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Prolegómenos de una guerra I
25 gen 2012
Primera parte de un informe y balance del denominado 15M desde algún lugar de la península.
I. Presentación

Más de seis meses han transcurrido desde que comenzara lo que se ha hecho llamar por los medios de comunicación como 15m. Tras muchísimo tiempo las minorías revolucionarias se volvieron a plantear en esta región del mundo la cuestión del qué hacer en medio de una protesta social masiva. Es hora de sintetizar lo que pasó y hacer un balance, algo imprescindible para la reemergencia de esa revolución que tanto queremos, tal y como otros compañeros han ido haciendo.

Estamos en los prolegómenos de un nuevo asalto proletario a la sociedad de clases. Es cierto que en Europa, a excepción de la convulsionada Grecia, estos prolegómenos están siendo sumamente débiles, pero lo que se avecina nos obliga a tener en cuenta el más mínimo detalle para estar preparados. Las protestas y movilizaciones del 15m no pueden ser ignoradas, y la reflexión, discusión y el análisis de lo acontecido hasta ahora, incluyendo nuestra práctica específica, es una tarea que no podemos esquivar los revolucionarios. El nuevo periodo de guerra de clases que se anuncia así nos lo pide. Sirva este texto para colaborar en esa tarea.

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Pese a que la redacción final de este escrito la ha realizado una persona, quiero insistir en que su contenido es el fruto de toda una serie de compañeros, grupos, prácticas, posiciones y discusiones que se organizaron de mejor o peor forma para actuar en esas protestas como “acicate revolucionario” en los diversos lugares del país.

En un primer momento este trabajo tenía un carácter, por así decirlo, interno. Era parte de las discusiones, síntesis de posiciones, prácticas y balances que un nutrido grupo de compañeros íbamos haciendo sobre las protestas que irrumpieron en España el 15 de mayo. También era un elemento para facilitar una visión general, siempre desde una perspectiva y posición de clase, a los compañeros que no viven en España. Sin embargo entre los que conocíamos este texto hemos valorado oportuno hacer una versión pública para que circule entre toda la comunidad de lucha.

La intención inicial era presentar este trabajo de forma integra, con las tres partes que lo componen. Un fallo informático provocó la pérdida casi completa de la segunda y tercera parte. El trabajo de reestructuración consumirá su tiempo y no es necesario retrasar más la aparición de esta parte.

Península ibérica, Enero 2012


II. Una aclaración necesaria


Estaba claro que todo el empeoramiento brutal de las condiciones de vida de los proletarios en España tenía que reventar por algún lado y de alguna forma tarde o temprano. No fue lo que muchos hubiéramos querido, no fue lo que muchos se imaginaban como primera reaparición del proletariado en España tras décadas de inactividad total -exceptuando episodios fugaces como la huelga del 29s del 2010 que en algunos lugares rebasó el corsé sindical, u otras cuestiones aisladas y puntuales del pasado reciente-, pero claro, no se trata de lo que cada uno piense o se imagine, sino de lo que acontece en la cruda realidad. Y partiendo del estado de destrucción de la que partía el proletariado, tras décadas de contrarrevolución, era, teniendo en cuenta además el marco en el que se desarrollaban esas protestas, la forma más lógica de reaparecer.

El nivel del que se partía era muy bajo. La experiencia, la conciencia, la memoria histórica, es desgraciadamente desde hace muchos años cuestión de ínfimas minorías en España. Sólo un fuerte colapso económico o alguna necesidad proletaria imprescindible negada bruscamente por el capital, como la subida astronómica de precios en los productos de alimentación en los países del norte de África que negó esas necesidades de forma masiva provocando una formidable oleada de revueltas, sólo esas situaciones le hubieran obligado a “jugarse el todo”, hubiera podido plantear una explosión proletaria parecida a esos países. Sin embargo la situación no ha llegado aún a ese punto. De ahí que la reemergencia del proletariado en este lugar del mundo -como por lo general en la mayoría de los países europeos- sea más lenta y contradictoria.

La reaparición del sujeto de la revolución puede asimilarse a cuando un guerrero oculto bajo el fango durante mucho tiempo sale a la superficie. Al salir a ésta e ir desprendiéndose de su cuerpo el pegajoso fango, el guerrero continúa impregnado de él durante largo tiempo y a medida que avanza, que da pasos, el fango va goteando en el suelo hasta que finalmente deja ver su figura casi desprendida de las impurezas. Ese fango en este caso no es otra cosa que todas las ideologías democráticas que han bombardeado al proletariado durante estas tres últimas décadas. ¿Acaso pensábamos que esos proletarios que forman el grueso de las protestas y que en su vida han vivido una lucha de verdad, que no han conocido otra cosa que la vida espectacular y todo lo que les muestra el espectáculo, cuya mayor preocupación hasta ahora era ver quién era el que más litros de alcohol se metía en el cuerpo el fin de semana, o qué película tocaba en la cartelera del cine, o qué juego de la playstation comprar, o en qué bar tomar el café con colegas para representar una supuesta relación social, gente que no sabía nada de la lucha de clases, acaso pensábamos, decía, que podían colocarse en la posición de lucha que algunos esperaban? ¿O acaso pensábamos que esa otra porción importante de participantes que sí tenían cierta experiencia pero que está totalmente corroída tras la penosa capitulación que en su día realizaron ante la democracia -la llamada transición-, iban a romper con todo en apenas unos días? ¿Y no teníamos claro que los izquierdistas profesionales que se apuntaron al carro no tenían otro objetivo que potenciar todas las miseria que arrastraban los proletarios? Si a todo esto sumamos que entre los sectores más combativos del proletariado (incluyendo a los militantes revolucionarios) tuvo predominancia, sobre todo al principio, el desprecio y la desconfianza total de esta lucha (potenciado como veremos por la labor de la burguesía y sus mecanismos para separar), nos encontramos con que el terreno estaba abonado para facilitar rápidamente la canalización burguesa y la liquidación inmediata de esta expresión proletaria.

