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Hacia una concepción democrática de la ciencia y la tecnología
15 ago 2013
Cuando el autor habla de democracia la plantea en oposición al Estado (y a la pseudo-democracia parlamentarista), al capitalismo y a todas las jerarquías. El texto resulta una valiosa aportación a la reflexión y el debate sobre ciencia, tecnología y anticapitalismo, que deberían abordar todas aquellas personas que aspiran a un cambio de base y no sólo las identificadas con el ecologismo, el antidesarrollismo y la crítica a la tecnología actual.
http://democraciainclusiva.org/txt/etecno.pdf

"La opinión predominante en Occidente desde la Ilustración del siglo XVIII de que la ciencia y la tecnología permiten a los seres humanos controlar la naturaleza en un proceso sin fin de Progreso y emancipación ha sido seriamente cuestionada en los últimos 30 años. No sólo la objetividad y neutralidad de la ciencia, sino también la autonomía de la tecnología han sido puestas en tela de juicio. Sin embargo, una cuestión aún más importante que se ha planteado se refiere a la naturaleza democrática de la ciencia y la tecnología actuales, lo que podríamos llamar la "tecnociencia". La cuestión se plantea no sólo a causa de los ataques lanzados hoy por irracionalistas de todo tipo contra la ciencia, sino también por las críticas formuladas en contra las características antidemocráticas, supuestamente inherentes a la tecnología moderna como tal. El objetivo de este artículo es examinar, desde un punto de vista democrático, las demandas y contrademandas del carácter neutral, autónomo y democrático de la tecnociencia y terminar con algunas reflexiones sobre las características deseables de una ciencia y tecnología democráticas."


"Por lo tanto, no es de extrañar que “el socialismo realmente existente” adoptara plenamente la tecnoestructura occidental industrial (mismas fábricas, sistemas de producción etc.). Lenin, ya en 1918, había introducido el Taylorismo; Stalin habló de la "revolución científico-tecnológica", mientras que Trotsky hizo hincapié en que "El marxismo se propone el desarrollo de la técnica como el motor principal del progreso, y construye el programa comunista sobre la dinámica de las fuerzas productivas"[14]. Así pues, el principio de eficiencia económica siempre había sido el estándar para evaluar el éxito en lo que respecta al objetivo de desarrollar las fuerzas productivas de la economía de crecimiento "socialista". El objetivo de diseñar la tecnología y de organizar la producción era, por un lado, maximizar la eficiencia y, por otro, asegurar el mantenimiento y la reproducción de las estructuras jerárquicas. Esta es la razón por la cual una fábrica soviética moderna, incluso en tiempos de Lenin (alentadas por él), no era de ninguna manera diferente -en términos de funcionamiento interno, organización jerárquica de la producción, etcétera- al equivalente capitalista. Esto, por supuesto, simplemente reflejaba la creencia socialista-estatista en la “neutralidad” de la tecnología. Por lo tanto, exactamente de la misma manera que la tecnología fue considerada por socialistas-estatistas como un medio neutral que podría ser utilizado por cualquier sistema social para lograr un objetivo específico, la eficiencia fue, también, apoderada como un medio neutral en el logro de los objetivos de crecimiento."


"Otros adoptan explícitamente la tesis de una "autonomía de la tecnología". Así pues, Michael Shallis, citando la frase de Marshall McLuhan "el medio es el mensaje", argumenta en favor de la autonomía de la tecnología, una autonomía que, como él señala, suele ser ignorada cuando ignoramos el medio y sólo vemos el contenido. Shallis se refiere a la tecnología del reloj, y destaca que el reloj transformó la sociedad y sometió a las personas a las reglas del tiempo y, al mismo tiempo, hizo posible la abstracción del tiempo de la experiencia humana. Del mismo modo, en referencia a la tecnología informática, el mismo autor sostiene que lo que importa no es la forma en que usamos la computadora, sino el hecho de que "el anonimato de una computadora, su falta de rostro, simboliza la propia pérdida del hombre de la cara y la fe, su propio anonimato en un mundo de máquinas”[36].

