Imprès des de Indymedia Barcelona : http://barcelona.indymedia.org/
Independent Media Center
Notícies :: sense clasificar
Textos por la destrucción, de la Croce Nera Anarchica, de Alfredo Cospito, Nicola Gay y Lello Valitutti
06 jul 2014
Tres textos publicados en Croce Nera Anarchica, Aperiódico anarquista, nº 0. Dos de ellos salen directamente de las cárceles italianas, uno lo escribe Alfredo Cospito y el otro Nicola Gai, ambos condenados por el disparo al Administrador Delegado de Ansaldo Nucleare, Roberto Adinolfi.
Los textos afirman la necesidad del ataque destructivo como lucha frontal contra el Estado y contra todas las formas de autoridad que están pacificando nuestras vidas. También la crítica a la complicidad con un presente de miseria y explotación.

La ausencia del ataque destructivo significa avalar la perpetuación de todo aquello que nos es impuesto, toda la serie de leyes, entramados jurídicos y todo el engranaje que hace funcional al Estado y al Capital.

Una crítica sin praxis es inofensiva e impotente.

Ahí van los textos:


Todo el resto es aburrido. Notas sueltas sobre la acción directa.

Pensé en escribir estas notas porque me parece que, últimamente, incluso entre nosotrxs, lxs anarquistas, se está hablando demasiado poco (y también, por desgracia, practicándose demasiado poco…) de acción directa, privilegiando intentos de encuentro con las “masas”, más o menos indignadas. He decidido hacerlo en la Cruz Negra porque espero que pueda convertirse en un espacio de debate entre quienes consideran la acción como centro de su camino de lucha. Espero sinceramente que la Cruz Negra no se convierta en la reunión de las malas suertes carcelarias, sino el lugar en el que sacar y profundizar, sin pelos en la lengua, desde diferentes puntos de vista, en cuestiones que se consideran útiles para dar una mayor incisividad a la lucha contra la autoridad. Ciertamente, la acción directa es algo para actuar y no algo que pontificar, pero estoy convencido de que aclarar lo que cada unx de nosotrxs entiende realmente cuando usa estas palabras puede ayudarnos a afilar las armas para asaltar el presente.

Para abordar la cuestión sin perderme en inútiles giros de palabras, quiero primero aclarar lo que, para mí, no es acción directa.

Concentraciones, repartir panfletos, manifestaciones “determinadas y comunicativas”, tartas (pintura, escupitajos, etc.) en la cara del infame de turno, huevos con colores y todo este tipo de cosas no se pueden considerar acción directa. Soy consciente de que una lista del estilo atraerá hacia mí las flechas de lxs que sostienen que todos los medios tienen la misma dignidad en la lucha, que mi discurso podrá parecer esquemático, “militarista”, impregnado de una óptica eficientísima y bla, bla, bla… Pero nadie, honestamente, podrá negar que, en estos momentos, haciendo estas cosas se está más bien mimando la lucha, renunciando a vivirla realmente.

Estoy convencido de que se está afrontando la lucha con ligereza, con la sonrisa en los labios: no se trata más que de un juego, pero nada hay más serio que un juego donde las apuestas están representadas por la calidad de nuestras vidas y de nuestra libertad. Nadie puede negar que la correspondencia entre el pensamiento y la acción debería ser la característica fundamental de ser anarquista. Si pensamos que la destrucción de este mundo es necesaria, debemos actuar en consecuencia, no podemos recurrir a simpáticos e inofensivos trucos baratos para silenciar, engañando a nuestras conciencias hambrientas de libertad. Debemos tener el coraje de afirmar que la acción directa, o es destructiva o no es. Los muros que nos aprisionan no se caerán solos, sino solamente si son envestidos por la onda de choque de nuestra rabia. Es inútil que el listo de turno recuerde que la insurrección no es el resultado de la suma aritmética de los ataques realizados por lxs anarquistas, estoy hablando de otra cosa. Nuestra vida es demasiado corta para desgastarla en centenares de happening diseñados para despertar a las masas adormecidas, para que se presenten puntuales a la cita el día mágico: sólo cuando concretamente atacamos lo existente conseguimos arrancar pedazos de libertad, aunque sólo sea por unos pocos momentos, nos liberamos de las cadenas impuestas por la cotidianidad y por la ley.

