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Notícies :: antifeixisme
La violencia en la valla de Melilla
13 nov 2014
La tensión en Melilla era palpable aquella mañana, muchos habían pasado horas en la valla desde temprano. Los guardias civiles, los periodistas, los fotógrafos… y por supuesto los muchos cameruneses que decidieron que aquel 15 de octubre iba a ser su día y se negaban a bajar, encaramados a la valla. Unos pocos habían cruzado los primeros y ya estaban en el CETI. Al menos cuatro permanecían escondidos y no aparecieron hasta la noche, probablemente aterrados ante la posibilidad de que después de sortear todo ese horror la policía los encontrara y los expulsara de nuevo.
El ministro del Interior comunicaba esa misma mañana que se había producido un salto en la valla de Melilla y que había sido “especialmente violento”. Acusaban a los migrantes de asaltar la valla atacando a los militares auxiliares marroquíes que la custodiaban, tirando piedras a los Guardias Civiles, portando armas blancas e incluso atacando con ropas ardiendo impregnadas de gasolina.

Por supuesto, no han aportado pruebas de eso más que unos garfios que los migrantes han usado para poder escalar la “malla antitrepa”, lo que ya ha sido suficiente para dejar comentarios en la red que acusaban a las mafias de estar detrás de ellos y de proporcionarles armas. “Armas” construidas con un gancho de hierro oxidado y un palo. Pero ya sabemos que el Ministerio o la policía no tienen que aportar más pruebas. Lo que dicen va a misa y punto.

Por si fuera poco, la prensa local como El Faro de Melilla (que vive de las subvenciones de la Ciudad Autónoma, controlada por el PP) amanecía al día siguiente con una portada en la que acusaba a los migrantes de extrema violencia, de portar el ébola y de tratar de propagarlo a los agentes mediante ‘escupitajos’, sin ninguna prueba. Luego, en el interior el artículo, ya explicaba que lo de los “escupitajos con ébola” eran amenazas de los subsaharianos, y victimizaba a la Guardia Civil en diversos textos, en los que denunciaba su desprotección ante la violencia, repitiendo varias veces que cinco agentes habían sido heridos y declaraciones de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Durante la última década la policía española y los militares marroquíes han actuado con la máxima contundencia contra los subsaharianos que intentaban cruzar la valla.

La mención a los subsaharianos es modesta, o anecdótica. Aquí las opiniones sobre el incidente las da la Guardia Civil. Los subsaharianos son un sujeto pasivo, sin derechos y enmudecido tanto por las instituciones como por la sociedad a través de los medios de comunicación. ¿Alguna vez se les ha preguntado su opinión de lo que se vive en la valla?

Iban pasando las horas y pronto salieron a relucir datos que hablaban de cinco africanos hospitalizados, uno de ellos atendido en quirófano por graves heridas, y eso de lo que sabemos de este lado de la valla. Por supuesto, lo que pasó en el lado marroquí a los que no consiguieron escalar nunca lo sabremos, aunque nos lo imaginamos. Al poco que avanza el día el trabajo de denuncia de asociaciones como Prodein nos trae con sus vídeos las imágenes de la violencia perpetrada por las fuerzas de seguridad españolas con algunos migrantes; y el caso de Danny, arrastrado inconsciente desde la valla hasta la puerta para ser expulsado, y del cual no se supo nada durante días. Las últimas noticias son que ha sido devuelto al monte Gurugú a pesar de que permanece en estado grave.

La teoría de que los migrantes han entrado con inusitada virulencia ha brindado la ocasión que estaban esperando a la derecha reaccionaria y al gobierno para criminalizar las entradas subsaharianos por la valla y así derivar el discurso a donde les interesa,desviando la atención del hecho de que están devolviendo a gente que ha pisado el territorio español sin auxilio médico, atención legal, traductor, posibilidad de solicitar asilo, y todo lo que estipula la Ley de Extranjería y el artículo 5 de la Carta Europea de los DDHH. Como si esto fuera poco, la AUGC sostiene que piensa demandar a tres de los subsaharianos que lograron entrar, por “desobediencia y atentado a la autoridad”. O sea, que para procesarlos sí se les aplicaría la legislación española pero para expulsarlos en caliente se la inventan. Así es el Estado de Derecho en España.

Este miércoles, el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa pedía al gobierno que diera “instrucciones claras para evitar recurrir a la violencia y frenar las devoluciones”, consciente de que la situación en la valla es crítica.

Pues hay una cosa que tanto la Guardia Civil, como la UE, como el gobierno tienen que entender: la violencia sólo irá en aumento. Durante la última década la policía española y los militares marroquíes han actuado con la máxima contundencia contra los subsaharianos que intentaban cruzar la valla, y con poca voluntad de diálogo. “Cuando corremos hacia la valla los ‘alis’ (auxiliares marroquíes) nos ven y nos dejan pasar, austados, pero luego cuando ya saltamos casi todos, pillan a los últimos y les dan palizas de muerte o les rompen las piernas a pedradas”, cuenta uno de los subsaharianos que logró llegar a Melilla. “Aún así, la Guardia Civil es la que nos da más miedo, son muchos y muy agresivos, por eso nos quedamos encima de la valla cuando vienen, tenemos miedo”. La creación de obstáculos no impide el salto, sino que reduce el ‘privilegio’ del mismo a una suerte de elegidos que tienen las condiciones físicas y mentales para pasar las pruebas

Lo que realmente sorprende es que hasta la fecha no hayan respondido a la violencia con más violencia y se produjera una escalada. Ahora que parece que la tensión aumenta, el gobierno se lleva las manos a la cabeza y los Guardias Civiles dicen sentirse desprotegidos.

La realidad es que al hambre no se le para con palizas, cuchillos y alambradas, y la voluntad humana por sobrevivir es inquebrantable. La militarización de la frontera es un hecho, y no hace más que crecer. Cuantos más impedimentos pongan, más decidida y contundente tendrá que ser la actuación de los migrantes para atravesarla. Si ustedes refuerzan la valla, los migrantes reforzarán el salto.

Si espera que los cientos de subsaharianos pobres y descalzos que malviven en condiciones pésimas en los alrededores de Melilla van a dar la vuelta después de tener enfrente la materialización de todos sus sueños, tras haber hecho miles y miles de kilómetros desde sus hogares, está usted muy equivocado señor Ministro. La creación de obstáculos no impide el salto, sino que reduce el ‘privilegio’ del mismo a una suerte de elegidos que tienen las condiciones físicas y mentales para pasar las pruebas. Ahora, Marruecos construye su propia valla unos metros delante, más pequeña pero igual de peligrosa, y con un foso. Y la frontera se militariza más y más. Y las víctimas de la desesperación irán en aumento.

Es la viva imagen de la fortaleza europea: vallas, fosos, alambradas, cuchillas y más vallas. La frontera, que un día fue un concepto imaginario, hoy se hace real y parece un escenario de guerra. La Guerra contra los migrantes.

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