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Notícies :: antifeixisme : globalització neoliberal : guerra
La trampa de la deuda y las guerras de clases del tercer milenio.
04 set 2012
Sigue la reflexión de Burgio sobre el gigantesco proceso de redistribución hacia arriba de la riqueza y del poder político acelerado en los últimos cinco años y encubierto bajo el término de crisis. Esta es la conclusión de la reflexión 'Necesitamos un contra-poder anti-crisis' (1).
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¿Qué tendría que decir sobre la deuda una prensa independiente de un país democrático?

Tendría que explicar que los países se han endeudado porque han utilizado dinero público para salvar sectores privados, que promueven o favorecen la evasión fiscal y la exportación de capitales a paraísos fiscales.
Porque los gobiernos se niegan - constantemente - a socializar beneficios y rentas, nacionalizando los bancos y (re)instaurando impuestos sobre el patrimonio y los altos ingresos.

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Deuda pública: concepto POLITICO.

Se tendría que explicar en primer lugar qué significa 'deuda pública'.
Que no es un concepto económico, sino político, ya que la deuda se produce cuando un gobierno decide financiar el gasto pidiendo prestado dinero al sector privado.

No existiría la deuda si un gobierno decidiera recaudar fondos mediante una tasación de la riqueza privada a través de los impuestos. Pero 'naturalmente' no se dice nada acerca de todo esto.

Por otra parte, se sabe que la verdad es la primera víctima de la guerra, y esta es una guerra.
Al actual presidente del gobierno italiano le gusta dirigirse a la gente con mensajes churchilianos y periódicamente hablan de guerra. La crisis es una guerra. Italia ha tomado un 'difícil camino de guerra'.

Y el gobierno, su bondad, tendría en mente librar una guerra sin cuartel contra los evasores. Lástima que la verdadera guerra la están llevando a cabo en contra de los que en este país no están en condiciones de defenderse y que pierden ingresos y empleo. Como dijo hace unos meses Paul Krugman, asistimos a una 'guerra social llevada a cabo por los super-ricos que afirman estar exentos del contrato social'.

Sea lo que sea este supuesto contrato, la idea de Krugman tiene fundamento: la guerra social se traduce en millones de desempleados y nuevos pobres. Un ejército que se multiplica para garantizar beneficios a la oligarquía indígena y global.

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Teatros institucionales.

No valdrá deshacerse de Monti (si se consiguiera), dado el carácter estructural de las intervenciones, comenzando por el pacto fiscal. La responsabilidad del que lo impuso (el presidente Napolitano) y que lo suportan (Pd) (2) es enorme, por ser conscientes de su papel.

En una interesante entrevista a Massimo D'Alema (3), del Corriere della Sera del 1 de julio, este Monti es definido como 'una personalidad liberal, capaz de mitigar con éxito la resistencia estatalista que aún existe entre los socialistas'.
¿Es por esta virtud que el Partido Demócrata (2) le apoya?
¿El estado es bueno si paga a los mismos de siempre, y es malo cuando intenta imponer un mínimo de justicia social?

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'Guerra', cuidado, no es una metáfora.

En el pasado se atacaba con el terror de las bombas para colonizar a otros países. Hoy para 'comisariarlos' son suficientes troikas y agencias de calificación. Y gobiernos obedientes.
Solo que se trata de un nuevo tipo de guerra, sin derramamiento visible de sangre.

Esta es la primera guerra en un verdadero sentido capitalista, visto que el capital ejerce el mando mediante la pura coacción económica. Su sueño es gobernar por medio del solo mercado. El resto es arcaico. Bueno para 'razas inferiores'.

Que, de hecho, siguen muriendo bajo las bombas. Como en África, Oriente Medio o en Asia Central. O bajo las ráfagas de la policía, como ha sucedido con los esclavos de la mina 'inglés' de Marikana, en Sud África.

Pero ¿por qué es finalmente posible esta nueva guerra, realmente fría?
Porque existen por fin las condiciones sistémicas para llevarla a cabo: la posibilidad de deslocalizar hacia cualquier lugar las producciones. En busca de condiciones más favorables para el capital industrial. Con la posibilidad de desplazar en tiempo real masas enormes de capital financiero, decidiendo tasas de interés y de rendimiento en todos los mercados.

Hoy el mundo está unificado bajo el dominio del capital. Esto no quiere decir que no sigan existiendo, al mismo tiempo, los factores de crisis estructural. La guerra contra los cuerpos sociales sigue a la caída de la tasa de ganancia y, a su vez, la reproduce radicalizándola. Pero mientras que la soberanía será ejercida por el capital, seguiremos viviendo con esta pesadilla.

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Crisis como guerra del capital.

Aquí resulta evidente, para nosotros, la moraleja de toda esta historia.

La crisis es una guerra que desata el capital para consolidar su dominio sobre los pueblos, y en particular sobre el trabajo vivo.
Solo hay una manera de luchar en la trinchera opuesta, un camino que no es nuevo, ya que, si miramos bien, no hay nada inusual en esta etapa, como resultado del proceso de modernización en curso desde mediados del siglo XIX:

CREAR UN CONTRA-PODER IGUALMENTE GLOBAL, siguiendo la intuición que el movimiento obrero tuvo entonces, cuando dio a luz a la primera Internacional.

No es fácil, y no sólo por déficit subjetivos.
Mientras que la competencia entre capitales favorece la centralización, la heterónoma obrera, sometida a un poder ajeno y descompuesta en diferentes segmentos de la clase, dificulta la unidad.
Queda la necesidad.

La izquierda anti-capitalista, por lo tanto, tendría que invertir todos sus esfuerzos para construir su unidad política a nivel transnacional, empezando por el nivel europeo y, a continuación, en los países más expuestos a los ataques del poder financiero
El hecho de que, por desgracia, sus políticos estén ocupados en otras tares, es también un resultado de la crisis. Y un factor contribuyente.
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(1)
http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/452514/index.php
http://euskalherria.indymedia.org/eu/2012/08/81783.shtml
Traducción (adaptada) del artículo 'Ci serve un contropotere anti-crisi' de Alberto Burgio publicado por 'Il Manifesto', ex-periódico comunista, en fecha 2012.08.25.

(2)
El Partido democrático, heredero de los partidos socialistas y 'comunistas' italianos. Podría corresponder, en el caso español, a una hipotética coalición PSOE-IU. En el País Vasco Sur, ¿A EH-Bildu? (pregunta del traductor; visto que PSE, PCE, IU, etc. son esencialmente partidos nacionalistas españoles).

(3)
Massimo d'Alema es un clásico ejemplo de izquierda parlamentaria italiana, es decir, de los políticos parlamentaristas que han aterrizado desde el 'comunismo' virtual del PCI en la clásica y 'pragmática' socialdemocracia europea.
Ha sido ministro de exteriores y vicepresidente del gobierno italiano entre 1998-2000 y 2006-2008.
Militó en el PCI (Partido comunista) hasta su auto-disolución, como el actual presidente de la república Napolitano, y es en estas fechas vicepresidente de la Internacional Socialista y diputado del (Pd) 'Partito Democratico'.

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