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Notícies :: sense clasificar
una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
19 set 2012
Com que si les critiques que reben els patriotes provenen de sectors llibertaris, aquests són titllats d'"anarco-espanyols", ací una crítica marxista, tanta "independència i socialisme (marxià-leninista o stalinista)" que proclameu:

L'article, originalment penjat a aquest bloc portat per gent marxista i llibertària a parts iguals:
http://losdeabajoalaizquierda.blogspot.com.es/


"El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba.
El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba.
El nacionalismo, cuando los pobres lo llevan dentro,
no mejora: es un absurdo total."
BERTOLT BRECHT

¡Sin autodeterminación no hay revolución! Tal es la idea de una oposición radical contra el Estado español que no se ha vuelto suspicaz a pesar de que la autodeterminación cuenta, entre la clase dominante autóctona de Euskadi y de Cataluña, con paladines tan contrarrevolucionarios como naturales. Contrarrevolucionarios porque, como políticos, tienen a su cargo relaciones de producción, de propiedad y de justicia burguesas. Y naturales porque "autodeterminación" —e.d., más soberanía para los poderes que encabezan— es su aspiración natural, en tanto que políticos

Si, además, la soberanía es la causa por la que se lucha, es criticable cualquier desobediencia popular contra el poder que la reclama. La autodeterminación exige paz social y no lucha de clases. "Unidad popular" contra el enemigo común —el poder estatal negador de ese alto derecho— y no una división de la nación a tenor de los antagonismos propios que determinan las condiciones de vida del "pueblo trabajador", eso es lo que requiere toda causa nacional. Porque su objetivo eminente es la afirmación de un poder estatal propio que, orgulloso de su autenticidad y como representante de una identidad nacional que hace de súbditos y mandamases una masa armónica, esté legitimado para exigir la sumisión voluntaria de todo un pueblo. Sin una crítica del derecho de autodeterminación no hay, pues, revolución.

El derecho de autodeterminación de los pueblos

El poder de los Estados modernos sobre sus súbditos —se dice— emana del pueblo. No es la gracia de Dios la legitimación preferida del poder de un caudillo, de un monarca o de un político de punta: es la voluntad del pueblo. El avatar de las naciones, empeñadas en imponer sus aspiraciones nacionales, se transfigura entonces en la realización de un mandato de los pueblos.

Este mito consagra el derrumbe del socialismo real, y lo cuenta como un despertar de pueblos que, cansados del maltrato e impulsados por el ideario más puro de su nacionalidad, se alzaron para reclamar que sus Estados introdujesen cambios políticos que, por lo demás, el "mundo libre" consideraba como hacía ya tiempo necesarios. Para remacharla, estadistas de uno y otro lado, personajes autorizados por el hecho de que nadie duda de que son ellos quienes rigen los destinos de sus pueblos, afirman con inimitable desenfado que lo que ocurre —pogromos mediante— es algo muy natural: la práctica, por parte de los pueblos, de su derecho a la autodeterminación. ¡Puros cuentos!

Los derechos y los pueblos
A diferencia de otros principios y normas establecidos por el orden estatal, que le son familiares como las reglas del juego que hay que obedecer, al compatriota común el derecho de autodeterminación de los pueblos le es completamente ajeno. En su ajetreada vida, dedíquese a lo que se dedique, carece de toda ocasión para disfrutar o para infringir ese derecho, al que, como súbdito nacional, pareciera tener algún derecho. ¿Acaso no se trata del derecho más elevado a que puede aspirar un pueblo?

Por supuesto que sí. Y, por lo mismo, el derecho se refiere expresa, concisa y exclusivamente al pueblo, abstrayendo de la masa de compatriotas que lo integran. En la ilustre abstracción pueblo, los catalogados como compatriotas no figuran como lo que son: obreros, patrones, políticos o toreros, sino como las partículas idénticas de un ser colectivo nacional que existe como tal por la pura razón de estar sometido a la fuerza de una misma autoridad estatal. Una vez hecha la abstracción pueblo, una entelequia racial o histórica, surge radiante el derecho a la autodeterminación para reclamar, en nombre de la raza, la historia o la fe un ficticio "destino en lo universal"; como si fuera poco el destino real de un pueblo determinado sistemáticamente por la política de la fuerza estatal a la que hay que obedecer. Porque todo pueblo moderno muy honrado está con los derechos y deberes otorgados. Desde que se levanta hasta que se acuesta, la vida de un compatriota cualquiera transcurre en los marcos que la ley le fija y dentro de los cuales se le permite perseguir sus ubérrimos intereses, compitiendo contra los demás. Además de votar, está obligado a ganar dinero para existir y a servir, con su vida y sus bienes, a la autoridad nacional.

Por lo tanto, los miembros de una nación, todos libres e iguales ante la ley, en la medida en que se comporten de acuerdo a lo que el derecho les señala y permite, son compatriotas que están perfectamente autodeterminados. Siempre que actúen según las leyes, son completamente libres. En caso contrario, caen en la categoría de delincuentes, experimentando en carne propia que la conveniencia de perseguir el interés propio existe exclusivamente dentro de los términos del derecho que el monopolio estatal de la fuerza mantiene en vigor.

¿Qué razón pueden tener entonces los sumisos miembros de un cuerpo social, ocupados ya de por sí en gozar de la más completa libertad dentro de los marcos del orden vigente, para, encima, preocuparse por el ejercicio de la facultad que les otorga el derecho a la autodeterminación? Pues ninguna.

Los agentes del derecho de los pueblos a la autodeterminación

Las informaciones que se publican sobre la vigencia del derecho de autodeterminación de los pueblos son, por lo general, decepcionantes: se le constata menoscabado o pisoteado sin piedad. De los informantes llama enseguida la atención que entre ellos los sufridos y numerosísimos compatriotas, de cuyos más profundos intereses se trataría, no juegan papel alguno.

Suelen ser el presidente de los Estados Unidos o el Congreso de ese país, el Parlamento Europeo o el señor presidente de la URSS quienes llevan la voz cantante en la cuestión de la autodeterminación de tal o cual pueblo. Es decir que los protagonistas reales de este derecho de los pueblos son quienes mandan. En su calidad de personajes que deciden cómo y cuándo usar la fuerza estatal, han elegido el derecho a la autodeterminación de los pueblos como un tema del diálogo entre ellos. Y sería peligroso confundir semejante cosa con un clamor de los de abajo frente a poderes extranjeros. Pues se trata de una cuestión entre los más altos servidores de la más sagrada y brutal de las causas: la causa nacional. Cada estadista la reclama exclusivamente para sí y contra el otro Estado, en nombre de un mandante soberano, inapelable y ficticio: su pueblo. De sus integrantes, los compatriotas de carne y hueso, nada importa, fuera del hecho de ser grises partículas de la masa nacional. La función única y eminente que los caracteriza es la de ser dignos miembros de la "comunidad de destino" a la que pertenecen y, en tal sentido, exponentes auténticos de los intereses nacionales que los líderes políticos asumen e imponen como si fuese por encargo de la masa de compatriotas. La política del Estado se realiza, entonces, en nombre del pueblo, su masa de maniobra, a la que se honra como sujeto de todas las maquinaciones de quienes detentan el poder y como fuente de todas las ambiciones del Estado frente a soberanías extranjeras. A los jefes de Estado o de Gobierno les queda, por ello, muy bien presentarse como luchadores incansables por el derecho de autodeterminación de los pueblos que ellos mismos mandan. Acostumbrados a la servidumbre voluntaria de la mayoría nacional, la premian con todo el cinismo de que son capaces regalándole y garantizándole un derecho a la autodeterminación, de cuyo ejercicio positivo —agregan— no cabe duda. Y es que, según ellos, de lo que se trata, en primer lugar, es del derecho del poder estatal al logro pleno de sus fines internos y externos y, en segundo lugar, del derecho de ellos como estadistas a ejercer el poder sin cortapisas de ninguna clase. ¿Acaso no consideran inadmisible todo aquello que dificulte, ya sea en lo más mínimo, el ejercicio soberano del poder político? Que algo huela a "presión callejera" cuenta ya como acto de coacción sobre los poderes públicos: figura delictiva punible en todo Estado de derecho.

Se comprende, por lo tanto, que no haya personaje de la alta política que no pierda ocasión de mostrarse satisfecho por el hecho de gobernar pueblos cada día más y más autodeterminados, ya que una legitimación tal del poder del Estado es siempre bienvenida, pues ideológicamente lo perfecciona. Pero que, en nombre de una facultad inexistente de los pueblos, los Estados modernos hayan librado dos guerras mundiales, hayan firmado la paz, y que casi medio siglo de guerra fría y de preparativos de guerra atómica mundial tengan en el derecho universal de los pueblos a su autodeterminación su motivo más profundo, no es asunto que se pueda entender sin más ni más.

Derecho a la injerencia en nombre del pueblo

Para aclarar la cuestión conviene analizar tanto la querella entre los abogados de uno y otro pueblo sobre el citado derecho como el ámbito "natural" en que ésta tiene lugar: la diplomacia y la política externa. En primer lugar, ese mundillo no está para atender a los intereses y a las necesidades de los compatriotas. Por el contrario: es la masa de sufridos compatriotas la que con sus diarios sacrificios debe cumplir la delicada función de atender a las necesidades que surgen de los multifacéticos planes de intervención del propio Estado en los asuntos de las otras soberanías. Como estos planes tienen el fin nacional inobjetable de acrecentar el poderío y la riqueza de la propia nación, a costa de las otras, ningún patriota serio piensa en ponerles reparos. Y, en segundo lugar, para la política exterior de un Estado el derecho de autodeterminación constituye un título de validez universal que avala la justeza y la justicia de su fuerza nacional soberana. El poder estatal mismo se lo ha librado a su favor, y la mafia diplomática lo lleva en su valija. Caso que, frente a otro Estado, un Estado decida —en bien de su interés nacional— sacar el valioso título de la maleta y ponerlo en la mesa de conversaciones, entonces, en el habitual tejemaneje entre las naciones se produce una grave modificación. Este acto anula la igualdad de las partes y representa el menosprecio consumado del otro poder soberano. Porque el Estado, que precisamente deriva su carácter de poder plenipotente de la existencia de un pueblo auto-determinado y exalta, de esta manera, su fuerza como la consumación de todos los anhelos y sacrificios del pueblo, como la realización de su voluntad más genuina, niega con absoluta convicción que en el otro Estado existan esas premisas que él considera esenciales para el ejercicio de la soberanía.