Sin embargo la cuestión no sería tan sencilla para la burguesía, ante todo porque el avance brutal de la crisis, el ataque brutal contra las condiciones de los esclavos modernos impide maniobrar al reformismo, que no es capaz de ofrecer una ración de zanahorias que contente a los proletarios, lo que lleva a dificultar y cuestionar cada tentativa de encuadramiento reformista echando por tierra las ideologías de la socialdemocracia.

Es por ello que la lucha de clases se abrió paso al interior del 15m pese a la terrible fuerza del reformismo, pese a que toda una serie de recetas preparadas para enfrentarse a la lucha que llevaban tiempo fraguándose en el laboratorio de la contrarrevolución –“el movimiento de los indignados”- se ponían en juego. La puja entre la socialdemocracia y el proletariado se expresó en todos los terrenos, aunque muchas veces de forma burda y soterrada: por un lado la posiciones que buscan defender las necesidades humanas frente a la economía, por otro las que tratan de armonizar esos intereses contrapuestos ocultando que en realidad no proponen otra cosa que el sacrificio y la sumisión a las directrices económicas. En la primera posición, pese a todo el decorado y la mezcolanza, se encontraba la esencia del viejo proyecto revolucionario, en la segunda se concentraba el decrépito reformismo de toda la vida que nunca olvida renovar su fachada.

Sin duda alguna ha sido muy mal entendida esta cuestión entre la militancia revolucionaria, y a pesar de todo, se han consolidado estructuras para impulsar la ruptura revolucionaria que comprendían y comprenden en mayor o menor medida, de una u otra forma, el carácter de clase del 15m que se expresaba con los proletarios organizándose para defender sus condiciones de vida, para asumir sus necesidades frente al capital. Las terribles debilidades, ilusiones y miserias que exhiben estas protestas no puede ocultarnos lo que se esconde detrás: la tentativa de reconstrucción del proletariado y sus estructuras de combate.


III. Irrumpe el 15 de mayo

El 15 de Mayo se convocan manifestaciones contra la crisis bajo la consigna “¡No somos mercancía en manos de políticos y banqueros!” en varias ciudades de España con un seguimiento importante que se cuenta por miles. Las manifestaciones fueron convocada por varias agrupaciones entre las que destaca “Democracia real ya!” (desde ahora DRY). Hacía ya tiempo que esta plataforma funcionaba y agrupaba a toda una serie de grupos heterogéneos bajo toda una lista de reivindicaciones ciudadanistas(1). Las manifestaciones trascurren más con pena que con gloria, con danzas, flautas y fiestas. Hay más jolgorio que gritos y consignas. En Madrid desde algunos ámbitos militantes deciden participar en la mani creando un bloque llamado Bloque Libertario y autónomo que criticará al ciudadanismo, a los partidos y a los sindicatos, y que acudirá con la pancarta “Lo queremos todo. Lo queremos ahora” Precisamente será esa manifestación la que acabe de “prender la mecha”.

Al llegar a Sol, lugar fijado para terminar la manifestación, centenares de manifestantes deciden subir a la Gran vía y cortar el tráfico. Tiene lugar un rifirrafe entre DRY y los miembros del bloque autónomo que se larvaba ya desde el comienzoal intentar aquellos silenciar en sus consignas y quitarles la pancarta a éstos. La policía decide intervenir y comienza a aporrear a diestra y siniestra. Diversos manifestantes organizan grupos para atacar mobiliario urbano que representan al capital (tiendas de lujo, bancos…). Hay una docena de detenidos. Como respuesta un centenar de personas acampa en la plaza de la puerta del sol pero son desalojados a las poca horas. Eso provocará que decenas de miles de personas tomen las plazas de numerosos de lugares y se acampe en más de cincuenta ciudades. DRY se desmarcará de las acampadas, si bien luego en la línea oportunista de toda organización socialdemócrata se apuntará al carro. Surgen al mismo tiempo las asambleas como modo de organizar las protestas al margen de los partidos y sindicatos.

Mientras todo esto se desarrollaba con el transcurrir de los días, diversas estructuras militantes se reúnen en algunas ciudades y tratan de coordinar su accionar. En estas primeras reuniones afloran ya algunas diferencias de criterio pero apenas trasciende por la inmediatez de los acontecimientos y se acuerda impulsar la ruptura revolucionaria. “Que se vayan todos” firmada por el bloque del mismo nombre será uno de los primeros textos militantes que circularan en las acampadas y asambleas. Existirán un par de versiones diferentes de este texto por criterios asumidos en algunos lados pero con cambios secundarios y de estilo. Antes de este texto circuló el texto de compañeros de Madrid “Comunicado del Bloque Libertario y Autónomo. Por la extensión de las revueltas. Todo el poder para las asambleas”. También por esos primeros días salió en Barcelona otro texto compañero “Lo más violento de todo sería volver a la normalidad”.

