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Anàlisi :: guerra |
Israel va emprar Urani Empobrit a Gaza (Part 4)
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per germinal (traducció doc acdn fr) Correu-e: lenagerminal@gmail.com |
28 jul 2014
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Traducció de germinal al castellà de l'informe de acdn sobre la utilització d'Urani Empobrit de part d'Israel contra la Franja de Gaza |
(Quarta part )
16. La GBU-39B: retrato a 20 de mayo del 2009
Las informaciones accesibles de dominio público y aquellas recogidas de varias fuentes por Jean-François Fechino desembocarán, a día de hoy y bajo reserva de las modificaciones que puedan desprenderse de la afluencia de nuevas informaciones, en que sea posible realizar el siguiente retrato de la GBU-39B:
La GBU-39B en el momento del lanzamiento pesa 130 kg (285 libras inglesas, o lb, la libra inglesa que pesa 453,592 gramos). La bomba propiamente dicha pesa, si de eso se trata, 113 kg (250 lb).
La diferencia, es decir, 17 kg, correspondería al «kit de navegación», que incluye:
• una caja exterior de carbono, muy ligera y muy lisa, que favorece la penetración en el aire;
• asociados a esa caja, una aleta y unas alas, también de carbono; las alas, replegadas al principio, se despliegan segundos después del lanzamiento, cuando la bomba ha realizado un giro de 180 ° sobre sí misma;
• un servomotor y pequeños elevadores que permiten desplegar las alas y variar posteriormente su abertura y su orientación para ajustar la trayectoria de la bomba;
• un sistema anti interferencias de posicionamiento GPS y de navegación (Advanced Anti-Jam GPS Aided Inertial Navigation)
El conjunto de este kit estalla al impactar sobre el blanco.
La bomba propiamente dicha que pesa 113 kg, comprende:
• un detonador que puede ser programado para provocar la explosión justo antes, durante o después del impacto sobre el blanco, según el resultado perseguido;
• rondando los 23 kg de explosivo (50 lb o sea 22,680 kg): el tritonal, un derivado de perclorato de ammonium en el que la alúmina ha sido reemplazada por el polvo del UE (rondando el 10 %), y al cual le ha sido añadido fulminato.
El tritonal se halla clasificado en la categoría de los explosivos a alta energía (AE), se presenta en forma de un sólido ligeramente pulverulento que reacciona a la menor chispa eléctrica. Lo colamos en forma de morcilla apretada que va a consumirse a muy alta velocidad y a desprender un gas que, comprimido por la envoltura de la bomba, la hace estallar y volar en pedazos, todo a una velocidad del orden de la centésima de segundo.
Este explosivo híper potente garantiza una gran velocidad a las "astillas de metal", las cuales penetrarán en todo cuanto encuentran a su paso y se incendiarán por el hecho de que contienen Uranio Empobrecido pirofórico. Atraviesan los cuerpos humanos de parte a parte y sólo el hormigón las detiene a una profundidad cercana a un metro. Acto seguido, arden, desprendiendo un máximo de calor y un mínimo de humaredas… y esto debido a los "mini impactos" ampliamente esparcidos alrededor del blanco.
No queda excluido, no obstante, que las GBU-39 o algunas de ellas hayan podido ser cargadas con el último grito en materia de explosivo: el D.I.M.E. (Dense Inert Metal Explosive).
• una caja (cover) metálica constituida por una aleación compuesta por el 10 % de titanio, el 10 % de tungsteno, el 80 % de uranio empobrecido.
La aleación Ti/Tu/UE es "friable" y "pre formadas" en "agujas de aceros" o astillas de acero (preformated alloy iron sharps). La explosión se realiza para hacerlas "volar en añicos" según sus "preformateados". Aguantan debido a la fusión en el momento de la colada manteniendo su forma (pese a las tensiones de fuerzas y de velocidad) por el abrigo de fullérènes que, también, explota en astillas.
• una capa o «abrigo» (coat) de 2,5 mm de espesor, conformado por fullerènes.
Esta capa que envuelve la caja metálica está destinada a reforzar su dureza cuando penetra en el blanco tras dislocación de la envoltura exterior, y sobre todo, a proteger el UE de un frotamiento prematuro o excesivo en el momento de la penetración en el blanco, en particular cuando se trata de hormigones ultra duros (enforced ultra strong concrete) en los cuales se procedió a mezclar fibra de carbono o carburo de tungsteno (carbon tungsten fibers).