El título así puesto sobre el tapete corrobora que el otro poder no está para servir al pueblo, que es fuerza pura y que lo decisivo para una soberanía estatal —el mando supremo sobre el inventario humano denominado "pueblo"— carece de los papeles que lo acrediten como nacionalmente legitimado. Ese poder no se justifica. Merece que se hunda. Entonces hay que hundirlo.

El categórico dictamen no se basa en que sus autores, los campeones de la autodeterminación, hayan prestado oídos a los clamores de una etnia foránea, a sus penas y exigencias. Se trata, puramente, de la calculada constatación de un principio lesionado, constatación ajena a cualquier interés menoscabado —real o supuestamente— por el poder en el banquillo. La situación declarada inadmisible por la diplomacia tiene que ver aún menos con las necesidades reales y cotidianas de los compatriotas del pueblo agraviado. Sus abogados defensores, gente acostumbrada a operar con valores tan superiores como son los derechos humanos, no van a andar perdiendo su valioso tiempo ocupándose de las condiciones de vida y de trabajo de súbditos extranjeros, como no sea para empeorarlas. ¿Acaso no se trata de los mismos personajes que en casa presumen de valientes por atreverse a imponer medidas político-económicas antipopulares para hacer frente a los problemas de la nación? Y son justo estos mismos personajes quienes les adjudican a los pueblos el papel de mandantes —tan indiscutible como ficticio— de las tropelías que ellos en la política internacional cometen. En nombre de "los pueblos" actúa la todopoderosa razón de Estado al decidir, basándose en las exigencias de la lucha por la hegemonía y el reparto del mundo, impugnar la soberanía de otro poder estatal. El poder que así opera, se entroniza como tribunal supremo sobre un derecho universal que declara transgredido, reclamando para sí la potestad de castigar las violaciones cometidas. Se erige en juez, se arroga el derecho absoluto sobre los demás y despoja, teóricamente, a los Estados inculpados de la facultad de disponer de su material humano, una de sus fuentes esenciales de poder
La frase "derecho de pueblos", que al comienzo parecía la muletilla idealista jurídica de una convivencia Ínternacional, se revela como la justificación de una formidable aspiración estatal, como la manifestación de la voluntad irreductible de un Estado —encarnada siempre en la firmeza de carácter de su conductor— de negar los derechos que el poder de otros Estados tiene sobre sus súbditos, reclamando para sí, en principio, una competencia sobre éstos. Semejante acto lleva implícita la advertencia de que el respeto a las soberanías así cuestionadas queda únicamente librado a los medios militares de los que ellas realmente dispongan; y ello sin que la fuerza militar extranjera amedrente para nada a los paladines de la autodeterminación de los pueblos. Como jueces sobre pueblos y naciones, han dictaminado castigo para quienes se han hecho culpables de agravios contra los pueblos y, lógicamente, hacen todo lo que está a su alcance para que se cumpla la sentencia. Cuando ese día llega, suena "la hora de los pueblos".

Hoy le toca a los pueblos de lo que una vez fue el "bloque soviético" convertir en realidad su derecho a la autodeterminación, cuyos más celosos guardianes residen en Washington, Bonn, Londres y París. Únicamente los Estados aliados en la OTAN tienen, además, todo derecho sobre este derecho: porque sólo la fuerza que lo garantiza da validez al derecho.

Los pueblos en vías de autodeterminarse

Por el sendero luminoso de la autodeterminación avanzan, según la opinión pública occidental, los pueblos de Europa Oriental. Acaban de hacer trizas la cárcel de pueblos que era su morada y con el flamante documento de "autodeterminados", que los acredita como naciones libres, acuden a las puertas de su librador, el Mundo Libre occidental y cristiano, buscando ayuda y consejos para apuntalar la nueva libertad nacional. Las potencias occidentales les marcan los pasos a seguir para que del proceso de desmantelamiento del viejo modo de producción, con sus secuelas de quiebras y destrozos, salga algo parecido a "estabilidad". Esta palabreja no alude, por supuesto, a aquellas circunstancias en las que un pueblo, una vez abatidos los viejos amos, toma riendas en el asunto para dedicarse a crear una sociedad de productores donde todos tengan lo que necesitan. Eso sería comunismo, algo que nunca se le pasó por las mientes a ningún disidente opositor al socialismo real.

"Estabilidad" significa, en esta caso, que desde arriba hacia abajo se mande y se obedezca, que se gobierne con absoluta soberanía, de manera que unas élites diestras en todas las inmundicias de la política liberen, absoluta y totalmente, a los pueblos del rompedero de cabeza que sería el pensar cómo y en beneficio de quién organizar mejor el consumo y la producción, la educación y la salud.

Así, las nuevas mafias políticas en el poder, ataviadas de pies a cabeza con los colores nacionales, conducen a los pueblos recientemente autodeterminados por la senda marcada que, por otra parte, se tiene como la única posible: la democracia capitalista. Con irónica suficiencia, las naciones occidentales no pueden menos de reconocer que, aunque tengan mucho que aprender, los pueblos de Europa Oriental van por el buen camino, ya que el nuevo interés nacional que allí se abre paso satisface las aspiraciones económicas y políticas globales de Occidente. Los nuevos mandamases, los Havel y Walesa, mendigan créditos, suplican asesorías y ofertan el patrimonio estatal a un capital y a una habilidad comercial occidentales que saben sacarle provecho. Mientras tanto, el pluralismo político "made in West" hace de los autodeterminados integrantes del pueblo... votantes, es decir, masas de maniobra de la competencia política por el poder. La rapidez de los cambios, mejor dicho la celeridad con la que hay que acostumbrarse a las durezas de la nueva vida, donde se generaliza una miseria que recuerda a la que pintaba la propaganda del viejo Estado cuando difamaba al capitalismo para fabricar conformismo con su socialismo real, ha dejado boquiabierta a la masa de compatriotas. Y mientras siguen por un lado papando moscas y por el otro aprendiendo a arreglárselas con cada vez menos, el mundo del capital se vanagloria cada vez más sobre el estado de cosas reinante en lo que fue el "Bloque oriental". Los centinelas del derecho de autodeterminación celebran la ruina del socialismo como el triunfo de ese derecho que, como es el derecho de ellos, ha abierto a las naciones de la OTAN —a su política, a su economía y a su diplomacia— las perspectivas para la reconquista capitalista de toda Europa.

También los reconquistados pueblos tienen su perspectiva. Esta consiste en sacrificarse por una libertad nacional cuyo precio lo fija ese Occidente que tanto les ayuda y alienta.

Dentro de la Unión Soviética, Estado multinacional notorio, el derecho de autodeterminación de los pueblos encuentra un amplio campo de acción. Los efectos de las técnicas de injerencia y de disgregación imperialistas no serán tan contundentes como en el antiguo "glacis"; pero, de todas formas, hacen progresar la desunión soviética. Cada pueblo soviético, nacionalmente agraviado por la existencia de un Estado que le niega su derecho más preciado, se merece que le den una dosis de autodeterminación que esté en función de los intereses y medios empleados por las potencias que amparan y reclaman ese derecho.

En consecuencia, si bien Occidente promueve en general la jerarquización diplomática de cualquier motín nacionalista, ya que éstos minan el poder del enemigo, se reserva, sin embargo, todas las opciones ante cada alzamiento nacional: desde apoyar la xenofobia por justificada y útil hasta condenar una declaración de independencia por inoportuna y desestabilizarte.

Completamente distinta se presenta la situación del derecho de autodeterminación en Euskadi y en Irlanda del Norte. Allí esta facultad es asumida plenamente por gobiernos democráticos para quienes nada es más sagrado que el monopolio estatal de la violencia. Madrid y Londres reprimen, París coopera y la opinión pública del Mundo Libre, si se da por enterada, lo comenta como un tema de orden público.
El derecho de autodeterminación del pueblo alemán

Sus abogados naturales residen en Bonn. Como la única parte libre de la nación alemana, sólo el Estado alemán occidental puede asumir los derechos del pueblo alemán en su conjunto. Consecuentemente, la RFA reclama y ejerce el derecho tutelar sobre todos aquellos individuos a quienes considera —aunque se hallen sometidos a otra soberanía estatal— como miembros de la nación alemana. De manera que el régimen de Bonn no sólo posee derechos incontestables sobre los 17 millones de compatriotas de la Alemania Oriental, sino también sobre las minorías alemanas en Polonia, en Rumania y en todo rincón donde Bonn quiera descubrir la presencia de alemanes menoscabados en sus derechos nacionales. En la misma Unión Soviética la diplomacia de la RFA ha contribuido al despertar nacional de los alemanes del Volga. Estos descendientes de colonos alemanes importados por la zarina Catalina II, se hubieran olvidado de su alemanidad si no fuera porque Bonn los declaró reliquia nacional y auténticos ejemplares del derecho del pueblo alemán a la autodeterminación, sometiéndolos, por lo tanto, al derecho tutelar que el Estado alemán occidental se arroga sobre cualquier agraviado compatriota de sangre germana diseminado por el globo.

Según la doctrina vigente en Bonn —"una nación, un pueblo"— ni los habitantes de la RDA constituyen un pueblo ni la RDA una nación. Se trata de un producto espurio que contiene un patrimonio étnico alemán, el testimonio trágico de un cuerpo nacional mutilado. El derecho de autodeterminación le compete entonces exclusivamente a la RFA. El Gobierno de Bonn es el gobierno verdadero, legítimo y natural de todos los alemanes. Los amputados tienen entonces derecho, en nombre de su propio derecho de autodeterminación, a lo que el tutor occidental considera como absolutamente necesario para solucionar el problema "Alemania". Solución que reside en completar la unidad de la nación bajo una dominación estatal única.

