globales, sea internacionales que interestatales.

Es decir: si por un lado estas alianzas son indispensables en cada proceso de autodeterminación, lo son naturalmente también para la superación global del desarrollo capitalista.
En concreto, por ejemplo, si enfocamos justamente estas luchas en el eje estratégico del reparto de renta y trabajo.


Una batalla política, cultural y semántica.

Es lo que nos lleva a sublevar de nuevo esa cuestión de gran importancia, por lo menos hasta hace poco: la actitud de las denominadas 'izquierdas' con relación a todos los temas que estamos tratando.
En efecto, desde la involución estalinista de la revolución soviética, con el parón general en la democratización de la federación de las república soviéticas (a partir de los comienzos de los años 20 del siglo pasado), casi todas esas izquierdas han abandonando la concepción nacional de lucha de clases, para asumir, a veces hasta sus últimas consecuencias, la idea de unas clases obreras estatales, supranacionales.

Enmarcando todo esto en un presunto internacionalismo obrero: hasta el punto justamente de congelar el valor real del término internacionalismo, de solidaridad y relación inter–nacional de clases, enfocándole desde entonces, de forma ideológica, como puro inter/estatalismo.


Interestatalismo contra internacionalismo.

Sin embargo, ya afortunadamente desde algunas décadas, hemos podido registrar la fuerza e incidencia progresiva de procesos radicales renovadores contra ese antiguo “internacionalismo obrero o proletario” de inconfundible matriz sistémico conservador.
Es la emergencia de la concepción natural de proletariado nacional originario, y de clase obrera nacional indígena. Lo que explica y permite un mayor y mejor desarrollo de las luchas sociales en muchos países, como en el nuestro (Euskal Herria), muy condicionado por ese falso internacionalismo estatalista.

Por lo tanto, ahora es posible hablar de una genuina solidaridad inter-nacionalista, sintonizada con las particularidades históricas, culturales, lingüísticas, políticas y bioregionales entre todos los contextos nacionales, por encima de los estados-nación sistémicos actuales, y conectada con el movimiento real de clase.
Por desgracia, las concepciones presuntamente marxistas ortodoxas, resultan en realidad casi siempre conservadoras de las reparticiones estatales del poder, y han mantenido a menudo explícitas posturas reaccionarias en este aspecto, contra los intereses objetivos de las clases obreras nacionales de cada estado-nación. De cada nuevo o viejo colonialismo, en fin de cuentas.

Es por ejemplo el caso del PCEspañol (e Izquierda Unida), de cara a las luchas de autodeterminación en la Península ibérica, con su nefasto papel, reaccionario y de explícito apoyo a la transición neofranquista de ese estado “cárcel de pueblos” llamado España. Y lo mismo podemos decir a propósito de la política conservadora y jacobina del PCFrancés, gran aliado en muchos casos del colonialismo de París, sea en Europa que en otros continentes, en África en particular.

En cualquier caso, es importante señalar que, al contrario, una concepción internacionalista coherente, que reconoce la necesidad de procesos de autodeterminación específicos para todas las naciones de la Tierra – y entonces para sus clases obreras –, ha sido una de las bases fundamentales de la revolución soviética de 1917, de estrategia leninista, el acontecimiento anticapitalista más impactante de la historia moderna, que liberó por algún tiempo decenas de nacionalidades del absolutismo colonial de Rusia.
Luego, como todos sabemos, hubo una involución dramática del auge revolucionario – bastante pronto - también por lo que atañe a la cuestión nacional y a los movimientos de autodeterminación de las naciones del ex-imperio de los Zares. Una cuestión que, como hemos visto también con el cierre definitivo de la experiencia de la URSS en los años ’80 del siglo pasado, se ha reabierto de forma trágica en varias regiones. En la región plurinacional de Caucasia, por ejemplo.

Por lo tanto, podemos afirmar que existe ahora a nivel mundial una progresiva e indiscutible emergencia de una conciencia realmente nacional de clase, o de una dimensión nacional de la lucha obrera, superior – en sentido ético, cultural y social – al antiguo interestatalismo de las izquierdas. Un inter-estatalismo que, como hemos dicho, siempre ha suplantado y a veces combatido el internacionalismo objetivo de clase.


Sindicatos de servicio y de acompañamiento capitalista de las viejas izquierdas.

