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Notícies :: globalització neoliberal |
chile, el resultado: ni juntando los democratas de izquierda y de derecha puede la democracia legitimarse, llega la demoacracia
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per punki mauri |
30 oct 2012
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kizas chile este mostrando el camino de emanciparnos de la askerosa burguesia y su democracia, donde los ricos nunca pierden, y los pobres nunca ganan, y comencemos a vislumbrar la superacion de lo democratico, para ir hacia la deoacracia. |
con un resultado de mas del 60 por ciento de abstencion, la democracia en chile queda retratada como lo que es , una mascarada para poder seguir la santa alianza (la burguesia, la iglesia, la policia , el ejercito y el capital de las multinacionales), expoliando al pueblo chileno de sus recursos naturales, y de la riqueza producida por los obreros chilenos, a pesar del todo el aparato propagandistico, de la represion, y del apoyo del capital multinacional, el pueblo chileno a demostrado queel camino hacia la libertad es la confianza en la solidaridad entre los obreros y la voluntad de lucha de sus jovenes, para poder ser protagonista de su emancipacion dejando atras todo el paternalismo de una oligarquia que queria engañarle con el timo de la estampita. viva los que luchan. |
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Comentaris
Re: chile, el resultado: ni juntando los democratas de izquierda y de derecha puede la democracia legitimarse, llega la demoacracia
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per radio chile informa |
30 oct 2012
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Abstención: ¿Llegó la hora de las reformas?
Martes, 30 de Octubre de 2012 11:12 Daniela Ruiz (Radio U de Chile) La histórica tasa de abstención de votantes en la última elección municipal abrió el debate sobre la crisis de representación que vive el sistema político en el país y que, según los expertos, podría combatirse avanzando en reformas estructurales que la ciudadanía ya demanda a través de los movimientos sociales. Sin embargo, el diagnóstico divide a representantes del oficialismo y la oposición, quienes de todas maneras coinciden en que el fenómeno debe ser analizado de cerca en miras de las elecciones del 2013.
Más de siete millones de chilenos no concurrieron a votar durante estas elecciones municipales, de un universo electoral que, con el debut del sistema de inscripción automática, se amplió a 13 millones 404 mil personas, totalizando un porcentaje de abstención que llega al 60 por ciento.
Si bien el indicador resulta histórico para un proceso electoral en Chile, el fenómeno de la abstención venía creciendo gradualmente con el paso de los años, incrementándose de un 21 por ciento en las municipales de 1992 a un 42 por ciento en las de 2008.
Es por ello que, en el análisis final, los expertos han consensuado en que la responsabilidad no puede atribuirse por completo a la implementación del voto voluntario, sino también a una crisis de representación política que vive el país y que urge por reformas estructurales de fondo.
En este diagnóstico coincidió el diputado del PPD, Felipe Harboe, quien indicó que el 60 por ciento de abstención es una señal de alerta hacia el sistema político, que no está siendo representativo de los intereses de la ciudadanía, por lo que se debe avanzar en reformas que vayan de la mano de las demandas sociales.
“Tiene una profunda falta de consideración respecto de la actividad política, una falta de sentido cívico que requiere de una revisión. Creo que la política y los políticos tenemos que entender el mensaje, el mensaje es un grito de alerta que está diciendo ‘señores, ustedes no están siendo representativos’ y se requieren reformas estructurales”, aseguró Harboe.
Pese a que compartió que la crisis de representación fue uno de los factores que contribuyó a la falta de participación del domingo, el vicepresidente de Renovación Nacional, Cristian Mönckeberg, aseguró que no se trata de la única razón, por lo que señaló que la cifra no debería apurar reformas que, de igual manera, ya se están discutiendo.
“No creo que sea una crisis de representatividad, esa una de las tantas razones. No creo que pase por cambiar el binominal y eso que yo soy uno de los que quiere cambiarlo y ha presentado proyectos para eso. Aquí no se trata de escuchar o no querer escuchar, sino que es una de las tantas razones, falta de representatividad, las personas no se sienten convocadas por los candidatos, etc. Responsabilizar a unos y a otros, o a una sola razón, no me parece lo más adecuado. Sí hay que entender y leer lo que ocurrió”, sostuvo el diputado.
Sin embargo, el subdirector del Instituto de Asuntos Públicos (INAP) de la Universidad de Chile, Robert Funk, señaló que en este escenario, “veo preocupante la combinación entre voto voluntario y sistema binominal. Si la gente cree que da lo mismo, porque sale uno y uno, y ‘para qué voy a ir a votar si siempre salen los mismos’, y eso se combina con el voto voluntario, vamos a ver un problema real en las elecciones parlamentarias”, dijo.
Asimismo, el doctor en Ciencia Política, manifestó que para evaluar la efectividad de una democracia, no solo debe considerarse la dimensión de la participación política, sino que “hay muchas cosas que debemos hacer, como modificar el sistema binominal, pero incluso una reforma tributaria. Si la gente cree que nada cambia tiene que ver con su situación económica y la desigualdad”.
