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Acerca de un artículo anarquista sobre el golpe derechista húngaro del 56
30 des 2013
Tomado de RSA Madrid.
Nos han pasado un enlace al foro libertario alasbarricadas.org en el que un usuario cuelga un artículo (http://freirespublica.blogspot.com.es/2013/12/memoria-de-la-revolucion-h) sobre los hechos que acaecieron en Hungría en 1956. Nos parece absurdo pretender darle contenidos “revolucionarios” y hasta “anarquistas” a ese episodio. Así que expondremos brevemente nuestra opinión para no dejar lugar a dudas.

Seleccionamos los párrafos más significativos:

“Situemos en su contexto los hechos: en estos momentos Hungría está sometida a una de las dictaduras estalinistas más rígidas bajo el liderazgo de Mátyás Rákosy y el “Partido de los Trabajadores Húngaros”. Dicha dictadura había sido establecida gracias a las tropas soviéticas de ‘liberación’ que tuteló el ascenso al poder de dicho partido y envió al exilio, encarceló o eliminó a todos los dirigentes políticos hostiles. Irónicamente las primeras elecciones pluripartidistas celebradas en 1945 habían dado la mayoría absoluta al ‘Partido de los Pequeños Propietarios’, si bien las autoridades soviéticas forzaron un gobierno de coalición en que el Partido Comunista de Hungría (PCH) (con un 17 % de los sufragios) se hacía con el ministerio del interior.”

Queremos ir más allá de las estupideces que suelen soltar algunos libertarios sobre el poder soviético o las democracias populares, ya sabéis, eso de regímenes terroríficos que asesinan a cualquiera que disienta con ellos; porque, como todos sabemos, si alguien es ejecutado por un comunista automáticamente es buena persona e inocente, y por supuesto los anarquistas NUNCA han ejecutado a nadie. Más allá de las palabras de gran calibre simbólico, el texto no explica que, si era un régimen impuesto por la URSS, para qué se tomaron tantas molestias en competir con partidos como el de los Pequeños Propietarios en elecciones, en lugar de prohibirlos y perseguirlos desde el principio. ¿Será que no pasó tal como relatan?

Vamos a citar a Ludo Martens para recordar datos “olvidados” por el autor del texto:

A partir de 1947, James McCargar, secretario de la delegación estadounidense en Budapest, y el capitán McClemens, utilizaron a varios dirigentes del ala derecha de la socialdemocracia –entre ellos Kuroly Peyer y Frigyes Pisky-Schmith– para constituir redes de espionaje.

Obsérvese que se trataba de actividades –más tarde reconocidas públicamente– que los servicios secretos norteamericanos realizaban en esa época entre los dirigentes socialdemocratas de Suecia, Italia y Bélgica. El 8 de febrero de 1948 el secretario general del Partido Socialdemócrata, Szakasits, anunció la decisión de excluir del partido su ala derecha. En junio de 1949, este partido se fusionó con el Partido Comunista y se formó el Partido de los Trabajadores Húngaros. En las elecciones de 1947, el Partido Comunista había obtenido el 22% de los votos, que lo convertía en la primera fuerza política del país, y el Partido Socialdemócrata de Szakasits, el 14%.

El nuevo poder reprimió a reaccionarios, recalcitantes fascistas de la ocupación y demás conspiradores, pero contra todos aquellos que trabajaban dentro de la democracia popular, incluidos los partidos no-comunistas, no hubo persecuciones. Los comunistas vencieron con trabajo político, trabajo que algunos apodaron la “táctica del salami” mediante la cuál los comunistas extendían su hegemonía a las bases y los cuadros de otros partidos y aislaban sus sectores derechistas o las quintas columnas infiltradas. La mayoría de veces no hizo falta ni utilizar la coacción, fueron los mismos partidos quienes desechaban de sus filas a estos sujetos. Gracias a su duro trabajo, el Partido de los Trabajadores atrajo a una base social suficiente para llevar adelante y liderar el proceso revolucionario.

Eran sin embargo tiempos de cierto deshielo: Stalin había muerto en 1953 y en febrero de 1956 Kruschev había dado su famoso informe secreto en el que había reconocido los peores crímenes del estalinismo. Por otra parte en Polonia se estaba produciendo un periodo de protestas reconducido por el comunista aperturista Gomulka. Pero Rákosi seguía representando una de las líneas más duras del estalinismo: no había dudado en expulsar 200 000 militantes del partido e incluso purgar a Janos Kadar, el que posteriormente y como ironía se convertiría en el hombre de Moscú.