Las fullerènes son un nuevo "tipo de carbono" de estructuras moleculares reforzadas, nacido directamente de los laboratorios militares de Los Álamos vinculados con la investigación en nanomateriales y estructuras de metales, tanto universitaria como privada. Tan resistentes como el diamante, las fullerènes se presentan exteriormente en forma de hollín negro.
Igual que para las demás armas experimentadas en Gaza, los materiales y las demás características de las GBU garantizan, con el conjunto del dispositivo de su puesta en marcha, un "servicio múltiple" de destrucción y de morbosidad:
• penetración en profundidad de los blancos sepultados bajo tierra, incluso los mejor protegidos (hormigones a altas, muy altas o incluso ultra altas prestaciones; blindajes espesos de acero, o de acero reforzado al UE);
• explosión diferida hasta alcanzar la profundidad deseada y programada;
• explosión ulterior y autodestrucción del artefacto, en el supuesto de que el dispositivo primario de encendido hubiese fracasado;
• destrucción «clásica» del blanco por efecto de soplo desde su mismo interior;
• proyección de astillas metálicas en los cuerpos inertes o vivos situados en el interior o en la periferia del blanco, con efecto de «decapitación» o de «amputación» sobre los cuerpos humanos;
• cremación externa e interna de los cuerpos, las propias astillas metálicas pasarán a ser unas antorchas;
• entre los heridos supervivientes, imposibilidad de distinguir los fragmentos metálicos y de extraerlos mediante una operación quirúrgica;
• reducción de la duración de vida de los heridos y de los quemados, por envenenamiento interno, radio tóxico y químico, debido al uranio empobrecido o a sus descendientes;
• contaminación radiactiva del medio ambiente natural por dispersión, sobre los mismos lugares de las explosiones y más allá, de nanopartículas de uranio empobrecido y de los otros radionúclidos nacidos del uranio;
• agresiones al genoma de la población.
En una palabra: armas genocidas.
17. ¿Cuánto uranio, y dónde?
Boeing anunciaba un cuerpo de bomba (Warhead) de 206 libras o 93 kg. (de hecho 93,44 kg). Esta cifra no incluye el peso de explosivos. Pero contradice otros datos ya citados, según los cuales «la GBU-39B está equipado con una cabeza o cuerpo bomba (Warhead) de 250 libras… que contiene 50 libras de explosivos», lo cual implica lógicamente que el cuerpo bomba pesa solamente 200 lb, es decir 90,718 kg. Cabe pues suponer que Boeing le añade los pesos, relativamente mínimos, del «abrigo» de fullerènes y del detonador - peso que conviene entonces deducir de las 35 libras añadidas a la «bomba desnuda» por el kit de navegación, para conservar 50 libras de explosivos.
Sea como fuere, la caja metálica de la GBU-39 sobrepasa los 90 kg: pesa un máximo de 93 kg, y un mínimo de 90,718 kg. Admitamos esta última cifra. 80 % de Uranio Empobrecido sobre 90,718 kg de liga metálica resultan ser 72,57 kg. Si añadimos 2,26 kg de UE mezclado con el explosivo, cuando la bomba alcanza su blanco (una vez desembarazada de su ganga de carbono, sus alas, su cola, etc.) el peso total de Uranio Empobrecido en la GBU-39B será, aproximadamente, de 75 kg (74,83 kg). (Si las 206 libras de las que habla Boeing se remitían solamente a la caja metálica, el peso del UE alcanzaría los 77 kg.)
Es esta masa extremadamente compacta, este «lastre» (« balast »), cayendo en picado, por consiguiente a gran velocidad (en efecto, en la última parte de su trayectoria, la bomba es orientada para caer tan verticalmente como le sea posible) que le permite a la GBU-39 perforar, antes de explotar, por lo menos 90 cm de hormigón armado de alta resistencia (el doble según varias fuentes entre las cuales GlobalSecurity, que informa que desde los primeros ensayos, fue capaz de perforar 6 pies de «hormigón reforzado») o varias decenas de metros de tierra - hasta 60 metros… incluso 100 metros de profundidad en tierra blanda. Y de explotar a la profundidad programada.
Con arreglo a las informaciones a veces contradictorias de las que disponíamos anteriormente, habíamos ampliamente subestimado el peso mínimo de uranio empobrecido comprendido en la GBU-39 y esparcido por su explosión. Hoy creemos que podemos decir que su peso real debe girar alrededor de 75 kg y apunta hacia la hipótesis sacada del análisis de la patente registrada.