Nuestra lucha debe ser violenta, sin compromisos, sin posibilidad de mediaciones ni vacilaciones: la acción directa destructiva, el único medio que deberíamos utilizar para relacionarnos con cuanto nos oprime. Pero las cosas, como sucede siempre en la realidad, son un poco más complicadas, por desgracia, la sola acción no es la panacea de todos los males que aquejan a nuestro movimiento. Aunque esté absolutamente convencido de que ningún acto de revuelta es inútil o dañino, pienso que es fundamental preguntarse sobre la proyectualidad que las generan y, sobre todo, sobre el significado que le dan aquellxs que las realizan. El acto mismo puede asumir significados muy diferentes si se concibe desde una óptica de ataque o de defensa. Voy a tratar de explicarme con un ejemplo práctico, en el Valle de Susa, el año pasado, asistimos a un incremento positivo de las prácticas del sabotaje en la lucha contra el TAV, perfecto, si en las intenciones de quienes han realizado tales acciones está el intento de afirmar claramente que no está en juego la simple construcción de una línea ferroviaria, sino la necesidad de atacar y destruir todo el sistema tecno-industrial que lo diseña. Otra cosa es si el sentido es el que se puede leer en algunos comunicados del movimiento NO TAV o, lo que es aún más desconcertante, en el Nº 5 de Lavanda, hoja redactada por algunxs compañerxs que participan en esta lucha. Tales acciones se podrían interpretar como el último recurso de un pueblo que ya ha utilizado todos los medios de presión posibles (y pacíficos…) sin obtener la atención de los que gobiernan. Estoy convencido de que tal interpretación banaliza cualquier aspecto positivo y revolucionario de tales actos, de hecho, sugiere que si el poder fuera más “razonable”, si estuviera más abierto al diálogo, existiría la posibilidad de “convencerlo” para mitigar sus aspectos más nefastos.

La acción directa expresa todo su potencial de liberación sólo cuando se concibe desde una óptica de ataque. No golpeamos al enemigo porque el disgusto por su última fechoría nos resulta insoportable, sino porque queremos ser libres aquí y ahora. No necesitamos justificaciones para golpear, simplemente no podemos aceptar vivir una vida carente de significado como simples engranajes de este sistema mortal. Debemos ser nosotrxs quienes dictemos los momentos de la lucha, hay todo un mundo que demoler y las posibilidades de derrotar al monstruo tecnológico se hacen cada vez más pequeñas en proporción a su desarrollo.

Cuando hablamos de acción directa hablamos de nuestra vida pues nuestro rechazo a lo existente no es una moda, sino algo mucho más profundo, en el que ponemos en juego toda nuestra existencia. Por este motivo, encuentro verdaderamente irritante cuando nos referimos a cualquier tipo de acción, diciendo que “era lo mínimo que podíamos hacer”. Estoy convencido de que no existe nada mínimo que se pueda hacer contra aquello que nos oprime, no podemos autoimponernos límites en la acción, esta debe ser sin restricciones como nuestra sed de libertad. Si nos encontramos frente a un explotador asesino con uniforme etc., y se decide mancharle el vestido con pintura, eso no es lo mínimo que se podía hacer, sino simplemente lo que nosotrxs hemos decidido hacer. Esto, probablemente, está dictado por una serie de análisis que, en lugar de dar mayor fuerza a nuestra acción, no hace más que minimizarla: “la gente no nos entendería, no debemos dar un paso más que los demás, se necesita empezar por acciones pequeñas que son fácilmente reproducibles”, etc.

Naturalmente, se trata de consideraciones que necesitarían un trato más profundo y espero que haya forma de volver a esto y discutir seriamente, lo que ahora quiero decir y a lo que debemos aspirar siempre es a hacer lo máximo que nos consientan nuestras habilidades. Cuando actuamos, deberíamos hacerlo esencialmente por nosotrxs mismxs y de la manera más resuelta, no somos distintxs a aquellxs que de manera innegablemente autoritaria llamamos “gente común”, cualquier cosa que hagamos la puede replicar cualquier persona, siempre que alimente nuestro propio deseo de destruir la autoridad. No debemos buscar convencer a las masas de la bondad de nuestra tesis, sino buscar cómplices que quieran participar en la obra de demolición. No tenemos que tener miedo de nuestro odio, sino lanzarnos a la acción conscientes de que el enemigo no duda ni un segundo en su guerra contra la libertad.

