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Los derechos sociales y el anarquismo
25 mar 2014
La defensa de los derechos sociales es la principal bandera que enarbolan los diferentes frentes izquierdistas desde sus diferentes organismos políticos y sindicales. Constituyen algo abstracto y lejano, un concepto definido unilateralmente por los organismos políticos y que se regula mediante las leyes de los estados, quedando preparado para sustituir a los derechos de la clase trabajadora una vez ésta haya sido disuelta y convertida en clase media, preparado para sustituir, en otras palabras, los derechos del pueblo por los derechos del “ciudadano”

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¿Pero qué ocurre realmente? Estos servicios sociales, desempeñados por el pueblo y dirigidos al pueblo, son gestionados sin el pueblo. Es el Estado el encargado de distribuir, de dosificar dichos servicios con la máxima potestad para aumentarlos, disminuirlos o cercenarlos completamente. Con ello, los derechos sociales son realmente unos servicios ajenos a la población y que nos ofrece el Estado; eso sí, servicios mantenidos con el dinero y los recursos del propio pueblo. Es decir, que el pueblo, en lugar de ser él mismo quien gestione y organice todos los servicios que necesita (sanidad, educación, nutrición, alojamiento, etc.) ya que es él quien posee los recursos materiales y humanos, ha cedido todos sus recursos y la capacidad de decisión a un Estado completamente ajeno a sus intereses. Y el Estado, para poder llegar a gestionar todos estos recursos y autoridad que le otorga inconscientemente la clase obrera y productora, nos convence de que necesita desplegar un complejo engranaje si se desea el éxito en la gestión, con lo que una gran parte de los recursos que el pueblo había donado para satisfacer sus propias necesidades irá destinada a sufragar los “costes” de este engranaje: partidos políticos, sueldos de políticos y asesores, dietas, extras… leyes, instituciones, organismos, policías, cárceles…
La partida destinada a los “gastos del gestor” es inquebrantable, intocable. En caso de necesidad esta partida nunca se disminuye, y es la cantidad restante, los gastos para la gestión, lo destinado a satisfacer las necesidades de la clase trabajadora.
Y cuando este pueblo trabajador siente las consecuencias de las nefastas gestiones en los servicios “sociales” no se plantea deshacerse de este pésimo y ladrón gestor que es el Estado. Contaminado por el ciudadanismo y su síndrome de pertenencia natural a este sistema, la reacción única del pueblo es la exigencia a este Estado de realizar correctamente las gestiones que se le han encomendado.
La defensa de los derechos sociales se traduce así en una defensa acérrima del estado como único poseedor y gestor de los servicios al pueblo. No se le pide entonces al Estado que se disuelva, y mucho menos se le obliga; por el contrario, el objetivo de toda movilización popular contemporánea es pedir al Estado que realice una correcta gestión de los recursos y servicios.
Llegados a este punto, deberíamos encontrar la diferencia entre el movimiento anarquista y el resto de movimientos “sociales” que solamente pretenden reformar el gobierno o el sistema de Estado pero sin quitar un ápice de su autoridad.