Hay que anotar que al principio son pequeñísimas minorías las que asumen estas cuestiones pues el grueso de la militancia está expectante, impactada y desconfiada esperando para ver ¡hacia donde tira la cosa!. A muchos los acontecimientos les superan y no saben qué hacer. Pero la actividad que despliegan los compañeros mencionados arriba, logra consolidar pequeños núcleos en algunas ciudades que actuarán como polos de agrupamiento para luchar por la ruptura con todas las ilusiones e ideologías que dominan el movimiento y profundizar en la expresiones de rechazo que se han manifestado.


IV. Las asambleas, las acampadas, las contradicciones
y las minorías revolucionarias


Las acampadas

A poco más de una semana había acampadas en plazas de unas ochenta ciudades de España e incluso en algún que otro país más. Las acampadas surgieron como expresión de rechazo a lo ocurrido en la manifestación en Madrid, sin embargo estas plazas pronto se transformarían en el centro neurálgico de las protestas que acababan de estallar y que se agrupaban bajo las consigna “No somos mercancías en manos de políticos” y “Democracia real ya!”. Estas consignas planteaban ya la contradicción de las protestas, su fuerza y su debilidad.

Las acampadas sirvieron de sitio de reunión, de comunicación, de discusión, de organización… Allí se cocía todo. Decenas de miles de personas se pasaban por las asambleas diarias de las plazas de la distintas ciudades para enterarse, discutir, organizarse. Lo primero que se constataba era la necesidad que tiene el proletariado de expresar organizativamente, al margen de los órganos burgueses como los partidos y los sindicatos, toda el rechazo a la miseria del mundo en el que vive. Lo segundo es la terrible fuerza de la democracia y el ciudadanismo que se colocan como la fuerza burguesa de canalización de estas protestas. Todo esto conllevará un confusionismo y una serie de contradicciones que lastrará el movimiento desde sus inicios.

Así vemos desde los primeros días como desde las acampadas surgen expresiones clasistas y combativas pero también lo peor del ciudadanismo y el gestionismo, oímos los discursos típicos del reformismo más rancio tipo Attac, pero a la par vemos impulsar acciones que no van por esa linea. Simplemente porque había de todo y se permitía de todo. Así por ejemplo:

    1.- se organizan toda clase de talleres y demás espectáculos que fomentan un aspecto lúdico y desarrollan el gestionismo más miserable (taichí, meditación, teatro...), pero en contraposición se organizan acciones contra algunas expresiones del capital como los bancos y los políticos que le aportan otro ambiente.

    2.- El discurso es de un pacifismo y legalismo extremo y hay socialdemócratas que frotándose las manos llegan a sacar un manual para soplones -que será denunciado de forma general-, pero contrariamente, las acciones principales que se emprenden son ilegales (la propia acampada, cortes de carretera, impedir desahucios de viviendas...). En Murcia se toma por la fuerza la televisión local y se lee un documento contra el empeoramiento de las condiciones de vida y por la extensión del movimiento, también hay alguna tentativa de expropiación de supermercados...

Con el paso de los días y mientras las calles están abarrotadas y llenas de actos de todo tipo, comienza a plantearse en el movimiento la necesidad de concretar consignas y reivindicaciones que definan el movimiento. DRY que se había desmarcado de las acampadas, para acto seguido regresar y tratar de dirigir el cotarro, saca una serie de puntos mínimos para asumir por todo el movimiento. Surge un grupito a la sombra, casualmente papagayo de DRY, que mete por todos lados el famoso consenso de mínimos, que se trata de una tabla reformista que incluye ocho puntos que deberían ser asumidos por el movimiento. En Madrid no se aprueban pero se admite discutirlos lo que es utilizado para colarlo en gran parte de las asambleas del país haciendo creer que en Madrid estaban aprobados. En muchas ciudades, además, a la tabla se le quita todo lo que tenía de reforma social para dejarle sólo la cuestión política, pero también encuentra toda una serie de resistencias para ser implantada. Aquí las contradicciones afloran y las disputas sobre estos mínimos esbozará en numerosas asambleas el antagonismo reforma o revolución (por supuesto siempre a un cierto nivel).

Por parte de la burguesía la estrategia es clara: fortalecer todas las expresiones de reforma y aislar a los sectores más combativos. Los medios de comunicación tendrán un papel fundamental. Se le da toda la voz al reformismo, a la tabla de reformas, y en especial las que se ocupan de la política (reforma electoral, separación de poderes...) que son puestas como la totalidad del movimiento. Las posiciones más radicales son ignoradas, aisladas o atacadas como marginales. Esto tiene un doble efecto, y el espectáculo, en tanto que representación de lo vivo, coloniza la realidad. Es decir los medios no sólo inflan ficticiamente al reformismo, sino que propagando estas posiciones favorecen que esta fuerza crezca realmente y sea admitida fácilmente. Al mismo tiempo prepara el terreno para el aislamiento de los sectores más combativos, incluso muchos de éstos se creen al portavoz del capital y critican el movimiento basándose en la reproducción espectacular que propaga el propio capital.