Estas notas están dictadas más que desde la aspiración a desarrollar quizás cualquier análisis teórico innovador, desde el simple deseo de tratar de compartir la idea de la necesaria centralidad, en la vida de todx anarquista revolucionarix, de la práctica de la acción directa destructiva. Todo cuanto acabo de decir sería sin duda obvio si no hubiera tantxs compañerxs que consumen sus fuerzas, dando vueltas como peonzas, en un activismo carente de toda proyectualidad realmente revolucionaria, marcado por las heridas del asistencialismo y del oportunismo. Sin embargo, ya existen antídotos para todo esto: organización informal, nihilismo, individualismo, rechazo de líderes más o menos carismáticos, rechazo de extra poder asambleario, comunicación a través de la acción. Se necesita volver a mirar lo que está sucediendo en todo el mundo igual que históricamente siempre han hecho lxs anarquistas, enemigxs de toda las fronteras, y nos daremos cuenta de cómo compañerxs de todas las latitudes están experimentando con nuevos modos de acción, liberémonos de los grilletes de las llamadas luchas sociales para lanzarnos sin frenos al asalto del existente. Tenemos que redescubrir la alegría de actuar, dejar de limitarnos a una búsqueda ilusoria del consentimiento popular; sin tantos… teóricos, nuestro objetivo debe ser, simplemente, el de destruir lo que nos destruye. Liberémonos de la política incluso en su declinación antagonista, debe quedar claro que no luchamos por un futuro brillante, sino por un vivir, aquí y ahora, la anarquía debería ser en primer lugar un hecho individual que afecte a toda nuestra vida: debemos conspirar, alimentar cada pequeño fuego que pueda incendiar toda la pradera, atentar con todos los medios contra el orden, civilizado y tecnológico, que el sistema trata de imponer. En esta lucha debemos utilizar todas las armas que tengamos a nuestra disposición, en primer lugar las que no faltan en el arsenal de cada anarquista: la voluntad y la acción directa destructiva.

Fray Nicola de Ferrara [Nicola Gai]
Cruz Negra Anarquista, Aperiódico anarquista, nº 0, abril de 2014 Pág. 2-3.



Nuestra lucha no es violencia.

Se tiene violencia cuando se interrumpe un estado de paz y se crea injusticia.

Lanzar toneladas de bombas sobre países indefensos, causando numerosas víctimas y destruyendo infraestructuras esenciales: esto es violencia. Invadir y ocupar países extranjeros con supuestas misiones de paz: esto es violencia. Llenar el subsuelo de material tóxico y causar un número incalculable de muertes: esto es violencia. Asegurarse de que unos pocos se hagan cada vez más ricos, mientras que la mayoría se hace cada vez más pobre: esto es violencia. Encerrar a hombres y mujeres en cárceles, manicomios y CIEs: esto es violencia. Llevar a nuestro planeta al precipicio de una irreversible destrucción: esto es violencia. La lista de crímenes con los que se mancha el poder todos los días es interminable…

Quien es consciente y asiste pasivamente a este teatro de los horrores, se hace cómplice. Quien sabe, pero reacciona sólo con la palabra, ya sea hablando o por escritos, expresando sólo estériles disensos, también es cómplice. Quien crítica la lucha anarquista marcándola de “violencia” no hace más que engrosar las filas de los muchos que, por comodidad o cobardía, se hacen cómplices de los crímenes del poder.

Nosotrxs, anarquistas, amamos sinceramente la paz y la justicia, tanto que para alcanzarlas no dudamos en utilizar todas las formas de lucha compatibles con nuestras ideas.

Quien lucha contra el poder no es violentx, es más, es quien no combate quien lo legítima con su propio silencio y su pasividad. La lucha revolucionaria no interrumpe ningún estado de paz, sino interviene en un estado de violencia y tiranía para restablecer la paz y la justicia. Sólo una lucha clara, dura e incisiva contra el poder puede testimoniar nuestra voluntad de no ser cómplices. Sin duda, la acción directa: el ataque destructivo y sin mediaciones contra las propiedades del poder y sus representantes es la forma de lucha más eficaz y menos recuperable.