El detonante de los hechos fue, como tantas veces en la historia, una rebelión estudiantil. Los estudiantes de la Universidad Politécnica de Budapest y la Organización Unificada de Estudiantes Universitarios de Hungría elaboran una plataforma común de 16 puntos que exigía entre otras la retirada de las tropas soviéticas y de solidaridad con el pueblo polaco. Esta manifestación estudiantil se convierte en pocas horas en una rebelión general de más de 200.000 personas, que comenzaron a exigir “libertad” y “independencia”.

Nótese que para el autor del texto, la contrarevolución jruschovista, mediante la cual el revisionismo desmantelaba la dictadura del proletariado, depuraba a los oponentes marxistas-leninistas y reconstituía el capitalismo en la URSS, es un cierto “deshielo”. Tal vez es que él es un amante de la propiedad privada y hubiese pedido más “deshielo” a Jruschov. Bueno, al menos no ha dicho que Rákosi fusiló o encarceló a esos supuestos 200.000 militantes purgados del Partido, como se supone que Rákosi mataba a todo dios… Por cierto Rakosi, abandonó el liderazgo del país destituido por el “deshielo” de Moscú, así como el diregente polaco Bolesław Bierut, asesinado a traición por los revisionistas cuando acudió al XX congreso del PCUS.

Centrémonos, pero, en las protestas en Hungría. Así relata el comunista húngaro, Mihály János, los hechos:

Mientras los estudiantes se manifiestan pacíficamente en la capital y en provincias, a sus espaldas, las fuerzas contrarrevolucionarias inician un ataque armado contra el aeropuerto de Budapest, las estaciones de tren, de radio, los centros de teléfono y los arsenales militares. Por la noche grupos armados y bien organizados asedian el edificio de la radio. Los estudiantes no tienen todavía idea de lo que está pasando.
(…)

Durante el transcurso de los acontecimientos, la composición de las masas que están en la calle se transforma radicalmente. Se abrieron las puertas de las cárceles y fascistas, criminales de guerra, delincuentes comunes, quedan liberados y esperando una definitiva libertad, se unen a los enfrentamientos sangrientos. Pero además consiguen atraer con su demagogia social y nacionalista, a centenares de jóvenes ansiosos de romanticismo y de aventuras (…).

El 30 de octubre asedian la sede del partido en Budapest. Para aumentar el odio y la determinación de las masas extienden rumores de que hay presos en los sótanos de la sede. Después de varias horas de asedio los contrarrevolucionarios irrumpen en el edificio y se comporta de manera vándala con los que están dentro, incluyendo las mujeres. Éva Kállai no quiere caer en manos de los contrarrevolucionarios así que se tira por la ventana, morirá por las heridas al caer. Tenía 40 años y dejó huérfanos 3 niños. Imre Mező, János Asztalos y József Papp fueron asesinados por la multitud, a pesar de ir con una bandera blanca en la mano; habían salido para parlamentar y evitar más derramamiento de sangre. János Asztalos dejó cuatro huérfanos. Durante la defensa del edificio murieron también Péter Lakatos, de treinta y dos años y Lajos Szabó.

(…)

La defensa de la Radio Húngara merece una especial atención. En tiempos de paz el control del edificio se realizaba sin ningún tipo de guardia armada. Tras los trágicos acontecimientos se reforzó la defensa, pero no se les entregó armas. László Kovács, comandante, se presentó voluntario para la defensa. Tampoco disponía de armas. (…) Irrumpieron en el edificio y respondieron a los intentos pacíficos de negociar del comandante, con una ráfaga de disparos. Tenía treinta años. Murió desarmado, víctima de los asesinos. (…)

Lo mismo sucedió con László Magyar, que también salió desarmado del edificio para convencer a las masas. La única respuesta a sus palabras fue un tiro. Tenía treinta y un años. Estos episodios que se sucedieron en numerosas ocasiones durante el 23 de octubre, dejan bien claro de qué lado estaban los asesinos y de cual las víctimas.

(…)

Kálmán Turner participó en la defensa armada de la sede del partido en Pesterzsébet. A finales de octubre junto con algunos camaradas comenzó la reorganización del partido. Un grupo armado irrumpió en su casa y lo asesinaron brutalmente ante la mirada de su esposa y sus hijos.

