El Vaticano ha lanzado una operación de lavado de imagen a vida o muerte pues el redil se le está espantando hacia otros corrales. Millones y millones de adeptos han caído en manos de las sectas evangélicas y ya es hora de recuperar la credibilidad siguiendo la vieja táctica bíblica de “mansos como palomas y astutos como serpientes”
Esto es como en un partido de fútbol: ¿a quién sacamos ahora que estamos perdiendo por goleada? Pues al tata Bergoglio, el mago porteño del San Lorenzo de Almagro, un brillante prestidigitador capaz de embelesar a su fanaticada.
Y tras entronizarlo comienza una espectacular ofensiva mediática por parte de la industria editorial cristiana: postales, camisetas, llaveros, calendarios, libros, revistas, periódicos, películas, programas de radio y televisión, Internet, o sea, un montaje de proporciones planetarias con el fin de divinizar su noble figura. Bergoglio, el Papa de los pobres, el paisano de la che Guevara, un rebelde con causa que usa zapatos de segunda mano y se pasea por Roma en un viejo auto Renault 4. El Papa Francisco promete revitalizar el mensaje primigenio de Jesucristo. ¡Atención! El Santo Padre critica el despilfarro del mundo capitalista y ordena a sus sacerdotes predicar con el ejemplo. Las fotos lo muestran enfundado en su sotana blanca sonriente y jovial haciendo gala de un carisma arrasador.
El Papa Francisco parece más bien una estrella del celuloide, un gran actor de carácter que se nota tiene tablas y maneja la puesta en escena a las mil maravillas: cierra los ojos y suspira extasiado mientras atiende a los enfermos; les lava los pies, llora en su regazo y exige a las potencias mundiales mayor compromiso para salvar a la humanidad. Él es la voz de la conciencia de un mundo zafio y egoísta que se muestra indiferente ante la desgracia ajena. La iglesia católica tras décadas de política reaccionaria y ultraconservadora encabezada por Wojtyla Y Ratzinger en alianza con los cuervos del Opus Dei, los Legionarios de Cristo Rey, Los Kikos, el Totus Tuus, Comunión y Liberación, y las facciones más inquisitoriales resuelve sacarse un as de la manga y apostar al todo o nada. Sobre la mesa coloca la carta de un jesuita argentino discípulo de San Francisco de Asís, el hermano lobo, al que se le ha encargado la heroica misión de reflotar la nave.
Es el momento de aumentar la dosis de opio para que el pueblo de Dios siga alucinando con mayor intensidad. Si el éxtasis místico surte efecto, el triunfo está asegurado. El Papa Francisco debe hacer uso de todas sus armas secretas para recuperar las ilusiones y esperanzas. Sobre todo, su reconocido don de gentes y explotar al máximo la labia y la charlatanería porteña: que si el amor fraterno y la entrega desinteresada, parole, parole; que si la justicia divina y la opción preferencial por los pobres, parole, parole; que los sin techo y los huerfanitos, sólo parole, parole; que si reza por los niños abusados y las víctimas de la crisis económica, parole, parole, tan sólo parole. No hay ningún resquicio de arrepentimiento, ni siquiera el Pastor Supremo se ha dignado pedir perdón urbi et orbi por esos monstruosos crímenes de los curas sodomitas. Tan sólo reconoce que está rezando por los que sufren y que su corazón se resquebraja de tristeza. El Vaticano no puede hacerse responsable de los delitos cometidos por sus ovejas descarriadas fuera de su jurisdicción. Así que de alguna manera él también se convierte en cómplice pues ampara y protege estas sabandijas.
“Por sus obras los conoceréis” y los hechos no hacen más que confirmar este versículo bíblico: el cardenal camarlengo Tarcisio Bertone que malversó más de 15 millones de euros del Banco Vaticano, el ganador del premio Conde Barcelona entregado por el mismísimo rey de España Juan Carlos I, posee un lujoso apartamento de 700 metros cuadrados en el Palacio de San Carlos. Además, cuenta con varias monjitas o siervas de Dios que se desviven por complacerlo. ¡Aleluya! El papa ha pegado el grito en el cielo: ¡esto es indignante! sus obispos y cardenales se dedican a los placeres mundanos; viajan en limosinas, visten lujos trajes confeccionados por los más afamados modistos y no disimulan su pasión por el sibaritismo gastronómico. Y mientras tanto el tata Francisco poniendo carita de santurrón predicando la pobreza y la humildad, predicando la austeridad y la sobriedad. Chamuyá Papa Francisco, chamuyá con esa viveza criolla tan característica de los porteños que este cuento ya nos lo sabemos de memoria.