La organización del 15m: asambleas y grupos de trabajo

Las protestas cristalizan formas de organización que tienen la virtud de desmarcarse de los organismos tradicionales de encuadramiento tales como los partidos y los sindicatos. En muchas asambleas se intentó por parte de izquierdistas abrir la veda a partidos o sindicatos pero en ninguna parte fue posible. La organización fuera de estos aparatos es una esencia de estas protestas y refleja esa tendencia del proletariado a estructurar sus propios órganos de combate. También en algunos lados se planteó de forma sutil la creación de un partido pero fue también abrumadoramente combatido y desterrado. Claro que si en ese terreno se supo parar al enemigo, la presencia de terribles ideologías al interior de las asambleas convirtieron a estas en un espacio terriblemente confuso. Un espacio que oscilaba entre organizar la lucha por la defensa de las necesidades humanas contra el capital o reclamar toda una serie de reformas y de gestioniones diferentes. En algunos lados se preparaba una acción contra un desahucio, impidiéndolo y escrachando al banco que lo realizaba, otras veces se lanzaba como solución auténticas basuras como llamar a sacar el dinero de ese banco, o negociar con él; en otros lados se acosaba a políticos y conocidos burgueses mientras que otros recogían firmas para pedir vete tú a saber qué medidas para la transparencia política...

La masividad de las protestas llevó a la estructuración de comisiones y grupos de trabajo. Algunos grupos tenderán a desarrollar un contenido clasista, otros ni por asomo, y otros concentrarán los antagonismo de clases. Se crearán grupos de parados, de vivienda, de política, de economía, de educación, de acción, de extensión, de propaganda, ¡de teatro!, ¡de ocio! …

Varios ejemplos:

- Grupo de vivienda: Por un lado está toda una serie de posiciones que defienden articular el movimiento en torno a peticiones miserables que consisten en llevar al parlamento una ILP, reivindicar la dación en pago o pedir al ayuntamiento alquileres sociales, pero por otro lado hay toda una serie de posiciones de acción directa que exigen organizarse para frenar desahucios, para “ir a por los bancos”, okupar edificios para vivir…

- Grupo de política: Madrid ofrece el caso más flagrante. Allí las discusiones y las perspectivasdel grupo de política partió el grupo en dos. Una parte aceptaba toda una clase de mínimos para la acción, otros no pues consideraban que esos mínimos eran totalmente reformistas. Desde entonces ambas tendencias se conocerán como política a corto plazo y política a largo plazo. Este último aglutinará a sectores combativos del proletariado y tendrá mucha fuerza en la orientación programática de las protestas, especialmente en Madrid. Criticará la no violencia, reivindicará relativamente la lucha contra el Estado y el capital… Incluso en uno de los textos con ocasión de las elecciones del 20N se vislumbra una crítica de la democracia en todas sus formas. La influencia y actuación en este grupo de política a largo plazo de sectores militantes es sin duda importante.

- Grupo de parados: Más de lo mismo. Por un lado está la tentativa de transformar este grupo en gestores de la miseria y firmar papelitos, y por otro lado los que buscan imponer sus necesidades a la economía. Los primeros propondrán crear cooperativas, exigir tierras a las afuera de la ciudad para cultivar, recoger firmas para un “salario social digno”, crearán “bancos de tiempo”… los segundos pondrán en primer plano asumir sus necesidades, todo lo que no pueda saciarse se tomará: si en un momento dado no hay comida, expropiaciones; si no hay vivienda, ocupaciones; cortes de carretera, concentraciones en los INEM…

Todo esto va materializando de forma confusa y contradictoria la lucha entre la constitución de órganos de combate, el retorno del asociacionismo proletario masivo, y la canalización socialdemócrata, es decir, el reformismo, el gestionismo, el folklorismo. El desarrollo de los grupos y las asambleas nos exponen bien esta pelea. Por un lado se trata de acorralar las protestas en un movimiento para pequeñas reformas (ley electoral, contra la corrupción, bancos éticos, es decir la requete conocida “lucha” por un capitalismo de rostro humano…) por otro se muestra que las protestas contienen en su seno el rechazo a toda la sociedad mercantil. El criterio del consenso por unanimidad para la toma de decisiones (o por mayoría en algunos lados) que es algo sagrado en todos lados hace de algunas asambleas algo insoportable al convertirlas en espacios de votación donde votar propuestas y reformularlas hasta conseguir la unanimidad o la mayoría. El desgaste será enorme. Por eso, como siempre, las acciones más importantes de las protestas casi nunca partían de las asambleas, sino de algún grupo de trabajo o de circunstancias que hacían asumir sin filtro las acciones.


Las ideologías

Como decía, lo aparatos tradicionales de encuadramiento no tenían posibilidad de mostrarse como vehículos de integración de las protestas. Claro que tampoco lo necesitó puesto que la nefasta fuerza que contenían algunas ideologías como el ciudadanismo venían a cumplir su función de una manera mucho más eficaz y difusa. Las ideologías contrarrevolucionarias de toda la vida eran reivindicadas en las grandes asambleas bajo nuevas formas de manifestarse. Desde una especie de ideología de centro que en lugar de rechazar la izquierda y la derecha quería crear su superación mediante su conciliación, pasando por el gestionismo de la llamada democracia directa que llamaba a una reforma de la democracia, pasando también por el ciudadanismo de toda la vida que quería gestionar los “asuntos públicos”, llegando al mutualismo en su nueva forma llamada “anarco”-capitalismo o al decrecimiento. Pese a que sería importante desarrollar estas ideologías lo dejaremos para más adelante. El tiempo apremia y esto llevaría el suyo.