La defensa de estos derechos sociales es en consecuencia inconcebible desde el movimiento anarquista y por lo tanto también desde el anarcosindicalismo, movimiento anarquista que utiliza el sindicalismo como herramienta revolucionaria, pues nunca desde el anarquismo se ha intentado reforzar al Estado aunque fuese para la oferta de servicios.
Esta desaparición progresiva de los llamados derechos sociales no es más que la demostración de que el Estado y el pueblo nunca mostrarán los mismos intereses, y de que los intereses del primero siempre prevalecerán sobre los del segundo. A menos, claro está, que estos últimos se defiendan con la lucha. El pueblo, las y los trabajadores, nosotras y nosotros mismos, somos quienes poseemos, creamos y conformamos todos estos recursos materiales y humanos que satisfacen nuestras necesidades, y no tenemos pues por qué ofrecer al Estado la autoridad y el derecho sobre nuestros recursos.
¿Es que acaso, en lugar de comprar la comida que necesitaremos durante la semana o durante el mes, damos al primer político de nuestro pueblo o ciudad que veamos por la calle todo nuestro dinero y le decimos: “toma, con este dinero cómprame la comida que tú quieras y me la vas dando poco a poco, conforme tú dispongas, y si te quedas con el dinero y no puedo comer, pues nada, a la próxima ya se lo doy a otro”? Si bien esto sería impensable, no es sino precisamente aquello que hacemos con nuestra sanidad, educación, pensiones, etc.
Con todo, la alternativa libertaria, quizás la única cuya libertad y justicia social está asegurada para todos y cada uno de los habitantes del planeta sin perjuicio del prójimo, no puede ni debe confundirse entre la masa de movimientos sociales ahora agrupados bajo el neologismo del “ciudadanismo”: nuestra lucha no puede disolverse entre esta gran masa pro-estado.
Ante los ataques a la educación pública, a los recortes que sufre y a las infinitas reformas educativas politizadas, el movimiento anarquista y el anarcosindicalismo deben mostrar al pueblo su alternativa real: las escuelas racionalistas, populares y libres, conformadas en comunidades de aprendizaje que alberguen no sólo a la comunidad educativa de cada zona, ciudad, pueblo o barrio, sino a toda la comunidad humana por completo. Para este fin, los Ateneos anarquistas juegan un importante papel como eje estructurador de esta actividad humana y comunitaria. Y en consecuencia, debieran funcionar todos los locales anarcosindicales cual Ateneos Libres que posibiliten una emancipación real del pueblo hacia el Estado. ¿Cómo podríamos las y los anarquistas incluirnos en una lucha que defiende la educación pública, una educación impartida desde el Estado? Ni aun defendiendo su gratuidad integral, ni aun defendiendo qué asignaturas quedan dentro y qué asignaturas quedan fuera de los planes de estudio… estaríamos luchando por la alternativa anarquista ni por la emancipación de la humanidad.
Lo mismo puede aplicarse a la gestión de los servicios sanitarios. La salud es un estado natural que debemos poder conservar sin la intromisión de agentes externos como los estados. Siendo realistas, es más complicado promover la autogestión educativa que la autogestión de la salud, sobretodo atendiendo a los recursos materiales necesarios. Más complicado, sí… pero no imposible. En primer lugar, el movimiento anarquista debería ofrecer un serio y profundo análisis del sistema sanitario actual, incluyendo los rentables negocios de las grandes multinacionales farmacéuticas: qué nos recetan, por qué, y qué consecuencias tiene realmente en nuestros organismos. Este análisis farmacológico debe ser el avance de la promoción de la autogestión de la salud con la recuperación de los métodos tradicionales y naturales.
Pero somos realistas, repetimos, y existen dolencias que sobrepasan las cualidades curativas de la medicina natural y tradicional. Y ante ello el movimiento anarquista debe proponer la atención médica libre en comunidades organizadas, sea a nivel de barrio o de localidad. Al igual que en el ramo de la educación, existe en la sanidad un elevado número de profesionales sin empleo, en el paro y sin perspectivas cercanas de poder ejercer y aplicar sus conocimientos.