(…)

Sándor Szalai comandante del Instituto de Historia Militar, luchó también contra los contrarrevolucionarios. Fue asesinado brutalmente junto con su suegro. József Kalmár era presidente del consejo de Csepel. Contra él organizaron una auténtica cacería. Finalmente dieron con él en Királyerdő. Allí acabaron con su vida. Károly Jakab había sido encargado de vigilar el almacen de alimentación de la avenida Gorki, para que no lo robaran los delincuentes. El 29 de octubre, nada más salir de su casa recibió un disparo en el corazón. Tenía 32 años. El 12 de enero de 1957 Imre Bojti pidió en la calle la documentación a un sospechoso, que sacó una pistola y lo disparó a quemarropa. Su esposa sufrió tanto por su muerte que falleció ella también al poco tiempo, dejando tres niños huérfanos.

Están falsificando la historia en relacción a 1956, y no solo lo hace la derecha, también la izquierda-liberal. Por eso debemos sacar los materiales de los archivos para demostrar nuestro punto de vista, y quitar a los grandes “revolucionarios” su careta de héroes. Dejemos claro qué matanza tuvo lugar en el pasaje Korvin o en la plaza del Heno. (…) Mostremos las fotos de los archivos donde es bien visible cómo cuelgan a los comunistas, a los miembros del ÁVH, a cualquiera que fuera sospechoso para esos criminales, o a cualquiera al que llamaran comunista. Pero mostremos también esas fotos en las que se ven sus cuerpos atados a los coches y cómo los arrastran por las calles los verdurgos sadistas, que tras los acontecimientos fueron juzgados con toda justicia, pero que la caída del comunismo ha convertido en héroes. (…)
scritor Alexandr Bobrov, en un artículo que se puede encontrar en Kaosenlared.net dice:

Las tropas fueron extremadamente moderadas. En unas condiciones de zozobra e indecisión de los dirigentes de la URSS, por orden del 30 de octubre, los soldados soviéticos, tenían prohibido repeler los disparos, “caer en provocaciones” y salir de su ubicación. Todas las tropas fueron conducidas a sus emplazamientos. Las calles quedaron sin gobierno. Comenzó el derramamiento de sangre. Los guardias de Béla Király y Dudás ejecutaban a comunistas, miembros del AVH, y militares húngaros que se negaban a subordinarse.

En eso primeros momentos los rebeldes animados por el éxito, se radicalizaron rápidamente, abriendo fuego contra las tropas soviéticas. Fueron numerosos los casos en que asesinaron a soldados soviéticos de permiso, o que estaban de guardia, en numerosas ciudades húngaras. Que probasen hoy en cualquier país a matar tan impunemente a un soldado usamericano y escuchar un tan condescendiente “no abrir fuego, no responder”. Imposible imaginar, pero entonces a nuestros muchachos, los dejaron expuestos.

Los insurrectos tomaron al asalto la sede local del Partido del Trabajo, y más de 20 comunistas fueron ahorcados por la multitud. Las fotos de los comunistas ahorcados con signos de tortura, con los rostros desfigurados por el ácido, dieron la vuelta al mundo. Los rebeldes correteaban por las calles a la caza de miembros de la seguridad de estado. Los reconocían por sus famosas botas amarillas, los descuartizaban o los colgaban por los pies; a veces los castraban.

A los dirigentes del partido que capturaron les clavaban al suelo con enormes clavos mientras les hacían sujetar los retratos de Lenin en las manos. Hay fotos terribles, bien conocidas: el cadáver desfigurado de un miembro de la seguridad del estado, colgado cabeza abajo, el asesinato de un comunista con un disparo a quemarropa, un tanque soviético destruido.

Hay más. Para el autor, este levantamiento se traba una revolución de estudiantes y obreros organizados en consejos revolucionarios:

Debido al giro radical de los acontecimientos, el régimen opta por llamar como primer ministro a Imre Nagy, un “reformista” que ya había gobernado el país de 1953 a 1955. Al mismo tiempo, el régimen llama a las tropas rusas “para restaurar el orden” produciéndose en los barrios periféricos de la periferia una resistencia armada de jóvenes obreros y estudiantes, frente a los tanques soviéticos. Esta resistencia armada provoca el colapso de las instituciones oficiales. En unos cuantos días y horas las masas se organizan para la resistencia y se declara la huelga general, declarada por comités obreros y revolucionarios que se forman en la mayoría de las empresas en estrecha conexión con los estudiantes.