La militancia revolucionaria

Y mientras todo esto se desarrolla, la discusión y reuniones de sectores compañeros se suceden para orientar y coordinar la práctica. Sin embargo la fuerte presencia de ideologías contrarrevolucionarias en el movimiento y ciertas experiencias vividas en las asambleas van a hacer saltar diferencias a la hora de valorar las protestas y consolidar una acción centralizada en el país, lo que conllevará una fuerte dispersión. Las diferentes formas de asumir el qué hacer, e incluso las ideologías nefastas que arrastran algunas minorías les eliminarán como factor revolucionario, otros con los que pese a las diferencias podría haberse estructurado cierta práctica se colocarán con tal purismo que hará imposible la coordinación, incluso el terrible localismo que algunos compañeros defienden favorecerá que en cada lugar los militantes se arreglen a su manera.

Las reuniones y posiciones que se dieron en el seno de la militancia revolucionaria para coordinar y centralizar la acción de las diferentes ciudades pueden resumirse de la siguiente manera y en tres posiciones fundamentales (A, B, C):

A. comentan que las protestas del 15M son muy valiosas. Por primera vez en mucho tiempo se dan estructuras horizontales de decisión que han roto con los partidos y los sindicatos. Más allá de las limitaciones en cuanto al contenido ya tenemos en liza la autoorganización de los explotados. Tenemos que asumir que el movimiento 15m es un movimiento que se autoorganiza, que rechaza las mediaciones, que asume que la lucha tiene que ser llevada por los explotados. Es por lo que llevamos luchando mucho tiempo. No podemos esperar que salgan ya levantando las banderas negras de la anarquía, de la abolición del capitalismo y el Estado. Quien espere eso se morirá esperándolo en el sofá muerto de asco.

B. no ven ningún tipo de lucha. Estas protestas son protestas democráticas, totalmente integradas en el Estado. Luchan por mejorar el Estado, por más democracia, por derechos y libertades de mierda, por controlar a los políticos. No se plantea en absoluto ningún cambio. Bajo el nombre de spanish revolutions se ha agrupado a todo el ciudadanismo de mierda que llevamos años criticando. ¡Pero si las posiciones de este movimiento es peor que la de los izquierdistas que criticamos! Y encima su pacifismo asqueroso, su represión a los “violentos”. Desde luego para nosotros esto es un movimiento reformista de lo peor, acercarse a esas asambleas es una auténtica revoltura de estómago. No se trata de explotados, de proletarios, son la clase media, esa clase media que está perdiendo su cacho del pastel y sólo quiere recuperarlo. En definitiva es un movimiento para canalizar la ira que se ha ido creando en los proletarios para desfogarlos mediante las miserias de la clase media. Los burgueses se están frotando las manos para ver si el modelo spanish revolutions se expande. En Grecia rezan porque el modelo de los indignados se imponga al verdadero peligro, a la revuelta proletaria que allí lleva años hablando con fuego, a la de los encapuchados; y en el norte de África, más quisieran que los proletarios soltaran las armas y como idiotas levantaran las manos en alto y dijeran “estas son nuestras armas”.

C. ven que las protestas del 15M son la primera respuesta de los proletarios en España al empeoramiento de sus condiciones de vida. Pese a todos los límites se observa que se trata de articular una respuesta contra los intereses de la economía. Sin embargo se deja claro que toda esta respuesta está desde el principio saboteada por la socialdemocracia que se manifiesta en el ciudadanismo, en el pacifismo y en las peticiones de mierda. Lo que está en juego es la creación de estructuras para la pelea, para la lucha, el asociacionismo proletario que llevaba décadas desaparecido por esta región del mundo. Se están sentado las bases de las futuras luchas. Lo que hay ahora mismo es la pelea entre organización para la reforma o organización proletaria para la lucha de clases.

Sigamos un poco el desarrollo de la polémica que tuvieron estas tres posiciones.

B. comenta que el análisis de A. es totalmente formalista. Lo que importa es el contenido y bajo ningún concepto la forma organizativa. Importa lo que se decide nunca cómo se decide. La horizontalidad y la jerarquía tienen las mismas miserias. Sólo hay que ir a echar un vistazo a lo que se decide en alguna de esas asambleas para darse cuenta de lo que decimos. Hacer una valoración en base a la forma organizativa, al asambleismo, al horizontalismo, y no en base a la sustancia, nos aleja totalmente de lo importante.