Para alcanzar este propósito Bonn consideró que eran necesarias elecciones libres en el territorio de la RDA, que ratificasen la anexión a la RFA y que designasen nuevas autoridades germanoorientales con plenos poderes para ejecutar el "Anschluss". Un mandato electoral adverso a estos fines hubiera significado un atentado inadmisible contra el derecho de autodeterminación, puesto que los comunistas —una vez más— habrían logrado impedir que el pueblo asumiese su más alto derecho nacional. Para dar oportunidad a que el derecho de autodeterminación se ejerciese libremente, hubo que enviar medios técnicos, dinero y propaganda, promulgar nuevas leyes y abatir las instituciones de seguridad estatal del viejo régimen. El poder comunista quedó, así, desmantelado. Para ofrecer alternativas al electorado fue necesario, además, organizar varios partidos —sucursales locales de los exitosos partidos germanooccidentales—, de forma tal que el flamante ciudadano libre pudiese hacer uso de su derecho a elegir sin temor a errarle. La voluntad nacional se expresó entonces en toda su plenitud, y la ciudadanía libre de la zona oriental de la nación pudo, por fin, dar un sí abrumador y pluralista a una Alemania: una, grande y libre.

Aunque los altos agentes de la unidad nacional estimen la reunificación como un "proceso natural", no la dejan ni por un instante librada al curso de los acontecimientos. Un plan por etapas hacia la unidad —diseñado por Bonn y que lleva el título de "comunidad de acuerdos"— establece la vigencia de nuevas relaciones socio-económicas que, por su propio carácter, aceleran la descomposición del antiguo Estado y de su economía, y mediante sus efectos sobre los agentes de la producción y el consumo le advierten a la población germanooriental que, sin una reunificación sin demoras, no hay derecho ni a un plato de lentejas. Hasta el menos autodeterminado de los ciudadanos capta enseguida la brutal advertencia. La unidad de la nación sería defectuosa si entre los ciudadanos de la zona nacional liberada, que están dando sus primeros pasos en libertad, hubiera quienes confundiesen su derecho al sufragio con la facultad de tener algo que decir acerca de la conformación del nuevo orden estatal en vías de establecerse. Como cualquier reminiscencia socialistoide en tal sentido atentaría contra los intereses de Alemania, se machacan sin pausa las consignas de Bonn: ¡Alemania es una! y ¡Somos un pueblo!

Contra esa "dementia nationalis" son asimismo sus propagandistas más eminentes y oficiales quienes ofertan la terapia, afirmando que sólo una expedita reunificación de la nación es capaz de frenar el nacionalismo de masas a punto de desbordarse. Esta es la forma, consecuente por cierto pero no abusiva, en la que el Estado germanooccidental asume sus responsabilidades por la vigencia del derecho de autodeterminación de todo el pueblo alemán. Desde su fundación ese poder estatal reclamó exclusivamente para sí, como prerrogativa constitucional, el derecho tutelar sobre todo súbdito considerado como miembro del pueblo alemán, negando así de plano la legitimidad existencial del Estado alemán oriental. Fueron sólo las relaciones de fuerza internacionales las que impidieron, desde la postguerra, la vigencia real de un derecho a la anexión que hoy, como funciona apoyado hasta por gente a la que seguro no le toca nada del botín, se ha convertido en un negocio redondo... para la clase política germanooccidental, a la cual la RFA desde hacía ya un buen rato le quedaba chica.

Una victoria, no sólo ideológica, del imperialismo

Entre los "eternos valores humanos" que rescató Gorbachov del olvido comunista está la nación. Ahora Moscú considera, igual que Washington, que el derecho de autodeterminación es una "aspiración natural de cada pueblo". La política exterior e interior del Estado soviético basada en el respeto absoluto de la libertad nacional conduce, según el líder soviético, al "perfeccionamiento" de las relaciones Internacionales, tanto dentro como fuera de la Unión Soviética. A las antiguas naciones aliadas del Pacto de Varsovia Moscú les permite que se retiren de la Alianza, y el Presidente Gorbachov les desea, como naciones ahora autodeterminadas, el mejor de los augurios. Quizá Gorbachov y sus asesores realmente crean que una retirada general de posiciones, que no por casualidad la vieja y condenada "política de confrontación" consideraba vitales para los intereses de la potencia mundial Unión Soviética, beneficie a "la paz", al desarme, y acelere la construcción de la mansión común europea. Sin embargo, esa fraseología de verdad no tiene un ápice.

Lo cierto es que si la URSS abandona sus posiciones mundiales y europeas es porque pretende con ello poder librarse de la situación en la que la han colocado el chantaje y la presión exitosa, tanto política como militar, de un imperialismo democrático dueño del mercado mundial: la de ser una potencia nuclear mundial sin ninguna clase de derechos reconocidos a existir como tal.

Para ganar entonces libertad de acción y obtener por parte de las potencias occidentales el reconocimiento y la voluntad de cooperar en todos los terrenos, la URSS liquida su propio bloque como si él fuera el obstáculo que se interpone para alcanzar aquel fin. Y en la tarea asume el punto de vista ideológico del "mundo civilizado", que precisamente es el mismo que el imperialismo democrático levanta como bandera de combate contra el poder soviético: el derecho de autodeterminación de los pueblos.

El nuevo patrón ideológico de los dirigentes soviéticos, que ya no quieren oír hablar más de su vieja fraseología de una política al servicio de un interés de clase, tiene dentro del Estado soviético un campo enorme de aplicación. Porque vista la URSS, tanto su pasado como su presente, según el gran principio etnoracial de separación de los pueblos — a cada etnia su propio amo— y abarrotada como está de tribus que viven en abigarrada mezcolanza, manejadas por gente extraña, puede afirmarse que se trata de un conglomerado de injusticias históricas y nacionales necesitadas de urgente reparación.

Por su parte, los garantes genuinos del derecho, las potencias occidentales, subrayan que la condición para que la autodeterminación de los pueblos en el campo soviético sea fructífera es precisamente su efecto disgregador. Que para contrarrestarlo a los dirigentes soviéticos no se les ocurra cosa mejor que cortejar a todo nacionalismo que se les viene encima, no es ni una reacción muy inteligente que digamos ni una capitulación por etapas. Es la forma, explosiva y contradictoria por cierto, como la URSS practica la supervivencia de su soberanía estatal frente a una injerencia occidental que hace sentir sus efectos reduciéndole dramáticamente las opciones. Como quiera que sea, los dirigentes soviéticos ya notarán que esa política debilita a la URSS y fortalece a una coalición de naciones que, mediante sus ininterrumpidos preparativos bélicos, subrayan su carácter de enemigas. En cuanto a la especulación de los managers de la perestroika al reconocer nacionalismos que, una vez desatados, retornarían a una amistad imperecedera con la URSS, no es nada más que una vana ilusión.

Abandonada por sus aliados y resquebrajada por el separatismo, muy alto será el precio que la URSS tendrá que pagar para hacer frente a las reforzadas aspiraciones de las potencias imperialistas, las protectoras exclusivas de un derecho de autodeterminación que, en el Báltico y el Cáucaso, en Mongolia y en Ucrania, se abre paso en contra de Moscú y pueblo contra pueblo.

Sobre la Identidad Nacional

Una forma moderna de adhesión a la patria es afirmar que los seres humanos viven voluntariamente sometidos a una autoridad nacional por pertenecer a un tipo de hombre de características similares. Están juntos porque tienen algo en común. Ese algo en su interior que los impulsa a juntarse es su identidad nacional.
No es la coacción real del poder estatal la que obliga a los miembros de una nación a someterse ni es la conveniencia, hipotética o real, de perseguir los intereses particulares la que hace de esa sumisión un acto "razonable" para los ciudadanos: es un profundo carácter nacional colectivo que los convierte en un rebaño.

La identidad nacional se revela, así, como el dogma racista que justifica el nacionalismo moderno. Como todo dogma prefiere los ejemplos a las razones. Mediante ellos se ilustra lo que se afirma: que una cantidad de seres humanos poseen algo en común, preexistente en ellos a la presencia de cualquier coacción política organizada llamada Estado, y que eso los hace un pueblo, y más pueblo todavía en el caso en que no se hallen sometidos al poder de la misma nación. Tres ejemplos integran la Santísima Trinidad Nacionalista: el idioma común, la cultura común y la historia común.

1. La lengua común

Un idioma nacional no es el resultado de la evolución propia y "natural" de un habla local. Es un producto político que el poder de un Estado ha impuesto, ya sea como lengua imperial en los territorios sometidos, o bien como lengua oficial de la administración y de los negocios en todo el ámbito de su soberanía. En ambos casos sin ninguna clase de reparos hacia otras lenguas o dialectos locales. El dogma racista, dando vuelta a las cosas, afirma que la lengua es un lazo común prepolítico que ha contribuido a desarrollar otros "lazos comunes", los cuales el poder político no habría tenido más remedio que aceptar.

Igual confusión padecen quienes se proponen revivir una lengua por considerarla "lazo común de liberación". Así se liberan, pero sólo de la lengua oficial del Estado. En cuanto al "lazo común de liberación", hasta la misma fuerza pública se articula con él, y no sólo cuando reprime.

Por lo demás, no es por el hecho de hablar una misma lengua que se desarrollan "lazos comunes" entre la gente. Si se ponen o no de acuerdo, si profesan ideas semejantes o diversas, si persiguen fines similares o contrarios, no se debe al "lazo común".

La lengua está ahí para que cada uno diga lo que mejor le parezca o se calle. Para decir lo que se quiere y lo que no se quiere. Para hacer oír razones o injurias. Ninguna diferencia de ideas o de intereses pierde importancia porque quienes las tengan hablen la misma lengua. Hay que ser muy bruto, o muy tonto, para imaginarse que todos los antagonismos, ya sean ideológicos o sociales, pasen a un segundo plano por la mera existencia de un ser colectivo nacional-parlante.

2. La cultura común
Un libro, un cuadro, una sinfonía suelen gustarle a mucha gente. Y no precisamente porque gocen al unísono de lo nacional que la obra contiene. Sobre gustos no hay nada escrito, vale decir que manda en ellos la subjetividad y no el patriotismo. La nacionalización de la cultura es también una obra del poder estatal nacional, el cual coloca bajo su tutela un ámbito del que siempre se ha dicho que es donde se manifiesta lo individualísimo del individuo: el arte. El poder político declara el arte y la cultura patrimonio nacional, y, como patrono de la creación artística, usa los productos del arte para embellecerse y dignificarse con ellos. Además, hace que la cultura llegue nacionalizada al pueblo. Ya en la enseñanza básica, a los alumnos se les enseña a utilizar las anteojeras nacionales para que aprendan a interpretar —como es debido— la biografía y las ideas de los grandes creadores patrios. Y como con las obras que son el orgullo nacional no son pocos los que se aburren, no hay más remedio que obligar a memorizar de ellas aunque sea algo, por lo menos los títulos.

