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Transfeminismos para una nueva imaginación política
27 feb 2014
Un libro recopila los planteamientos de los nuevos feminismos.
¿Hombre o mujer?, ¿masculino o femenino?, ¿migrante o no?, ¿válida o inválida?, ¿homosexual o heterosexual?, ¿sano o enfermo?, ¿gorda o bella? El libro Transfeminismos: epistemes, fricciones y flujos, editado por Txalaparta, cuestiona que tengamos que manejarnos con estas categorías binarias. Los dualismos son normas sociales que históricamente han violentado a los cuerpos que no encajan, y por eso los ponen en jaque.
Una actualización más

“Cuando hablamos de transfeminismos, nuevos feminismos o feminismos queer, ¿a qué nos estamos refiriendo?”, indaga Miriam Solá en la introducción del libro. Ésta es una de las preguntas que esta selección de relatos y proyectos muy variados intenta responder sin buscar un discurso homogéneo o definitivo sobre algunos de los debates más ricos que se están dando en el Estado español desde y con los feminismos.

A pesar de que el feminismo ya ha tratado la situación de muchos de los sujetos políticos que ahí aparecen, como resume Itziar Ziga, “si afirmamos que el feminismo, así como si fuera un ente, se institucionalizó y decidió priorizar los intereses de las mujeres burguesas, blancas y heterosexuales, estaremos negando a todas las feministas autónomas, obreras, radicales, putas, gitanas, bolleras que operaban en dicho momento. Por ello prefiero formular el transfeminismo como una actualización más, aquí y ahora, de la radicalidad del feminismo”.
Identidades múltiples, alianzas estratégicas

Reivindicaciones como las de las trabajadoras del sexo, bolleras, inmigrantes, gordas, tullidas, precarias, ciberfeministas y personas trans, que en un principio se organizaban en torno a su identidad, se unen para trabajar en torno a demandas comunes sin obviar sus especifidades. No se trata de una suma de opresiones, sino de identidades múltiples que en momentos y lugares determinados generan alianzas.

Algunos proyectos que se llevan a cabo son, por ejemplo, la producción del documental Yes, we fuck, hecho por colectivos de personas con diversidad funcional en cooperación con proyectos del entorno del post­porno y que pretende abordar la sexualidad en cuerpos diversos. También el colectivo Migrantes Transgresorxs trabaja desde la intersección que se da entre personas migrantes y trans, y sus demandas específicas, como el cambio de nombre legal para personas en contextos migratorios. Otro ejemplo interseccional es el proyecto de La Sudaka Coaching Kuir, en el que varias ‘sudakas’ residentes en Europa, atravesadas por la precariedad, dialogan sobre cuestiones de afectividad e intentan difundir sus reflexiones a través de distintas redes feministas. También el colectivo Masa Crónica, que lucha contra la gordofobia, la tiranía estética y la dictadura de la belleza, reivindica la diversidad corporal desde cuerpos gordos que han cruzado las fronteras.

Así, estos proyectos transfeministas “tejen su punto de encuentro en torno al proyecto político y no en torno a la identidad. El punto en común entre sus activistas gira alrededor del tipo de transformación social por el que era necesario apostar: aquella en la que la diversidad de nuestros cuerpos, sexos, géneros, deseos e identidades fuese celebrada antes que aplastada bajo clasificaciones binarias”, como explican Sandra Fer­nán­dez y Aitzole Araneta.
Otras formas de hacer

En los últimos años, hemos visto las tensiones y dificultades que han enfrentado los movimientos sociales emergentes a la hora de intentar generar estrategias de lucha común entre diversos sectores. Aunque la actuación del Estado disciplinario y del mercado neoliberal no nos afecte a todas de la misma manera, el reto que nos proponen estos textos, los proyectos y personas que están detrás es el de inventar nuevos espacios en los que los relatos múltiples puedan trazarse con su “poder colectivo” y sus especificidades simultáneamente. Lo novedoso de este libro es entender que las luchas por lo común pueden coexistir con las estrategias de lucha organizada desde colectivos cuyas trayectorias de vida no abogan por grandes consensos.

En ese sentido, algunos de los artículos de Transfeminismos apuntan que la estrategia política de lucha debe ser situarnos y tomar conciencia de nuestras especificidades, privilegios y opresiones. La intención es ir más allá de las categorías dominantes en las que muchos no se reconocen. Sin olvidar que los mecanismos de exclusión, desigualdad y violencia siguen operando en la vida cotidiana en contra de los cuerpos que son leídos fuera de la norma.

Tal como planteaban Amaya P. Orozco y Silvia L. Gil en un debate anterior en este medio, “lo crucial es preguntarnos cuál es el contenido de nuestra lucha y con quién la luchamos”, llamémosle transfeminismos o no.
Expandir la noción de placer y deseo

Para crear nuevas ficciones políticas y otras formas de nombrarse es fundamental ampliar nuestros imaginarios a través de la producción de nuevas imágenes, audiovisuales, textos, producciones artísticas y culturales diversas. Como dice Tatiana Sentamans, quien analiza algunas de estas nuevas políticas de representación sexual, "para ampliar lo vivible, lo habitable es fundamental ampliar lo visible".

La pospornografía ha tenido un papel muy importante para poder expandir las nociones de placer y deseo. El post­porno incorpora una multitud de prácticas y cuerpos con diversas relacionales y afectos, más allá de “la repetición de unos estándares que nos muestran qué cuerpos son desea­bles y cuáles no, qué prácticas son sexuales y cuáles no”, según Post Op, uno de los colectivos que más han tratado de llevar el postporno a espacios mayoritarios.

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