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Notícies :: globalització neoliberal : guerra
Contra la dictadura del capitalismo, por la lucha de clase hasta la Revolución
06 nov 2012
La crisis actual no es un fenómeno pasajero sino histórico: es la crisis general de este modo de producción, el capitalismo.
No se ha generado por una “mala política”, por los “derroches”, o por la “corrupción”. La crisis no es el fruto de una “malévola” gestión de la economía capitalista que, con una política “justa” u “honesta”, estaría en disposición de garantizar el bienestar y el progreso también para la clase trabajadora. La economía capitalista tiene que necesariamente caer en la crisis general y profundizar en ella hasta la ruina completa a causa de sus inevitables contradicciones internas. Las auténticas causas de la crisis son la sobreproducción y la caída de la tasa de beneficio. Estas causas residen en la producción, allí en donde el trabajo obrero crea la plusvalía. La hinchazón desmesurada de la esfera financiera no es una causa de la crisis sino un síntoma: cuanto más difícil resulta obtener un beneficio adecuado de la producción, mas se ve atraído el capital por la especulación financiera, como si de una droga se tratara.

El crecimiento – invocado de uno a otro extremo de las formaciones políticas burguesas como un “bien común a todas las clases- no es otra cosa que el crecimiento del Capital. Mas allá de un cierto límite es imposible: porque se han producido demasiadas mercancías y porque el margen de beneficio se ha hecho demasiado exiguo. Las fases económicas de crecimiento intenso son solo las premisas de las fases de crisis. Reclamar “inversiones para relanzar el crecimiento” no tiene ningún sentido.

La actual no es la primera crisis general del capitalismo. La última fue la Gran Depresión de 1929. La denominada política keynesiana – es decir, la intervención estatal en sostén de la economía capitalista – invocada hoy desde la “izquierda”, “moderada” o “radical”, fue entonces practicada indiferentemente por todos los regímenes burgueses, tanto democráticos como nazis o fascistas, y no resolvió de hecho la crisis. Los que permitió el llamado boom económico de los años ’50 y ’60 fue únicamente la Segunda Guerra mundial. ¡Este es el precio a pagar por la vuelta al crecimiento económico!

No existe una solución económica a la crisis del capitalismo. Únicamente existen las opuestas soluciones políticas de las dos clases de esta sociedad.
- La solución burguesa es una nueva guerra mundial para destruir el exceso de mercancías, la primera de todas la mercancía fuerza de trabajo, y someter a los trabajadores a la máxima explotación, dentro de un nuevo y loco ciclo de acumulación.
- La solución revolucionaria es la Revolución: arrebatado el poder a la clase dominante, imponer los cambios revolucionarios para que la clase trabajadora y toda la humanidad pueda superar este modo de producción cada vez mas antihistórico e inhumano.

No se trata de descubrir nada nuevo, sino de redescubrir y aplicar el programa comunista revolucionario original, liberándolo del desastre de la última y peor oleada oportunista, la del estalinismo y sus herederos actuales, que ha mistificado y ocultado a ojos de los trabajadores del todo el mundo el significado y el sentido del Comunismo, haciendo pasar por ello el capitalismo de Estado ruso, chino, cubano, etc.

Los puntos fundamentales del programa comunista son:
- la abolición del trabajo asalariado, con la consiguiente extinción de su oponente, el Capital, y por tanto del dinero, y la distribución gratuita de bienes y servicios;
- la obligación social del trabajo, y la desaparición del desempleo;
- la reducción drástica del horario laboral a una pocas horas diarias;
- la regulación de la producción según parámetros físicos referidos a las necesidades humanas, y no según los intereses mercantiles y empresariales;
- la supresión de sectores completos de actividad puramente capitalistas y parasitarias: desde aquellas ligadas a la contabilidad monetaria y a las finanzas a aquellas, por ejemplo, publicitarias, con la consiguiente liberación de enormes energías para tareas realmente útiles.

La realización de este programa social revolucionario es posible, no porque haya sido bien diseñado en una mesa, sino porque el capitalismo mismo es el que ha creado sus bases materiales: la búsqueda necesaria del beneficio ha desarrollado la fuerza productiva del trabajo hasta el punto de hacer posible la satisfacción de todas las necesidades humanas con una media de pocas horas diarias de trabajo.