Igual de aburrido es rescatar las tradiciones culturales de naciones oprimidas; que tienen que gustar, porque ellas reflejan la inmaculada identidad nacional de quienes han sido y continúan siendo víctimas del imperialismo

3. La historia común

De común mucho; de en común nada. Quien afirme lo contrario, seguro que no se refiere a las actividades cinegéticas de los antiguos moradores del territorio patrio, sino a la herencia común, abundante en atrocidades, que todo poder estatal reclama como suya e impone como patrimonio histórico nacional. Los antepasados las sufrieron, y los súbditos de hoy no deben abandonarse a la idea de que de cosas tan horribles y dañinas, como son las guerras, habría que huir a como sea. No. Tienen que asumir los sufrimientos del pasado como herencia común, como el patrimonio horroroso y conmovedor de una "comunidad de destino en lo universal" que deben hacer suya. Cada miembro tiene, de esta manera, el derecho de enorgullecerse o de avergonzarse, lo que mejor le parezca, pero siempre sintiéndose como una partícula más de la gran causa nacional que, más allá de cualquier interés individual, encierra deberes y derechos.

El significado de los mismos los define la política del Estado según la naturaleza de sus intenciones y propósitos, tanto internos como externos. Al pueblo le cabe, como pueblo, identificarse con los proyectos del poder estatal al que obedece. Tiene que hacerlos suyos. Para ello es necesario olvidar toda diferencia entre ciudadano y poder político, entre súbdito y estadista. Si un pueblo logra brindar un rendimiento semejante puede estar seguro de que el Estado aun las guerras las declarará en su nombre. La obediencia ciudadana de un pueblo que se identifica con el poder estatal no aparece, así, como la sumisión popular al monopolio de la fuerza estatal, sino como la expresión de la voluntad libre del pueblo. Cuanto más grandiosa es la empresa que un Estado acometa, más útil para su logro es la idea de una volunta nacional colectiva que anida en el espíritu de todos los ciudadanos —quiéranlo o no— como identidad nacional: una ideología engendrada por el poder, el cual se vale de ella afirmando que él tan sólo la refleja.

Arremeter contra un Estado en nombre de una identidad nacional maltratada es un peligroso error, ya que supone que es en su cualidad de extranjero donde reside su carácter de opresor. Bastaría, según esto, con la sumisión a un Estado autóctono para llegar a ser libre.

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Comentaris

Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
19 set 2012
fart de sentir per totes bandes crítiques i més crítiques a una cosa tan democràtica com és decidir com vols organitzar-te políticament, si amb espanya, sol, amb la UE, etc.

Però això passa sols amb catalunya perquè quan hi han altres referèndums d'autodeterminació, osti tu, ningú bada boca.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
19 set 2012
És que a mi els "indepes" del Camerun del Sud, de Birmània de l'Est o de la Lapònia més septentrional, visquent a l'Alt Camp, em queden com una mica lluny. No m'emprenyen amb el seu monotema i els seus mantres. No em donen ni deneguen cap carnet de bon birmà de l'est ni de bon camerunés del sud. però l'ANC, les CUP i els collons beneïts, no paren de tocar els collons, anant de porta en porta, cridant, passejant-se amb furgoneta amb megafonia "fem pinya, fem país!!!" com venedors ambulants de matalassos o testimonis de jehovà...

Per altra banda, com diu l'article (perquè estigui en castellà no et surtirà cap erupció a la pell), no te RES de democràtic ni el concepte de "poble" (en el context de discurs identitari-nazionalista) ni l'exercici del dret d'autodeterminació. En qualsevol cas, aquesta democràcia completa - democràcia comansi, amb la seva massa de d'airgamboys exercint el vot i el dret a decidir (SOBRE LES SEVES RESPECTIVES VIDES, POTSER? no, home, no, ingenu!!), aquesta democràcia abstracta amb subjecte abstracte excepte els seus líders concrets i les seves putes panxes plenes de mariscades ben concretes, te la pots confitar.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
19 set 2012
Lo que pasa x es que tu entiendes de manera muy limitada nuestra capacidad de decisión para organizarnos políticamente...casi anécdotica. Si todas las posibilidades de intervención se reducen a la tuya, a la elección entre identidades y su plasmación en una realidad social, es que no aspiras a mucho en la vida. Ni, obviamente, te los has currado nunca. Si hubieras puesto un poco de empeño, ganas, sudor y rabia, te darías cuenta que lo que te intentan vender es un sucedáneo, una placebo, una mascarada. Creo que ni siquiera sabes lo que puede llegar a significar la autodeterminación de la que tanto hablas... si realmente la quisieras.

Por cierto, muy bueno el texto.

No estaría de más también un análisis desde un punto marxista de casos ACTUALES de autodeterminación o procesos comenzados. Me viene a la cabeza Sudán del Sud, las repúblicas del cáucaso (ahora en manos de las antiguas tribus) o la Padánia. Lo digo porque los cuatro indepes siempre dan la chapa con los procesos de autodeterminación del siglo PASADO, desempolvando textos de Marx acerta de irlanda (del s.XIX!!!) y no dicen ni pío sobre los casos que antes he comentado.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
19 set 2012
altra aportació:

http://es.internationalism.org/node/3482

España y Cataluña: dos patrias para imponer la miseria


Millón y medio de personas se manifestaron el pasado 11 de septiembre en Barcelona a favor de que Cataluña “tenga un Estado propio dentro de Europa”.

Este acontecimiento ha sido enfocado desde muy diferentes lecturas: ¿es viable la independencia de Cataluña? ¿Por qué Cataluña pretende “divorciarse” de España? ¿Vivirán mejor los catalanes con la independencia? ¿Es cierto que Cataluña aporta más a España de lo que recibe de ésta? ¿Habría que pasar a un Estado federal?

Sin embargo, una lectura ha estado ausente: la del punto de vista del proletariado, la clase social que representa por su lucha histórica el porvenir de la humanidad. Es una lectura en clave de lucha de clases, en términos de nación o clase.

Luchar por la nación es luchar por el interés del Capital

El día 11 vimos a Felip Puig -conseller de Interior de la Generalitat catalana, impulsor de una violenta represión contra las manifestaciones masivas del año pasado, urdidor de turbias provocaciones policiales contra los manifestantes[1]- desfilar rodeado amistosamente de sus víctimas, jóvenes parados o precarios. Vimos a 9 de los 11 consellers de un gobierno que ha sido pionero en aplicar crueles recortes en sanidad y educación, andar codo con codo con sus víctimas: las enfermeras o médicos que han perdido más del 30% de sus salarios o los usuarios que tienen que pagar un euro cada vez que van a la consulta. Vimos a patronos, policías, curas, políticos, líderes sindicales, compartir calle con sus víctimas: parados, trabajadores, jubilados, emigrantes… Una atmósfera de UNION NACIONAL presidió la concentración. El Capital se hizo acompañar por sus víctimas –la mayoría explotada- convirtiéndolas en tontos útiles de sus objetivos egoístas.

Es posible que una parte importante de los asistentes no compartiera el objetivo de la independencia, quizá estuviera allí porque están hartos de recortes, de paro, de no futuro; pero lo bien cierto es que ese malestar ha sido canalizado por el Capital hacia su propio terreno, al terreno de la defensa de la Patria. La rabia de los trabajadores no se ha expresado para su propio interés, menos aún hacia el interés de la liberación de la humanidad, sino única y exclusivamente en beneficio del Capital.

¡Y que no nos digan que la lucha por la independencia de Cataluña debilita al Capital español! ¡Que no nos vendan el cuento de que apoyando a Cataluña avivamos las “contradicciones” del Capital, entre sus fracciones españolista y catalanista!

Si el proletariado lucha bajo banderas que no son suyas –y la bandera nacional es la más ajena a sus necesidades e intereses- entonces REFUERZA al Capital y a todas y cada una de sus fracciones. Es posible que avive las contradicciones entre ellos pero estas se canalizan dentro de sus crisis, sus guerras, sus conflictos de gánsteres, sus peleas de familia, es decir, pasan a formar parte del engranaje de barbarie y destrucción con el que el sistema capitalista atrapa a la humanidad.

La nación no es la comunidad de todos los nacidos en la misma tierra sino la finca privada del conjunto de capitalistas a través de la cual organizan la explotación y la opresión de sus “amados conciudadanos”[2]. No es ninguna casualidad que el lema de la manifestación haya sido que “Cataluña tenga un Estado propio”. La nación, esa palabra “entrañable”, es inseparable de ese monstruo –nada entrañable, frío e impersonal- que es el Estado con sus cárceles, sus tribunales, sus ejércitos, sus policías, su burocracia.

El señor Mas ha prometido un referéndum, no sabemos qué preguntará pero lo que si sabemos es lo que pretenden tanto él como sus colegas españolistas: hacernos elegir entre 3 opciones a cual peor: ¿Quiere que los ajustes y recortes se los aplique el Estado español? ¿Quiere que les sean impuestos en el marco de la “construcción nacional de Cataluña”? o ¿Quiere que se los propinen conjuntamente el Estado español y el aspirante catalán? El Capital en España cuenta con dos patrias para imponer la miseria: la española y la catalana.

¿Cómo hemos llegado a esto?

¿Qué mecanismos hacen que los trabajadores desfilen con sus verdugos, quienes, como decía un jefe de policía español –colega del Señor Puig- los ven como “el enemigo”[3]?