A. comenta que la consigna de “Todo el poder a la asamblea” siempre fue una reclamación de los revolucionarios y se trata de un inicio. Que el poder de decisión sea de los explotados es fundamental y luego sin duda los explotados ahogados por el capital irán exponiendo los verdaderos contenidos revolucionarios. Pero sin las asambleas nunca podrán surgir. Critica a B como idealista que espera la llegada repentina de una revolución que sólo está en su cabeza

C. Está de acuerdo con B. en la crítica de las formas organizativas, que eso es formalismo, las formas no garantizan nada. Lo importante de las asambleas está en la estructuración de órganos de combate y esto sólo atañe al contenido. A. está invirtiendo los términos. El proletariado primero lucha y en la lucha se cristalizan las formas, nunca al revés. La forma no busca el contenido sino a la inversa, el contenido busca el medio. El proletariado usa estructuras diversas y variadas para pelear. Tenemos que recordar bien las experiencias pasadas, que eso de que “Todo el poder a la asamblea” siempre fue una proclama de los revolucionarios hay que contextualizarlo y analizarlo. Recordemos Argentina donde las asambleas creadas en la lucha acabaron convirtiéndose en gestionismo barrial. Recordemos que todo el poder a los soviets en Rusia fue la primera vez que los revolucionarios dijeron eso, y recordemos que en Rusia esos mismos soviets aprobaron las medidas bolcheviques en la Revolución Rusa.
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Dicho esto hay que dejar claro que una cosa es defender la organización autónoma del proletariado y otra defender una forma particular de organización. Lo importante de las asambleas que se han concretado es que el proletariado trata de organizarse fuera de los aparatos del Estado.

A. Puede que sobreestimemos las formas pero en el fondo decimos eso, el autoorganizarse, el organizarse de forma autónoma como movimiento. Y eso es lo que hay que apoyar, hay que extender esas asambleas, que los explotados hablen, discutan… Que asuman sus problemas y las luchas. Es cierto que hay cosas que no nos gustan, pero es la realidad de la que partimos.

B. Estamos totalmente en contra de esas asambleas. Nos parece que esas asambleas son asambleas ciudadanas no proletarias, son expresión de la clase media, no de la clase explotada y revolucionaria. Son una mediación desde el momento que no hacen más que pedir reformas ¿De verdad alguien cree que de eso va a salir algo? Del reformismo sólo sale reforma, del ciudadanismo sólo salen propuestas ciudadanas. Al final alguno acabará intentando hacer la revolución con gente que discute si pedir unas firmas para que las votaciones sean más ecuánimes, si poner un semáforo, o si usar la meditación para destruir el Estado.
[…]
[Las discusiones entre minorías seguirán, se hablará de lo que ha desarrollado estas protestas, de la forma en la que los proletarios se constituyen en clase, del idealismo, del formalismo, del centrismo, del purismo, se hablará de ejemplos pasados como Argentina 2000 y España años 70… Por diversos medios y con diversas formas de expresarse se materializarán estas posiciones]

Como síntesis de todas estas posiciones y discusiones existieron rupturas que más o menos llevaron a diferentes formas de asumir la posición respecto al 15m:

A. Las protestas del 15M son el inicio de una serie de luchas que sin duda irán radicalizándose. Hoy ya plantean esos aspectos prácticos de los que hemos ido hablando y que buscan enfrentarse a los intereses capitalistas (impedir desalojos de viviendas impagadas, protestas ante bancos, rodear congresos y parlamentos…). Las asambleas tienen que ser soberanas y esta es la clave del desarrollo futuro. La metodología asamblearia horizontal tiene la llave de la dirección de la lucha. Si bien no nos podemos olvidar del contenido, y es verdad que hay casos históricos en las que las asambleas han acabado como títeres, sirviendo al enemigo, también es cierto que es un salto cualitativo inmenso. De estar en un sofá viendo la tele a estar en una asamblea discutiendo qué hacer para solucionar sus problemas hay un salto cualitativo que no podemos subestimar. La responsabilidad ahora es de los revolucionarios para hacer que todo el poder recaiga en las asambleas.

Estamos totalmente en contra de las posiciones de B cuya visión idealista y su purismo revolucionario le hacen imposible ver una lucha real. ¿Cuándo han visto estos compañeros una lucha real desde su altar ideológico? ¿Cómo creen que se iniciará el movimiento revolucionario? Los compañeros viven en otro mundo, instalados en un maximalismo que sólo unos pocos iluminados pueden compartir.

Respecto a los compañeros C. si bien no practican el nivel de purismo e idealismo de B, tampoco compartimos su análisis. Pese a que no lo afirmáis despreciáis también las asambleas y el horizontalismo. Os quedáis con acciones concretas en lugar de con la dinámica de la lucha que parte de las asambleas. Enmarcáis ciertas peticiones en reivindicaciones de clase y otras en reformismo en base a un esquema ideológico. Y pese a que el análisis trata de mostrarse antiideológico supura ideología por los cuatro costados. Habláis de que las banderas son secundarias pero a la par criticáis al movimiento por ciertas banderas que levanta. Estos compañeros oscilan entre el apoyo y el rechazo. No se atreven a dar su apoyo pues tienen miedo de caer en el reformismo y a la par tampoco rechazan el movimiento pues tienen miedo de caer en el maximalismo. Finalmente no hacen una cosa ni la otra y acaban fomentando la esquizofrenia: hoy apoyamos y mañana criticamos.

