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Notícies :: pobles i cultures vs poder i estats
Los derechos
25 mai 2013
Extraído del trabajo de María del Prado Esteban, "Sobre el sujeto de la revolución"
La aportación del izquierdismo a la destrucción de lo que quedaba del potencial autor de la revolución anti-estatalista ha sido decisiva. En primer lugar han sido los ideólogos más fanáticos de la idea liberal del sujeto de derechos. El sujeto de derechos es esencialmente el que ha renunciado a su libertad y autonomía y espera recibir, como una gracia, las atenciones y servicios a los que “tiene derecho” de las instancias superiores que velan por su bienestar y tutelan su vida. Cuando tal ideología ha sido asumida completamente, el individuo deja de percibirse como sujeto de su propia existencia y comienza a ser objeto o cosa de su propia vida. Los derechos siempre son otorgados o concedidos por alguien que tiene el poder de dar y quitar, y siempre achican y degradan a la persona porque ésta hace dejación de su potencial de acción y de auto-gestión, de su capacidad de decidir y elegir, de su necesidad de esforzarse en la propia superación y por lo tanto ascender en las cotas de la libertad personal, de su energía creativa que queda desactivada al no tener objeto al que dirigirse, es, por lo tanto, un ser que se afirma en la incompetencia, la ineptitud y la subordinación.

La libertad nunca puede ser otorgada, no puede recibirse de otros y son los deberes, las obligaciones y los compromisos los que proporcionan la base material de la libertad humana, idea que expuso con mayor belleza que ningún otro filósofo Simone Weil, porque los deberes son la parte activa de la existencia mientras que los derechos son únicamente pasivos, las obligaciones implican acción, movimiento, intervención y por lo tanto capacidad, competencia y crecimiento mientras que los privilegios y los derechos producen inmovilidad, parálisis, flojedad, ineptitud e insuficiencia.

http://www.scribd.com/doc/143644195/Prado-Esteban-Sobre-el-sujeto-de-la-

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Comentaris

Re: Los derechos
25 mai 2013
"Lo cierto es que donde, en 1812, había dos sociedades, dos comunidades humanas, el Estado y el pueblo, que se relacionaban, se enfrentaban, cooperaban a veces y equilibraban y reequilibraban la correlación entre sus fuerzas, en nuestros días queda un único ente organizado, el Estado, y, fuera de él, una mixtura de grupos y clanes y, cada vez más, individuos solitarios, que se enfrentan o se ignoran, que viven de espaldas los unos a los otros, amarrados a las instituciones del poder de las que son deudores y a las que están obligados a cambio de una protección que no se sienten capaces de procurarse por sí mismos.

Ésta es la mayor victoria del Estado en los últimos doscientos años y el más grande problema estratégico al que tendrán que hacer frente quienes consideren la superación del actual orden de opresión social. Sin embargo, ante la superioridad del enemigo la mayoría de los movimientos del presente han elegido la peor de las opciones, por un lado negar la derrota estratégica de las fuerzas contrarias al poder elitista reconstituido en la revolución decimonónica, y, por otro, concentrar toda su energía en luchar por reformas o pequeñas “conquistas” dentro del sistema, presentando como grandes éxitos y trofeos lo que no son sino correcciones que mejoran y amplían el orden de dominación. Así han amado sus cadenas, viviendo en el autoengaño y actuando como agentes -con o sin conciencia de ello- del poder.

El reconocimiento de la derrota y destrucción del sujeto colectivo que se llamó pueblo (que reunió a todas las clases trabajadoras y no explotadoras que se sitúan al margen de las elites poderosas) es la primera condición para acometer una estrategia de regeneración y reconstrucción de un nuevo sujeto histórico enfrentado al poder omnímodo del Estado, a pesar de la delicada situación presente coincido con Federico Aznar Fernández-Montesinos[5] en que “conforme a la lógica paradójica de la guerra, la derrota enseña y la victoria confunde” y que la debilidad presente podría ser trocada en fuerza a partir de una reflexión potente y vigorosa en el terreno estratégico."
Re: Los derechos
26 mai 2013
"...son los deberes, las obligaciones y los compromisos los que proporcionan la base material de la libertad humana".

Se podría decir que los ultraneoliberales, piensan lo mismo, por eso se desmantela todo lo social, por eso consideran que unas personas tienen menos derechos que las otras, y por tanto, una obligación mayor para ser aceptadas como personas de categoría inferior. Las personas migradas o las mujeres por ejemplo, nunca han tenido derechos, sino obligaciones y deberes, siempre han tenido que demostrar más para ser aceptadas en desigualdad de derechos.

Decir que los derechos son pasivos es una falacia descomunal y un insulto a quienes lucharon y murieron en ese combate y las personas antiautoritarias, antiestatalistas, también luchan por sus derechos a vivir en libertad.

María del Prado, como ya nos tiene acostumbradas, hace unas exposiciones impecables pero partiendo de falsos supuestos. Pretende hacernos creer que los derechos, son los derechos que los estados se ven obligados a conceder, no por su gracia divina, sino por la lucha de las clases oprimidas en contra de las privilegiadas. Los derechos son, como toda solidaridad verdadera, palabra no escrita y por tanto, nadie los concede porque nacemos para ellos, para vivir en libertad. Otra cuestión es que en este sistema de opresiones y privilegios, alguien pretenda someternos, y en ese combate, se arranquen esos otros "derechos" escritos en declaraciones universales, acuerdos internacionales o constituciones, pero no hay que confundir esos falsos "derechos", con los derechos, y es ahí donde María, pretende llevarnos a su huerto, porque esa es la forma en que el poder, pervierte la realidad, desde la elaboración de discursos en los que se trastocan los valores esenciales, para convertir el intenso sentimiento de libertad, en una emoción pasajera..., y es desde ese proceso de transformación de sentimientos esenciales en emociones tan efímeras como la de sentirnos libres un ratito porque nos hemos podido expresar bajo una opresión permanente, que nos hacen creer que eso es la libertad, una serie de novelas en capítulos de diferentes derechos y completamente fragmentada y descompuesta la una de la otra, cuando la libertad y las libertades son un todo que no se puede descomponer ni clasificar al modo del positivismo naturalista científico.

En algún momento, habría que hacer toda una interminable enciclopedia de numerosos volúmenes, en la que se recogieran todas las fatales intervenciones que María del Prado y Félix Rodrigo Mora dicen, en medio de otras muchas cuestiones que sí que merecen una consideración mucho más profunda. Ambos, visten discursos bastante reaccionarios, que pasan desapercibidos, con ropas, complementos y adornos revolucionarios. De esta manera introducen conceptos importantes que fundamentan las lógicas de los pensamientos más ultraconservadores. Es por eso que no debería de xtrañarnos que luego sus conferencias y libros, tengan tanta aceptación en espacios completamente antagónico. Cada cual encuentra palabras e ideas de su agrado. Nos hablan de revolución denunciando el estatismo subvencionado, para después, en un estado de relajación y confianza afín, soltarnos unas ideas completamente reaccionarias desde las que aseguran que ese es el único camino "revolucionario".
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