Con todos los elementos ya identificados, ya puede definirse perfectamente la propuesta anarquista ante los recortes en el sistema sanitario público y estatal: la autogestión de la salud. Y esta autogestión empieza con la lucha contra la industria farmacológica y continua con la lucha por la creación de espacios sanitarios libres, es decir, con la conquista y expropiación de los centros sanitarios y de todo el material médico que contienen. Son varios los centros médicos de barrio que han sido clausurados desde el inicio de la crisis, otros centros han reducido sus horarios o sus servicios, o bien han eliminado la atención de urgencias. Es aquí, en estos núcleos de población que necesitan esta atención sanitaria, donde el anarquismo ha de insistir primero. Como consecuencia, ni el anarquismo ni el anarcosindicalismo pueden defender el sistema sanitario público al lado de las diferentes mareas ciudadanistas, sino que deben defender la organización popular que permita evitar que estos agentes externos como el Estado o el Capital se entrometan en su vida, en su alimentación, en su educación o en su salud.
El sistema público de pensiones constituye el tercer punto de ambigüedad y de conflicto en esta confluencia de intereses varios. Con el sistema de pensiones ocurre lo mismo que lo descrito anteriormente, y a lo largo de más de treinta años vamos regalando al Estado una parte de las ganancias de nuestros propios esfuerzos para que disponga de ella y nos la devuelva según sus intereses y no los del pueblo, con el problema añadido de que esto se produce en unas edades en las que el individuo se ve cada vez más limitado para emprender una lucha seria. Las y los anarquistas más jóvenes debemos solidarizarnos con las personas de edad más avanzada y llevar a cabo la lucha que ellos no pueden desarrollar. ¿Cómo encarar pues desde el anarquismo la cuestión de las pensiones? Desde una perspectiva obrera revolucionaria que incluya la insumisión fiscal al Estado para emprender un control obrero sobre este capital expropiado y perteneciente por naturaleza al individuo, que incluya una organización en comunidades que permita el cuidado de los individuos más indefensos, infantes, enfermos y ancianos, por parte de toda la comunidad.
Pero estas propuestas no son los objetivos del movimiento anarquista, sino los medios para iniciar un proceso revolucionario de más envergadura que logre la transformación global de la sociedad. Los Ateneos, las comunidades organizadas… no son más que la semilla ya germinada que empezará a crecer y a extender sus raíces, hasta que un día todas y todos podamos recoger sus frutos. Estas experiencias deben rechazar el aislamiento y la limitación a pequeños núcleos de población o a unos perfiles determinados para constituir los ejes vertebradores de la acción social, cuyos resultados serán muy superiores a estos inicios. Es decir, no nos vale únicamente crear escuelas racionalistas, sino que debemos intentar que estas escuelas organizadas libremente lleguen a destruir y sustituir a las escuelas del estado.
Todo este conjunto de propuestas nos remite inevitablemente a las colectividades anarquistas, cuya organización y estructura da respuesta a estas necesidades asistenciales, educativas, sanitarias y nutritivas. Continuamente invertimos nuestro tiempo en rememorar aquellos logros de la libertad humana, pero parece ser que estos logros ya no entran en los objetivos de muchos individuos que pretenden auto-denominarse “anarquistas” o “anarcosindicalistas”.
En estos momentos en los que el capitalismo agoniza y los diferentes estados-nación se tambalean es cuando el anarquismo debe demostrar su fuerza y su potencial transformador ante toda la sociedad, ante todo el pueblo, pues es el pueblo en su conjunto quien debe llevar a cabo esta transformación revolucionaria.
¿Cómo podemos pretender una revolución social sin contar con el resto del pueblo? Imaginamos que ante tal pregunta el lector pensará: “por supuesto que tenemos que contar con el pueblo, nadie dice lo contrario”. Pero una vez más la teoría se encuentra a años luz de la práctica. Sin este acercamiento al pueblo de este nuevo mundo que traemos nosotras y nosotros en nuestros corazones nunca será posible un proceso revolucionario. Sin los Ateneos que estructuren la actividad social y humana de los barrios, localidades y comunidades, sin las experiencias revolucionarias que muestren el camino, sin la más mínima exposición clara y llana de nuestros ideales y nuestros objetivos respecto a los temas nombrados anteriormente, es completamente ilusorio creer que algún día estallará la revolución, así, sin más.
O las y los anarquistas nos replanteamos seriamente nuestra praxis y su cercanía a nuestras teorías y dejamos de hacerle el juego al Estado, o nos replanteamos dejar ya de lado los distintos experimentos pro-estado como las mareas de colores y las marchas de la in-dignidad, dejar de pedir y suplicar al Estado que ejerza sus funciones de esta o de aquella manera… o estamos condenados a desaparecer como alternativa revolucionaria.

