Francisco Javier Mina
Plataforma Vasca de Solidaridad con Chiapas / Txiapasekiko Elkartasun Plataforma
Hoy, 17 de Noviembre, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
cumple 30 años de existencia. Son tres décadas de historia, la primera
de ellas en la más absoluta clandestinidad, formando y fortaleciendo la
organización armada que sorprendió al mundo tomando 6 cabeceras
municipales del Suroriental estado de Chiapas el 1 de Enero de 1994.
Tras doce días de enfrentamientos armados con el Ejército Federal
Mexicano, el zapatismo civil fue ganando terreno.
En estos 30 años de rebeldía, las comunidades zapatistas han construido
un sistema de autogobierno indígena basado en el principio de “mandar
obedeciendo”. En este sistema todas las autoridades son elegidas por el
pueblo, pero ninguna elección se hace a través de partidos políticos,
los cargos siempre son rotativos y nunca tienen carácter remunerado. Han
desarrollado un sistema de salud y educación propios. Cientos de
escuelas y decenas de clínicas funcionan en la selva Lacandona sin haber
recibido nunca dinero del gobierno municipal, estatal ni federal. Han
construido algo más que un enorme espacio de resistencia al
neoliberalismo y sus consecuencias. Han construido un espacio de
creatividad, donde los pueblos organizadamente tratan de construir otras
relaciones, otra sociedad, otro mundo.
Todo esto se ha construido con el esfuerzo de los pueblos indígenas, que
tratan de construir un país y una modernidad donde acceder a la salud,
la educación y el bienestar no suponga renunciar a su carácter de
pueblos originarios; donde salir de la pobreza no suponga abandonar su
lengua, su religiosidad ni sus costumbres; donde ser indígena no sea
sinónimo de marginación, sino de dignidad.
En estos años se han realizado importantes avances en la liberación de
la mujer en las comunidades zapatistas. Como han reconocido las propias
autoridades zapatistas en más de una ocasión, aún falta camino por
recorrer, pero lo cierto es que hoy hay mujeres que son autoridades de
sus pueblos, educadoras o promotoras de salud, y esto era absolutamente
impensable antes del levantamiento armado.
Hoy, los pueblos originarios de México están luchando por crear un
mundo mejor, “un mundo donde quepan muchos mundos”. Y lo que es más
importante; lo están consiguiendo. Es justo decir que en el caminar de
estos treinta años de rebeldía, las comunidades zapatistas han contado
con la solidaridad de otros pueblos.
En el estado español hay varios Comités de Solidaridad que cada año
enviamos grupos de observadores y observadoras de Derechos Humanos que
permanecen en aquellas aldeas susceptibles de ser atacadas por
paramilitares a fin de evitar un enfrentamiento. En una estrategia
pacífica, como la desarrollada por las comunidades zapatistas, la
presencia de sociedad civil internacional ha contribuido sensiblemente a
frenar la impunidad de la que aún hoy disfrutan los grupos
paramilitares en Chiapas.
La lucha zapatista continúa, y se avecinan nuevas actividades e
iniciativas por parte del EZLN. Hoy más que nunca debemos estar atentos y
atentas a lo que sucede en Chiapas.
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