Lo lamentable es que todavía no se han concretado ninguna de sus denuncias, no ha existido ningún castigo ejemplar, condenas, ni juicios, ni destituciones de los altos jerarcas o de los clérigos que han cometido innumerables fechorías y desmanes. No hay más que pataletas testimoniales, o sea, mucho ruido y pocas nueces. Con razón los psicoanalistas argentinos le habían diagnosticado un cuadro esquizoide. Bergoglio es un individuo que actúa con doble moral y se limita a repetir lo que cada cual quiere escuchar para luego retractarse. Que la divina providencia nos ampare.
Lo cierto es que en el Vaticano la vida sigue igual: las monjitas siguen cocinando los platillos más deliciosos de la comida internacional para sus eminencias, siguen sirviendo las mesas de los altos jerarcas; lavan los platos, friegan los suelos, planchan y cumplen a rajatabla la gloriosa misión que les ha encomendado el supremo hacedor.
El legado patriarcal y machista instituido por el apóstol Pedro debe prevalecer hasta el fin de los tiempos. Así lo ordenan los mandamientos de la ley de Dios. Amén. Oremos, hermanos y hermanas, para que Cristo lo ilumine en este temerario trance. Chamuyá, Francisco, seguí chamuyando a tus fieles y discípulos, seguí bendiciendo con tu demagógica milonga sentimental a los santos inocentes. Vos sabes que es imposible remecer los cimientos sobre los que se levanta esta secta católica hermética, jerarquizada y granítica que obedece más a un ordenamiento divino y no humano.
Pero la cacatúa insiste y sigue con su interminable retahíla: que los pobres, los afligidos, los menesterosos, los desvalidos, los vilipendiados, continúa con los cuentos y parábolas plagadas de palabras bonitas, frases épicas, metáforas y sofismas de distracción que no nos conducen sino al limbo y el vacío más absoluto. Sigamos, pues, en el séptimo cielo disfrutando de la verborrea mística, las abstracciones metafísicas y las masturbaciones teológicas en compañía de los ángeles y los arcángeles.
A rezar hermanas y hermanos, a seguir dándonos golpes en el pecho por la salvación de nuestras almas, esclavos del miedo y el pecado a comulgar con la hostia santa para recibir a cambio el perdón y ganarnos el paraíso. Papa Francisco, ¿dónde están los responsables de la pedofilia? ¿Dónde están todas esas alimañas? Escondidas en las ratoneras del Vaticano, ¿quizás? ¿Quién las ampara? Entréguenlos a la justicia, abran los archivos secretos y que se desvele sin tapujos esa historia sucia que oculta la iglesia católica en sus cloacas.
Con proverbial grandilocuencia y megalomanía se exhiben con todo el descaro los más grandes tesoros vaticanistas: la Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina, el banco Vaticano, el oro, la plata, las piedras preciosas. En Total la no despreciable suma de 3.500.000.000 de euros mal contados. Mientras tanto el Papa Francisco protesta, se indigna por la explotación del hombre por el hombre, es un comunista este Papa que llama multiplicar los panes y los peces y a compartirlos entre los hermanos y hermanas, un Papa que se pone al lado de los oprimidos y explotados. Lo primero es la paz, la paz, la paz, la vida, no al aborto porque lo importante es que se reproduzcan como moscas los pobres de la tierra pues son la materia prima de la caridad cristiana. Desde luego que sin ellos no se podría poner en marcha esta diabólica maquinaria.
Bailate un tango papa Francisco, dejate de pavadas, marcate unos pasitos, cebate un mate y ponete serio, che, que estas meando fuera del tiesto.
Este charlatán no se cansa en denunciar a las millones de criaturas que pasan hambre en el mundo mientras sus secuaces bajo la batuta de Lucio Ángel Vallejo Balda secretario de la Prefectura Vaticana de asuntos económicos celebra con sus compinches la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII con tremendo banquetazo en la azotea de la basílica de San Pedro. Y luego el sumo pontífice critica el sistema económico capitalista, y enarbola la bandera de la justicia social y todas esas barrabasadas. Al pan pan y al vino vino esto no es más que un brindis al sol, che. Queremos hechos constantes y sonantes.
Y para colmo el muy atorrante promete desterrar los tabúes sexuales, la castidad y el celibato. ¡Que se casen los curas! Dejá de chamuyar, che, que Dios te va a castigar tano cazurro. Bajate del papa móvil, tata Francisco, pone los pies en la tierra y acabá con ese verso a lo Juan Salvador Gaviota. La vanidad, la adoración del becerro de oro, los escándalos financieros, las intrigas palaciegas, la corrupción, la explotación de las monjitas, la homofobia, la mafia, la Cosa Nostra o la Camorra, la pedofilia, son signos que nos revelan la venida del anticristo. ¡Ya está bien de tantas mentiras y falsedades! Cerrá el kiosko Bergoglio que la iglesia que más ilumina es la que arde.
Carlos de Urabá 2014
Amman-Jordania |