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Comentaris

Re: Los derechos sociales y el anarquismo
25 mar 2014


Desde la puerta del Ministerio de Agricultura he visto, emocionado y expectante, la entrada en Madrid de miríadas de personas, de ciudadanos y ciudadanas que en columnas de marcha han dado en la capital de España el ejemplo que la mayoría de damnificados por este régimen de corrupción, injustica y violación de Derechos Humanos necesita: la unidad en la lucha.

Ante mis ojos han pasado banderas, símbolos clásicos y habituales en estas concentraciones pero también, y en número incontable, personas de edad avanzada portando carteles alusivos a la injusticia de las pensiones, el fraude de las preferentes, los desahucios, los despidos improcedentes, la permanente estafa de las eléctricas, el cáncer de la banca o la pérdida de futuro para sus familiares más jóvenes. Oyendo a unos y a otros he sabido de manifestantes que desde los rincones más alejados de España han llegado para participar, por primera vez en su vida, en esta grandiosa concentración que ha desbordado todas las previsiones.

Cientos y cientos de miles de personas han sido testigos de su propia fuerza; han constatado que existen y además que existen en la acción que los une, los acerca y los multiplica en su decisión de acabar con la indecencia moral que gobierna. Pero también contra el poder económico que está detrás de este andamiaje vacío, seco e inútil. Los que ayer nos manifestamos en Madrid nos constituimos en voluntad de construir el contrapoder que acabe con el robo, el cinismo, la indigencia moral y la permanente conculcación de la Ley y el llamado Estado de Derecho. Los que ayer nos manifestamos en Madrid lo hicimos en nombre de unos DDHH que ellos son incapaces de llevar a la realidad cotidiana de ciudadanos y ciudadanas. Los que ayer nos manifestamos en Madrid dejamos constancia de que aspiramos a una soberanía popular y nacional en todos los terrenos: económico y monetario, social, político y cívico.

El 22 M puede ser el eje que marque un antes y un después en el devenir de la mayoría social. Pero para ello se hace necesario trabajar con la energía, la fuerza y los deseos de los y las manifestantes.

Lo primero que, a mi juicio, debe quedar claro para lo sucesivo es que la materia prima, el sujeto del cambio social existe y se manifestó como tal. Y ello se debió fundamentalmente a varias razones:

1- La toma de conciencia de una mayoría social que soporta unas condiciones de vida impensables en el siglo XXI.
2- El insulto que supone para esa mayoría social el espectáculo de robos, de alta delincuencia organizada y enraizada en las instituciones, el posicionamiento de miembros de los tres poderes del Estado a favor de depredadores de fondos públicos y en general la evidencia de que se gobierna en favor de una minoría cada vez más favorecida en sus actividades de rapiña.
3- La inteligencia de fuerzas sociales, movimientos, plataformas de todo tipo en haber asumido que la unidad de la mayoría social, base sobre la que construir el futuro, es el objetivo al que deben supeditarse cuestiones adjetivas y secundarias de grupo, organización, o colectivo. Construir el poder de la mayoría social nos agrupa a todos en una acción de programas, metas, proyectos y actividades.

Tras el 22 M surge el interrogante ¿Y ahora, qué? A responder a esa pregunta y lo que ello conlleva dedico mis opiniones desarrolladas puntualmente:

1- El 22 M evidenció, tal y como ya he comentado anteriormente, que el sujeto social del cambio existe y se evidenció inequívocamente.

2- La siguiente marcha sobe Madrid solamente puede realizarse cuando estemos en condiciones de asegurar una asistencia que duplique a la del 22 M.

3- Ese objetivo no puede conseguirse dedicando los esfuerzos directamente a ello. La futura marcha sobre Madrid debe ser la consecuencia natural de una necesidad y de una capacidad que se deriven de un trabajo múltiple de movilizaciones, sectoriales y territoriales llenas de contenido concreto y ligadas totalmente a las necesidades y problemas más inmediatos de la ciudadanía. Los esfuerzos didácticos y la primacía de lo concreto son reglas de oro.

4-En el día a día que vaya generando mayor cohesión de la mayoría no pueden faltar las explicaciones, los actos informativos, la aportación de personas y grupos que por su capacidad y preparación están en condiciones de elevar el nivel de conocimiento y de conciencia de la mayoría a construir y ampliar incesantemente. No olvidemos que la mayoría es plural pero que en las actuales circunstancias de excepcionalidad tiene unas metas comunes entre sus integrantes muy amplias.

5-El centrarse en lo inmediato, lo local o lo territorial debe ser perfectamente compatible con el sentido global y estatal de la construcción de la mayoría. Propuestas como la del impago de la deuda, la eurozona, etc. deben coexistir con otras de carácter general que afecten al territorio el Estado Español. Sugiero un breve repaso a los 16 puntos que el Frente Cívico explicitó en su momento y que considero de plena vigencia.

6- El sentido global del movimiento y su cohesión creciente también se potencian con movilizaciones de carácter estatal. Hay toda una gama de actividades de entre la cuales quisiera sugerir algunas:

a) Boicots a productos, actividades, conmemoraciones, etc., de manera totalmente pacífica.
b) Acciones de resistencia pasiva
c) Campañas informativas con la mayor profusión de métodos y actividades en torno a una propuesta común para todo el Estado.
d) Uso de los medios de comunicación propios y ajenos.
e) Campañas en torno a los DDHH y su obligatoriedad para los poderes públicos. Debe quedar claro para la opinión pública que buscamos el cumplimiento de la legalidad frente a quien gobernando no la cumple.
f) Etc. etc. etc.