Se trata de liberar el trabajo de las leyes económicas capitalistas, que obligan a un número cada vez menor de trabajadores a trabajar cada vez mas prolongada e intensamente, frente a un crecimiento desmesurado de los desocupados, que arruinan al proletariado nunca carencia de bienes, sino al contrario, por haber producido demasiados.
Hoy, la grave alternativa que la historia impone es entre Guerra y Revolución. Quien lo decida será la clase obrera mundial: para no someterse a la guerra deberá derribar el capitalismo. Aquellos que predican sacrificios temporales de los trabajadores por el “bien del país” – que no es otro que el bien del Capital - están ya empujando al proletariado hacia el camino de su sacrificio completo en una nueva guerra imperialista. El mensaje es sencillo: ¡del capital depende la existencia de los trabajadores, todo sacrificio es legítimo porque no hay alternativa, ó Capitalismo ó muerte! ¡La clase trabajadora tiene por el contrario en su mano todos los instrumentos para vivir sin el Capital en una sociedad superior!

Para tomar ya desde hoy este camino los trabajadores deben defender sus propios intereses económicos de clase, de forma intransigente: ¡sin hacerse cargo en absoluto de la salvación de la economía nacional, que no es mas que la salvación del capitalismo!

Esto es solo posible planteando las reivindicaciones históricas del movimiento obrero, el único capaz de defender el salario de todos los trabajadores, uniéndolas realmente:
- fuertes aumentos salariales, mayores para las categorías peor pagadas;
- drástica reducción del horario laboral, manteniendo el salario;
- salario íntegro para los trabajadores despedidos.

Estos objetivos son alcanzables solo desde un movimiento general de la clase, lo que incluye también a los cada vez mas numerosos trabajadores desempleados, con huelgas cada vez mas extensas y prolongadas, hasta llegar a la huelga general indefinida. Para esto es necesaria una organización general de los trabajadores, un verdadero sindicato de clase, que tenga entre otras características la de privilegiar la organización territorial de los trabajadores respecto de la organización por empresa o por categoría, para unir ocupados y desocupados, trabajadores de las pequeñas empresas con los de las grandes, como en la gloriosa tradición de las Cámaras del trabajo italianas.

El SINDICATO DE CLASE hoy solo puede renacer DESDE FUERA Y CONTRA LOS SINDICATOS DEL RÉGIMEN, decididamente dedicados a la defensa de la economía nacional. Los sindicatos de base pueden representar un paso en esta dirección solo a base de superar sus divisiones, convirtiéndose en una verdadera alternativa para los trabajadores. La lucha intransigente en defensa del salario conducirá al proletariado hacia la Revolución contra un capitalismo cada vez mas imposibilitado de alimentar a sus esclavos asalariados.

A lo largo del camino los trabajadores encontrarán no sólo la resistencia de la clase dominante sino también aquella, mas insidiosa, de los falsos partidos obreros que presentan sus siempre falsos objetivos intermedios, que solo son útiles para alejarlos de la Revolución. Reivindicaciones “alternativas”, tales como “la anulación de la deuda”, la “nacionalización” de bancas y empresas, la salida de la Unión Europea, no son objetivos de la clase trabajadora sino alternativas para la clase dominante, al igual que en el pasado parecidos métodos se han adoptado indiferentemente por gobiernos burgueses, tanto democráticos como fascistas. Los “nuevos modelos de desarrollo” son solamente una nueva propuesta de las viejas ilusiones de un capitalismo diferente.

El Partido Comunista Internacional es el auténtico heredero de la Izquierda Comunista italiana, única corriente que ha podido extraer de la última derrota revolucionaria, culminada con el estalinismo, las lecciones necesarias para las nuevas luchas. Por ello, es el único que puede conducir victoriosamente a los trabajadores a la superación revolucionaria del capitalismo. Y para esta grande y vital tarea os llama a la militancia en sus filas.

http://www.international-communist-party.org/SpanishPublications.htm
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