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Hombres y pájaros
29 mai 2012
Mínimo registro del libro de Blanca LLum Vidal "Homes i ocells", Club Editor, Barcelona 2012
Hombres y pájaros
Orlando Guillén


De tanto en tanto ocuparme de la escritura poética de los jóvenes me relaja las in tensiones del espíritu, perdido en la noche oscura niña del alma de las canciones del Viejo del Amor... Tengo más cerca a los catalanes y entre los libros que me llegan por eso más fácilmente que los de mi lengua matria destaco el de Blanca Llum Vidal, Homes i ocells. No sé si ella crea como diría Darío que se trata de versos que bien valen su prosa o práctica como Vallejo simplemente prose estos versos o como Foix piense que escribe versos en prosa, pero indudablemente construye con sangre de verso este fluir de arroyuelos que convergen prosas que bifurcan
rojos y azules en finitas venas de cosmos infinitas y es igualmente conciente que con Llull la poesía catalana en grande prosa vino al mundo enamorada. Son ejercicios de pie ligero y breve que se nutren de vida, sueño, lecturas de lo alto y lo profundo y de lo enorme y lo pequeño y siempre aromados de temblor de infancia (¡ella, maligna, que, apenas en 1990 tenía 4 años!) y de misterio. Son poemas de diverso registro y rasgos manifiestos a mi ojo lúdico en cuyas virtudes de también diversa fortuna no voy a detenerme porque me basta la gracia crítica de sus presencias y fantasmas. «Que el cambio de forma sea medio loco o sea llanísimo no es importante. En cambio, sí que lo es el rastro de movimiento que ha quedado en cada texto. Estándome a veces recogida y a veces tendida o dispersa, hay textos un tanto cerrados que parecen estáticos [...] y los hay que se mueven de tal manera que no se detienen –que se abren y huyen, que vienen y van». Lleva epígrafe de Max Jacob [¿Qué se creen, entonces? ¿Que tenemos trufas en el corazón?] este Taichí que doy por muestra porque participa de ambas peripecias de estilo por la autora advertidas: «Sale un humo de la academia que huele como a hongo. Bonito, por cierto. Más o menos es de hace cien años este libro de Saussure. En el mercado del Ninot [Muñeco] venden pimientos, corbatas y cursos de lingüística general. Cuando ni un pimiento me queda y se ha gastado la corbata, llega un viento de barca nueva y ¡a la mar, que viene la tormenta! La vida sigue. Te regalo un pan de campesino sin rebanar y me entreno bajo el signo de un planeta». Para concluir este minimágico recibo, entrego ahora mi versión a versos de B. Ll. a los cuales no arropa la prosa porque le quedan debajo de la piel:


DIU QUE DIU

a la Conxi


Plató diu que Ió diu que Sòcrates diu
la veritat: que Homer ens diu que «un ocell
els vingué damunt quan s’enardien
a franquejar la vall, una àguila de vol encelat,
que [deixà] el poble a l’esquerra, portant
entre les urpes una serpent sagnant, enorme,
viva, que encara es debatia i no havia oblidat
encara el seu delit, perquè torcent-se enrere,
ferí al pit, vora el coll, l’àguila que el tenia pres;
la qual l’amollà daltabaix a terra, punyida pels
dolors, i caigué al mig de la turba; i llavors ella,
xisclant, seguia l’alè de l’oratge». Llavors a casa
l’amiga em diu que el cap li diu que el cor li diu
que no en sap res, d’abans, que «ara estic
en el mateix lloc ont estic ara». I li diuen
que és torta, esguerrada, com una enze
i llumada. Esparta la va llençar costera avall,
però ella ve amb ales: segueix l’alè de l’oratge,
atrapa la pedra i la fa imant.


DICE QUE DICE


Dice Platón que dice Ion que Sócrates dice
la verdad: que Homero nos cuenta que «un pájaro
se les vino encima cuando se disponían
a franquear el valle; una águila que, en vuelo cielo arriba
[cruzó] el pueblo por la izquierda, llevando
entre las garras una serpiente sangrando, enorme,
que se debatía, viva todavía, y que no había perdido
del todo su vigor porque, torciéndose hacia atrás
hirió en el pecho, junto al cuello, al águila que la apresaba;
la cual, aguijoneada por el dolor, la dejó caer de cabeza
a tierra, y cayó en medio de la turba, mientras ella,
silbando, seguía el aliento del viento». Después, en casa,
una amiga me dice que le dice la cabeza que el corazón le dice
que de antes no sabe nada; que «ahora estoy
en el mismo sitio donde estoy ahora». Y le dicen
que se le ve torcida, deforme, como un espantapájaros
y atolondrada. Esparta la lanzó pendiente abajo,
pero ella baja con alas: sigue el aliento del viento,
atrapa la piedra y la revierte imán.
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