Toda esta autoorganización, al margen del “parlamento” estaliniano, junto con la lucha armada que se está produciendo contra el ocupante ruso, provoca una crisis del régimen. El 25 de octubre cayó el líder del “Partido de los Trabajadores Húngaros” (PTH) (irónico nombre para el partido único que oprimía a los obreros y el pueblo) y lo sustituyó Janos Kadar. El 27 de octubre Imre Nagy forma un gobierno de coalición en el que integra partidos “de la oposición”. El 28 de octubre se decretó el “alto el fuego” y las tropas rusas salían de Budapest. Pese a ello los consejos obreros se mantienen vigilantes y mantienen la huelga general.

Algo no cuadra ahí. Son obreros y estudiantes que, de un día para otro, se arman y derrocan al poder existente. Vaya, mira que es raro que en un régimen ultra-represivo donde se ejecuta por nada, el gobierno permita a los opositores ir armados como si nada. Y, más sorprendente aún, es todo espontáneo, no había organización previa ni nadie detrás de esto, pero en un abrir y cerrar de ojos los rebeldes organizan casi casi un nuevo poder.

Sigamos con Bobrov:

Hablemos ahora de la correlación de fuerzas y de las pérdidas. En aquel entonces la guarnición de Budapest contaba con 30 000 soldados; se sabe que alrededor de 12 mil se pasaron al lado rebelde, pero ni mucho menos todos ellos tomaron parte en los combates. Con Maléter arrestado, la mayoría se fue a sus casas. En los distintos destacamentos armados combatieron en total unas 35 mil personas, de las que más de la mitad eran antiguos soldados y oficiales horthystas, que formaban la columna vertebral de los golpistas.

Pocos son hoy los que se aventuran a cargar las tintas sobre el tema de la composición social de los “sediciosos”. Lo habitual es que pongan de relieve que se trataba de “estudiantes y obreros”, pero a juzgar por las listas, tampoco es que hubiese muchos estudiantes entre ellos. Incluso los historiados húngaros se ven obligados a reconocer, a regañadientes, que la mayoría eran horthystas.

Los golpistas contaban con 50 mil fusiles, hasta 100 tanques, y cerca de 200 piezas de artillería y morteros. Una fuerza considerable.

Las tropas soviéticas en apenas cuatro días pudieron derrotar y dispersar a un ejército de 15 000 insurgentes, y tomar bajo control los puntos estratégicos de la ciudad. Según los datos con los que contamos, entre el 23 de octubre y el 31 de diciembre d 1956, a raíz del levantamiento y los enfrentamientos que le sucedieron, cayeron de ambos bandos 2652 ciudadanos húngaros y 19226 resultaron heridos. Las pérdidas del lado soviético ascendieron a 720 soldados muertos, 1540 heridos, y 51 desaparecidos.

El Partido de los Trabajadores de Albania se pronunció ante este episodio. Aquí unas palabras de Enver Hoxha:

La injerencia de los imperialistas en Hungría ha sido el factor principal de la contrarrevolución. Desde hacía tiempo venían organizando bandas de criminales, de horthystas y de fascistas inveterados, que fueron introducidos en el territorio de la República Popular de Hungría durante la preparación de la contrarrevolución y que montaron una propaganda desenfrenada contra la Unión Soviética y el campo socialista, contra el Partido de los Trabajadores Húngaros y el poder popular en Hungría. Numerosos hechos confirman con pruebas fehacientes su abierta intervención en los asuntos de Hungría.

La actividad de los imperialistas encontró apoyo en los enemigos internos, en los enemigos del poder popular y en el enemigo de clase.

La verdad es que del lado de los “rebeldes” no se encontraban figuras destacadas que se pudiesen catalogar de revolucionarios, sino gente como el cardenal József Mindszenty, quien guardaba un rencor absoluto a los “infieles” comunistas, personaje acusado por la comunidad judía en Hungría de haber colaborado pasivamente con las deportaciones y los crímenes nazis en Hungría. Suponemos que los anarquistas no le habrían metido una bala en la cabeza, que va.

http://rsamadrid.wordpress.com/2013/12/29/acerca-de-un-articulo-anarquis/

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