La actividad en torno a opiniones estimulantes y necesarias para la inmensa mayoría irán creando las condiciones no sólo para la segunda marcha sobre Madrid sino para, a partir de ahí, empecemos a pensar en la desobediencia civil tal y como se contempla en el tercer considerando de la Declaración de DDHH.

Y quisiera terminar con una consideración acerca de los medios de comunicación y de la violencia.

Tras lo sucedido el 22 M y las informaciones que sobre él han dado los medios de comunicación han sido evidentes tres cosas:

1- Para vergüenza de esos medios (excepción de una minoría) la prensa extranjera ha sido mucha más imparcial y ha informado a sus lectores.
2- Queda claro que debemos usar y difundir las informaciones y comentarios de los medios alternativos de la red.

3-Ya es un hecho que en estos acontecimientos hay tres tipos de violencia: la de los violentos infiltrados, la de los violentos infiltrados por la oficialidad y la de la policía al extralimitarse en sus funciones.

4- Acusarnos de violentos es, además de una falsedad, una tontería. Si hubiésemos sido violentos, los 1700 policías desplegados habrían sido neutralizados en un santiamén. No digan estupideces.
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
25 mar 2014
Capital de España, capital de tu puta España.
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
25 mar 2014
Lo tipico de siempre: lxs que utilizamos la violencia somos "infiltradxs policias" y lxs buenos y democraticos pacifistas van a conseguir la revolución social regalando flores a los politicos y maderos... los derechos humanos que se lo meten por el forro!!!
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
25 mar 2014
¿queeeeé?¿Movimiento libertario de barcelona? pero qué fantasma es este tío. Que yo sepa el Movimento Libertario de Barcelona no existe com tal sino un tío flipado que se cree con el derecho (¿divino?) de iluminar a las masas y dirigir a los demás libertarios.
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
26 mar 2014
En alguna ocasión he manejado la metáfora de que la psiquiatría como Coche Escoba de la medicina social, como práctica de cuidados que recoge todos los malestares que no caben en las categorías científico- naturales de la medicina o los recursos sociales. La medicina ofrece demagógicamente una definición de salud como “un estado de bienestar y realización físico–psíquica” para toda la población .Como es obvio que vivimos en una sociedad llena de sufrimiento y malestar no reparables por tratamientos médicos ni ayudas sociales, cuando un dolor o una queja no tiene un substrato anatómico clínico demostrable o es imposible de encuadrar en las pedagogías sociales se le etiqueta como enfermedad psiquiátrica y se le trata con ansiolíticos y antidepresivos que efectivamente acallan el dolor. Todo ello para no confesar la impotencia del llamado estado del bienestar para ofrecer una vida buena . El niño no educable en la escuela acaba en el psiquiatra . El ama de casa quejica de dolores a los que no se le encuentra causa física el psiquiatra la etiqueta de somatizadora y le da ansiolíticos. El comercial que no duerme y abusa del alcohol de nuevo ansiolíticos. Todo con tal de no cuestionar la escuela, el hogar o el comercio como focos de alienación y mala vida que hay que transformar o destruir.
AH! no te preucupes, lo de movimiento libertario, no tiene coprait, y lo de dirigir, eso los libertarios sobre todo0 los mediterraneos es bastante dificil, que ya lo decia bakunin, asi que nada tu ni caso, tu a lo tuyo, a seguir mediacndo a la gente que diagnosticas, a este que le damos prozak o loperidol, bueno segun el dinerito que tenga, que ya se sabe en barcelona sant pere pagan canta y la pela es la pela, visca el barca i visca catalunya que diria messi.
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
26 mar 2014
jo crec que els drets socials s'han de defensar en tant que són el principal objectiu del punt de mira capitalista i, la seva principal aposta per sortir de la crisi és destruïr-los. Lo decisiu serà que quan els defensem ho lliguem directament a una visió holística, que evidentment passa per acabar amb el capitalisme i després amb l'Estat (que és qui et otorga aquests drets i és cert que això sustenta la seva autoritat)
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
26 mar 2014
esta de subidon, el bajadon le vendra pronto. paciencia
Re: Los derechos sociales y el anarquismo
26 mar 2014
preguntale al madero que perdio el casco, si la marcha era de in-dignidad o de dignidad, que ese si cogio buena cuenta.

puto friki payaso! sal a la calle a que te de el aire.
Sindicato Sindicat