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Anàlisi :: amèrica llatina
El camino del 26
23 jul 2003
50 aniversario del asalto al cuartel Moncada
El camino del 26

x Oscar Gràcia
Especial para La Haine



Cuba, 1953. Un país dominado por el gobierno de un déspota títere de los Estados Unidos soportaba la represión , tortura y muerte de la resistencia contra la dictadura.

En La Habana, un grupo de universitarios y militantes de movimientos izquierdistas traspasaban desde hacía unos años la línea que separaba el espacio de la teoría hacia la puesta en práctica de las ideas. Convencidos que el camino hacia la libertad pasaba por el del sacrificio, la lucha y la solidaridad, conspiraron durante meses cómo convertir los deseos de unos pocos locos sin recursos ni formación militar, en la fuerza que arrasara el sistema explotador y asesino que convenía al país más poderoso de la Tierra.

Ridículo, absurdo, suicida. El plan llevaba siempre a esas palabras a quién lo escuchaba:
Aprovechando las borracheras del carnaval de Santiago de Cuba, un puñado de hombres llegados desde La Habana con ese pretexto prepararían el asalto del segundo cuartel más importante de la isla, el Moncada. Para ello contaban con la 'importante' ayuda de escopetas de caza, alguna pistola y uniformes del ejército de Batista que les permitieran entrar en la madriguera del lobo donde cientos de soldados profesionales plantearían sin duda dura resistencia. El ideólogo de ese plan, Fidel Castro, participaría en el enfrentamiento dentro del primer grupo de asaltantes.

El objetivo de ese ataque era apropiarse rápidamente del arsenal del cuartel y repartirlo entre la población santiaguera para convertirse así en la chispa que hiciera explotar las toneladas de explosivo de indignación popular acumuladas durante tanto tiempo.
Como no podía ser de otra forma, el casi imposible triunfo se convirtió efectivamente en imposible un 26 de Julio. Todos los conspiradores fueron presos, muchos torturados cruel y fríamente y algunos de ellos muertos salvajemente.

La necesidad de legitimación internacional del régimen proestadounidense hizo que mantuviera una máscara de comportamiento que permitió que los hermanos Castro y otros valientes combatientes salvaran la vida hasta que fueron amnistiados con el desprecio y subestimación que el poderoso siempre tiene hacia el débil. El ejemplo y reconocimiento de una acción tan valiente y altruista hacia el bien de la mayoría, hizo que cuando algunos de esos tozudos, y otros nuevos, volvieron para plantar cara al régimen en las montañas de Sierra Maestra, contaran con el apoyo de muchos luchadores que morían y mataban por una Cuba en la que los valores de ese día fueran cotidianos.

Tortura a detenidos, represión a la disidencia política, capitalismo salvaje al servicio de la oligarquía local, manifestaciones ilegales castigadas con impunidad por matones uniformados, aparente invulnerabilidad del sistema...Todo esto suena extrañamente familiar, mismas imágenes repetidas hasta el cansancio una y otra vez, el mismo juego con distintos jugadores y pequeños cambios en las reglas y formas, pero al final lo bastante comunes como para que reconozcamos las formas de actuar del mismo estado al servicio de la minoría explotadora que lo dirije.

Como entonces, jóvenes se juegan hoy la vida pasando a la acción directa y siendo consecuentes con su pensamiento en contra de este mundo mercantilizado y a favor de las personas libres en un mundo libre, igualitario y justo.

Como entonces son perseguidos, torturados, dejados caer desde puentes , hostigados en centros sociales liberados del sistema capitalista o simplemente asesinados en calles de modernas y civilizadas ciudades europeas.Como entonces, con absoluta y total impunidad.

Aún imperceptiblemente, cada uno de estos actos generosos eleva la temperatura de la olla a presión en que vivimos sometidos, acumulando energías muy por encima de la capacidad de las válvulas de escape reformistas para reducirlas; el momento de los grandes avances no es previsto por unas estructuras rígidas y prepotentes de tal forma que, igual que hace 50 años, la subestimación y confianza en la debilidad de la resistencia será el último trampolín anterior al gran estallido del inicio de la revolución.
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