Dichos cambios, más reformas a la Constitución, voto chileno en el extranjero, así como la respuesta a los petitorios de los movimientos sociales, que van desde modificaciones en aspectos como salud, educación, pensiones y vivienda, según los expertos podrían ser una señal potente de que la clase política está oyendo a la ciudadanía y podría combatir, en parte, el fantasma de la abstención que rondaría con más fuerza en las próximas elecciones del 2013. |
Re: chile, el resultado: ni juntando los democratas de izquierda y de derecha puede la democracia legitimarse, llega la demoacracia
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per cierzo |
30 oct 2012
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Los encapuchados del domingo
Lunes, 29 de Octubre de 2012 18:27 Ricardo Candia Cares Como se preveía, después de la elección no hubo perdedores, salvo los que no saben explicar las derrotas. Y casi todo el sistema político se refiere a la abstención como algo sin importancia. Y sin embargo la tiene. Es ni más ni menos, que una forma civil de vandalismo, cuyos encapuchados no se saben quienes son ni por qué se comportan de una manera tan poco democrática.
Que el 61% de los chilenos no haya votado no puede explicarse como que esa cantidad rechaza de plano el sistema. Como tampoco es posible inferir que el 39% que sí lo hizo, lo respalde.
Del mismo modo, si cada votante tiene una razón para optar por un candidato, quienes no lo hicieron, también tendrán razones disímiles.
Reiteradas veces adelantamos que la medida de dejar en libertad de acción a la gente en las elecciones era una especie de suicidio, una torpeza que les pasaría la cuenta, una sobrevaloración de sus escasos méritos, un uso excesivo de los espejos como formas de autocrítica. Es el equivalente a dejar la calle sin pacos el día de la protesta.
Pero a no desesperar. La ley va a ser cambiada en breve.
Lo sucedido ayer, es la evidencia que al sistema no se le quiere, no se le considera cercano, o amistoso con la gente. Y ésta, aprovecha la primera oportunidad para evadirse de él por la ventana abierta. Una conducta común en millones de personas pero con razones diferentes, según se ubiquen en la cadena trófica de nuestra sociedad.
Pero en esta elección no sólo se contaron pocos votos. También se midió, y es quizás una de los resultados más trascendentes, metodologías de la política que demostraron sus alcances y limitaciones.
Quien hace un año hubiera dicho que un poderoso alcalde, prepotente, grosero y de dudoso pasado de torturador, sería derrotado por una mujer de voz dulce, dirigente vecinal, una dueña de casa, habría sido calificado de delirante.
Resultaba más fácil predecir el triunfo arrollador de un dirigente estudiantil que estuvo en la primera línea de la batalla, y que iba apoyado por todo el espectro político que va desde la roja bandera del PC, al irisado pabellón concertacionista.
Y para asegurar el éxito, Ballesteros fue visitado por figuras que no se creía posible hacer coincidir en el mismo espacio: el ex presidente Lagos y Camila Vallejo, por decir algo.
Quedó claro que no es lo mismo generar una candidatura a partir de acuerdos misteriosos, que una nacida desde la gente, con una amplia participación, primaria mediante, y apoyada por centenares de estudiantes, apoderados, gente común y corriente. Y sin ningún famoso apoyando a Josefa.
Entonces, la gente que votó en Providencia y Estación Central, lo hizo por razones distintas. Y quienes se abstuvieron en una y otra comuna, lo hicieron también por razones distintas.
Eloísa, llamó a no votar. Como era de esperar, alguna gente limitada se le lanzó a la garganta acusándola de irresponsable, de debilitar la democracia, de hacerle el juego al enemigo. Pero creer que la ausencia de un 61% de personas en las urnas es producto del llamado de Eloísa es tan torpe como creer que el 39% restante votó por profundas convicciones ideológicas. Ella leyó bien la realidad y apuesta a tomar en cuenta el fenómeno para explorar alternativas.
Lo que queda después de sumar y restar, es la convicción que el sistema deberá tomar medidas para evitar que estos niveles de abstención se proyecten a las elecciones parlamentarias y presidenciales, quizás aumentadas. Resulta muy peligroso que a los encapuchados misteriosos que pusieron el desorden en el sistema el domingo pasado, se les agreguen otros desordenados por la vía del mal ejemplo.
Lo que tenemos es una crisis de representación de incalculables consecuencias, que el movimiento social, especialmente los estudiantes, no pueden obviar. Que haya triunfado Tohá en Santiago no se explica por el mérito de esa candidata como por la conducta agresiva, descalificadora y represiva que el alcalde saliente tuvo contra los estudiantes de la Enseñanza Media de esta comuna que vienen jugando desde hace mucho un rol heroico.
Del mismo modo, el movimiento estudiantil jugó un papel determinante en la caída del halcón negro de Providencia, y en la derrota de Sabat en Ñuñoa.
Omnipresente telón de fondo, el campo abstencionista es un espacio en disputa. Del movimiento social depende en gran medida leer correctamente el nuevo escenario. Al sistema le va a convenir, cómo no, que no pase nada. Que lo legal subsuma lo legítimo y que nadie se proponga trabajar sobre el evidente desapego de la mayoría por una manera de hacer país: como quiera que sea, el no votar es una demostración de un desinterés generalizado por la política. Es una forma de vandalismo cívico en el que no se quiebran ventanales, pero sí confianzas y certezas.
Los abstencionistas usan la capucha del anonimato por lo que es difícil identificarlos; ya los quisiera la policía y los Ministros tenerlos bien controlados, fotografiados y apaleados.
Los que no votaron le han hecho al sistema un daño inmensurable.
Los vidrios, se reponen, los semáforos se vuelven a levantar, las basuras se barren por las mañanas. Pero esta horda de más de ocho millones de encapuchados, de los que nadie puede señalar filiación o simpatía, ha puesto una barricada que no se sabe a qué obedece, pero lo cierto es que ha contribuido a acorralar a un sistema que se descascara irremediablemente. |
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