Hay varios pero a nuestro juicio los más importantes son 3:

La descomposición del capitalismo. Si desde las primeras décadas del siglo XX el capitalismo entró en su época de decadencia, desde hace casi 30 años este proceso se ha agravado dando lugar a una situación que hemos identificado como la descomposición del capitalismo[4]. En el plano político, esta descomposición aguda se manifiesta en la tendencia a una irresponsabilidad creciente de las distintas fracciones de la burguesía cada vez más enfangadas en el “cada uno a la suya” que con la agudización de la crisis se traduce en el “Sálvese quien pueda”. El Señor Mas cuando fue a Madrid el 13 de septiembre a recoger los réditos de la manifestación del 11 dijo que España y Cataluña eran como dos cónyuges que ya no se soportan. Tenía razón, las naciones son “matrimonios de conveniencia” entre diferentes fracciones de la burguesía; dada la crisis y descomposición del capitalismo, en su seno es cada vez más difícil fraguar un proyecto mínimamente serio que aglutine a sus diferentes fracciones. Esto hace que cada una tienda a hacer su propio juego aún a sabiendas que tampoco éste le va a dar alguna perspectiva. Las naciones se ven cada vez más asaltadas por un torbellino de tendencias centrífugas: en Canadá, Quebec ya no quiere vivir en la Federación, en Gran Bretaña el independentismo florece en Escocia.

Pero el drama es que estas tendencias afectan y contaminan al proletariado que vive rodeado de la pequeña burguesía –caldo de cultivo de la descomposición social- y sometido a la presión que ejercen las conductas cínicas y corruptas de la clase dominante así como a la propaganda que esta difunde. El proletariado debe combatir los efectos de esta descomposición social, desarrollando los anticuerpos necesarios: a un mundo de competencia desenfrenada debe oponer una lucha solidaria; a un mundo que se disgrega en pedazos con gobernantes aspirantes a reyezuelos de Taifas, debe oponer su unidad internacional; a un mundo de exclusión y xenofobia, debe oponer su lucha inclusiva e integradora …

Las dificultades de la clase obrera. Actualmente, el proletariado no tiene confianza en sus propias fuerzas, la mayor parte de los obreros no se reconocen como tales. Este fue el talón de Aquiles de los movimientos de indignados en España, Estados Unidos etc., que pese a los elementos positivos y cargados de futuro, la mayoría de participantes (precarios, parados, trabajadores individuales…) no se veían como parte de su clase sino como “ciudadanos” lo cual los hacía vulnerables a las mistificaciones democráticas y nacionalistas del capital[5]. Esto explica que los jóvenes parados o precarios, que hace un año ocuparon la plaza Cataluña, hicieron llamamientos a la solidaridad internacional y llegaron a rebautizar la Plaza Cataluña de Barcelona como Plaza Tahrir, hoy se movilicen tras la bandera nacional de sus explotadores.

La intoxicación nacionalista. Pero la burguesía, consciente de las debilidades del proletariado, está jugando a conciencia la baza nacionalista. El nacionalismo no es el patrimonio exclusivo de la Derecha y la extrema derecha, es el terreno común que comparten tanto el arco político que va desde la extrema derecha a la extrema izquierda como las llamadas “organizaciones sociales” (Patronal y Sindicatos).

El nacionalismo de derechas, atado a símbolos rancios y a una repelente agresividad frente a lo extranjero (xenofobia), resulta poco convincente para la mayoría de trabajadores (salvo sectores muy atrasados). El nacionalismo de Izquierda y Sindicatos tiene más gancho pues aparece como más “abierto” y más pegado a los asuntos cotidianos. Así, el discurso nacionalista de la izquierda nos propone una “salida nacional” a la crisis, para lo que piden una “distribución justa” de los sacrificios. Esto, aparte de que justifica los sacrificios con el señuelo de “hacer pagar a los ricos”, nos inocula la visión nacional pues nos presenta una “comunidad nacional” de trabajadores y patronos, de explotadores y explotados, todos unidos por la “marca España”. ¿En qué se diferencia esto del “patronos y obreros vamos en el mismo barco”, que decía José Antonio, líder del fascismo español?

Otro de los discursos preferidos de Izquierda y Sindicatos es que “Rajoy impone los recortes porque no defiende España y es un criado de Merkel”. El mensaje que se desprende es que la lucha contra los recortes sería un movimiento nacional contra la opresión alemana y no como lo que es: un movimiento por nuestras necesidades humanas contra la explotación capitalista. Además, Rajoy es tan españolista como lo fue Zapatero o como lo sería un hipotético gobierno de Cayo Lara. Ellos defienden España imponiendo sangre, sudor y lágrimas a los trabajadores y a la gran mayoría.

Las movilizaciones sindicales del 15 de septiembre han sido convocadas porque “quieren hundir el país”, lo que significa que los trabajadores debemos luchar no por nuestros intereses sino para “salvar el país”. Esto nos coloca en el terreno del Capital, el mismo que Rajoy quien pretende salvar España a costa del sacrificio de los trabajadores.

Los grupos que se han quedado con “la marca 15 M” defienden cosas “más radicales” pero no menos nacionalistas. Dicen que hemos de luchar por la “soberanía alimentaria”, lo que quiere decir que hemos de producir español y consumir español. Del mismo modo, hablan de hacer “auditorias a la deuda” para rechazar aquellas deudas que “se habrían impuesto ilegítimamente a España”. Una vez más, educación nacionalista pura y dura. Izquierda, Sindicatos y los restos fraudulentos del 15 M realizan una conspicua labor de “formación del espíritu nacional”. En tiempos del dictador Franco la asignatura de Formación del Espíritu Nacional era obligatoria, hoy desde todas las tribunas nos la imparten democráticamente haciéndonosla tragar lo queramos o no .

¡Y no pensemos que toda esta matraca nacionalista es exclusiva de España! La sirven en todos las salsas en los demás países. En Francia, el señor Melenchon, líder del supuestamente radical Frente de Izquierdas, proclama que « la batalla contra el tratado [de Estabilidad que se dispone a firmar el también “radical” aunque “tranquilo” Hollande] “es un nuevo episodio revolucionario por la soberanía y la independencia»[6] ¡ni que estuviéramos en tiempos de Juana de Arco!.

La matraca nacionalista tiene como fin enfrentarnos a unos trabajadores contra otros. A los trabajadores alemanes que están sufriendo sueldos de 400 € y pensiones de 800 se les dice que los sacrificios son culpa de los trabajadores de Europa del Sur “unos vagos que han vivido por encima de sus posibilidades”. Pero a los trabajadores de Grecia se les dice que su miseria es causada “por el mantenimiento de los privilegios y lujos de los trabajadores alemanes”. En París les dicen que “es mejor que haya despidos en Madrid para no imponerlos en Francia”.

Como se ve, nos lían con un nudo gordiano de mentiras que hay que romperlo comprendiendo que la crisis es mundial, el desempleo es mundial, los recortes se dan en todos los países. Pero el planteamiento nacional con el que nos machacan provoca que solo veamos los 700 mil parados de Cataluña o a lo sumo los 5 millones en España en lugar de ver los más de 200 millones en el mundo. Que solo veamos los recortes en Cataluña y en España y no veamos los dos enormes paquetes de recortes que se ha impuesto por ejemplo a los trabajadores “privilegiados” de Holanda. Que solo veamos “nuestra miseria” y no la miseria mundial. Cuando todo se ve según la estrecha, mezquina y excluyente óptica nacional, se tiene la mente preparada para creer en cuentos de la lechera como el que propaga el Señor Mas de “si pagaran los 10.000 millones que se deben a Cataluña no haría falta hacer recortes”, versión regional del “si España no estuviera tan atornillada por Alemania habría dinero para sanidad y educación”.

Contra la división del mundo en Estados-nación la lucha por la comunidad humana mundial

El capitalismo ha formado un mercado mundial, ha generalizado a todo el planeta el reino de la mercancía y el trabajo asalariado. Pero este solamente puede funcionar por el trabajo asociado del conjunto de trabajadores del mundo. Un automóvil no es obra de un obrero individual, tampoco lo es de los obreros de la fábrica, ni siquiera, de la nación donde ha sido fabricado. Es un producto de la cooperación de muchos trabajadores de distintos países e igualmente de distintos sectores: no solo del automóvil sino de la metalurgia, el transporte, la educación, la sanidad…

El proletariado tiene una fuerza fundamental frente al capitalismo: ser el productor asociado de la mayoría de productos y servicios. Pero tiene igualmente una fuerza cara a dar un futuro a la humanidad: el trabajo asociado que liberado de las cadenas capitalistas –el Estado, de la mercancía y del salariado- permita a la humanidad vivir de manera solidaria y colectiva, consagrada a la plena satisfacción de sus necesidades y las del progreso del conjunto de la naturaleza.

Pero para ello debe orientarse hacia la solidaridad internacional de todos los proletarios. Atado a la nación, el proletariado se verá atado a la miseria y toda clase de barbaries; atado a la nación, se envenenará con patrañas insolidarias, xenófobas, excluyentes, patrióticas…Atado a la nación aceptará la división y el enfrentamiento en sus filas.

¡Ninguna solidaridad con nuestros explotadores! Nuestra solidaridad debe dirigirse a los obreros de Sudáfrica machacados por sus pretendidos “liberadores negros”[7], nuestra solidaridad debe orientarse hacia los jóvenes y trabajadores palestinos que actualmente se manifiestan contra sus explotadores del mini-Estado palestino. Nuestra solidaridad está con los obreros de todos los países.

¡La unidad y la solidaridad no es con “nuestros conciudadanos” capitalistas de España o Cataluña sino con los obreros y explotados del mundo entero!