Este importante fenómeno mundial no se desarrolla todavía de forma suficientemente desplegada, ni teórica ni prácticamente, debido en gran medida a herencias, lastres e incidencias culturales de muchos organismos políticos, sindicales y asociativos (Ong) presuntamente anticapitalistas.
Permanece por lo tanto un innegable condicionamiento, a veces muy pesado, de la antigua ideología nacionalista (burguesa) del estado-nación. En particular, se puede ver de forma muy clara en las luchas sindicales y parlamentarias de la mayor parte de los estados-nación, donde estas organizaciones quieren hacerse legitimar (y financiar) por las instituciones burguesas.

Por ejemplo, el mismo sindicalismo mundial (CES, OIT, etc.) todavía en la actualidad de mucha incidencia en los sectores empleados fijos de la clase, por lo menos entre los trabajadores asalariados más garantizados (en la industria de tipo fordista y prefordista, por ejemplo) enfoca casi siempre su actividad bajo un rígido nacionalismo estatalista.
Esto añadido a sus lacras estructurales de laborismo y reformismo, es decir: de casi exaltación del valor del trabajo asalariado y de reformas parciales del sistema, lo que está acarreando muchos obstáculos para una real recomposición de todos los sectores obreros y de crecimiento real de la lucha anticapitalista.

Tanto es así, que conjuntamente con la crisis del sistema, esta política está acelerando la formación de bloques sociales conservadores, cuando no claramente reaccionarios, xenófobos y fascistas, en casi todos los estados metropolitanos.
Esta descomposición y desorganización es justamente lo que utiliza el poder transnacional global para intentar salir de la crisis, haciéndonos pagar a todas las extensiones obreras nacionales la factura de su degradación y agotamiento. Por ejemplo con la implicación directa de grandes formaciones sindicales estatales de la CES en la gestión empresarial (Chrysler, General Motors).

Integrando todavía más determinados sectores trabajadores asalariados de la clase en lo que podríamos llamar un papel de obreros capitalizados transnacionales. Sobre todo en los países metropolitanos, donde efectivamente se están consolidando, en conjunción con estas integraciones, esos bloques sociales reaccionarios, xenófobos y en progresivo proceso de derechización ideológica.

Además de esta división de la clase entre sectores asalariados y todos los demás, e mayor punto de fuerza del poder económico global se encuentra desde luego en la opresión y parcelización muy bien controlada de la mayor parte de las naciones del planeta, jugando a fondo con las diferencias y contradicciones internas de cada extensión nacional, visto que los estados que las controlan, prácticamente todos, están sometidos a su poder.
Siendo desde allí donde se determinan las políticas migratorias, sociales, económicas y culturales que interesan al capitalismo global, en conjunción con las fuerzas sindicales y políticas estatalistas.

Entonces, para romper estos mecanismos, es también necesaria la superación del modelo opresor 200/5000, con el fin de liberar procesos de recomposición social bioregional, dirigidos donde sea posible desde las necesidades obreras y según las características de cada ecosistema.
Se trata de un elemento estratégico fundamental de lucha de clases.
El papel de cada extensión de la clase obrera mundial se presenta entonces como factor dominante de liberación de la condena capitalista global, empezando por sus estructuras estatales neo-coloniales.
K. Raveli


Notas:

(1) Para un enfoque general de la relación 200/5000 véase: http://pr.indymedia.org/news/2009/06/37351.php


(2) Un debate ilustrativo de las diferentes concepciones de clase puede encontrarse en el texto, y también o sobre todo en sus 255 comentarios, “Los trabajadores no representan toda la clase obrera!” (2007), donde se critica radicalmente el término de “clase trabajadora”, que homologa obrero a trabajador. (http://old.kaosenlared.net/noticia/trabajadores-no-representan-toda-clas)

(3) La diferencia principal: el ESTADO-NACIÓN se presenta como forma institucional de un territorio donde viven diferentes naciones. Se define precisamente de este modo, estado-nación, porque es un estado que se atribuye las prerrogativas del concepto nacional (Francia, España, Gran Bretaña, Argentina, R.P. China, etc) cuando es en realidad, de hecho, un estado plurinacional. Mientras que el ESTADO NACIONAL es la forma estatal que corresponde a una sola nación (Irlanda, Portugal, Lituania, etc.). El tema de la forma estado (o Forma-estado) es el objeto de un próximo texto de esta serie 200/5000.

(4)
En este contexto geopolítico, el término de bioregional incluye también, naturalmente, todos los aspectos culturales y sociales de las comunidades humanas de un determinado territorio y ecosistema.
Mira també:
http://old.kaosenlared.net/noticia/trabajadores-no-representan-toda-clase-obrera
http://pr.indymedia.org/news/2009/06/37351.php

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