Sin pretenderlo yo, estas líneas guardan relación con mi artículo de la semana pasada. Al-Quaeda o el Estado Islámico (son formas muy cercanas de lo mismo) vienen desde hace años, pero cada vez con intensidad mayor, sembrando crimen y espanto en nombre de un dios intolerable y bestial, en lugares como Irak, Afganistán, Siria o Líbano. A los que deben sumarse otros como Somalia, Nigeria o Mali. Muertos y secuestrados los hay a diario, pero los europeos –ignoro si por ceguera o temor- sólo nos percatamos de estos crímenes cuando entran en nuestro territorio y alteran nuestras costumbres, como el otro día en París. Más de doce muertos en el ataque vandálico a un semanario satírico que, te guste o no, tiene todo el derecho (y ahora más) a existir, opinar y publicar. Hoy nos damos cuenta que la guerra del extremismo islámico no es ajena y lejana, sino que está –y quizá más de lo que sospechamos- en nuestras ciudades y barrios. Aquí mismo.
Todas las llamadas “religiones del Libro” han matado alguna vez en nombre de su Dios. Todas debieran pedir perdón, pero ahora es el Islam quien cree defenderse de la colonización de Occidente con esta “guerra santa” o “yihad” en manos de ignorantes sanguinarios y bestias. No son los primeros de la Historia ni hay religión que pueda tirar la primera piedra. Pero estamos donde estamos, y ahora hay que mirar al extremismo islámico como a un enemigo feroz.¿Basta que nos defendamos, que queramos blindar nuestros países? Sin duda, no. Entre otras cosas porque como vengo de advertir el enemigo ya está dentro. Defenderse, vigilar, salvaguardar todas las libertades cívicas a cualquier precio. ¿Será suficiente con ello? Me temo, nuevamente, que no. Puede haber (y habrá) nuevos atentados. No estamos ante meros terroristas libertarios, estamos ante la idea de un Estado (el Islámico) que quiere hacer la guerra a otro: Occidente. Esto no es un azar ni un día con la guardia baja, esto señores –guste o no- es una guerra y como tal debe ser encarada. Vegecio dejó un lema más repetido que su autor: “Si vis pacem, para bellum”. Si quieres la paz, prepara la guerra. Me dirán que es un llamado a preparar y organizar la defensa, sin duda, porque también los antiguos sabían que “un ataque es la mejor defensa”. Es cierto que EEUU y Francia –entre otras potencias occidentales- ya atacan con aviación puestos del Estado Islámico en Siria. ¿Es suficiente? Los muertos y heridos diarios (entre ellos los de París) nos dicen que no. Hay que ir a extirpar el corazón podrido de la manzana. Una guerra al modo de hoy, no con clarines y timbales, pero una guerra. Recuérdenlo. Todo lo que no sea atacar alargará esta ya existente guerra de interminables atentados.