Si se supone que Israel «consumió» en la operación «Plomo endurecido» la totalidad de las 1000 GBU-39B (aunque puede haber almacenado en reserva, por ejemplo, para Irán), serían pues unas 75 toneladas de UE que habrían sido esparcidas en tierra y en el subsuelo de la Franja de Gaza, en parte en los lugares bajo sospecha de alojar lanza proyectiles, en parte y, sobre todo, en los túneles del «pasillo Filadelfia» en las cercanías de Rafah a lo largo de la frontera egipcia. O sea, sobre una superficie muy restringida y en pleno corazón de zonas pobladas, la quinta parte del tonelaje de UE que, según estimaciones generalmente admitidas, habría sido esparcido sobre el conjunto del territorio iraquí durante toda la «guerra del Golfo» de 1991.
Resulta cuanto menos altamente probable que varios centenares de GBU-39 hayan sido utilizadas durante la operación «Plomo endurecido», inyectando varias decenas de toneladas de Uranio Empobrecido en el suelo de Gaza. Pero ¿qué queda de ellas sobre el terreno, en la superficie? A primera vista, nada. ¿Por qué?
• Porque la radioactividad, invisible, inodora y sin sabor, puede estar presente sin que nadie se dé cuenta de su presencia; porque hace falta, para percatarse de esta, disponer de receptores especiales (contadores Geiger, «Quartex»…), colocarlos muy cerca de la fuente de emisión y ser capaz de interpretarlos; porque el tiempo que pasa y los trabajos de traslado hacen cada día más difícil la recogida de indicios en Gaza.
• Porque, contrariamente a muchos otros armamentos encontrados sobre el terreno, incluso un cuerpo entero de la GBU-10, al parecer no radiactivo, que había fallado (ver las fotos en el «informe preliminar» de J-F Fechino), no encontraremos probablemente ningún elemento de los cuerpos bomba de las GBU-39: justamente, en previsión de que pudieran fallar, estas bombas fueron dotadas de un dispositivo de autodestrucción retardada.
• Porque el Uranio Empobrecido está constituido en un 99,8 % por Uranio 238 y ninguna de las ondas emitidas por el U238 - todas peligrosas para la salud- no alcanza a perforar varios metros de tierra: ni las ondas alfa (que son detenidas por la piel, pero son también las más nocivas para el ADN cuando sortean esta barrera por inhalación o por ingestión), ni las ondas beta, ni tan siquiera las ondas gamma (las más poderosas).
• Porque las micro o nanopartículas de UE que pudieron remontar debido al golpe de aire en la penetración de la bomba al explosionar, se esparcieron en seguida en la atmósfera, en donde se confundieron con el «ruido de fondo» de la radioactividad natural o artificial preexistente, que aumentaron sin que les pueda ser atribuida responsabilidad alguna.
Porque la mayor masa de partículas de UE se encuentra prisionera bajo tierra, allí donde las bombas explotaron… sin hacer ni tan siquiera un cráter. En efecto, la potencia de la explosión es deliberadamente limitada. Su área de soplo no excede de un diámetro de 26 pies (menos de 8 metros). Bajo tierra, ella crea solamente una especie de cavidad temporal que puede desmoronarse después sobre sí misma.
No cesarán por ello de seguir haciendo estropicios.
Primero, en su «informe preliminar» sobre Gaza, J-F Fechino señala haber recogido en varios lugares tasas de radioactividad por el doble de los valores medios dados por la AIEA para esos mismos lugares. Este aumento de la radioactividad ambiente no tiene nada de anodino, ya que es bien conocido que no existe ninguna dosis mínima inofensiva para el ser humano.
Luego, habitantes de Gaza que reconstituyeron, desde enero del 2009, túneles en la zona bombardeada, incurren el riesgo de atravesar zonas contaminadas, de inhalar partículas radiactivas, y de desarrollar a un más o menos corto plazo cánceres y síntomas comparables a los descritos sobre el «síndrome del Golfo».
Finalmente, los radioelementos que permanecen bajo tierra acabarán por reencontrarse en las capas freáticas y en consecuencia, en la cadena alimentaria.
Sólo el análisis de muestras tomadas en una profundidad adecuada sobre los lugares en donde se sabe que explotaron bombas, permitirá comprobar la contaminación y la realidad del riesgo radiactivo.
Luego, para aislar y que sea prohibido el acceso a las zonas concernidas, a la espera (o por defecto) de que sean descontaminadas por medio de gigantescos trabajos de excavación, las indicaciones del Ejército del Aire Israelí devendrán indispensables. Sólo él puede decir con precisión qué tipo de bomba ha sido utilizado en tal y cual otro lugar, y a qué profundidad estaban destinadas a explotar las bombas.