¡Los proletarios no tienen Patria!
Acción Proletaria 16-9-12

[1] Para comprender la catadura moral y las proezas represivas del Señor Puig ver ¿Qué hay detrás de la campaña contra los "violentos" en torno a los incidentes de Barcelona? en http://es.internationalism.org/node/3130 e Incidentes en Barcelona el 29-M: el blindaje represivo del Estado, en http://es.internationalism.org/node/3373

[2] Ver nuestro folleto Nación o Clase, http://es.internationalism.org/node/968

[3] Ver ¿Por qué nos consideran sus enemigos? http://es.internationalism.org/node/3330

[4] Ver para ello nuestras Tesis sobre la descomposición en Revista Internacional nº 62 http://es.internationalism.org/node/2123

[5] Para un balance crítico de los movimientos de 2011, ver 2011: de la indignación a la esperanza, http://es.internationalism.org/node/3349 y Movimiento de indignados en España, Grecia e Israel, de la indignación a la preparación de combates de clase en Revista Internacional nº 147, http://es.internationalism.org/rint147-indignados

[6] Ver http://internacional.elpais.com/internacional/2012/09/16/actualidad/1347

[7] Ver Matanza en Sudáfrica, la burguesía lanza a sus sindicatos y su policía contra la clase obrera, http://es.internationalism.org/node/3453 y Masacre de Marikana, lecciones de la experiencia sudafricana, http://es.internationalism.org/node/3468


http://es.internationalism.org/node/3482
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
20 set 2012
El marxisme en antropologia no té casi cap significancia, el materialisme de Godelier o Marwin harris o mellaisaux han estat més que desacreditades per l'antropología. El marxisme es una teoría economicista enfí clar, també podem ser demagogs i dir que tot lo bò es marxista i lo dolent ja està superat, així jo també soc marxista, anarquista, indepe o nazi, no me jodas.
Lo que realmente dijo Stalin sobre el derecho a la autodeterminación de las naciones
20 set 2012
A ver Picot, no intoxiques, la última vez casi me escupes llamandome estalinista, ahora resulta que tu si puedes citar a (supuestos, en este caso) estalinistas cuando te conviene, pero intoxicando, porque la posición de Stalin era esta, no la que el chalado que citas afirma:

''Pero los obreros están interesados en la fusión completa de todos sus camaradas en un ejército internacional único, en su rápida y definitiva liberación de la esclavitud moral a que la burguesía los somete, en el pleno y libre desarrollo de las fuerzas espirituales de sus hermanos, cualquiera que sea la nación a que pertenezcan.

Por eso, los obreros luchan y lucharán contra todas las formas de la política de opresión de las naciones, desde las más sutiles hasta las más burdas, al igual que contra todas las formas de la política de azuzamiento de unas naciones contra otras.

Por eso, la socialdemocracia de todos los países proclama el derecho de las naciones a la autodeterminación.

El derecho de autodeterminación significa que sólo la propia nación tiene derecho a determinar sus destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la fuerza en la vida de una nación, a destruir sus escuelas y demás instituciones, a atentar contra sus hábitos y costumbres, a poner trabas a su idioma, a restringir sus derechos.

http://www.eroj.org/biblio/stalin/marxcuna/marxcuna.htm
Lo que realmente dijo Stalin sobre las lenguas, todo lo contrario que lo del artículo de arriba
20 set 2012
Por supuesto, hay lenguas más contaminadas de superestructura esclavista, feudal o capitalista que otras, pero el caso es que Stalin sostuvo todo lo contrario de lo que puso el sujeto que escribió el artículo de más arriba, que no estaba interesado en frenar la descomposición de la descomposición de lo que quedaba de socialismo en la URSS, sino en evitar que el derecho de autodeterminación de las naciones a este lado del telón de acero, derecho de autodeterminación que Lenin en un texto posterior a este de Stalin aclara aún más señalando que consiste en el derecho de una nación a la plena independencia nacional, es decir a formar su propio estado.

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Un grupo de camaradas jóvenes me ha pedido que exponga en la prensa mi opinión sobre los problemas de la lingüística, especialmente en lo que concierne al marxismo en la lingüística. Yo no soy un lingüista y, por supuesto, no puedo dar plena satisfacción a los camaradas. En cuanto al marxismo en la lingüística, lo mismo que en las demás ciencias sociales, con eso tengo relación directa. Por ello he accedido a dar respuesta a algunas preguntas hechas por los camaradas.

PREGUNTA. ¿Es cierto que la lengua es una superestructura de la base?

RESPUESTA. No, no es cierto.

La base es el sistema económico de la sociedad en una etapa dada de su desarrollo. La superestructura la constituyen las concepciones políticas, jurídicas, religiosas, artísticas y filosóficas de la sociedad y las instituciones políticas, jurídicas, etc., etc., que les corresponden.

Toda base tiene la superestructura correspondiente. La base del régimen feudal tiene su superestructura, sus concepciones políticas, jurídicas, etc., etc., y las instituciones que les corresponden; la base capitalista tiene su superestructura, y la socialista, la suya. Si se modifica o se destruye la base, se modifica o se destruye a continuación su superestructura; si nace una nueva base, nace a continuación la superestructura correspondiente.

En este sentido la lengua se diferencia esencialmente de la superestructura. Tomemos, por ejemplo, la sociedad rusa y la lengua rusa. En el curso de los 30 años últimos, en Rusia ha sido destruida la vieja base, la base capitalista, y construida una base nueva, una base socialista. En consonancia, ha sido destruida la superestructura de la base capitalista y creada una nueva superestructura, que corresponde a la base socialista. Por consiguiente, las viejas instituciones políticas, jurídicas y otras han sido reemplazadas por instituciones nuevas, socialistas. Sin embargo, la lengua rusa ha continuado siendo, por su esencia, la misma que era antes de la Revolución de Octubre.

SIGUE EN:

EL MARXISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LINGÜÍSTICA
http://www.eroj.org/biblio/stalin/linguist/linguist.htm
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
20 set 2012
vaya con el marxismo;
La idea de presentar la descomposición del sistema de la URRS como un problema de caracter de reivindicación nacional, es falsear la realidad. El "socialismo real" firmó su sentencia de muerte 4 decadas antes de desaparecer, justo en el momento que decretó oficialmente que en la URRS já no existia la lucha de clases. Esto lo han comprendido claramente los marxistas chinos, aunque en ambos casos se haya restaurado el regimen capitalista.
En la URRS igual que en el marxismo, el derecho de autodeterminación no es una astracción, y no está en contradicción con el principio de internacionalismo.
A Picot negre otros paises le quedan muy lejos, supongo lo mismo del aprendizage de sus experiencias, asi como el caracter internacionalista, en todo caso lo que hace muy bien es agitar mantras acusando a los demas de hacer lo mismo.
Y es que el debate se derime basicamete en considerar que la lucha independentista en cataluña es reaccionaria y de dirección unicamente burguesa. Otro mantra es descalificar a todas las personas que honestamente participan de esta lucha, incluidas las organizaciones obreras ( EI ) como lacayos al servicio de CIU y de la burguesia y del gobierno de Mas.
Supongo que es duro verse con el tarro de las esencias y no tener mas incidencia social que el mundo del ciberespacio. Jugar a quimicefas cuando la realidad no va acorde con lo que uno desea debe ser duro.
Yo supongo que Palestina, Irak, Afganistan, Corsega, Sardeña, Friul, Bretaña, Kurdistan etc también quedan lejos para picot negre, salvo cuando salen en los telediarios de su mundo occidental, para que alejado de las bombas, de las torturas, de las carceles, pueda expresar su solidaridad. La pregunta es si los marxistas que suscriben el articulo de arriba consideran su razonamiento ideológico ( clase )suficiente como para solucionar el conflicto kurdo, palestino, iraki o del imperialismo en general.
La evidencia de que no es cosa del siglo pasado, son los cientos de presos políticos vascos, gallegos y catalanes.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
21 set 2012
Nacionalismo: una ideología burguesa
Reproducimos a continuación un artículo de la Corriente Comunista Internacional (CCI), aparecido en el último número de Acción Proletaria, así como unas reflexiones que hemos querido hacer a partir de su lectura.


Contra el veneno nacionalista, el antídoto internacionalista del proletariado


Como desenmascaró el Marxismo a mediados del siglo XIX los términos nación o estado nacional sirven a la burguesía para ocultar sus intereses de clase explotadora bajo una bandera tras la que trata de arrastrar al proletariado y a otras capas sociales. Aunque también hay que decir que el movimiento obrero durante el período ascendente del capitalismo (que acaba en 1914 con la Primera Guerra Mundial) apoyó puntualmente la constitución de los grandes estados nacionales para acabar con los restos del feudalismo y acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas que pudieran crear las bases de la revolución comunista.

Todo este período acaba con la Primera Guerra Mundial, ya que se abre la etapa de decadencia del capitalismo y la era de guerras imperialistas que llevan a la humanidad a la barbarie más absoluta, pero también se abre el período de las revoluciones proletarias como demostró la oleada revolucionaria de 1917 a 1923. A partir de 1914 ya no hay posibilidades de verdaderas revoluciones burguesas y de liberaciones nacionales, y el principio de autodeterminación nacional deja de tener sentido, teniendo razón Rosa Luxemburgo frente a Lenin: «La política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno natural por naturaleza, un todo inseparable que no se puede comprender más que en sus relaciones recíprocas y al cual ningún estado podría sustraerse» (Rosa Luxemburgo: La crisis de la socialdemocracia, página 134. Editorial Anagrama. Barcelona 1976, el subrayado es nuestro). Y también "La primera tarea del socialismo es la liberación espiritual del proletariado de la tutela de la burguesía, tutela que se manifiesta por la influencia de la ideología nacionalista. La acción de las secciones nacionales, tanto en el parlamento como en la prensa, debe tener por objetivo la denuncia del hecho de que la fraseología tradicional del nacionalismo es el instrumento de la dominación burguesa" (ídem, páginas 170 y 171).

Actualmente asistimos a una auténtica campaña nacionalista por parte de la burguesía española que pretende intoxicar a la clase trabajadora. Es verdad que esa campaña se apoya efectivamente en las querellas entre sectores de la burguesía española aquejada de problemas de mala soldadura del Estado nacional, problemas estos que en el período de descomposición del capitalismo tienden a agravarse con la imposición "del cada uno a la suya". Así sectores de las burguesías regionales vasca y catalana pujan por la soberanía y la independencia, y otras, a la chita callando, se enquistan en sus gobiernos autonómicos que se han convertido en verdaderos reinos de Taifas contemporáneos. Pero más allá de esas eternas disputas, lo cierto es que el objetivo de esta campaña es dificultar la toma de conciencia por parte del proletariado ante un capitalismo en descomposición y en quiebra económica que nos lleva a la barbarie en los cinco continentes.