Nuestro actuar no es violencia, sino un rayo de luz que rompe las tinieblas de la opresión e ilumina escenarios de liberación.

Pasquale “Lello” Valitutti
Cruz Negra Anarquista, Aperiódico anarquista, nº 0, abril de 2014 Pág. 10



Romper el aislamiento.

Con dificultad, nuestras palabras salen sin censura de las cuatro paredes de esta prisión. Aun así, a veces, se consigue romper el aislamiento. Aprovechamos esta ocasión para dar nuestra opinión sobre el proyecto de la nueva Cruz Negra, proyecto que nace aquí, entre una hora de patio y otra.

Muchas veces, en los últimos años, se ha cedido al lloriqueo, al victimismo hijo de la espera; espera por la concentración de turno, de la consigna coreada, todos sucedáneos insuficientes de la acción destructiva. Por el contrario, desde los primeros días de nuestro encarcelamiento, nosotros estamos llenos de optimismo, un sentimiento, no sólo nuestro, sino compartido con algunos de nuestros compañeros de prisión. Optimismo concreto, hecho de diferentes perspectivas que juntas, en la diversidad conseguirán derrotar ese “realismo”, esa constante, insoportable, estéril, tendencia a lo “social”, que tantas ha debilitado. El miedo obsesivo a hacer una acción demasiado “violenta” por temor a que el rebaño escape. Estoy seguro de que el nuevo proyecto editorial de la Cruz Negra tendrá éxito entre lxs distintxs compañerxs dedicadxs a la acción, al ataque destructivo.

Hace varios años que algunos de nosotros sentimos la necesidad de un lugar, un espacio físico, un periódico donde las diferentes perspectivas y visiones del anarquismo de acción se puedan comparar, sin dogmas, cada una con sus propias dudas y certezas. Cruz Negra debería ser ese lugar. Mi posición y la de Nicola en Génova fue Clara. Yo claramente afirmé que creo en la eficacia del proyecto informal de la FAI-FRI, que sólo es uno de los diversos elementos de la más amplia Internacional Negra. Estoy convencido de que las acciones para comunicar y difundir deben ir acompañadas de un mensaje, una reivindicación y que sea precisamente esta comunicación entre grupos a través de las reivindicaciones la así llamada organización informal con la que muchos se llenan la boca, reduciéndola a una abstracción complicada. Sólo así se puede saltar la asamblea decisiva y quitar “poder” a los distintos líderes/apagafuegos anarquistas.

Esta es sólo mi convicción, una de las visiones que espero que se pueda contrastar y, por qué no, confrontarse en las páginas de la Cruz Negra.. Un gimnasio teórico que espero que con el tiempo consiga deshacerse de la carga, ya insostenible, de una visión social y santurrona que está transformando a muchos anarquistas en curas laicos siempre detrás del último santo caso. Como peonzas militantes, se rebota de una “lucha” a otra, sin ser realmente incisivos, sin nunca ser bastante violentos. En pocas palabras, yo y Nicola querríamos un periódico hecho por lxs compañerxs que, aun teniendo proyectos totalmente diferentes a los nuestros, no se limiten a cortejar a los “perdedores” del momento, ya sean los habituales presos o los inmigrantes, porque tal actitud política genera paternalismo situándonos por encima de las “categorías” que defendemos y transformándonos, de hecho, en vanguardia, Compañerxs con diferentes perspectivas, pero unidos por una certeza que, según nosotros, debería ser indispensable para adherir a este proyecto editorial, la certeza de que las palabras están vacías si no van acompañadas de hechos, y los hechos son únicamente las acciones de ataque destructivo. El resto es política y nos da asco.

Alfredo Cospito
Cruz Negra Anarquista, Aperiódico anarquista, nº 0, abril de 2014. pág. 1

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Textos por la destrucción, de la Croce Nera Anarchica, de Alfredo Cospito, Nicola Gay y Lello Valitutti
14 jul 2014
claro claro

resulta q accion directa es solo lo q haceis vosotros
Sindicato Sindicat