Paradójicamente, y no sin un cierto cinismo, Israel podría mostrar interés en reconocer el uso de bombas radiactivas: si nuestras aserciones son exactas, sería casi todo el «corredor de Filadelfia» que, en sus profundidades, habría pasado a ser radiactivo - lo cual condena la perforación y el uso de túneles... Huelga decir que el mejor medio para eliminar este riesgo, si no el único, sería la inutilización de los túneles, es decir, poner un término al bloqueo inhumano e ilegal de Gaza.
18. Otras armas utilizadas en Gaza
Las GBU-39 no son las únicas bombas que habrían sido utilizadas contra los túneles del corredor de Filadelfia, ni mucho menos. Desde el 1 de enero, un periodista italiano (Pietro Battachi, en "el Occidental") señala que «sus fuentes» (militares o gubernamentales, manifiestamente) «hablan de decenas de corredores subterráneos destruidos por las GBU-28 de 5000 libras» (Le fonti parlano decine di corridoi sotterranei centrati dalle GBU-28 da 5000 libbre). No cabe descartar, por supuesto, que las GBU-28 («búnker busters» convencionales) sean citadas en lugar de las GBU-39, que pueden hacer el mismo trabajo en profundidad que las GBU-28, pesando de 16 a 20 veces menos. También han sido utilizados «búnker busters» de fabricación israelí como la bomba PB500A1 de 1000 libras (425 kg) o la Mk82 de 500 libras (227 kg).
Las GBU-39 forman parte, junto a las municiones a flechillas, las municiones al fósforo blanco, las municiones al DIEZMO, de aquellas armas mortíferas que los dirigentes políticos y los jefes militares israelíes no vacilaron a utilizar en medio de la población de Gaza y a menudo directamente contra ella.
Los dirigentes israelíes no se echan atrás ante el uso de armas radiactivas. La prueba: en la fotografía que mostramos debajo, vemos al soldado Idan Cohen, camarada del soldado Gilad Shalit, empleado en la misma brigada de tanque, a lo largo de la frontera de la Franja de Gaza. Fue publicada el 25 de junio del 2007 en el sitio de internet Ynet, del diario israelí de gran difusión Yedihot Aharonot. Lleva sobre el hombro un obús-flecha cuya flecha es de uranio empobrecido.
Para tomar el pulso a lo que todas estas armas representan en concreto, hay que recurrir a las descripciones hechas por los cirujanos presentes en Gaza, a los efectos sobre las víctimas de los "nuevos tipos de armamento" o de los materiales (fósforo blanco, DIEZMO, tungsteno, Uranio empobrecido) empleados durante la operación «Plomo endurecido»: « A 2 metros, el cuerpo es cortado por la mitad; a 8 metros, las piernas son cortadas, quemadas como por millares de picaduras de agujas. » Los heridos supervivientes «no tienen ningún rastro de metal en el cuerpo, sino hemorragias internas extrañas. Una materia quema sus vasos sanguíneos y provoca la muerte, no podemos hacer nada.» (Dr. Mads Gilbert, Le Monde, el 12 de enero) « Cuando empezamos a operar, todo parece estar en orden... Pero luego descubrimos decenas de partículas minúsculas en todos sus órganos. Es como si cierto tipo de explosivo o de obús las hubiese dispersado por todas partes, y estas heridas diminutas, no las podemos operar.» (Dr. Jam Brommundt, médico alemán que trabaja en Kham Younis, en el sur de la Franja de Gaza)
Cómo no preguntarse con el Dr. Gilbert: « ¿Podría ser que esta guerra fuese el laboratorio de los fabricantes de muerte? ¿Cómo puede ser que en el siglo XXI se pueda encerrar a un millón y medio de personas y hacer con ellas todo lo que se quiera mientras se las llama terroristas?» Además ¿cómo cualificar esta "guerra" que hace, por un lado 14 muertos (11 soldados israelíes, entre los cuales 4 víctimas de un "tiro amigo", y 3 civiles, víctimas de un lanzamiento de cohete) y 50 heridos, y por el otro lado, por lo menos 1330 muertos y 5450 heridos, en su mayoría civiles, la mitad de los cuales son niños? (Fuente: Foreign Policy In Focus, Conn Hallinan, 11 de febrero del 2009)
En la relación de uno contra cien, ¿sería todavía un combate, o un juego de masacre? ¿Una colección de crímenes de guerra? ¿El principio de un genocidio que no se atreve a decir su nombre y que se esconde detrás de la memoria de otro genocidio?