El capitalismo español se ve asolado por crecientes dificultades tanto en el terreno económico (en el que está perdiendo competitividad a marchas forzadas) como en el de la defensa de sus intereses imperialistas, como se pone de manifiesto en su creciente pérdida de autoridad en zonas que le son especialmente sensibles. Por un lado el Magreb, donde tras el desaire que hace unos meses le propinó la burguesía argelina en materia energética; hemos visto recientemente la acentuación de las reivindicaciones de Marruecos, a las que la burguesía española ha debido responder en solitario. Por otro lado la reciente Cumbre Iberoamericana amén de poner de manifiesto lo obsoleto de los convencionalismos diplomáticos en el caos de peleas barriobajeras en que se ha convertido el escenario imperialista actual, ha puesto de manifiesto igualmente el creciente aislamiento de la posición española incluso entre sus hasta hace poco aliados más "leales".

En este contexto de dificultades para el capitalismo español, exacerbado por el inicio de una recesión económica cuyas consecuencias y efectos de paro y miseria padecerá el proletariado, nos encontramos con esta ofensiva nacionalista desde las dos vertientes: tanto la españolista, con los viajes de los reyes a Ceuta y Melilla, como la regionalista a través del referéndum soberanista de Ibarretxe y los envites independentistas del nacionalismo catalán. La clase obrera al contrario que en los años treinta del siglo pasado no está derrotada, y por tanto no se deja arrastrar por la clase dominante detrás de la bandera nacionalista y de la guerra imperialista. Los ejércitos nacionales no son capaces de cubrir sus vacantes de soldados profesionales, y la debacle del ejército norteamericano en la guerra de Irak tiene sus motivos profundos en esta repugnancia y rechazo del proletariado a la ideología nacionalista y a la guerra.

Pero si la burguesía española no es capaz de ilusionar a la clase obrera con la "gran nación española" ni con las "nacioncillas" vasca y catalana, no va a renunciar a utilizar la ideología nacionalista como medio de fragmentar, de dividir la lucha de su enemigo histórico que es el proletariado. Frente a la creciente desesperación en que se van a sumir muchas familias obreras, las ideologías xenófobas, de buscar en los trabajadores de otras regiones u otros países, el chivo expiatorio al que culpabilizar del paro, del deterioro de las infraestructuras, de los recortes de las prestaciones sociales,... puede dificultar el desarrollo de una creciente solidaridad, de una lucha unida como clase, de una toma de conciencia de que a diferencia de la clase explotadora que por su propia naturaleza está dividida en intereses encontrados y no puede hallar más terreno común que la nación; la clase explotada, también por ese mismo carácter, porque no tiene más propiedad que su fuerza de trabajo, ni más tierra que la que le cubre en los cementerios,... por esa misma naturaleza, decimos, es capaz de llevar a cabo la verdadera unificación de la sociedad humana. Los trabajadores no tienen ninguna patria ni bandera nacional que defender, su auténtica misión en la historia como crisol de la humanidad explotada y sufriente es acabar mediante la revolución comunista con la explotación del hombre por el hombre: "Todas las clases anteriores que conquistaban la hegemonía trataban de asegurarse su posición existencial ya conquistada sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios solo pueden conquistar las fuerzas productivas sociales aboliendo su propio modo de apropiación en vigencia hasta el presente, aboliendo con ello todo el modo de apropiación vigente hasta la fecha. Los proletarios no tienen nada propio que consolidar; sólo tienen que destruir todo cuanto, hasta el presente, ha asegurado y garantizado la propiedad privada.

Todos los movimientos existentes hasta la actualidad han sido movimientos de minorías o en el interés de minorías. El movimiento proletario es el movimiento independiente de una ingente mayoría. El proletariado, estrato inferior de la sociedad actual, no puede alzarse, no puede erguirse sin hacer saltar por los aires toda la superestructura de los estratos que conforman la sociedad oficial...(Marx y Engels: El Manifiesto Comunista, página 147. Editorial Crítica, Barcelona 1978).

Frente al mundo burgués del nacionalismo y la confrontación entre naciones que lleva al género humano a las guerras y la barbarie, opongamos los valores del proletariado: la solidaridad y el internacionalismo en un mundo sin clases.

Pel/ET 8 de Noviembre de 2007.


Excelente artículo el de los compañeros de la CCI

Pero es necesario precisar dos cuestiones:

La primera es que no aclaran por qué Lenin erró al defender el derecho de autodeterminación de los pueblos. Es decir, cuáles fueron las motivaciones por las que los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, adoptaron esa postura, en principio tan alejada del internacionalismo proletario y los análisis del materialismo histórico. En nuestra opinión, las causas fueron que prevaleció en los bolcheviques el deseo de atraer rápidamente a las masas a su favor, pese a que para ello tuvieran que caer en la mistificación en lugar de debelar la propaganda burguesa que hacía del nacionalismo su banderín de enganche. Fue por tanto una posición oportunista (y no fue la única muestra de oportunismo que dieron los bolcheviques en su afán de hacerse con el poder).

La cuestión hoy no es, al menos para nosotros, poner de manifiesto el oportunismo bolchevique en un afán de "ajustar cuentas" con quienes hace años que murieron. Pero sí es fundamental evidenciar que no puede sacrificarse el análisis de clase en aras de "atajar el camino". Porque entonces el camino sólo conduce a deformaciones que nada tienen que ver con el socialismo (como fue el caso del capitalismo de estado de la URSS). O a masacres como las que padecieron los proletarios fineses, chinos,... Y también porque esa concepción burguesa (la que defiende el nacionalismo) ha lastrado y lastra a varias generaciones de proletarios y a la mayoría de sus organizaciones. ¿Por qué? Porque en ningún caso se plantearon (ni se plantean muchos aún) que los bolcheviques pudieron hacer lo mismo de lo que gustaban tanto criticar a sus adversarios: adoptar posicionamientos oportunistas con tal de hacerse con el poder, alejándose del camino al socialismo y traicionando a las masas proletarias. Sólo si los proletarios nos desembarazamos de ese oportunismo, de ese "todo vale, incluso la mentira" podremos tener oportunidades reales de emprender una revolución verdaderamente socialista.

La segunda cuestión (muy vinculada en el fondo a la primera) se refiere a su acertado análisis sobre las diferencias entre un proletariado derrotado (incluso se podría decir masacrado) en la década de los 30 (por eso entre otras cosas la crisis del 29 no llevó a la revolución) y el proletariado en la actualidad. Es un análisis acertado, pero quizás algo optimista. ¿En qué sentido? En el de que los efectos más drásticos de la crisis en la que estamos inmersos aún no se han hecho sentir. Y mientras llegan la ideología burguesa sigue haciendo su labor (de ahí el aumento de la xenofobia). Y el capital adopta "precauciones por si acaso". Frente a eso, ¿qué hacen las organizaciones proletarias (las compuestas por proletarios, independientemente de sus orientaciones)? Pues en su mayoría siguen repitiendo las mismas fórmulas que antes. Curiosamente rescatan ahora las mismas consignas que la gran burguesía ya ha abandonado: las consignas nacionalistas. Mientras el capitalismo ha unificado el mundo en una sóla formación económico-social con una división del trabajo a escala mundial, la mayoría de las organizaciones de izquierda se empeñan en mantener tácticas inútiles en ese nuevo escenario (pues servían para luchar en el marco del estado-nación, marco ya superado) e incluso muchas defienden una especie de "vuelta atrás en la Historia": en lugar de aprovechar las posibilidades abiertas para liquidar los últimos restos de esos estados-nación pretenden (como si ello fuera posible) crear nuevos estados más pequeños. El carácter reaccionario de esa ideología es evidente. Y su carácter mistificador, ideológico en el sentido marxista, también. Puede que sea producto de la desesperación, de la falta de alternativas superadoras, de la esclerosis que anula la capacidad de análisis. Pero también es probable que influya el hecho de que "el derecho de autodeterminación de los pueblos" (y por tanto la propia consideración de la existencia de los "pueblos") ha sido una constante en la inmensa mayoría de las corrientes que se derivan del bolchevismo, con gran influencia entre el proletariado. Romper con esa tradición podría suponer un cuestionamiento de casi un siglo de su propia historia como organizaciones. ¿Estarán dispuestos a ello?

Evidentemente, esa falta de adecuación del análisis a la realidad actual puede alejar a esas organizaciones de la mayoría del proletariado. Pero, ¿seguro que será así? Porque el oportunismo, sobre todo en tiempos de crisis, funcionará como suele: atraerá a muchos que, ante la crisis, buscarán una tabla de salvación fácil. Y el análisis nunca lo es. Es más simple buscar un enemigo exterior al que sea fácil culpar de los propios males, en lugar de enfrentar radicalmente al enemigo poderoso: la burguesía y el capital.

Al igual que otras ideologías (al igual que todas las mistificaciones) el nacionalismo encuentra su abono perfecto en la desesperación ante la crisis. Si la izquierda lo usa como consigna para captar rápidamente apoyos, tan sólo estará cavando su fosa. Porque el fascismo sabe hacer mejor esos "trabajos" para el capital.