B. La llamada patéticamente “spanish revolutions” tiene de revolutions tanto como gran hermano. De hecho el espacio mediático y el trato paternalista que le conceden los medios dan muestras de que tipo de luchas estamos hablando. Lucha ninguna. Ahora bien espectáculo, ciudadanismo, socialdemocracia, pacifismo, democratismo, populismo, aspirantes a políticos tipo DRY… eso a puñados y por todos lados. Seguimos rebuscando dónde diantres veis algunos algo que se parezca a lucha de clases. El proletariado está totalmente ausente, sólo está presente la clase media, más bien sus hijos pijos que ven que los privilegios de sus padres les es arrebatado. Las asambleas son peores que las asambleas de comunidades de vecinos. En lugar de enfrentamiento de posiciones reina el democratismo, el gestionismo, sólo hay individuos espectadores votando a favor y en contra, charlatanes populistas que sueltan una imbecilidad tras otra. En las acampadas se respira un aire triunfal de ignorantes que se creen que están haciendo historia. No sólo desconocen toda la historia de la lucha de clases, sino que se creen que estas mierdas de protestas son un hito en la historia de la humanidad. Las consignas son a cada cual peor. Es cierto que la de que “no somo mercancías en manos…” es aceptable, pese a que se cree que los políticos y banqueros son los únicos problemas, no el capitalismo en su conjunto, pero todo lo demás ni hablar: “Le llaman democracia y no lo es”, “Democracia real ya”, “Reforma ley electoral”, “Transparencia política”… No hay por donde echar mano a todo esto.

A los compañeros A. y C. decirles que las asambleas son parte de la democracia, que si no sirven como núcleo para estructurar la lucha, no son más que herramientas de la democracia, se llame directa o como quieran, nosotros rechazamos toda democracia. Las comisiones emanadas de estas asambleas atestiguan lo que son: expresiones del Estado. Decir también que toda la no-violencia no es otra cosa que represión contra el proletariado, contra su lucha, contra sus métodos. Están a la orden del día en toda esta basura. Por eso, por mucho que C. expongan ciertas acciones interesantes éstas son llevadas por minorías revolucionarias, no emanadas de las asambleas. Queremos preguntarle a C. ¿Dónde está el proletariado en todo esto? ¿Dónde está esa puja entre reforma y revolución? ¿El análisis ideológico no será el vuestro? Nosotros miramos la realidad y sólo vemos reformismo. ¿Reivindicaciones de clase? ¿Cuáles? ¿La traca de reivindicaciones de Barna, o peor aun, las de la Puerta del Sol? Recordemos los problemas en Madrid con dirigentes del 15m cuando gritaban consignas, esas sí, de clase, o los problemas cuando se repartieron papeles contra las elecciones en algunas ciudades, o con las pancartas revolucionarias que se llevaron a algunas manis....

C. La posición tanto de A. como de B. es parcial y caricatural. Para empezar nosotros no oscilamos, ni dudamos sobre qué hacer. Lo tenemos bien clarito, otra cosa es el cómo y queremos recordar que por eso estamos aquí. Y que luego profundizaremos en esto.

Hay compañeros cerrados en banda, que han venido aquí a reflejar la posición y no a discutir, no a organizarnos, a estructurar la fuerza de los revolucionarios. Una cosa es que defendamos nuestra posición, otra que vengamos aquí a recitar un ABC, para eso no realizamos todo este tinglado y seguimos cada uno a nuestra bola.

Queremos precisar que la posición de A es un análisis formalista que es peligroso pues nos introduce en una dinámica en la que el contenido se desplaza a un segundo plano. B ha criticado bien esta cuestión, cómo las asambleas se convierten en órganos ciudadanos. Por su parte B no ha comprendido nada de los procesos, de cómo el proletariado se constituye en clase. Para B el proletariado es un ideal, al igual que la lucha. En su posición sólo analiza las banderas, las ideologías y no los hechos, y cuando analiza los hechos se queda con lo peor o los traduce ideológicamente. Cuando no tienen salida ante el innegable carácter de clase de algunas acciones lo ventila diciendo que “son realizadas por minorías revolucionarias no por las asambleas”. Pura ideología. Siempre en un movimiento hubo minorías de vanguardia que asumían las acciones más decididas, pero estas sólo actúan como expresión de un movimiento. No podemos separar esas acciones del movimiento que las genera. Los compañeros no ven a una clase, al proletariado, sus expresiones, su lucha actual como lucha en la que se proyecta y se constituye la futura lucha de clases a pesar de las ideologías, sólo ve las miserias de las banderas, las miserias que arrastran los proletarios tras décadas de contrarrevolución en las que fueron golpeadas con el martillo pilón de la democracia.

Quiero dejar claro que estas tres posiciones generales y la interesante e importante discusión que se dio en numerosos lugares entre ellas son esbozadas a grandes rasgos y que la realidad siempre posee matices y diferencias que no pueden reflejarse en un análisis sintético. Diversos textos sacados por minorías militantes expondrán estas posiciones. Así “Los anarquista y el 15m” se viene a acercar al grupo A, si bien con cierto desarrollo al romper con muchos asambleístas acríticos, el texto “Los otros anarquistas y el otro 15m” se viene ha aproximar al grupo B y “El 15m y las minorías revolucionarias al C.