Todas las armas de guerra son, por naturaleza, «letales». Pero las que utilizan materiales radioactivos, en forma de explosivos como sería el caso de las armas atómicas o termonucleares, en forma de envoltura metálica o de penetrador pirofórico como en las municiones a Uranio empobrecido, tienen una particularidad que debería prohibirlas en todas las circunstancias: además de sus efectos directos más o menos «limitados» según la potencia de la explosión, siempre tienen, además, efectos colaterales « contaminantes » prácticamente ilimitados en el tiempo y en el espacio.
Son pues armas triplemente criminales: como armas de guerra (ya que la carta de la ONU, se olvida demasiado a menudo, prohíbe la guerra como medio para zanjar los conflictos); como armas genocidas; como armas de destrucción masiva.
19. Lo que está en juego
Reconocer la nocividad extraordinaria de las armas radioactivas, en particular de las armas a «Uranio empobrecido» tendría inmensas consecuencias - ante todo, económicas y financieras.
Este reconocimiento implicaría que los Estados responsables de su utilización paguen indemnidades compensatorias a las víctimas de estas armas – si es que se puede hablar de que sus efectos puedan alcanzar nunca a ser compensados– o a las familias de las víctimas fallecidas.
Implicaría el cuidado de las víctimas que todavía estén vivas, tanto civiles como militares, lo cual tendría un coste muy elevado; así pues, se prefiere que mueran a fuego lento, en la negación de las causas de su suerte. Porque, ¿cómo demostrar a las comisiones para pensiones militares, meses o años después de haber sido expuesto al uranio empobrecido - o a las consecuencias de una explosión nuclear-, que el cáncer de riñones o de pulmones en vías de desarrollo, o la malformación congénita de su niño, se deben a esta exposición? Numerosos fenómenos pueden explicarlas... Sólo los militares heridos (en general por un «tiro amigo») y habiendo conservado en su cuerpo partículas detectables de Uranio empobrecido tienen alguna posibilidad de ser reconocidos en su condición de víctimas.
Este reconocimiento implicaría:
• que todas las armas que contienen uranio empobrecido - municiones de toda clase: pelotas, obuses, bombas, misiles, minas, pero también carros blindados al UE, como el tanque Leclerc de los Franceses o sus homólogos extranjeros- sean retirados de servicio, por consiguiente reemplazados (los ejércitos se horrorizan del vacío), lo cual costaría una fortuna. Además, el uranio «reformado» debería pasar a ser inofensivo, lo cual es imposible, o almacenado en lugar seguro y vigilado, lo cual costaría todavía más caro.
• el cese de su fabricación, lo cual enviaría al paro a un buen número de «trabajadores del armamento», por consiguiente aumentaría la crisis económica. Y sobre todo, reduciría los beneficios de los accionistas de Boeing, Lockheed, Raytheon y compañía. Sabemos que Boeing ya se ha comprometido para más de 24 000 GBU-39. Pero algunos adelantaron para las próximas décadas la cifra de 150 000 unidades. Sin hablar de la GBU-40 (SDB2). Un programa de más de 4 mil millones de dólares a anular, y el florón de la USAF reducido a la nada.
• que sean rehabilitados los lugares contaminados, lo que costaría, una vez más, una fortuna. Así, según Jean-François Fechino, las 88 bombas con sub-municiones CBU-105 WCMD-SWF, pesando cada una de ellas 417 kg, que fueron descargadas por los bombarderos B-1B durante la guerra de Iraq del 2003 esparcieron su uranio sobre una superficie acumulada de 44 km2. Los 818 CBU-103 WCMD (otras bombas con sub-municiones, de 429 kg), las esparcieron sobre una superficie acumulada de 218 km2. Y nos estamos refiriendo a una parte muy pequeña del uranio empobrecido vertido en Iraq: por lo menos 350 toneladas en 1991, y ciertamente más de 1200 toneladas desde el 2003.
• que los responsables de estos crímenes al Uranio empobrecido sean llevados ante los tribunales.
• finalmente, que sea puesto en tela de juicio el conjunto de la industria nuclear civil y militar, gran proveedora de uranio empobrecido del que no se sabe muy bien qué hacer y que se «recicla» en el sector militar.
En estas condiciones, se entiende que ciertos dirigentes prefieran conducir insidiosamente a la población del globo a su pérdida. |
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