La última cuestión a plantearse es: ¿se llevará a la tumba la "izquierda nacionalista" consigo las perspectivas socialistas del proletariado? Porque el futuro no está determinado, la disyuntiva planteada por Rosa Luxemburgo sigue estando ahí: Socialismo o Barbarie


http://marxismolibertario.blogspot.com.es/2008/01/nacionalismo-una-ideol
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
22 set 2012
Solo falta un comunicado de la UCE para poner la guinda del pastel.
Me parto con los analisis de la CCI, pues en el primero apunta al periodo de gobierno ibarretxe, e escluye del analisis al MNLV y a la izquierda abertzale,como si no existiese. Todos sabemos que el problema es entre el PNV y el estado español.Todo para decir que el "nacionalismo en euskal herria es burgués" olvidando que en Euskal Herria existe desde hace varias décadas un fuerte movimiento obrero que viaja al socialismo en la forma de liberación nacional.
El segundo parte de analizar el "problema español", ese que en el texto eufemisticamente por una razón misteriosa no termina de soldar, desde el prisma de que el nacionalismo es coyuntural y producto de la crisis, introduce en el mismo saco chouvinismo, los planteamientos de la estrema derecha con los del nacionalismo periférico.
Y es que a dia de hoy algunos "marxistas" siguen entendiendo el internacionalismo desde el prisma jacobino burgués de unificación de mercados. A si su internacionalismo asume como culminada esta dinámica y la acepta como válida. Es decir, su internacionalismo es entre trabajadores españoles y franceses, entre ingleses y belgas etc. Es el ineternacionalismo entre los trabajadores de los estado-nación de origen burgués, que en caso de "naciones" con colonias preconizaba la subordinación de los trabajadores de la periferia al internacionalismo de la metrópli. Y asi fueron las cosas.
El nacional-oportunismo vé que es una muy buena oportunidad para conquistas de la clase trabajadora aunque en la práctica constata todo lo contrario, eso si, repite una y mil veces el mantra de que las luchas de liberación nacional son burguesas. Cuando vascos y gallegos, llaman a la huelga a sus respectivas clases trabajadoras, el chouvinismo la sabotea por que no se inscribe supuestamente en los parámetros de este.
Y es que la realidad es tozuda y por mas que recurramos al tarro de las eséncias, a la unidad de la clase trabajadora de forma cósmica eso no es sincero si no entra a analizar honestamente la fase de unificación de mercado y concluye con que el interncacionalismo obrero escluye al chouvinismo pequeño imperial au cuando vaya disfrazado de revolucionario.Cuando lo único que se hace es permanecer como guardianes de no se sabe que esencias, incluso contradiciendo a los en su momento afrontaron contradicciones y sacaron procesos revolucionarios adelante, poco favor se le hace a la clase trabajadora.
Cuando se retuerce la información, se omite en nombre de principios o se hace se hacen lecturas sesgadas, no se hace materialismo.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
22 set 2012
El que faltaba para la guinda eres tú, trevor.

"Euskal Herria existe desde hace varias décadas un fuerte movimiento obrero que viaja al socialismo en la forma de liberación nacional."

Ay amigo, que a estas alturas todavía no te has enterado de qué va la peli:
Es la "liberación" nazional la que ha cavalgado encima del socialismo obrero cuando le ha interesado y se ha bajado del caballo una vez que ha llegado a su destino. ¿Me puedes decir dónde está el socialismo en la diputación de Guipúzcoa controlada por Bildu? ¿se perdió entre los pasillos de la dipu?. La realidad es tozuda como tú bien dices, pero parece que no lo suficiente para ti.

"su internacionalismo es entre trabajadores españoles y franceses, entre ingleses y belgas etc"

Y sigues con la típica cantinela del nazionalismo sin estado... que se enfada no porque haya un enfoque marxista contra la ideología nazionalista, sino por que ni siquiera se le incluye dentro de la problemática. Lo tuyo es una pataleta. La condición de estado-nación es impuesta por la burguesía lo mismo que nuestra condición de trabajadorxs, reconocer (que no asumir) aquellas relaciones que nos oprimen es básico para intentar superarlas.

El texto deja bien claro:

"Los trabajadores no tienen ninguna patria ni bandera nacional que defender"

Tengan o no tengan estado!

El internazionalismo no se enfoca como un reconocimiento de banderas nazionales a las que someterse sino como la superación total de las mismas. No es tan difícil, creo.

Y, como guinda:

"Cuando vascos y gallegos, llaman a la huelga a sus respectivas clases trabajadoras, el chouvinismo la sabotea por que no se inscribe supuestamente en los parámetros de este."

O te has hecho la picha un lío con la estructura gramatical de ese párrafo o realmente dejas bastante claro lo que hay detrás del nazionalismo.

¿Me podrías explicar quienes son esos vascos y gallegos que llaman a SU clase trabajadora a la huelga? ¿El ser vasco o gallego te capacita para tener tu propia clase trabajadora? ¿y eso viene con la partida de nacimiento o hay que sacarse una carrera? ¿para llamar a la huelga necesito tener los cuatro apellidos vascos o con dos ya me vale? En fin... que así nos va!

El gran favor que le podemos hacer (o hacernos) a la clase trabajadora es el de difundir el discurso del socialismo libertario y no el del "socialismo" identitario como algunos tan tozudamente se empeñan. Seguid por ese camino que la liberación nazional cavalgará con vosotros.... de momento.
muro de apartheid en zona de refugiados de Aida, Belen. Palestina
22 set 2012
Modificat: 11:09:55
palestina-euskalherria.jpg
eh bildu no es ninguna panacea, ni lo es la independencia, es mas, lxs primerxs apestan a socialdemocracia y la segunda a un nuevo estado

pero lxs ke apostais al todo o nada, al blanco y negro sin kerer ver la gama de grises, sois peor ke lo mencionado mas arriba, peor ke el olor a socialdemocracia y peor ke el olor a un nuevo estado, de momento la incineradora de basuras paralizada, pnv-ppsoe tirandose de los pelos sin su negocio millonario, gracias a ke eh bildu esta en la diputacion de gipuzkoa

esto no es el paraiso ni mucho menos, pero con 13% de paro segunda huelga general en 6 meses, sin eh bildu la incineradora estaria casi en marcha, sin los sindicatos nacionalistas olvidate de huelgas generales y hay cientos y cientos de ejemplos mas

y si, vascxs ke llaman a movilizarse a otrxs vascxs, organizaciones de los movimientos populares junto con sindicatos convocan huelga general el 26s

ORGANIZACIONES SOCIALES:
AHT gelditu! elkarlana,| Anitzak,| Argilan,| Asamblea abierta en defensa de las prestaciones sociales,| Asamblea de invisibles,| Distintas asambleas de parados y paradas de Bizkaia y Gipuzkoa,| Askapena,| Asociación de Trabajadoras del Hogar,| Asociación de vecinas y vecinos de Bilbao La Vieja,| Barrenkale,| Berri-Otxoak,| Bilgune Feminista,| Bizkaiko Emakumeen Asanblada - Asamblea de Mujeres de Bizkaia,| Colectivo de parados de Iruñerria,| Danok lan,| Deshazkundea,| Eguzki,| Ekologistak Martxan,| Elkartzen,| Erromoko Greba Batzordea,| Eskuz Esku,| Ezker Gogoa,| Euskadiko Gazteriaren Kontseilua,| Euskal Herriko emakumeen mundu martxako plataforma,| Ezkerretik Bilduz,| Gazte Abertzaleak,| Gazte Independentistak,| Gazteak Alternatiba,| Gipuzkoako pentsionisten duintasun elkartea,| Ikasle Abertzaleak,| Harresiak Apurtuz, Iratzarri,| Komite Internazionalistak,| Matxingune Taldea,| MDMA Taldea,| Mugarik Gabe, Mujeres del Mundo,| Pentsionistak Martxan,| Plataforma por los derechos sociales de Gasteiz,| Plaza Beltza Kultur Elkartea,| Posada de los abrazos,| PTParen aurkako Asanblada,| Renta Básica Universal Taldea,| Salhaketa,| Sare Antifaxista,| SOS Racismo-SOS Arrazakeria,| Stop Desahucios,| Urtxintxa Eskola,| Zazpigarren Alaba,|

SINDICATOS:
ELA, LAB, ESK, STEE-EILAS, EHNE, HIRU, CGT-LKN, CNT

ADHESIONES:
Ecuador Etxea, HerriKolore, Harresiak Apurtuz, Askapeña Konpartsa, Panda Komite, Ezker Abertzale Historikoa, La Gallina Vasca, Baskale elkartea, Pinupe Gaztetxea, SODePAZ (Nafarroa), Boltxe Kolektiboa, Herria Eliza, Xirimiri Aparta Euskararen Aldeko Taldea, Herriarte, Tommy Gun musika taldea, Eusko Lurra Elkartea, Errotik Iruñerria, Euskal Herrian Euskaraz, Oñatiko Udal Langileen Komitea, LAB Oñatiko Udala, M?undubat Fundazioa, Bergarako Udaletxeko enpresa komitea, GITE-IPES Elkartea, Aspaldiko enpresako LAB, Herri Norte Taldea, Esteka (Talde Musikala), Streetwarriors (Denda Antifaxista), Egia Bizirik (Donostiako Egia Auzo Elkartea), Irola Irratia 107.5 fm, Bizilur EH, Aralar Araba, Askapena, The Gratix (Talde Musikala), Aralar, Biziz Bizi, Arabako Emakumeen Asanblada, A.VV. Errota Zaharra Auzo Elkartea (Gasteiz), Txiapaseki?ko Elkartasun Plataforma

asi pues ya lo ves, tu sigue apostando al todo o nada y preguntandote "tan mal lo estamos haciendo" y dandote las respuestas ekivocadas y progamadas, ke otrxs apostamos fuerte pero no al todo o nada
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
23 set 2012
ya veo ya, el tono, el conocimiento y el tipo de respeto que hay por la clase trabajadora de otras latitudes y la difusión que se hace del comunismo libertario, ¿ algun ejemplo a poner que supere el 3% incidencia en algun sitio de de esto último ?. Creo que no. Los gallegos que llaman a su clase trabajadora son la CIG y la CUT, con capacidad de convocar huelgas en sectores como construción o siderometal de hasta 28 dias, por ponerte un ejemplo, de hacer huelgas generales por cuenta propia. Esto neng, no lo has visto ni de cerca en tu vida. Son gallegos, por que ejercen como tal y no como españolitos de tercera. ¿ y vosotros hablais de clase ?El gran favor que le podeis hacer a la clase trabajadora en catalunya los que os definis como comunistas libertarios es dejar de daros de hostias entre vosotros, de hacer el rídiculo convocando huelgas generales para cuatro gatos como la del 29 de enero, o sabotear huelgas contra compañeros de vuestro propio sindicato como en TMB. Vosotros seguir alejados de la realidad social que así os irá.
Re: una crítica marxista al "dret d'autodeterminació"
23 set 2012
entonces queréis decir que si en Euskadi y en Galicia las organizaciones de trabajadores convocan a movilizarse a los trabajadores, se trata de una movilización nacionalista.
Y en Grecia, ¿también es una movilización nacionalista? Preguntádselo y a ver lo que os responden.
Y tú trevo deberías informarte un poco más: no todos los comunistas somos leninistas, y desde luego no por no ser leninistas somos anarquistas.
Y en cuanto a la UCE, bueno, es otro partidito nacionalista más, que seguro que me acusa de separatista por criticar su nacionalismo.
Y cuidado con los socialdemócratas, ¿o es que ya os habéis olvidado del PSOE?
Sindicato Sindicat