Sinteticemos por tanto cómo quedaron las distintas posiciones de los revolucionarios que guiará el qué hacer en las protestas:
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- la A, tendrá dos posturas. Una primera en la que dejarán totalmente de actuar como factor revolucionario y se sumergerán en la participación acrítica, llevando hasta sus últimas consecuencias el asambleismo. Llevarán a la máxima el “todo el poder a la asamblea”, olvidando de poner al lado haga lo haga y sirva a lo que sirva la asamblea. Algunos compañeros vimos sorprendidos a conocidos compas participando en la recogida de firmas, en discusiones de asambleas barriales sobre si pedir un semáforo aquí o un paso de cebra allá, o si pintarlos directamente la asamblea, colaboraron en la elaboración de mínimos… Y ante las críticas que se les hacía decían. “Hay que trabajar desde dentro para luego criticar. Lo vuestro es muy fácil, venís aquí y sólo asumís lo que os gusta, lo demás lo ametralláis y eso crea desconfianza entre la gente, os ven como unos interesados y unos sabelotodos que vienen con su rollo y sólo asumen las cosas cuando os interesa. Nosotros tragamos con mierda sí, pero así es más fácil el trato de tú a tú, aquí somos uno más. Así la gente confía y otro día nos apoyan en cuestiones. Es así como los anarquistas vamos ganando simpatías. ¿Cómo crees que en Grecia tienen tanta vinculación social? Hay que ceder en cosas. Que esto es reformista… cierto, pero esto otro no y si yo no trago con lo otro cómo los demás van a tragar con lo mio.” Terrible, sí. Verdaderamente terrible fue la claudicación de esos “anarquistas”. Interclasismo puro y duro, colaboracionismo con el reformismo, bajada de pantalones hasta los tobillos y ya no sigo. La ruptura con estos compañeros es total. En lugar de ir a luchar contra el reformismo, a denunciar las ideologías que nos tumban, en lugar de ir a defender la intransigencia revolucionaria e impulsar la ruptura con todo eso fueron allí a plegarse. García Oliver Y Federica Montseny un corcho al lado de ellos, el frente popular ya va preparando el terreno y sus nuevos ministros ‘anarquistas’ no quieren perder el tren. Esta parte del grupo de A hay que borrarla de la militancia revolucionaria pues en su práctica no tuvieron duda en fomentar aspectos que destruyen la lucha, pero es importante destacar a estos sectores para comprobar a dónde puede llevarnos la desorientación programática.

- La otra parte de ese grupo A si bien tendrán muchas posiciones ambiguas, concesiones, inconsecuencias… romperán con la postura de los otros y asumirán un papel importantísimo en las protestas y en la lucha para centralizar la acción de la militancia revolucionaria. El texto “Los anarquista y el 15m” será, como dije, sobre el que se representa, más o menos, las posiciones de este sector compañero. Por encima de todo serán un sector importante de impulso clasista en todo el 15m, será una expresión combativa de nuestra clase.

- Los compañeros agrupados en torno a B serán representados, relativamente claro está, entorno a la posición “los otros anarquistas y el otro 15m”, algunos ignorarán totalmente las protestas, otros realizarán textos críticos como la publicación Enrabiados.

- Los compañeros en torno a C se identificaran con “el 15m y las minorías revolucionarias” y tratarán de estructurar una práctica que se articulará para impulsar la ruptura revolucionaria y denunciar el reformismo.(2)

La coordinación entre las diversas ciudades se hará difícil y no se concretará, lo que dejará la práctica militante encajonada en las diversas ciudades y en las diversas posiciones. A pesar de todo se constituirán núcleos de compañeros en diversas ciudades que se apoyarán en dos ejes prácticos para impulsar la lucha. 1) Constituir bloques clasistas para articular las posiciones revolucionarias en acciones, manifestaciones; 2) Plantear la batalla en el seno de las asambleas y grupos de trabajo luchando contra el reformismo, las ideologías e impulsando todo lo que sean luchas por nuestros intereses proletarios. Frente a las peticiones reformistas, contraponer la lucha por asumir necesidades.

Es así como se irá desarrollando cierta práctica organizada de minorías en todo lo que se denomina 15m sin casi coordinación, y ya no hablar de centralización, pese a algunas tentativas. Es una muestra de la debilidad de las minorías militantes, su incapacidad de centralizar su accionar. Hoy las discusiones entre compañeros continúan, el desarrollo de las posiciones prosigue y pide ya la estructuración de una práctica unificada -no solo en torno al 15m, claro está- que supere las divisiones de ciudades y que sepa estructurar la práctica común pese a las diferentes posiciones que existen.





NOTAS

(1) Las reivindicaciones, además de la susodicha y patética “¡Democracia real ya!” que agrupaba a los diversos elementos de la plataforma, contenía toda clase de peticiones reformistas que se sintetizarían después en ocho puntos. Luego veremos cómo en esta plataforma reformista tienen lugar contradicciones internas – que la organización se encargará de liquidar mediante la purga- debidas a las necesidades proletarias que guiaban a algunos de sus integrantes.

(2) Insisto que todas estas comparaciones entre posiciones de compañeros y textos para reflejar las posiciones de las minorías deben ser tomadas con precaución. Habrá compañeros que defiendan tal o cual posición y no se sientan identificados por el texto con el que los he agrupado y viceversa. Perfecto. Lo que trato es de facilitar mediante la citación de dichos textos la exposición.

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Comentaris

Re: Prolegómenos de una guerra I
25 gen 2012
ABCD/DC KRACK&ROLL
http://www.youtube.com/watch?v=95aB7EsG7OM&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=wGz-2q7X6MQ&feature=related
Sindicato Sindicat