Sin embargo, se puede replicar aquí que la cuestión no es si el reloj o el ordenador han transformado la sociedad. Por supuesto que lo han hecho. La verdadera cuestión es si la adopción de estas tecnologías reflejaba nuevas e importantes necesidades emergentes del sistema socioeconómico (es decir, de los que lo controlan dentro de la élite gobernante), en cuyo caso la tecnología puede difícilmente considerarse como autónoma. Desde este punto de vista, no es accidental que, aunque el primer reloj mecánico público se construyó y erigió en Milán en 1335 y los primeros relojes de muñeca aparecieran poco después de 1500, aún así, no fue hasta finales del siglo XVIII que la tecnología del reloj se avanzó hasta tal punto que la expansión de su uso se hizo perfectamente compatible con la expansión paralela del sistema fabril. En otras palabras, no fue la invención del reloj lo que sometió a las personas a la regla de tiempo, sino la aparición de la economía de mercado la que lo hizo necesario. Del mismo modo, no fue la llegada del ordenador la que llevó a "la propia pérdida del hombre de la cara y la fe, su propio anonimato en un mundo de máquinas", sino la aparición los grandes centros urbanos en la sociedad postindustrial de hoy (donde se concentra casi la mitad de la población mundial[37]) y la consiguiente decadencia de las comunidades. La tecnología de la información simplemente reflejó la necesidad de la economía de mercado internacionalizada recientemente aparecida de un procesamiento de datos y comunicación más rápidas."


"Queda claro, por lo tanto, que la actual concentración de poder económico, político y social en manos de las elites que controlan la economía de crecimiento no es simplemente un fenómeno cultural achacable a los valores establecidos por la revolución industrial, tal y como creen ingenuamente algunas corrientes importantes dentro del movimiento ecologista. Así pues, la consecución del balance ecológico no es sólo cuestión de conseguir cambios en los sistemas de valores (abandono de la lógica de crecimiento y el consumismo), de modo que se pueda llegar a un modo de vida respetuoso con el medio ambiente. De hecho, la concentración de poder es el resultado inevitable de un proceso histórico que empezó con el establecimiento de estructuras sociales jerárquicas y la ideología implícita de la dominación del ser humano sobre el ser humano y la naturaleza[55],y que culminó a lo largo de los últimos dos siglos con el desarrollo de la economía de mercado y la economía de crecimiento que de ella se deriva."


"Finalmente, una tecnología democrática (o liberadora) no presupone una economía de la post escasez, como creen los dialécticos, desde Marx hasta Bookchin. No existe ninguna “base cuantitativa objetiva” para una sociedad liberadora, o ninguna precondición material para la libertad[79]. Marx creía que la humanidad pasaría del reino de la necesidad al reino de la libertad a través de una aplicación racional y socialmente responsable de la tecnología avanzada creada por el capitalismo. Sin embargo, la tecnología en sí no tiene ninguna potencialidad inherente que conduzca hacia una sociedad liberadora en el sentido de que reduzca el trabajo duro drásticamente, llevando del reino de la necesidad al reino de la libertad. La esencia de una tecnología liberadora no es su carácter “objetivo”, sino el significado subjetivo que una sociedad democrática le asigna.

De hecho, el avance de la tecnología no ha reducido la carga de trabajo. Allí donde los mercados de trabajo han sido “liberados”, la gente (aquellos que pueden encontrar trabajo) ¡trabajan más! Tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido, la flexibilidad de los mercados significa hoy en día jornadas laborales más largas que hace 15 años[80], lo que indica que no es la tecnología por sí misma la que reduce o aumenta la carga de trabajo, sino la organización socioeconómica. La alta tecnología como tal puede ser tanto liberadora como opresiva, y no es solamente quien la usa lo que determina su naturaleza, sino también las relaciones de poder implícitas en las instituciones socioeconómicas y en sucorrespondiente paradigma social dominante. Una tecnología democrática y liberadorasería el subproducto de un nuevo proyecto liberador, y un proyecto así no presupone una sociedad de la post-escasez. La visión según la cual una tecnología liberadora sólo se podrá encontrar en una sociedad de la post escasez presupone la idea de progreso, la cual es inconsistente tanto con el principio democrático de que no hay “leyes” (sociales o naturales) que determinen “en último término” el cambio social, como con las evidencias históricas. Desde un punto de vista democrático, la distinción entre una tecnología para el reino de la necesidad (sociedad de la escasez) y otra para el reino de la libertad (sociedad de la post-escasez) no sólo no tiene ningún sentido, sino que, de hecho, descarta la posibilidad de una tecnología liberadora por sí misma, ya que una sociedad de la post-escasez es simplemente un mito, particularmente si se tienen en cuenta las limitaciones ecológicas del crecimiento económico."

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Comentaris

Re: Hacia una concepción democrática de la ciencia y la tecnología
15 ago 2013
ho podrien treure al proper número

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